Partida Rol por web

Se quedo mirando al trompetista, no tenia muy buen aspecto pero desde luego era algo común entre músicos. Ya le había oído tocar antes y era un músico magnifico como bien se puso de manifiesto en el momento que comenzó a tocar.

No me extraña que le hayan llamado para hacer homenaje al alcalde. El talento de ese hombre supera el racismo de nuestros queridos póliticos.

Cuando la mujer se incorporaba para bailar con Artie. El disparo hizo que se volviese a caer de culo en las silla. Sus ojos se abrieron como platos ante el inesperado giro de los acontecimientos. El asombro se convirtió en furia al cruzar los ojos con los de aquel hombrecillo miserable, que se atrevía a quitar una vida tan gratuitamente y de forma tan ruin.

-¡Qué alguien detenga a ese hombre! ¡Asesino! -En su cabeza había intentando hablar calmada, pero sus palabras sonaron como ordenes de una mujer histérica y asustada. Muy lejos de su elegancia natural.

Las manos le temblaban. Volvió a incorporarse sin pensárselo dos veces, no quería estar cerca de aquella mesa.

¡¿Pero qué demonios?! Justo cuando empezaba a sentirse relativamente cómodo ocurría lo más inesperado de todo. ¡Alguien le había volado la cabeza a la persona con la que compartían mesa! Carter se puso inmediatamente de pie, como tirado por un resorte invisible, y encaró a la persona que había efectuado el disparo. El cuerpo le temblaba de arriba abajo, era algo que se conocía como puro y simple miedo, y no tuvo ni la capacidad ni los reflejos de Artie para enfrentarse a tan despiadado asesino. Lo único que pudo hacer es observar atónito la escena. Es cierto que consiguió contener ese miedo que parecía subirle por el espinazo como un calambre frío, pero se quedó casi petrificado por la escena y sin valor suficiente como para enfrentarse al criminal

Por ahora el hecho de que aquel tipo que estaba sentado con ellos mostrara un nerviosismo extraño se le había olvidado completamente. Pero estaba claro el por qué de su estado, habida cuenta del resultado que finalmente se había dado. Sin saberlo Henry estaba asistiendo a los actos más turbios que incluso en una gran ciudad pueden cometerse, y era algo a lo que jamás podría acostumbrarse, por mucho que fuera un urbanita redomado

El tipo no hace el menor gesto dubitativo y desliza el arma bajo su chaqueta. Con total frialdad, os lanza una mirada, se ajusta el sombrero y, apartando de un manotazo a Henry, sale por la misma puerta de servicio por la que entró el trompetista.

La música, el alcohol y el ambiente festivo hace que muy poca gente se haya dado cuenta de lo sucedido. De hecho, sólo los de las mesas más cercanas se han percatado y están comenzando a reaccionar con total nerviosismo.

Frente a vosotros, el cuerpo tumbado sobre la mesa despide un charco de sangre que se hace cada vez más grande sobre la mesa, mezclándose con el whisky derramado y la ceniza.

- ¡Joder! - Murmuró por lo bajo Artie al ver cómo aquel hombre no le hacía ni el más mínimo  caso y se alejaba por la puerta de servicio. Al menos había bajado el arma , aunque no se había visto intimidado por que le estuvieran apuntando. Fuera quien fuera, sabía lo que se hacía. Era un profesional. 
- ¡Alto! - Gritó el investigador y salió tras los pasos de aquel hombre, del asesino. 

Tardó varios segundos en reaccionar.  Quizás demasiados y podía ser que le hubiera perdido la pista al asesino. Miró a sus compañeros. No quería pedirles que se pusieran en peligro, no tenía derecho, no obstante, le gustaría que alguno de ellos le acompañara. Sin más trató de dar caza al asesino. No escondió su arma,  podía necesitarla, pero trató de disimular que la llevaba. No quería alertar más de lo que ha lo estaban, a los clientes del Cielo Azul.  

Cuando atraviesas la puerta te encuentras con un pequeño espacio con una puerta lateral. La atraviesas a toda velocidad para que no se escape el tipo y llegas a la zona de los escalones cubiertos por la alfombra azul. Allí encuentras a los asustados guardias y el portero, que no saben muy bien qué ha ocurrido, pero deben haber sido amenazados con el cañón del arma que acaba de descargar su fuego contra el tipo sentado a vuestro lado. Miras hacia fuera y ves al asesino. Está subiendo a la parte de atrás de un Packard gris aparcado a varios metros. Se pone en marcha de un acelerón para marcharse de allí cuanto antes.

Artie no se lo piensa mucho y sale como una exhalación tras los pasos del asesino y atraviesa la misma puerta que él. Los gritos crecientes del personal coinciden con el fin de la canción Dead Man Stomp, y entonces mucha gente en el Cielo Azul comienza a ser consciente de lo ocurrido. Hay quien grita al ver el muerto, pero lo que de verdad impera allí es la confusión. Mientras, el cadáver sigue desplomado sobre la mesa en medio de los restos humanos y de whisky.

Lo sucedido aún no ha llegado a los oídos de los tipos de la banda, que concentrados en lo suyo, comienzan unos nuevos compases de un nuevo tema mientras la gente a su alrededor ya está siendo advertida que algo no va bien.

Tap... Tap... Tap...

De repente, las manos del cadáver comienzan a dar golpecitos sobre la mesa cubierta de sangre, siguiendo el ritmo de la música. A continuación, el cuerpo se incorpora y se acomoda en su silla. Tiene los ojos girados hacia arriba y del enorme agujero en su frente todavía sale la sangre a borbotones, pero aún así, continúa en pie. De sus labios parece surgir un leve gemido que os cuesta mucho escuchar. Inmediatamente después, se da la vuelta y avanza tambaleándose hacia la puerta principal bajo la horrorizada mirada de la multitud allí congregada.

La música se detiene y el encargado da un grito y se desmaya. El cadáver cruza las puertas batientes dando tumbos y su descenso por las escaleras está marcado por los gritos apagados que va provocando.

Artie salió corriendo para tratar de detener a aquel hombre, aunque estaba claro que era mucho más rápido que él y que tenía muy bien trazado el plan. Aquella ejecución estaba bien estudiada y como había pensado antes, aquel tipo era todo un profesional. Si no llegaba a tiempo, no le quedaría más remedio que regresar al interior de la sala, pero esperaba al menos poder coger los números de la matrícula de aquel vehículo. Al menos sabía que era un packard gris.

- ¡Alto! - Dijo más por costumbre que pensando en que el asesino le haría el más mínimo caso.

Descubres que el Packard no lleva matrícula alguna, y mientras se pierde en el espesor nocturno, sonidos de alboroto llegan desde el interior del Cielo Azul.

Resignado, Artie regresa al interior de la sala de baile. La noche se ha complicado muy rápido para todos y hay un caso entre manos, aunque quizás le concierna más a la policía que a ellos, que no eran más que meros testigos de lo sucedido. Desde luego, aquella investigación no le correspondía a un investigador privado.

Y entonces es cuando ves a gente salir despavorida por la puerta. Una vez en el exterior, corren en todas direcciones, y entre ellos, bajando las escaleras tambaleándose como una marioneta gigante, el tipo con un balazo en el cráneo. Del agujero de su cráneo caen borbotones de sangre que salpican los vestidos más exquisitos de la gente que huye a su alrededor. Sus ojos están entornados hacia arriba, y a través de su frente puedes ver lo que hay tras ella.

Nunca se acostumbraría a aquella clase de cosas. Por muchos años que pasaran, si es que no perdía la vida antes como había estado a punto de pasar en el anterior caso. De nuevo su sangre se heló, y no pudo hacer nada salvo apartarse como en la huida del asesino, dejando que el cadáver se moviera a su antojo. Miró horrorizado a Anna y el profesor Bedford, quienes al parecer compartían su asombro. En cualquier caso sí había aprendido a reaccionar, a controlar ese terror que subía por el espinazo, y si bien carecía del ímpetu del detective aún había sangre palpitando en sus venas

-Sigámoslo profesor, ya sabemos qué ocurre con esta clase de cosas -su intención era esa, ni más ni menos. Seguir los pasos de Stompy Jones hasta donde quiera que fuera, y comprobar qué clase de criatura tenían ante sí ahora. Por supuesto no estaban preparados, ni poseían información alguna, pero sentía que aquel era su deber. Por suerte sería fácil ir tras él, habida cuenta del pánico que iba sembrando

Al ver como la persona que se suponía muerta, caminaba como si no lo estuviera, algo sucedió en la mente de Artie. No era la primera vez que veía a un muerto alzarse, pero si que en aquella ocasión fue diferente. No se lo esperaba, pues nada hacía indicar que aquello podía suceder. En las otras ocasiones, había factores que prepararon a su mente para lo que estaba por venir, una casa endemoniada o un extraño ritual, pero en aquella ocasión, fue todo muy de golpe.

Lo primero en lo que Artie pensó, fue en sus compañeros y en Anna. Aquella mujer ya había demostrado que su mente no estaba preparada para ese tipo de cosas y un nuevo golpe como aquel, podía acabar con su cordura. Trató de localizarlos por la sala con la clara intención de reunirse con ellos y salir de allí. Aquel hombre, o muerto viviente, podía resultar peligroso y lo primero que tenían que hacer era ponerse a salvo.

- ¡Anna! - Gritó. - ¡Henry, Warren! ¿Dónde estáis? - Alzó de nuevo la voz.

La tambaleante figura del tipo con el cráneo agujereado se dirije a la salida, y mientras la gente huye aterrorizada, él se muestra ausente, y de su boca sólo expulsa un susurro en voz muy baja.

Todo había ocurrido tan rápido, tan repentinamente, que apenas pude reaccionar. Cuando la cabeza de aquel hombre había estallado y embadurnado mi traje con su masa encefálica, recuerdos de la guerra se agolparon en mi mente. Gritos de compañeros que creía olvidados volvían a pedirme auxilio y finalmente, la imagen de Rachel. No pude reaccionar, me quedé completamente helado en el sitio.

Mi cabeza daba vueltas mientras Artie salía disparado y yo intentaba recomponer mi cabeza, intentando entender donde estaba, qué estaba ocurriendo. Pero la situación no parecía por la labor de ayudarme pues aquel hombre muerto decidió incorporarse, seguir el compás de la música antes de volver a ponerse en movimiento. Y su rostro ¿Era Rachel? Por un momento creía jurar que sí. Y me dio una fuerte arcada. Me estaba mareando ¿Qué significaba todo esto? Era una locura y estaba entrando en pánico.

A las puertas del Cielo Azul, la gente que huye aterrorizada acaba tirando al cuerpo ensangrentado al suelo y ser pisado de una manera brutal mientras él intenta ponerse de pie nuevamente entre quejidos. Cuando por fin lo consigue, su cuerpo ya está reducido a una masa de restos sanguinolenta, y sigue susurrando algo difícilmente audible. Los guardias de la puerta huyen para no volver, al ver moverse el cadáver delante de ellos.

Tras él, salen al exterior el Anna, Henry y el pálido Dr. Bedford, reencontrándose con Artie en la zona del aparcamiento.

El caos se había desatado a su alrededor y aunque avanzó por inercia, sus ojos no se podían apartar de aquel pobre cadáver andante. Cuando cayó al suelo, así también lo hizo Bedford, que comenzó a murmurar incesantemente.

- Lo siento mucho Rachel. Lo siento mucho… -

Mientras negaba con la cabeza. Los ojos acusadores de la joven se clavaban en él, casi podía oírla preguntarle que por qué no la había salvado. Finalmente ocurrió y con una fuerte arcada, vomitó sobre la acera de la entrada del local, desparramando sobre todo un icor parduzco y con fuerte aroma a alcohol.  Cuando ya no quedó nada más que echar, volvió a alzar la vista, pero ya no estaba el rostro de Rachel mirándole, sino un pobre hombre desfigurado por los pisotones y el disparo en la cabeza que había recibido minutos antes.

Su cabeza daba vueltas, no se encontraba bien. Pero no podía quedarse tirado en el suelo, no podía comportarse como una carga. Torpemente comenzó a ponerse en pie, apoyándose en Carter a quien tenía al lado.

- Gracias Henry, creo que… me he excedido con el alcohol hoy –

Y esbozó una medio sonrisa para intentar ocultar su preocupación. Temiendo volver a mirar el cadáver por si volvía a ver los ojos de Rachel, se giró hacia Archie que estaba un poco más adelante.

- ¿Conseguiste coger al malnacido que le disparó? -

- No Warren... - Le dijo apesadumbrado. - El tipo era muy rápido. Cuando salí al pasillo el ya entraba en su coche y cuando corrí para apuntar la matrícula... - Tomó aire. - ...no tenía matrícula. Tan sólo se que era un packard de color gris. 

Se acercó a Warren. Su viejo amigo parecía muy alterado. Las cosas cada vez le afectaban más. Aquellos asuntos empezaban a afectar a su mente y era normal. Él también sentía que su cabeza comenzaba a fallar y ya no razonaba como antes. Entre sus pensamientos de mezclaban ideas confusas, extrañas y demenciales que parecían provenir de lugares lejanos y ciclopeos.

- ¿Estás bien, amigo? - Le preguntó al profesor. Entonces miró a Anna. - ¿Tú bien? - Miró a Carter. - ¿Henry?

“¿Bien, mi viejo amigo? No, no estoy bien. Estoy viejo, viejo y cansando de todo esto. Muerto de miedo por pensar en lo poco que sabemos del mundo y los horrores que en él habitan. Muerto por dentro por no haber sido capaz de salvar Rachel, incapaz de aceptar que el mundo es tan terrible. A veces solo querría sentarme y descansar, tal vez para siempre. Si, la muerte se me antoja a veces como una solución posible. Un idea que solo el alcohol consigue paliar. Estoy cansado Archie, muy cansado”

Esto es todo lo que hubiera querido responder Bedford a su buen amigo Gumshoe, pero sabía que no podía. Era un caballero inglés, orgulloso y comedido. Aun había gente a su cargo. Aun había cosas que hacer. Debía soportar el peso del mundo un poco más. Si mostraba debilidad, le apartarían “por su bien”, pero sólo, encerrado en casa, con su mente como única compañía… Sabía que terminaría volviéndose loco.

Es por ello que simplemente se incorporó y esbozó su mejor sonrisa mientras se limpiaba la comisura de los labios con un pañuelo que llevaba en el bolsillo de su chaqueta.

- Ahora sí, querido amigo. Siento que hayas tenido que verme así. Pero no debemos demorarnos –

Entonces se aproximó al cadáver que aún se sacudía

- No tardará en llegar la policía y no nos conviene que nos pillen aquí cuando lo hagan. Debemos ser raudos. –

Entonces se agachó y titubeó un momento antes de bajar la vista. Seguía sin ser Rachel. Tras suspirar, comenzó a buscarle por los bolsillos cualquier cosa que pudiera serles útil o tal vez alguna marca en el cuerpo. Sin embargo, le temblaba mucho el pulso y se movía torpemente por el cuerpo.