Partida Rol por web

Artie se agachó junto a Warren. Le reconfortaba que aún tuviera fuerzas para mentirle de aquella manera. Sabía que era un caballero inglés y que debía guardar las formas. Estaba viejo y cansado y si reconocía su flaqueza, acabaría apartado del caso y se encerraría en su casa únicamente para enloquecer, pensando en todas las cosas terribles que la humanidad desconocía y que estaban allí afuera esperando para devorarles.

- Examinemos el cuerpo... - Le dijo a su veterano compañero. En quien más confiaba. - Puede que tenga alguna marca o... algo.

Al igual que los demás, Henry se agachó sobre los restos del cadáver. Había aprendido del mejor, y si bien no es que fuera precisamente su idea de pasar una noche divertida junto con sus compañeros, al parecer habían tenido la buena y mala suerte de, efectivamente, adquirir un nuevo caso. ¿Quiénes si no ellos podrían investigar con probabilidad de éxito el hecho de que un muerto se mueva? Aspiró profundamente. Cuando mejor se lo estaba pasando, y empezaba a relajarse... ¡ZAS! Un disparo a bocajarro y adiós a su confianza recién adquirida. En cuanto al autor del crimen, al menos tenían la identificación del coche. Se preguntó si era, por estadística, un modelo muy usado en la zona. Pero de eso se encargarían más tarde, por ahora se concentró plenamente en lo que tenía ante él

Artie, Warren y Henry se abalanzan a registrar al tembloroso cuerpo. Es muy complicado revisar bien los bolsillos de un traje que lleva alguien que debería estar muerto y se agita como si estuviera quemándose, pero parece que el joven Carter encuentra algo. De sus bolsillo extrae unas cuantas tarjetas de visita a nombre de Pete Manusco, donde ofrece sus servicios como contable.

Alguien ha debido llamar a la policía y ya está llegando la brigada móvil, la cual, al ver la masa sanguinolenta da un patinazo y pierde el control de su vehículo a causa de los nervios, dirigiéndose hacia donde estáis vosotros y el cuerpo.

El joven Carter no se había enterado ni de la misa la mitad. Azaroso como estaba en la tarea de retirar todas sus pertenencias a un muerto que contradictoriamente no paraba de moverse, no percibió el ruido del automóvil que se acercaba a ellos, hasta que fue demasiado tarde como para intentar apartar el cadáver de la carretera. Con un chillido, demasiado agudo para lo que era su voz natural, intentó avisar a sus compañeros y se apartó rápidamente de un salto. Eso sí, las tarjetas que había encontrado en uno de los bolsillos las conservaba aún firmemente apretadas en un puño

- ¡Joder, malditos idiotas! - Exclamó al ver llegar el vehículo policial, el cual se dirigía directo a su posición.

Artie se apartó rápidamente de la zona, tratando de salvar la vida. Aquellos capullos iban a aplastar al muerto y así al menos, dejaría de moverse. 

- ¡Cuidado! - Les gritó a sus compañeros.

Tan ensimismado con la tarea de buscar, Warren no se dio cuenta de la policía ya llegaba. Su mente seguía abotargada y solo el grito de Artie le hizo salir de su ensimismamiento y alzar la vista a tiempo de ver el enorme vehículo abalanzarse sobre ellos.

A pesar de la edad, su cuerpo aun disponía de ese sistema ancestral de defensa que, en momentos de peligro, liberaba la energía necesaria para sacar al cuerpo del peligro y de ese modo, se empujó con fuerza con los brazos hacia atrás y comenzó a rodar lejos de aquel cuerpo. Le frenó en seco una farola pero no le dolió en ese instante aunque se imaginaba que dentro de unas horas,

Lentamente comenzó a incorporarse

- ¿Se encuentran todos bien -

El vehículo policial impacta contra el tambaleante cadáver y lo lanza contra una farola, partiendo por la mitad el mutilado cuerpo y dejando, por fin, de moverse.

Un tipo, negro, el líder de la banda que amenizaba la noche, agarra al Dr. Bedford de los hombros y con cara de pánico le grita al ver su rostro y traje lleno de salpicaduras de sangre y hueso:

- ¡Le han disparado! ¡Dios mío, le han disparado! ¿Está usted bien?

Al mismo tiempo, la policía sale del vehículo y enciende sus linternas. Piden confusos a todo el mundo que permanezca en el lugar y, a ser posible, que vuelvan dentro del Cielo Azul ordenadamente para tomar declaración de lo que ha sucedido.

- Señor, mire esto. - Indica un jovenzuelo agente iluminando con el haz de su linterna el destrozado cuerpo a los pies de la farola, a su claramente superior, un tipo de treinta y pocos años, alto y de cabello claro.

El superior se acerca y exclama un "Madre de Dios...", a continuación repite con la placa en alto:

- Les habla el agente Roger Daniels, de la unidad de Prohibición del Tesoro. No abandonen el lugar. Son requeridos para prestar declaración. Síganme todos dentro.

El líder de la banda, que comprueba por sí mismo que que al Dr. Bedford no le ha alcanzado ningún disparo, da un par de golpecitos en el antebrazo del profesor de historia europea, y termina de guardar su corneta en un maletín y se marcha esquivando a la policía. El trompetista ebrio que tuvo el encontronazo con el ahora despedazado cuerpo, intenta largarse también de allí, pero Roger Daniels le corta el paso y le empuja hacia dentro.

Introdujo las tarjetas que había sacado del cadáver en su bolsillo, y con mal disimulada cara de pánico comenzó a caminar hacia el interior del garito. Su desazón se repartía entre lo que acababa de suceder, que no era poco, pues ese muerto que no paraba de moverse acabó descerrajado contra una farola tras casi ser todos atropellados por el coche, y lo que podría suceder: que presentaran cargos contra su persona o los detuvieran por el simple hecho de haber entrado en aquel lugar que ahora le parecía tan ominoso. Suspiró quedamente, y agachó la cabeza

¿Dónde estaban aquellos tiempos en los que, brillante como era, afilado como una navaja, no dejaba de atosigar a su admirado profesor Bedford en busca de retos intelectuales de mayor calibre? ¡Aquellos sí eran retos y desafíos en condiciones! Ahora parecía alguien que había perdido el rumbo. Su inutilidad y desconocimiento del entorno rural se había atestiguado en el caso anterior, en el que casi perecen todos, y en el momento actual se encontraba como pez fuera del agua. Boqueaba sin saber qué decir ni hacer, y sólo esperaba que Artie pudiera ejercer su influencia sobre esos agentes

Recordaba a Roger Daniels. Artie fue también policía. La llamaban "El Incorruptible". Era de los pocos agentes del cuerpo que nunca aceptó un soborno de las altas esferas políticas y por ello, con el paso de los años, le invitaron a abandonar el cuerpo.

A quien no conocía era a los otros agentes. Habían pasado años desde que abandona policía y había entrado mucha savia nueva en el cuerpo. Esperaba que ahora las cosas fueran algo diferentes, pero lo dudaba enormemente. Fuera como fuera, tenía una ventaja y es que si Daniels le reconocía, igual evitarían un momento de preguntas incómodas.

Artie de acercó a Daniels con una sonrisa y se descubrió la cabeza mostrando su rostro al agente. Esperó unos segundos a que su antiguo compañero cruzara con él la mirada y entonces habló.

- ¿Cómo estás Daniels? - Le preguntó. - Ha pasado mucho tiempo. No sabía que estaba en la unidad anti alcohol. - Sonrió. - Oye, mis compañeros y yo estábamos aquí por un caso. - Me mostró su placa de investigador privado. - Hemos visto todo lo que ha sucedido y podemos darte una descripción del asesino...

- Artie... Vaya, parece que ya tienes resuelto el caso. - Sugiere Roger Daniels con cierto tono altivo. - Hablemos dentro.

Cuando todos pasáis al interior, la policía va tomando declaración a todo el mundo que han podido retener. El contraste entre la agitada fiesta de antes y el ambiente de ahora es abrumador. En el suelo destaca el rastro sanguinolento del cuerpo, identificado como Pete Manusco. Mientras la policía recoge los testimonios, el trompetista Leroy Turner toca distraído alguna composición sentado en el borde del escenario. Durante un momento en que Artie charla con su excompañero, el agente Daniels, Leroy Turner se acerca al resto de investigadores y les comenta en voz baja para que sólo ellos lo oigan:

- Tendréis problemas si no os largáis pronto de aquí. Vamos, sé una forma de salir.

- ¿Resuelto? - Sonrió. - No, para nada... 

No le gustaba el tono que el capullo de Daniels estaba empleando con él. ¿Desde cuando se había vuelto tan arrogante? Fuera como fuera, si había dejado la policía era por algo y aunque creía que todavía había algunos agentes en los que podía confiar, era evidente que en cuanto a Daniels, no podía fiarse ni un pelo.

- Mira Roger, lo cierto era que nos citó un hombre en el local. - Le contó. - Recibimos una carta anónima en la oficina emplazándonos aquí. No sabíamos ni a dónde veníamos realmente. - Ahí mintió. - Pero lo cierto es que nadie ha comparecido todavía. En cambio, mientras nos encontrábamos en la sala, el fallecido nos hizo un hueco para que nos sentáramos. Estaba abarrotado. Me parecía un hombre antipático después y bueno... - Cogió aire. - Lo cierto es que entró un hombre bajito, bien vestido, con un traje marrón. Si te digo la verdad, tenía aspecto de rata. - Negó con la cabeza. - Ejecutó a ese tipo con un .45 y se marchó por la puerta trasera. Le seguí, pero era rápido. Vi que se marchaba en un packard de color gris. Eso es todo lo que tengo...

Roger Daniels escucha a Artie con el ceño fruncido. Cuando éste termina, exclama sin apartar la vista del investigador privado:

- ¿Jimmy? - Jimmy es un joven agente que estaba tomando nota de lo que Artie decía a espalda suya.

- Señor, parece que las versiones coinciden. - Responde Jimmy.

Roger Daniels sonríe con una mueca torcida y se acerca un poco a Artie.

- Me han llegado rumores que ahora persigues fantasmas. ¿Cómo se llama? Sí... Me lo dijeron. ¿Cómo era...? Ah, sí. Detrás de la cortina - dice, enseñando todos sus dientes -.

- Bueno... - Dijo sorprendido. No esperaba que aquel capullo hubiera oído hablar de "Detrás del Telón". - Si, hemos tenido algunos casos... - Sonrió. - ...llamémosles extraños. - Dio una pequeña palmada en el hombro de Daniels. - ¡Hay que diversificar el oficio! - Rió. - De cada vez hay más gente que viene a la oficina pidiendo excentricidades. Casi siempre, ese tipo de casos tiene una explicación racional y bueno... - Se encogió de hombros. - ¡Qué te voy a contar a ti! - Guardó silencio por un momento. - Bueno... ya te he contado lo que ha sucedido. Supongo que se trata de un ajuste de cuentas... - Miró a Daniles. - ¿Necesitas algo más de mi? - Le preguntó ansioso por que le dejase en paz.

Roger Daniels sostiene la mirada de Artie unos segundos y sonríe de repente.

- No, por supuesto. Puedes irte a seguir con tus casos extraños, Artie. Gracias.

- Muy bien, Daniels... - Se despidió del agente con una leve inclinación de cabeza. - Suerte con el caso...

Acto seguido regresó con los suyos. Era evidente que tenían algo entre manos. Un nuevo caso de "Tras el Telón", estaba en marcha, aunque por aquel, poco les iban a pagar. Su informante, por llamarlo de alguna forma, no había aparecido y el muerto ya no iba a hablar. Al menos tenían una identidad, una vaga descripción de su asesino y un modelo y color de un coche. Pocas pistas para llegar al fondo del asunto y no obstante, iban a intentarlo, al menos él.

- ¡Vaya velada más accidentada! - Les dijo Artie a Warren, Anna y Henry. - Poco más podemos hacer aquí, supongo. Si la persona que nos citó, quiere algo de nosotros, sabrá donde encontrarnos. Mañana intentaremos buscar información sobre el fallecido. Puede que este caso nos lleve a una comprensión mayor de lo que está ahí afuera... - Tomó aire y sacó un puro de su bolsillo. Últimamente fumaba mucho menos, pero esa era una ocasión especial. - ¿Porqué... estamos todos en ésto, verdad? - Les preguntó a sus compañeros e inmediatamente encendió su puro y le dio una profunda calada.

Una vez más, el bueno de Artie nos había sacado de un buen aprieto. Cuando veo como el policía le dice que nos marchemos no puedo evitar sonreír al acercarme a mi amigo.

- Siempre me sorprenderá, tunante.  –

Cuando nos quedamos a solas y nos alejamos los uficientes, Artie comenzó a comentar nosotros siguientes movimientos pero lo que me chocó fue la pregunta que hizo. “¿Estamos todos dentro?”. Casi me vi tentado de decir que no. Aceptar mi debilidad, mi edad, mi destino y marcharme a casa para, en compañía de un Glenn macallan mientras esperaba el final de mis días.

Pero alcé la vista… y ahí volvía a estar, de pie, mirándome acusadoramente desde la oscuridad de un callejón, pero de rostro inconfundible. Rachel y aquel desconocido me observaban apesadumbrados. No. No habría paz hasta que acabara con las oscuridades del mundo o ellas acabaran conmigo.

Puse mi mano sobre su hombro y esbocé una sonrisa.

- Claro que si compañero. Juntos hasta el final. Hacer que los hombres se levanten de sus tumbas no es natural. Debemos detener esta locura, pero ¿Por donde empezar? ¿Tal vez deberíasmos buscar a ese tal…? – Me giré entonces hacia Carter - ¿Cómo se llamaba? ¿Pete… M… Monusco, o Manuso o algo así? -

-Encontré unas tarjetas en uno de los bolsillos del cadáver andante, y ese era el nombre que estaba escrito en ellas. Era contable -reveló, si bien en la oscuridad del callejón apenas podía verse la mano a un palmo. En cualquier caso la inscripción no era mucho más reveladora que lo dicho. Eso sí, podían probar a acercarse a la oficina de aquel hombre por si hubiera algo en el lugar que les explicara cómo era posible continuar caminando si se había fallecido. En la negrura de esa calle no podía comprobar si había una dirección escrita, pero era cuestión de tiempo que salieran allí a un lugar más decente y pudieran establecer un plan

Leroy Turner, el trompetista, lanza un bufido que deja un aroma de alcohol en el aire y, viendo que nadie le hace demasiado caso, abandona la sala por una puerta, dando esquinazo a Roger Daniels.

Anna se había visto claramente afectada por aquello, casi parecía una autónoma, no se separaba demasiado de sus amigos pero estaba claramente pálida y abstraída con todo lo que había pasado.

¿Porqué... estamos todos en ésto, verdad?

Aquellas palabras resonaron en su cabeza y la hicieron volver en si. Parpadeo un par de veces antes de centrar su atención en sus compañeros.

-Por supuesto que si. -dijo tratando de imprimir energía en las palabras.- Alguien sabia que iba a suceder esto, y por eso nos cito aquí.

Miró por el rabillo del ojo como el músico abandonaba la sala. -Disculpadme un momento.- Y dicho esto, salio tras el trompetista por la misma puerta, intentando darle alcance antes de que abandonara el local.

-Disculpe buen hombre ¿tiene un momento?

Artie se acercó a Anna. Su buena amiga tenía una idea, o eso parecía, pues quería hablar con él trompetista. Su comportamiento no había sido demasiado normal durante la velada, aunque al detective le olía a que había sido debido a demasiado alcohol en si organismo. Pero en algo tenía razón, quien les había citado allí, muy posiblemente sabía que algo extraño iba a suceder. Porque no daba la cara era algo que Artie no alcanzaba a entender. Fuera como fuera, no perdían nada hablando con aquel buen hombre.