Partida Rol por web

Eamon no tuvo dificultad alguna para detener el golpe que el campesino le propinaba, y luego sacó su daga y se la hundió bajo las costillas en un golpe mortal. Los ojos de Gnejs se abrieron al máximo y el muchacho salió del hechizo para encontrarse con su final. La daga le había atravesado los pulmones. Miró sorprendido a Eamon, no debía saber ni dónde estaba, y mucho menos porque aquel hombre acababa de matarlo. 

—¿Por... qué? —Acertó a verbalizar antes de caer sin vida sobre Eamon. 

Entre tanto, Victor lanzaba agua bendita con poco éxito hacia el Retornado. Antes de que pudieran plantear una estrategia a seguir, con los durmientes cercándoles por detrás y el vaesen enfrente, Kiran arremetió como un energúmeno contra el retornado de Oscar Hjort. La ira que lo apoderaba y el temblor que sacudía su mano le hizo fallar el disparo.

Imprudentemente Kiran avanzaba hacia el vaesen, quien, llevándose las manos a su demacrada boca, sopló en su dirección convirtiendo el aire en una brisa terriblemente helada de la que surgían copos de nieve y ráfagas congeladas que envolvieron a Kiran. El criado indio parecía sacado de una expedición al polo sur con la ropa congelada y carámbanos de hielo colgando de su barba. 

Todo se estaba complicando por momentos. De una parte estaba el vaesen empeñado en culparlos de algo que ellos no habían hecho; un retornado que hacía oídos sordos a cualquier excusa que pudieran darle. Pero si la situación ya era mala se puso peor con la aparición del detective Klint y varios de los que se encontraban en la posada antes de caer dormidos.

Lotta se fijó en los últimos, notando en ellos un comportamiento extraño que le indicaban que seguramente el vaesen los estaba manipulando igual que ya había hecho con Alexandra. Eran unos pobres desgraciados que se encontraban en el momento y lugar equivocados; por ese motvio la escritora tuvo que ahogar un grito al observar al viejo soldado acuchillar sin compasión a uno de ellos.

La escritora se debatía entre el horror por lo que estaba sucediendo y el hecho de que el detective y los demás habían acudido a la llamada del vaesen para acabar con ellos. Era su vida o la de unos extraños. Pero Lotta no era una mujer que usara la fuerza para dirimir discusiones, ni siquiera sabía disparar un arma y lo único que se le ocurrió ante la cercanía de los durmientes, fue arrear una patada al primero que se le puso a tiro. Sin embargo, entre las ropas mojadas y la poca pericia que tenía, Lotta a punto estuvo de caer de bruces al suelo.

Kiran ignoró a los recién llegados. Estaba furioso con el espectro y era incapaz de pensar con claridad.

—¡Pelea como un hombre, engendro!

Se arremangó la camisa para luego abalanzarse contra la criatura. El frío le calaba los huesos, pero no podía permitirse tiritar. Era él o la criatura.

Era como un escenario. Un ring. Solos él y el retornado. Rojo y negro.

Kiran estaba tan embargado en el odio que sentía que ni siquiera la magia helada que el vaesen había lanzado sobre él logró afectarlo. La furia que ardía en su interior era mayor que cualquier ventisca que pudiera tratar de congelarlo. Así que el criado se dirigió a la criatura hecho un basilisco y le lanzó un puñetazo directo a la cadavérica mandíbula. El retornado alzó una mano y desvió el golpe de Kiran. Era la primera vez que tenían evidencia de que aquella criatura era algo físico que se podía golpear, la peligros locura que invadía a Kumari había tenido un buen propósito, a pesar de que se estaba jugando el cuello. Pero el retornado no dejó tiempo a celebraciones. Sus afiladas garras se dirigieron con una velocidad increíble al pecho del criado, zumbando en el aire y con las peores de las intenciones.

Entre tanto, Lotta trataba de darle una patada a Olaus Klint, sin mucho éxito. Tan poco que incluso estuvo a punto ella de perder el equilibrio y caer al suelo. El detective, que parecía igual de fuera de sí que el resto de los durmientes que habían llegado al lugar, alzó una mano para golpearla. Pero sus movimientos fueron torpes y lentos y la escritora no tuvo problema en esquivarlo. 

Como si Kiran hubiese entrenado toda su vida para aquel encuentro, esquivó la afilada garra del retornado con una facilidad pasmosa. Sin embargo, la finta con la que evitó aquel golpe le dejó en una mala posición para contraatacar y su puñetazo terminó impactando una pared.

Tanto la entidad sobrenatural como el criado se habían enzarzado en una batalla de titanes. Kiran parecía completamente ajeno a las vicisitudes de sus compañeros. Para él solo existía el Vaesen que se había atrevido a dañar a Alex y al resto, que iba a pagar por su atrevimiento. En su tétrico rostro solo podía ver un fantasma del pasado, que lo alteraba todavía más.

—Vas a pagar por tus crímenes —dijo entre dientes, resollando—, vas a pagar por lo que has hecho. Que Dios se apiade de tu alma.

¡Oscar Hjort!-gritó Alex adelantándose un poco y exponiendose, tratando de interponerse entre la criatura y su amigo. En aquel momento podría despedazarla y ni siquiera había sacado su revolver. Se lo jugaba todo a una carta. Su intuición- ¡Para! ¡No somos tus enemigos!-levantó una de las palas que habían llevado-. Sabemos que no te dieron buena sepultura. Hemos venido para enterrar tus huesos en lugar sagrado y que puedas descansar-le dijo, señalando a Victor para que vieran que incluso habían llevado un cura para santificar el lugar, aunque ese no era su plan realmente-. ¡Escuchame, haz que paren! ¡Queremos ayudarte!

Víctor vio como Kiran se lanzó, totalmente enfurecido, a luchar contra la criatura. Lotta y Eamon intentaban mantener a raya a los durmientes, que eran meros títeres en manos del vaesen, mientras, Alex intentaba convencer al cuerpo de Oscar de nuestras intenciones.

El sacerdote vio una oportunidad e intentó ayudar a la detective, se movió para hacerse ver mejor en cuanto ella lo señaló, y se puso a trabajar lanzándole agua bendita mientras sostenía su biblia.

—¡Dios nuestro señor, haz valer tu misericordia y admite a este espíritu perdido en tu rebaño! ¡Perdona sus pecados, y permite que el alma de Oscar descanse y reciba paz eterna!..— 

Mientras los compañeros trataban de combatir al retornado, Eamon, de espalda a ellos, mantenía a raya al grupo de durmientes con movimientos rápidos de su daga a la vez que el perro mordisqueaba sus pies. 

-no aguantaremos mucho tiempo así, tenemos que terminar esto rápido.

Los ojos del retornado se clavaron en Alex con un brillo azulado que recordaba al color del hielo más frío cuando la detective le llamó por su nombre de vivo. Contempló la pala que alzaba y escuchó sus explicaciones con un rostro impertérrito para acto seguido mirar al cura que le lanzó agua bendita y pronunció unas palabras en las que expiaba sus pecados. El vaesen se alejó de Kiran, quien había golpeado inútilmente a la pared en aquel acceso de rabia que todavía le duraba. En lugar de atacarle, el retornado alzó una mano y los durmientes se detuvieron en seco, quedándose como congelados frente a Lotta y Eamon, cuando ya estaban a punto de atraparlos. El perro del vagabundo mordisequeaba el pantalón de Oalus Klint y tiraba de él sin reacción alguna por parte del detective. 

Oscar Hjort, o mejor dicho, la visión espeluznante que tenían de él, se había hecho algo más espectral, como si hubiera perdido presencia física en el mundo. Algo que sabían que podían hacer algunos vaesen, capaces de adoptar una forma física y otra espectral a su antojo. Como expertos, ellos sabían que aquellos vaesen necesitaban estar en su forma física para poder atacar, lo que también les hacia vulnerables. Tal era el caso de los retornados. Pero esta vez, el vaesen no tenía malas intenciones. 

—Es cierto —dijo de nuevo con la voz dulce y melosa de Oscar Hjort—, no sois vosotros. ¿Qué año es este? ¿Cuánto tiempo ha pasado? Si de verdad venís a hacer justicia a mi alma allí están mis restos. Encontrad un lugar adecuado para ellos, por favor. 

El vaesen señaló al suelo que había en el centro de la cueva que, por fortuna, era de tierra y no de roca. Tendrían que cavar un poco para hallar los huesos de Hjort, pero esperaban que no a mucha profundidad. El retornado desapareció tras decirles aquello, y no quedó rastro de su presencia. Los durmientes recuperaron la conciencia, aturdidos y desorientados. 

—¿Qué? ¿Dónde? Ah... Eh... —Klint balbuceaba unas cuantas palabras sin llegar a dar forma a una frase en concreto. 

El detective estaba completamente confuso y desorientado, no sabía dónde estaba, ni como había llegado a llegar allí. Para él todo había ocurrido en un pestañeo: se encontraba en la posada hablando con Gnejs, el padre Klarhed y alguno de los miembros de la Sociedad y de pronto había ido a parar a una cueva húmeda y fría rodeado de gente. 

—¿Qué clase de brujería es está?

Víctor sintió un gran alivio en su alma cuando terminó de escuchar al espíritu de Oscar Hjolt. Temía que esta pesadilla se volviese cada vez más dura e imposible, pero ahora parece que la suerte, o la voluntad divina de nuestro señor, parecían haber empujado a favor del grupo. Miró a sus compañeros mientras una pequeña luz de consuelo comenzó a iluminar su rostro. 

—¡Rápido, cavemos ahí! ¡rápido! ¡pronto habremos terminado!..—  a continuación, se guardó la biblia en uno de los bolsillos y le dio un par de golpecitos con la palma de la mano, guardó también el agua bendita, y remangándose las mangas de la sotana agarró una de las palas.

Vio como el cuerpo del señor Klint salía de la ensoñación y despertaba volviendo en sí.

—Hola señor Klint, me alegra que haya despertado. No se asuste, por favor, pronto le daremos las explicaciones pertinentes, se lo prometo..— le dijo intentando mostrar una compostura seria 

El vaesen no parecía querer entrar en razón y, si eso sucedía, entonces los habitantes de la posada que habían caído bajo su influjo tampoco cejarían en su empeño por matarlos. Lotta se daba cuenta que las esperanzas de salir todos con vida de allí se iban reduciendo pero, para su sopresa, todo pareció terminar abruptamente cuando la detective habló.

La escritora no sabía cómo pero Alex había conseguido convencer al espectro para que pusiera fin a aquella absurda venganza. Solo había una condición y no era otra que la opción que ellos habían tomado: buscar el cadáver y darle un santo entierro. Sin embargo ahora ya no tenían que dar vueltas buscando posibles lugares donde hubiera sido enterrado ya que el vaesen mismo les había dicho dónde se encontraban sus huesos.

Lotta miró a los que acababan de regresar de aquel extraño sueño y no pudo más que alegrarse al comprobar que estaban perfectamente. El único punto negativo era el hombre que había caído acuchillado por Eamon. Una auténtica lástima, si hubiera aguantado solo unos minutos más ahora estaría con vida.

—Tiene razón Victor. Acabemos con esto de una vez por todas —dijo mientras, tras remangarse la camisa, cogió una de las palas dispuesta a cavar ella también. No era un ejercicio al que estuviera acostumbrada y seguramente sería más un estorbo que una ayuda, pero Lotta lo único que deseaba era terminar con aquella historia cuanto antes. Una vez dieran santa sepultura al señor Hjort podrían reunirse todos ante una taza de café caliente para dar las explicaciones necesarias.

Kiran tuvo que hacer grandes esfuerzos por frenarse al ver que Alex se interponía para hacer entrar al espectro en razón. Debía recordar para qué estaba luchando y no perder el control. Otra vez no, no más muertes, se dijo a sí mismo.

Cabizbajo y limitándose a responder con monosílabos, ayudó a Victor a procurarle santa sepultura a Oscar Hjort. Gracias a su formación, sabía cómo asistir al sacerdote en un entierro, aunque fuese grotescamente grande para actuar como monaguillo.

De repente el espectro pareció calmarse y entrar en razón, los esbirros poseídos por el espíritu volvieron en sí sin saber muy bien que estaba pasando. Eamon, con sus manos manchadas de sangre, dejó de mover la daga amenazadoramente y se relajó pero sin soltar la daga. 

Detrás suyo los compañeros empezaron a cavar, había que desenterrar el cuerpo rápido antes que el espíritu apareciera de nuevo. Todos los compañeros habían cogido palas y empezaron a cavar. Eamon dio media vuelta y se unió al grupo y al no haber más palas comenzó a sacar tierra con las manos. 

Alex no prestó mucha más atención al Vaesen. No quería ni mirarlo si podía evitarlo. Aún recordaba aquella sensación que había hecho que disparara su revolver contra su amigo. Se limitó a acompañar a sus compañeros y ayudarles a desenterrar los huesos de aquel desdichado, si es que estaban allí como habían pensado para acabar con aquella pesadilla cuando antes y liberar a las gentes de la posada.

Cavaron el terreno indicado por el vaesen con las palas e incluso con las propias manos hasta que finalmente dieron con uno de los huesos del malaventurado Oscar Hjort. Los restos del antiguo artista no eran más que un esqueleto y unas desgastadas ropas que en tiempos debieron ser bastante elegantes pero que ahora estaban carcomidas por la tierra, debían haber pasado al menos cincuenta años bajo tierra. La posición de los huesos que fueron descubriendo era completamente anti-natural. Los que habían matado a Oscar lo habían descuartizado y enterraron sus restos apelotonados unos sobre otros sin mucho cuidado. Por ello, la tarea de reconstruir dignamente el cuerpo de Oscar y sacar a la luz todos sus restos les llevó bastante tiempo. 

Los durmientes recuperaron el sentido por completo, pero todavía estaban confusos y desorientados, no sabían muy bien qué había ocurrido y no recordaban nada de lo que habían hecho en el tiempo que habían permanecido bajo el influjo del vaesen. Se horrorizaron al descubrir la muerte de Jonathan Gnejs, y se llevaron su cadáver al exterior, donde pretendían recomponerse y tomar aire fresco mientras el grupo continuaba trabajando. 

Finalmente, tras un arduo trabajo, consiguieron reunir todos los restos de Hjort ante la atenta mirada del vaesen, quien los vigilaba desde la distancia. Ahora tendrían que decidir qué hacer con ellos. Sabían que tenían que enterrarlos en tierra consagrada y Victor podía encargarse de consagrar algún trozo digno de terreno en el que dejar aquellos restos descansar por fin en paz, o podían trasladarlos hasta el cementerio de Billby, del que habían visto la torre de su campanario al llegar allí entre los rayos de la tormenta. 

Algo cansado de cavar, y nervioso por intentar acabar la tarea de la forma correcta, el sacerdote se santiguó en cuanto reunieron, en un montón, los huesos del cadáver del señor Hjolt.

Observó como los hechizados que habían vuelto a despertar se llevaban el cuerpo del señor Gnejs. 

—En algún momento habrá que contarles la verdad..— dijo a sus compañeros.

Después empezó a limpiarse el sudor de la cara y el cuello, y a quitarse algún resto de tierra de las manos.

—Bueno.., busquemos una caja o algo donde meterlos y vayamos a enterrarlos en el lugar correcto. Creo que la mejor opción es, si hay algún transporte, la iglesia de Billby, no está muy lejos,  y posiblemente el padre Klarhed nos ayudaría, o eso espero, aunque no esperaré su permiso..—

Sudorosa, con las manos, la cara y sus ropas manchadas de tierra, Lotta por fin pudo dejar la pala una vez descubrieron los huesos que buscaban. Se sorprendió al verlos todos amontonados, dando a entender que la muerte de Hjort había sido bastante desagradable; incluso la escritora podía entender el enfado y la rabia del pobre artista.

Pero con suerte todo habría acabado en cuanto esos huesos fueran enterrados en campo santo. Lo único que quedaría pendiente una vez enterrado al artista, seria dar las explicaciones oportunas por la muerte de Jonathan Gnejs. Lo último que Lotta deseaba era que encima la consideraran complice de un asesinato.

—Tiene razón Victor —contestó al sacerdote cuando éste dio su parecer—. Lo mejor sería enterrarlo en el cementerio del pueblo. Voy a ver si hay algún carro que nos sirva como transporte.

Secándose el sudor de la cara con su pañuelo, consiguiendo mancharla aún más con la tierra pegada a su piel, Lotta salió de allí con intención de dirigirse a los establos o, en su caso, para preguntarle al posadero por algún medio de transporte que les fuera de utilidad.

-¿No hay ningún camposanto más cercano?-preguntó Alex-. Me preocupa que al alejar mucho los cuerpos el Vaesen vuelva a aparecer, enfadado, pensando que estamos robando su cuerpo o algo así... Pero si no hay nada más cerca tendremos que arriesgarnos-dijo uniéndose al resto para salir de allí, mientras se sacudía el polvo y la arena de su chaqueta.

Se acercó a Kiran y le dio una palmada en el hombro, amistosamente.

-¿Estás bien? Desde luego que cuando nos mandaron aquella invitación para ver una obra de teatro no esperaba que terminase así-bromeó con una sonrisa, ahora que parecía que el peligro había pasado.