Partida Rol por web

Trakka se habia retirado enseguida después del torneo y había descubierto que, efectivamente, estaba hambrienta, así que se apuntó a la iniciativa de Geache.

-Qué buena idea! Yo me apunto al salmón. No te importa que vaya contigo y con Ruperto, ¿No?.

Se encontraba con Ruperto porque la gente lo miraba más a él que a ella. La semiorca le rascó tras las orejas al gran mono, cosa que le causaba gran placer.

- Por supuesto. Eres bienvenida - contestó Geache que observó como Ruperto disfrutaba de las caricias - Y parece que "Rup" también está de acuerdo -

La paladina sonrió a la señora que buscaba esposa para el hijo. -Por el momento no estoy pensando sentar cabeza, señora; pero con mucho gusto le doy algún consejo y algunas técnicas a su Jonas para que agarre fuerza.- Dijo uniéndose a las risas generales con agrado. Y tuvo la oportunidad de ver el espectáculo de Gozo, uniéndose a los aplausos y vitores del pueblo.

Al poco rato coincidían nuevamente con el resto, que al parecer también habían tenido buena racha. El olor a buena comida le abrió el apetito, y la propuesta de Geache y Trakka le agradó. -Salmón entonces, ¡veamos si encontramos mesa! Que parece la taberna es muy popular.- Quería probar la famosa hidromiel para celebrar su victoria y así también saber como les había ido a los arqueros.

Mientras coméis, el padre Zantus y sus acólitos empujan un gran carro cubierto hasta el centro de la plaza. Allí, el sacerdote cuenta una breve parábola sobre cómo la diosa Desna cayó a la tierra por primera vez y fue descubierta por un niño ciego, que la cuidó hasta que se recuperó y, como agradecimiento, la diosa le transformó en una mariposa inmortal.

Al terminar el relato, retiran la tapa del carro, liberando a miles de retoños de Desna: un furioso remolino de mariposas de cola azul, que revolotean por el aire en una explosión de color recibida con una gran ovación por parte de los asistentes.

Las mariposas os pasan por encima como un torrente mientras disfrutáis de la comida y comentáis vuestras hazañas.

Durante el resto del día, los niños del poblado las persiguen fútilmente, sin llegar nunca a ser la bastante rápidos como para atraparlas.

La joven erudita recibió las atenciones del público, algo que agradeció con una reverencia, un guiño y un beso lanzado al aire ante los piropos subidos de tono. No es que tuviese excesivo interés en esas personas pero siempre era bueno ser apreciada.

Reuniéndose con la paladina aplaudió encantada al ver que había ganado a esos fortachones -¡muy bien! Aunque debieras considerar a Jonas, nunca se sabe que nos depará el destino y tener un vástago o dos no es mala idea. ¿No crees?

Costaba decidir si Gozo estaba hablando en serio o no a Idarie, aunque en realidad parecía que lo estaba diciendo en serio cuando añadió con una sonrisa pícara -¿o si no para que quieres esas caderas?

Ya con los demás no es que tuviese una gran preferencia, Gozo prefería comer poquito, picotear aquí y allá y probar muchos sabores distintos antes que casarse con uno de ellos, tampoco es que guardase mucha formalidad, si alguien tenía algo que atraía su interés pedía comer de ese plato, si alguien quería de su plato no tenía ningún inconveniente en compartir.

No obstante aparte de eso estuvo algo abstraída, con una mirada algo hueca como si realmente no estuviese mirando a nada y con una sonrisa casi irónica, especialmente cuando tuvo lugar el evento religioso de Desna.

Sólo cuando éste terminó la joven pareció volver a donde se encontraba y tras ponerse de pie y levantar su copa dijo a los demás compañeros -hoy hemos tenido éxito en las competiciones, que la suerte nos acompañe en nuestros futuros éxitos como grupo.

Alistair levanta su copa haciendo honor al brindis de la chica que habían llegado a llamar "Gozo" sus compañeros, aunque él seguia pensando en ella como un gorrioncillo, activo y piando ante todo lo que se encontraba, maravillada por lo sdetalles y la gente.

El magus, que había ido a comer con sus compañeros sin muchas palabras dejó encima de la mesa del Dragón Oxidado su extraña espada. Sus compañeros habían tenido ocasión de verla ya en el viaje, pero atrajo más de una y dos miradas de los parroquianos. Era una espada larga, o quizás mayor, casí un espadón aunque por la forma en que su dueño la manejaba cualquiera diria que no pesaba nada, usada a una mano y con unos movimientos muy poco convencionales. Aunque eso no era lo más extraño de la misma: la hoja parecía hecha de un material extravagante, casi de hielo por la forma en que estaba facetada a lo largo de toda su longitud, aunque había extraño proveniente de la espada... parecía... mortecina, y un aura de pena envolvía a ambos, dueño y espada, cuando la mirada del primero se quedaba prendida de la lujosa empuñadura, en la cual un hueco hacía evidente la falta de algún tipo de ornamento, posiblemente una piedra preciosa.

-Felicidades, Geache y Trakka, por vuestras actuaciones .- dice dirigiendose a los compañeros que participaron con él en la prueba de arquería y le superaron ampliamente.  - Y por supuesto a vosotras tambien, Idarie y Gozo, aún lamento no haber podido ver tu actuación - dice expresamente dirigiendose a la joven del pelo blanco. - ¡Espero tener oportunidad de ver algo similar mientras estemos aquí!

A la sugerencia de Gozo sobre darle una oportunidad al hijo flacucho de la señora, la paladina soltó una carcajada, sus mejillas pintándose de escarlata un momento por lo que las palabras insinuaban. Habiéndose acostumbrado a una versión infantil de la pálida muchacha, el comentario le recordaba que no era una niña precisamente, contrastando con la personalidad que mostraba casi siempre. -Mejor los vástagos para cuando ya haya vivido una aventura o dos, compañera.- Murmuró, antes de agregar rápido y sonrojándose aún más. -Digo aventuras de misiones para la asociación, claro.- Quizo aclarar entre risas, no queriendo que sonara a algo peor.

La comida era tan buena como se promocionaba, y el hidromiel complementaba buenamente los platos. Desde su mesa escuchó la historia de la festividad, y vio maravillada como las mariposas se extendían sobre ellos, cubriendo por un momento el cielo. -¡Así sea!- Brindó la paladina a las palabras de Gozo, ciertamente se sentía a gusto con aquellos compañeros que iba conociendo de a poco. -Felicitaciones a ustedes también, escuché que la mayoría de los aciertos de Trakka fueron perfectos.- Sonrió Idarie a la tímida semiorca. -También hay unas cuantas admiradoras tuyas, Geache. Y estoy segura que usted lo hizo mucho mejor a que si lo hubiera intentado yo, señor Aurelius.- Admitió la paladina con una franca carcajada. Seguramente la flecha hubiera terminado en el ojo de alguien del público, así que mejor no haberlo intentado.

Las palabras de "Gozo" y las respuestas de Idarie, por un momento le hicieron recordar a Geache a su prometida, pero rápidamente reprimió la emoción. Ya habían pasado varios años desde su desaparición de la que iba a ser su compañera y, aunque el dolor seguía estando allí, sabía que no era una buena idea solazarse en el.

Además, ahora estaba acompañado. Si bien el mono no podía suplir a la que fuera su amor no podía negar que estaba dispuesto a seguirlo a todas partes. Incluso a Punta Arena. 

Tras agradecer las palabras del magus de la extraña espada, el Aasimar levantó la copa ante el brindis de Gozo, contestando - Que así sea. Que olas aventuras sean muchas y exitosas -

Las palabras del clérigo, su "milagro" y las mariposas fueron el corolario de una cena realmente agradable. Incluso Ruperto disfrutaba del plato de hierbas "sin saborizar" que había conseguido que saliera de la cocina del establecimiento. Seguramente el simio hubiera preferido que hubiera algunos insectos en el mismo, pero eso había sobrepasado las dotes de cualquier cocinero.

Trakka contempló con satisfacción el espectáculo mientras escuchaba de soslayo la conversación entre el cazador y la paladín. Idarie era tan hermosa, con ese pelo brillante y ondulado. Cuando mencionó sus disparos, Trakka se esforzó por sonreirle. Le caía bien la semielfa.

-Yo no tengo prisa alguna por vivir aventuras. Normalmente, siempre acaban con alguien herido -dijo, tocándose allí donde debió estar la mitad de su melena una vez.

Gozo escuchó a los demás y dijo -A Idarie nunca se la pudo herir, fíjate en esto - golpeó con los nudillos una de las placas metálicas que conformaba la armadura de la paladina buscando el sonido metálico apropiado. Lo que obtuvo fue apenas un sonido amortiguado y la joven miró ceñuda a la armadura como si fuese una afrenta que no hiciese el sonido que debería hacer.

De nuevo volvió a dar un golpe con los nudillos con mas fuerza, pero en vez de conseguir algo productivo solo logró hacerse daño y con un -¡au!- se llevó los nudillos enrojecidos a la boca y dijo sin sacar los dedos -coho fihé, hno se fhueze haceh naha.

Odio esa armadura, ojalá el vacío afectase al metal.

Tan pronto como había aparecido, el ceño fruncido había desaparecido y sus ojos grandes miraban las armaduras de los demás. La de Gozo no era mas que una ligera armadura de cuero, seguramente incluso había una caperuza que la joven había decidido descartar en algún momento, aún así o la joven era mucho mas ágil de lo que había demostrado hasta ahora o ella era la que mas papeletas tenía de resultar herida.

Que ze fasó?- pregunta entonces a Trakka.

Trakka habló en un susurró, sin levantar la mirada del suelo.

-Un ladrón que huía, fuego de alquimista acabado de preparar, aceite aún en mis manos, el frasco resbaló... y BOOM!

Perdí media melena y parte de mi piel. La piel volvió y el pelo no. El peligro es real.

¡Ya se!- exclama la joven al escuchar a la semiorca -te fuiste de aventuras para ahorrar lo suficiente para un hechizo de regeneración. Yo también lo haría indudablemente, el pelo es muy importante para nosotras.

Casi asintió para si misma, le interesaba saber porque se habían ido de aventuras pues era normalmente indicativo del carácter y quizá del ethos de cada uno. En el caso de Idarie estaba claro, la Ley y el Bien eran sus ejes y siempre lo serían salvo que cayese en desgracia.

No obstante en el caso de Trakka su motivación no parecía indicar gran cosa, por lo que con los ojos llenos de curiosidad preguntó dirigido a todos -¿y cuál es vuestro ethos?

La historia de la semiorca sonaba razonable. Y  aunque no fue de demasiada ayuda para Geache a la hora de interpretar el motivo por el que se había incorporado a la sociedad, por lo menos daba una idea de sus talentos... aparte del disparo con arco.

- Ethos? - el cazador dudó un momento ante la palabra, tratando de interpretar a que se refería "Gozo" - Te refieres a motivación? - añadió al analizar la forma en que se había originado la pregunta - Es difícil de definir. Supongo que tiene que ver esas historias sobre que hay gigantes cerca de aquí. No me gustan los gigantes. Ni un poco. A Ruperto tampoco. Ambos tenemos cuentas pendientes con ellos - aclaró en tono más serio, pensando en la masacre de su pueblo original - Y si tenemos la oportunidad de enfrentarnos a algunos de ellos me daré por bien servido -

- Mientras tanto. Bueno, las misiones de la sociedad pueden ser un buen entrenamiento para cuando llegue el momento -

- Y tu, porque estás aquí - preguntó en contrapartida.

No, no se trata de mi cabello. Quiero dejarlo así, me recuerda el peligro del arte al que me dedico. La alquimia es una ciencia peligrosa, que requiere de estudio y conocimiento. Y eso es lo que buscaba al unirme a la sociedad, formarme, aumentar mi conocimiento, mejorar como alquimista y controlar mejor mis fórmulas y extractos.

Cuando Geache dijo algo parecido, ella asintió y se encogió de hombros.

Casi no pudo entender bien las palabras de Trakka dichas en aquel susurro, pero comprendió que se trataba de un aspecto de su vida doloroso, no sólo en lo ocurrido a su piel, sino también en su orgullo. Gozo no parecía haberlo entendido precisamente, pero hizo que Idarie sonriera un poco. Geache parecía haber interpretado la pregunta a su manera, aunque no era precisamente ese el significado de "ethos", era interesante conocer lo que lo había llevado a unirse a la asociación.

Trakka dio también aquello que le hizo interesarse por ser una "Pathfinder", lo que la paladina encontró interesante. Eran en verdad un grupo variado.

-Hmm... Ethos no es exactamente motivación, Geache. Es mas un... Hmmm, la personalidad que guía tu forma de ser. Si eres alguien que de deja regir por las leyes o prefiere hacer las suyas propias, por ejemplo. Aunque parece que la búsqueda de experiencia y conocimiento es lo que nos ha reunido en este grupo.- Dijo, sonriendo ampliamente a todos en la mesa.-Diría que mi ethos es brindar oportunidades a todo aquel que desee redimirse, pero aquellos que se nieguen a ver la luz deberán enfrentar las consecuencias de sus actos. En cuanto a motivación, quiero extender la Luz de Saranrae por medio del ejemplo.- Miró entonces al señor Aurelius y a Gozo, queriendo conocer que les había motivado a unirse a los Pathfinders.

Un chasquido brusco, como el retumbar de un trueno lejano, atraviesa la animada multitud mientras los últimos rayos de sol pintan el cielo occidental. Un perro callejero que se había aposentado bajo un carro cercano para dormir se despierta súbitamente, y el zumbido de dos docenas de conversaciones queda silenciado a medida que todos los presentes vuelven la cabeza hacia la tarima central donde, radiante, el padre Zantus ha subido al estrado. Se aclara la voz, coge aliento para hablar y, de pronto, el chillido de una mujer corta el aire. Unos pocos segundos después, se alza otro grito, y otro. A lo lejos, un súbito coro de nuevas y extrañas voces se alza; chillidos agudos y risueños que no parecen del todo humanos. La multitud se retira, agitada, y una forma bajita pasa corriendo, riendo con un deleite inquietante mientras el perro callejero suelta un gañido de dolor y luego se derrumba con un gorgoteo, con la garganta abierta de oreja a oreja. A medida que la sangre crea un charco alrededor de su cabeza, empieza a oírse el estridente sonido de una extraña canción, cantada por voces chillonas y rechinantes:

Goblin mascan, goblin muerden,

goblin cortan, goblin prenden.

Mata al caballo y al perro,

Por l a fuerza! Por el hierro!

Goblin corren, goblin saltan,

goblin hieren, goblin sajan.

Quema un ojo y de ja tuerto,

Goblin vienen! Tu estas muerto!

Caza al bebe y al cachorro,

de un porraz o en todo el morro.

Grasa y carne, bien cocida,

                                                                                                  nosotros goblin! TU, comida!

Vosotros que estabáis de pie para ver la ceremonia, os quedáis tan estupefactos como todos, pero por suerte vuestro entrenamiento se impone y Geache e Idarie consiguen distinguir a 3 goblins en un carro cercano, uno está intentando subirse torpemente a la mesa, otro está comiendo las sobras del suelo y otro os mira chillando y dando brincos...

Trakka entró en acción en cuanto vió a los primeros goblins. La alquimista echó un vistazo a su alrededor, buscando un lugar elevado desde conde poder defenderse a bombazos de los ataques. 

El cazador, al darse cuenta de la situación, se descolgó el arco de la espalda y dio un par de pasos, buscando que sus propios compañeros no le impidieran apuntar antes de sacar una flecha de su aljaba. Mientras lo hacía buscó con la mirada a Ruperto y, en voz firme exclamó - Quieto -

No era el momento de enviar a su mono al combate. El simio era capaz de acabar por si mismo con por lo menos uno y quizás todos esos renacuajos, pero tenía sentido correr el riesgo de que pudiera ser herido por fuego amigo.

La preocupación por su compañero le impidió apuntar como hubiera querido y la flecha que disparó se perdió por sobre las cabezas de los tres goblins cantarines.

El sonido atronador había llamado la atención de todos hacia el escenario, donde parecía que irían a realizar ya el cierre del festival. Mas los gritos de una lado y de otro no parecían ser parte de ello. De pronto pudo ver como un pobre perro callejero caía sin vida, un charco carmesí se formaba bajo el cuerpo. El caos se desató a su alrededor borrando la sonrisa de la paladina. ¿Que criaturas tan viles habían llegado a interrumpir la celebración?

Enseguida pudo ver las tres figuras junto al carro. ¡Goblins! Idarie sacó su espada, y corrió hacia el goblin que se acercaba con su pollo. -¡No les permitiré hacer más daño, criaturas del mal!- Sin embargo, la criatura era pequeña y rápida, esquivando por los pelos el ataque de su espada.