Partida Rol por web

Woody asintió a Luka con una enorme sonrisa-No se hable más, ¡a por ese capuchino!

El semáforo se puso en verde y el coche de Woody en marcha. Torció la siguiente esquina, desembocando en una calle que tenía a la izquierda un pequeño parque rodeado de enormes rascacielos. Justo en la acera que había enfrente del pequeño parque, había una parada de taxi que, a esa hora, estaba totalmente vacía. Con un pequeño giro del volante, hizo que el coche se dirigiera hacia la acera, parando de cualquier forma en la parada de taxi, donde paró el motor.

-¡Ea! ¡Abajo todo el mundo! -dijo cogiendo una mochila que llevaba debajo del asiento del conductor. Se bajó del coche sin mirar siquiera si sus clientes lo hacían y se dirigió hacia un local que no era una cafetería exactamente.

En los bajos de uno de los rascacielos, un local rompía con la estética de cemento reinante en la ciudad. El cemento había sido sustituido por pintura blanca, unas grandes cristaleras dejaban paso a la luz al interior del local que tenía un gran cartel en la entrada que rezaba “Floristería” en francés. Adornos florales adornaban la entrada dando un toque rústico que recordaba a otra ciudad, otro momento, otro ritmo, muy diferente al que se vivía en Manhattan.

Woody llegó a la puerta de aquel local y les hizo un gesto para que les siguieran y pasaran al interior.

Detrás de ellos, en el carril de circulación, el coche conducido por Sofía y con Harriet de acompañante, se había detenido al ver que el taxi se había parado repentinamente en aquel lugar.

Conforme Rob les comentó que posiblemente iban a parar a tomar un café, el taxi giró bruscamente en la siguiente esquina a la derecha. La calle a la que fueron a desembocar tenía un pequeño parque a la izquierda, algo que desentonaba con los rascacielos reinantes. El taxi hizo otro pequeño giro a la derecha, aparcando en la acera de la derecha que era una parada de taxi en su totalidad, vacía de taxis a aquella hora de la mañana.

Vieron salir a Woody del taxi y dirigirse a un local justo enfrente de donde había parado. Un local que rompía con la estética de cemento reinante en la ciudad. El cemento había sido sustituido por pintura blanca, unas grandes cristaleras dejaban paso a la luz al interior del local que tenía un gran cartel en la entrada que rezaba “Floristería” en francés. Adornos florales adornaban la entrada dando un toque rústico que recordaba a otra ciudad, otro momento, otro ritmo, muy diferente al que se vivía en Manhattan.

Woody llegó a la puerta de aquel local y les hizo un gesto a sus dos clientes para que le siguieran y pasaran al interior.

-Vamos -dijo a Ron al tiempo que abría la portezuela y salía del taxi-. Es una de las pocas fuentes que tenemos y aunque esté un poco zumbado, me fío de él. ¿Parcas?

Bajó con una sonrisa y caminó hasta la puerta entreabierta por Woody, entrando al interior de aquel sorprendente local.

Rob asintió, y salió por la portezuela de su lado. Sonrió a su vez a Luka mientras seguía a los dos hombres hacia el interior del floreado establecimiento.

-Mientras no haya querido decir "cortas..."

A Harriet le extrañó en gran manera lo que Rob le estaba contando por teléfono, no tenía ningún sentido.

-¿Raro? ¿Se puede saber que os pasa? ¿Y que es esa estúpida idea de parar a tomar un café? Acabamos de tomar uno en la oficina y vamos con prisa.

Mientras hablaba el taxi al que seguían giró por una calle y se quedó detenido en la cera. Harriet abrió los ojos sin creérselo del todo, había pensado que Rob trataba solo de gastarles una broma, pero aquello ya iba demasiado lejos para serlo, sobre todo cuando el taxista salió del vehículo y se dirigió a lo que parecía una floristería.
Harriet colgó el teléfono, no tenía sentido seguir hablando por él cuando podía pedir explicaciones en persona. Giró su cara hacia Sofía un tanto confundida por todo lo que estaba pasando.

-¿Te lo puedes creer? ¡Que dicen que van a parar a tomar un café! ¡Ahora!

¿No habrían encontrado un momento más inoportuno? ¿O no habría ningún sitio ambulante donde poder pararse a coger uno rápidamente sin tener que desviarse y detenerse?

-Vamos a ver que pasa. -Harriet abrió la puerta del coche y salió decidida a la cera en busca de una explicación.- ¿Se puede saber que os pasa? -Preguntó mientras se encogía de hombros y dirigía una mirada de pocos amigos a Rob y a Luka.- ¿Nos hemos saltado todas las normas de tráfico que existen para venir a tomar un café?

A Sofía le había hecho gracia la situación y más si pensaba en su compañera.

Con lo cuadriculada que es, seguro que le da un síncope... jajajajja...

Siguió al taxi y paró justo detrás de él, Harriet salió escupida del vehículo como alma que lleva el diablo, ella también salió pero se tomó su tiempo, se quedó observando el lugar y preguntandose Qué tenía que ver con Adam todo esto.

Woody se volvió a mirar a Harriet cuando está se bajó del coche y se dirigió a ellas.

Bufó algo por lo bajo,puso los ojos en blanco y entró al local

Luka asomó la cabeza desde el interior del local, como si de un  polichinela sorpresa se tratara.

-Por supuesto -dijo con una amplia sonrisa dirigida a la histérica aquella-. Hay que tener claras las prioridades, por no hablar de aquello de no hablar sin saber -otras sonrisa y desapareció. 

Se puso junto a Woody. El tío le caía bien pese a ser raro de cojones.

-Tranquilo, seguro que pese a sus gritos acaba entrando. No la conozco  mucho pero tiene pinta de ser de esas que están en constante y permanente actividad sexual. Siempre jodiendo, jodiendo, jodiendo. Demasiado rígida, como con un palo en el culo. Seguro que cuando se pimpla, en vez de eses hace "íes" -se rió por lo bajini, ante su propio y pésimo chiste-. Oye, Woody, gracias por ayudarnos. De verdad. Y bueno, vayamos ahora a por ese café. Decías algo de un capuchino, ¿no? ¿Y algo para untar de acompañamiento? Ya sé que los yankees no sois muy dados a mojar en el café, pero es una buena costumbre española que deberíais imitar. 

-¿De verdad dudas en que no os llevaría a un sitio acojonantemente chulo?

Woody rió, palmeando en la espalda a Luka y haciendole señas a él y a Rob de que lo siguieran.

Cuando Rob y Luka entraron en la floristería se encontraron con un local muy poco corriente y habitual en el Nueva York de su día a día. Se trataba, efectivamente, de una floristeria. Pero una muy singular, ya que no solo se vendían plantas, sino que las propias plantas formaban el decorado de una curiosa cafetería. Todo se conjuntaba perfectamente en un baile de mesas, sillas y plantas que hacían el lugar sumamente acogedor. Cuando la puerta se cerró tras ellos, el sonido de la ciudad dejó de percibirse, y pudieron escuchar que una suave música sonaba de fondo, los altavoces ocultos totalmente a la vista, en la que cantos de pájaros se mezclaba con el caer de una suave lluvia tropical. Olía a tierra mojada, a flores, a vegetación. A vida.

Justo al entrar, a la derecha, se situaba la zona de cafetería. No había ningún cliente en el local en aquellos momentos.

Cuando cerraron la puerta tras ellos....

Escucharon maullar a un gato, que apareció por detrás de lo que podía hacer las veces de mostrador o barra...

Un gato enorme, como nunca habían visto ninguno de ellos, exceptuando a Woody. Que resopló cuando el gato se le acercó y se le enredó entre las piernas.

-Acojonantemente... chulo... sí.

Murmuró Rob mirando alrededor, antes de cerrar la puerta tras de sí.

-Vaya, vaya, vaya. Woody R. Jackson en persona....

Escucharon decir desde detrás de unas plantas "Oreja de Elefante" enormes que había en un rincón.

-¿Has venido a pagarme los capuchinos que me debes o solamente a pedirme otro más para que lo ponga en la lista?

Una mujer apareció entre las hojas con una regadera rosa en la mano y una sonrisa amable en su rostro.

-Gato, deja a Woody, o acabarás tirándolo como la última vez que se dejó caer por aquí a hacerle una visita a tu vieja dueña.

Para la sorpresa de ambas, tanto Rob como Luka siguieron a Woody dentro de aquel local. La puerta se cerró tras ellos, dejando a Harriet con ganas de recibir una respuesta a su exclamacion enfadada. Pero ninguno había entrado al trapo.

Asi que se encontraron con el vehículo parado en una parada oficial de taxis, en la puerta de una floristería a la que habían ido a ¿tomar un café? ¿Los chicos se habían vuelto locos?

Ambas se miraron, extrañadas. ¿Seguían a los chicos al interior del local dejando el coche mal aparcado en aquel sitio o seguían con su plan original de encontrar el coche de Adam?

Harriet se quedó con la boca abierta y sin decir nada ante la actitud y las palabras de los chicos. ¿Que les pasaba? No entendía nada de nada, como si la vida de Adam que estaba en juego no les importara lo más mínimo, pero hacer caso a un taxista chiflado parecía más importante. Se cruzó de brazos sin saber que hacer y se giró hacia Sofía.

-¿Que hacemos?

-Acojonantemente... chulo... sí.

Lo era. El lugar no parecía una cafetería, y tampoco cuadraba con el aire desaliñado de Woody, y, sin embargo, ahí estaban, sólo porque el loco taxista les había traído.

Rob se encandiló con la florista. Por alguna extraña razón le recordó terriblemente a su padre. Quizá porque, y eso lo sentía aún a su pesar, ambos harían una excelente pareja, por o menos físicamente hablando. La mujer era todo lo opuesto a su propia madre, cierto, que había sido una belleza hispana antes de morir, según atestiguaban amigos y fotos. Que no sus recuerdos, ya que no los tenía. Pero no podía negarse que habría entre los dos un magnetismo especial si se encontraran cara a cara.

Sonrió, casi como un bobalicón. Y esperó la respuesta de Woody, así como alguna reacción por parte de Luka. Aunque fuera cachondearse de él, ya que era consciente de su aspecto de palomo enternecido.

-Pues entrar con ellos... no nos vamos a quedar aquí fuera esperando!!

Sofía se aproximó a la puerta de la floristería y comenzó a golpear el cristal en espera de que la abrieran.

Justo cuando Sofía se bajó del coche dejándolo de cualquier forma en la parada de Taxi,el portátil de Adam emitió un pitido.

Woody empujó al gato con su pierna descaradamente, intentando que este no se le restregara. Pero con poco o nulo resultado. El gato seguía en su empeño de ser acariciado, por las buenas o por las malas.

-Esto... eh.... -se quitó el sombrero y se revolvió el pelo con la mano libre, sonriendo a la mujer-No son tantos cafés, ¿no? Uno más no hará daño a esa cuenta. Entre otras cosas por... pero... ¡ya sabes de donde tienes que descontarlo!-exclamó mirando a Luka a su lado y guiñandole un ojo-Es mi jefa, la nómina, ya sabes...

Miró a la mujer y, con su dedo índice, señaló a Luka y a un sonriente Rob-Estos tipos quieren un capuchino, algo de... ¿como digiste, tío?-miró a Luka intentando recordar mientras se rascaba despreocupadamente la barba-¡ah! algo para mojar. Que vamos, yo por algo que mojar entiendo a una chica de esas que quitan el hipo y que le ponen a uno contento y hacen que las cosas suban... y suban... y.... ejem, que eso, que este quiere café y algo de comer, pienso yo, claro, si no es así, aclaraselo a la jefa. Y este alto rubiales no sé que quiere, supongo que café.

Se quedó un instante mirando al gato, se agachó, lo cogió del cogote y lo lanzó un par de metros hacia las plantas, sin ningún tipo de pudor-Repelente saco de pelo con pulgas, ¡aléjate de Woody!-exclamó por lo bajo, pasando a limpiarse la mano en los pantalones conforme hubo soltado al gato, el cual, nada más tocar suelo y sin emitir ni un solo maullido de protesta, volvió a las andadas entre las piernas del taxita-Y bueno, los dos están interesados en el artículo del Triángulo. Uno que conocen ha desaparecido husmeando la noticia... ¡Voy a una mesa, vayamos a que nos quedemos sin sitio para sentarnos!-dio media vuelta con un aire un tanto dramático y se dirigió hacia una de las mesas cerca de la cristalera que hacia de escaparate, tomando asiento y mirando curioso para la calle.