Partida Rol por web

Asentí. Me encantaba esa forma de actuar tan protectora de Balder, creo que por eso me había fijado en él, reservado pero ameno. No me había equivocado.

Le ayudé a terminar de limpiarse, así como él hizo lo mismo conmigo. Sentía sus manos acariciar mi cuerpo, lo que me provocaba una sensación de tranquilidad muy agradable.

Después le tendí una toalla, y utilicé una para secarme, con tranquilidad. Busqué otro conjunto de ropa en mi mochila, pero todas mis prendas eran muy parecidas. Cogí uno de mis vestidos, de color grisáceo, que tenía un escote pronunciado, y un corsé negro que cogía solamente la parte del estómago, sin incluir el pecho. Esto solo servía para que quedara todo ajustado, puesto que así era más bonito.

Yo no tenía esas prendas típicas de viajeros, salvo para esos días del mes en los que odiaba ser mujer.

-Perfecto- dije satisfecha, mirando a Balder, quien también estaba vestido. ¿Nos vamos?- le dije con una sonrisa muy amplia.

 Balder asiente.

- Claro vamos, aunque me pasaré por mi habitación a dejar mis cosas.

Él se tuvo que vestir con otras de sus ropas de viaje y salió cargando con todo lo suyo, que no era poco... le dio un beso en los labios antes de pasar por la puerta y se fue directo a la habitación rubí.

Llamé a la puerta de la habitación de Balder, esperando a que me abriera. Sonreía de forma sensual, esperando verle en poco tiempo.

- ¿Mi señor? ¿Está ahí?

Aún estaba pensando en los sonidos que oí en el cuarto de la druida. Tenía que estar pasando una noche muy agitada, por los gemidos que pude escuchar.

Abrió la puerta y le hizo un gesto para que entrara.

- Bienvenida a mi humilde morada.

Le comentó a modo de broma, la habitación rubí tenía ciertas semejanzas con la diamante pero el cambio en el color en la decoración era evidente.

Balder cerró la puerta tras ella y sin esperar más la abrazó por la cintura, divertido y enarcando un poco las cejas.

- ¿Tan pronto le has explicado el trato a la druida? Vaya qué locuaz sois. Yo también sé usar bien la lengua, para hablar y para otras cosas.

Se fue desplazando despacio en dirección a la cama con ella abrazada. La estaría besando ya si no fuera porque quería escuchar sus palabras.

Me adentré en la habitación siguiendo sus indicaciones. Le pasé los brazos alrededor del cuello, y le di un pequeño y suave beso en los labios. Sonreí ante su comentario.

-Ya he visto en parte lo bien que utilizáis la lengua, Balder- Asentí mirándolo a los ojos: Sentía serenidad en ellos, y eso me gustaba; eran dignos de mirar si querías relajarte un poco-  Pero no, no he podido explicarle nada a la chica. Digamos que...- bajé el tono de voz, casi en susurros- estaba disfrutando de una agradable noche, por los gemidos que oí- No pude evitar el soltar una risilla - Y me dijo que hablaríamos mañana, así que aquí estoy, mi señor- volví a besarle -  A su completa disposición.

 Acariciaba el cabello del hombre con suavidad. La noche era joven y tenía planeado el recorrer todo su cuerpo, para poder conocerlo incluso con los ojos cerrados.

"A su completa disposición" sonaba muy erótico. El hombre la atrajo hacia sí besándola con pasión en los labios, jugando con ambos mientras sus manos iban desabrochando lentamente su corsé.

- Vamos a ver cómo de caliente puedo poneros, milady.

Le dijo traviesamente mientras un dedo palpaba bajo su falda tratando de ver si la chica tenía mojada su ropa interior.

Por lo que le había dicho Niënna debía estar pasando un buen rato aunque lo malo es que lo estaba haciendo posiblemente con el felino. Esperaba equivocarse porque sonaba muy retorcido. Intentó apartar esos pensamientos de su cabeza para que no lo perturbaran, ahora quería dedicarse a besar a Annya y excitarla todo lo que pudiera.

Recibí con agradecimiento sus besos. No quería pensar en que la chica estuviera con el animal, que era la idea que había tenido desde que escuché los gritos en su habitación. A decir verdad, no había tenido tiempo para ir con otro hombre, pero quizá Assad... sí, lo mejor era creer que Assad estaba con ella.

Le devolví los besos con pasión y proporcionándole algún que otro mordisco en los labios, como si se tratara de un juego.  Me separaba en pequeños instantes para quitarle la camisa que llevaba. Cada segundo me resultaba más excitante, y eso se notaba en mi ropa interior, además de que sus manos aumentaban el deseo que sentía por el hombre.

-Tenemos toda una larga noche por delante, mi señor. Espero que la disfrute al máximo, o al menos me esforzaré para ello- Le sonreí con sensualidad y volví a besarle.  Deslicé mi mano hasta su entrepierna, para ver si su miembro estaba duro.

Mientras la mujer palpaba en su entrepierna, su corsé cayó al suelo y Balder la levantó en peso, llevándola hacia la cama y dejándola en ella. Ya en el camino había empezado a besar sus pechos. El hombre se colocó sobre ella lamiendo en sus senos pero dejó tal tarea para besarle de nuevo en los labios y la labor de acariciar sus pechos recayó en una de sus manos.

La estaba besando con pasión gimiendo junto a ella.

- La camisa me está dando mucho calor.

Le comentó entre besos, divertido y ansioso porque ella también jugara a los desnudos. Pero ahora mismo era él quien tenía ventaja para seguir magreando sus pechos y la aprovechó tratando de que sus pezones respondieran erizándose.

-Mi lord... sois tan... lanzado...- mordí con suavidad su oreja, mientras me dejaba en la cama-  me encanta. Continué besándolo hasta que él deslizó sus labios hasta mis pechos, momento en el que solté un pequeño jadeo. Jugueteaba con mis piernas acariciando las suyas, hasta rodearle con ellas.

Tras escuchar sus palabras, empecé a quitarle los botones de la camisa, pero él estaba encima y eso me impedía jugar tanto como me gustaría. Me escapé con gracia de su presa y seguí quitándole los botones, mientras iba besando su torso.

Adoraba el olor que desprendía, tan varonil, tan sensual.

Terminé de quitarle la camisa, quedándome a pocos centímetros de su entrepierna. Sonreí, divertida. Todavía no es el momento- pensé. ¿Me dejaríais darle un masaje, Balder?-Subí con la lengua hasta su cuello, donde le mordí con algo de fuerza. Sabía que no iba a dolerle, mis dientes no podían ejercer la presión suficiente, o mejor dicho, no querían. Prometo que será... excitante.

Le dirigió una de sus miradas divertidas. La chica se había escapado de entre sus brazos y parecía significar que quería tomárselo con más calma así que asintió a sus palabras.

- Claro que me podéis dar un masaje milady.

Se aproximó para besarla de nuevo disfrutando del contacto de sus labios y del juego de sus lenguas mientras acariciaba su espalda despacio. 

Asentí sonriendo. Sabía que aceptaría, eso era lo más normal. Continué sus besos mientras recorría mi espalda con sus manos, lo que hacía que me estremeciera levemente.

Le pedí que se tumbara bocabajo en la cama, y así lo hizo. Me encantaba tener un cuerpo tan musculoso a mi entera disposición, y más si encima tenía la habilidad que había demostrado Balder durante el baño.

Me senté sobre su trasero, que permanecía tapado por los pantalones. Tendré que ocuparme de eso, pero en otro momento. Me eché un poco hacia delante, para poder llegar bien a los hombros, pero antes me aseguré de recorrer su columna vertebral entre besos y lametones.

Tenía la suerte de no ser una persona pesada, por lo que mi cuerpo no le aplastaría durante el tiempo que tardaramos- que no sería mucho, porque tenía algo de miedo a que se quedara dormido, aunque nunca antes me hubiera pasado-.  Comencé a masajearle los hombros, haciendo la presión justa. Por suerte se me daba bastante bien, aunque yo diría que era más bien por práctica.  Pasados unos minutos, me acerqué hasta el límite donde acababa su cuello y empezaba su hombro, y le mordí, jugando. ¿Está bien así, mi lord? ¿O preferís más fuerte ? - Le besé la zona con dulzura, y empecé a masajear la parte más baja de su espalda, manteniendo el ritmo. Contadme... ¿hay algo que siempre habíais querido hacer y nunca pudisteis? Quizá yo pueda ayudaros con vuestra fantasía más íntima.

- Está bien así, dais unos masajes muy placenteros. Me gusta descubrir vuestras habilidades y parece que tenéis muchas.

No podía mirarla porque estaba acostado boca abajo así que se dejó seguir masajeando, aunque tenía la tentación de echarse sobre ella y besar todo su cuerpo.

- ¿Mis fantasías? lo cierto es que planeaba cumplir una que era poneros una venda y después jugar con todo vuestro cuerpo. Luego hay otras pero más difíciles de cumplir, como ataros a la cama, hacer que me llaméis "amo" o tener con nosotros a otra chica...

No se iba a cortar pues era ella la que parecía interesada. Claro que no había imaginado que fueran a hablar de eso. Imaginaba que algunas de sus fantasías coincidirían con las de ella y quizá charlar sobre ello fuera lo mejor.

- ¿Os gustaría que os atara? ¿O que tratáramos de hacer un trío? hay chicas muy guapas entre las aventureras que hemos conocido.

De los hombres no podía decir lo mismo, claro que un trío con otro hombre le atraía menos, ya tendría que tener mucha confianza con ese otro para compartir una mujer.

- ¿O vuestra fantasía es otra?

Le preguntó interesado.

Escuché las palabras del hombre mientras terminaba de masajearle, tomándome el tiempo justo. Me sonaban bien sus fantasías, e incluso coincidiamos en alguna.

Recordaba que un hombre una vez me pidió que hiciera de camarera para él... era una experiencia digna de recordar, pero no resultó tan excitante como yo me lo imaginaba - aunque para él si lo fuera- o aquella otra en la que me pidieron que soltara palabras fuera de tono... Arg, asqueroso, no podía creerme que a alguien le gustara que le dijeran tales insultos, y por eso me fui. Me rei unos segundos, acordándome de esas historias-  Me encantaría probar eso que habéis dicho, el llamarle...- me acerqué a su oreja, dejando que mis pechos descansaran sobre su espalda-  amo. O el que me atéis a una cama, reconozco que suena realmente excitante. Me encantaría probarlo, sabiendo que estoy en buenas manos- le dije entre besos que le daba tanto en la oreja como en el cuello-. Así como que me vendéis los ojos, también suena muy erótico si lo hacéis vos.

A continuación me quité de encima de él, para dejarle actuar. El que me hubiera nombrado tantas cosas solo hacía que quisiera probarlas, pero sabía que había noche por delante (e incluso más noches, si trabajábamos mucho juntos, puesto que para acercarme a los otros hombres necesitaría muchas jarras encima).  En cuanto a lo de otras mujeres...- me quedé unos instantes, pensando la respuesta- Quizá sí, con la chica esta...- pensé unos segundos, nuevamente-  Nienna, me parece muy atractiva. La drow no me inspira confianza, la bárbara... no es mi tipo, la verdad, y en cuanto a la otra... no recuerdo su nombre, pero no termina de gustarme. Quizá sea porque no he hablado apenas con ella- Le besé en los labios con pasión-  Pero nunca me cierro a sugerencias, así que podríamos probarlo, si seguimos juntos en futuras misiones.

Acaricié el pecho del hombre, mientras le daba pequeños besos en los labios y, de vez en cuando, le mordía uno de ellos, para encenderlo más-  En cuanto a mí...  siempre quise hacer de sirvienta y hacer lo que mi amo mandara, desde acercarle algo hasta...- sonreí, sin terminar la frase- , pero nunca se lo comenté a nadie- le sonreí- Normalmente los hombres buscan autosatisfacerse, y no piensan en nosotras, en lo que nos apetece. Coincido con lo que me habéis dicho, puesto que siempre me pregunté cómo sería eso de que te ataran. También querría probar el estar con dos hombres, pero ninguno del grupo me atrae, salvo vos.  Le toqué la entrepierna, y me relamí los labios. Quería quitarle la ropa, pero si jugábamos a algo lo mejor era empezar con todo, y ver cómo avanzaba la cosa.

Parecía que habían vuelto al juego de los besos de modo que Balder atrapó los labios con los suyos para darle uno intenso durante unos momentos para luego acariciar la línea de la espalda suavemente de arriba a abajo. Lo hizo despacio y del mismo modo acarició después su cintura. 

- Creo que esas chicas son buenas elecciones, parecen juguetonas. Niënna un poco loca y Sacha parece atrevida.

Pero no iba a decir más a menos que ella siguiera la conversación, pues estando con una dama no era muy inteligente hablar de otras...

- Así pues esta noche me llamarás amo... y la verdad es que no pensaba atarte a la cama sino atarte las manos entre sí y al dosel, para que puedas moverte un poco...

Balder la miró intensamente y fue a buscar una cuerda con la que empezar el juego. Tenía claro que ella iba a esperar sobre la cama. Encontró la cuerda en la mochila y se le aproximó, sin darle tiempo a contestar cogió sus dos manos y empezó a atarlas entre sí, después ató el extremo al dosel. En realidad tenía soltura suficiente para moverse casi por toda la habitación, pero el hombre apresó sus manos contra la cama y empezó un sin fin de besos mientras su otra mano la despojaba de sus prendas inferiores para así tenerla completamente desnuda. Observó su cuerpo ahora apresado y le sonrió mientras la mano ahora acariciaba alrededor de su sexo...

- Abre un poco las piernas...

-Está bien, entonces probaremos con Nienna... dentro de un tiempo, si queréis- sonreí mientras ponía una mirada juguetona. El pensar en todas las cosas que podríamos hacer esa noche solo me provocaba el querer tirarme encima del hombre, pero ya habíamos acordado que haríamos algo nuevo esta noche, y así sería.

El hombre se levantó y yo me deleité observando su trasero, a pesar de estar tapado por los pantalones. Siempre me había gustado contemplar el cuerpo de un hombre bien formado, y este realmente lo era. Su cuerpo habría estado expuesto a mucho entrenamiento, y merecía ser recompensado.

Mientras pensaba en posibles alternativas que podría experimentar junto al hombre, noté que este empezaba a atarme las manos, aunque lo hacía con delicadeza, pues estaba segura de que no quería hacerme ningún daño. Después unió la cuerda al dosel, y sonreí. Ahora empieza el espectáculo, encanto.

Noté como sus manos me desnudaba, a la vez que sus besos recorrían mi cuerpo. Debo reconocer que esto es más excitante de lo que esperaba, amo- dije poniendo un tono dulce, para darle algo de emoción al juego.  Escuché su petición y abrí un poco las piernas, aunque luego pensé en una cosa y volví a cerrarlas- ¿Y qué pasaría si me negara? ¿merecería entonces algún tipo de castigo?- Lógicamente no me estaba refiriendo a un tipo de castigo físico o doloroso, y esperaba que lo entendiera, que no fuera algún psicópata oculto entre buenos modales-  Puedo ser muy obediente o traviesa, como prefiráis. Estoy aquí para servirle,  amo- dije mientras sonreía de una forma seductora, casi irresistible.

- Eso lo teníamos que haber pensado antes...

Comentó medio sonriendo a la dama, refiriéndose a las cosas que le había dicho ella, mientras besaba una aureola de un pecho y magreaba su otro seno con una mano.

- Si os negáis tendré que... vencer vuestra resistencia... tengo buenas armas para eso no os preocupéis.

Dijo siguiendo con su tarea, deslizando después los dedos para masturbar la vulva despacio buscando un hueco por el que colarse.

- Nos falta la venda...

Fue a coger un trozo de tela con el que envolver los ojos de la mujer, dejándola indefensa sin poder ver y sin poder alejarse de la cama. Se echó sobre ella besando despacio su cuello y volviendo a buscar el monte de Venus, las yemas de los dedos acariciaban alrededor del clítoris despacio.

- Así que... ¿cuánto podrás resistir, preciosa? pensad que si abrís las piernas podría besar otras cosas...

Sonreí tras el comentario del hombre, mientras este iba haciendo que mi deseo por él aumentara a ritmo vertiginoso.

Me colocó la venda en los ojos, dejándome completamente indefensa. La situación no me asustaba, sino todo lo contrario: El tocar, el escuchar, el sentir... pero sin poder ver, era una oportunidad para que el resto de mis sentidos disfrutaran tanto como la vista.

Y el hombre llevaba razón, tenía buenas formas de derribar mis defensas, porque el simple hecho de imaginarme lo que podía hacerme si abría las piernas me encendía y provocaba que mi entrepierna se humedeciera. Así que, por mucho que mi mente insistía en seguir con un estilo más travieso, mi cuerpo se movía por si solo, abriendo las piernas y dejando vía abierta al hombre.

-¿Puedo hacer algo por vos mientras, mi amo?

Estaba segura de que esta era una de las veces que más estaba disfrutando con un hombre, puesto que todo me resultaba nuevo y atrayente.  Aunque sabía que no iba a ceder siempre, porque sino el juego perdería la gracia.

- Todavía no...

Dijo respondiendo a su pregunta mientras se colocaba entre sus piernas y acariciaba alrededor del clítoris buscando el mejor punto donde lamer. Balder fue lengüeteando la zona alrededor del clítoris mirando a la mujer, cuya respiración se agitaba y hacía elevar sus pechos. Si no tuviera puesta la venda quizá sus miradas se podrían cruzar y él vería el placer reflejado en su rostro. Eso le hizo pensar que el juego tenía sus desventajas. Por suerte las manos de Annya aunque atadas entre sí tenían perfecta movilidad y ya se ocuparían ellas de expresar lo que su mirada no podía.

Besó después los muslos, en ningún momento había jugado directamente con su botoncito porque aún tenían mucho tiempo por delante. De hecho para Balder la resistencia inicial de la dama venía a que no quería que él se lanzara a poseerla tan pronto, seguramente prefería ir con calma y dedicarse a sentir. Para las mujeres el sexo tenía más matices que para los hombres y adoraban los susurros, las caricias, los besos...

El hombre se separó de su entrepierna y se colocó tumbado al lado de Annya a la misma altura, besó su cuello con un ritmo vivo y sus dedos hicieron suaves círculos sobre su zona más íntima. Buscó sus labios para besarla y susurrarla.

- Aún hay mucho cuerpo por besar pero después os dejaré un juguete.

Le comentó divertido y dejó sus labios al alcance para que tuviera que acercarse ella para besarle. 

Me mordí el labio de forma sensual cuando el hombre fue deslizándose hasta mis zonas más íntimas. Como pensaba, el tener los ojos vendados me aportaba sensaciones nuevas, escalofríos que me recorrían y me hacían sentir como en mis primeras veces. Lo mejor era dejarse llevar por los sentidos, sin pensar tanto en las consecuencias (filosofía que yo seguía al pie de la letra).

Acerqué mis manos atadas hacia la cabeza del hombre y le cogí del pelo mientras gemía y notaba el aumento de mi respiración. Jamás pensé que... alguien como vos fuera... tan diestro... usando la lengua, amo- Volví a morderme el labio para evitar el gemir demasiado alto, a la vez que apretaba levemente la cabeza dle hombre contra mi cuerpo, de manera inconsciente.

Noté cómo se movía, lo que me hizo alertarme de nuevo. Era increíble como al perder la vista todo parecía más excitante, y el hombre tendría que probarlo alguna vez.  Mi cuerpo desnudo agradecía cada uno de los besos que me daba y se interesaba por intentar tocarle, acariciarle el rostro, el torso... o lo que tuviera más a mano.

-¿De verdad, amo? Estoy deseando utilizar ese juguete- dije sonriendo de forma sensual, aunque no sabía el efecto que tendría teniendo los ojos tapados.

Me acerqué a Balder y le besé en los labios, con pasión. Fui besándole el cuello, los hombros y fui deslizándome hacia su pecho, a la vez que mis manos recordaban su cuerpo y lo recorrían buscando su entrepierna.

Balder correspondió al sabroso beso y observó cómo la dama se lanzaba a buscar "el juguete" cuando él lo que pensaba hacer era seguir lamiendo y besando su piel. Annya se lo estaba pasando bien a pesar de estar cegada y atada, seguramente eran nuevas experiencias para ella, como lo eran para él. En el rol de amo Balder debería imponerse sobre ella y hacerla esperar a que él diera la orden, pero eso no era en realidad tan importante, lo que estaban haciendo era jugar, un juego erótico sin más importancia, así que le daba igual que ella marcara el ritmo ahora. Eso sí, la obligó a cambiar de postura, colocándola de rodillas sobre la cama y poniéndose él de pie, siguiendo con el juego de la dominación y esperando que el somier no cediera porque iba a ser desastroso si lo hiciera.

- De acuerdo esclava, diviértete.

Le dijo fingiendo que era él el que había decidido eso mientras ella cogía su miembro con las manos y la observó con curiosidad para saber si lo que estaba haciendo la excitaba.