Partida Rol por web

La mujer sonrió cálidamente a Woody y no protestó en absoluto por el trato dado a Gato, es más, sonrió complice cuando este volvió a las piernas del hombre conforme estuvo de nuevo en el suelo. Avanzó hacia el mostrador mientras escuchaba la explicación del taxita, dejando allí la regadera, apartada de la vista, antes de acercarse andando pausadamente de nuevo hacia sus clientes.

-No hará ningún daño un capuchino más, Woody, ya lo sabes. Tampoco tres más y algo dulce para acompañar. Siempre se agradece una visita de un antiguo conocido y, más aún, si trae a dos amigos más. Sabes que los clientes no se prodigan mucho a estas horas, así que estaremos tranquilos...-dijo una pequeña pausa mientras miraba a los dos acompañantes de Woody con un brillo indescifrable en sus ojos-...para hablar.

Les sonrió calidamente también a ellos dos mientras los observaba, mirada que en ningún momento les incomodó, todo lo contrario.

-Si habéis llegado hasta aquí en el taxi de Woody y no os habéis bajado en la primera esquina, os merecéis ese capuchino-dijo con una sonrisa picarona, tuteándolos, y mirando de reojo al taxista tomando asiento en una de las mesas-¿Para ti también, joven? -preguntó a Rob para, un instante despues, hacer un gesto con la mano que dejaba a las claras "que por supuesto que querría probar ese capuchino", no dejándole tiempo a responder-Sí, ya lo creo que sí. Y algo dulce para todos. Tomad asiento, la mesa en la que se ha sentado el loco de Woody es de las mejores, si no la mejor. Tiene unas estupendas vistas del parque de enfrente. Enseguida estaré con vosotros... Gato, ven aquí, deja a Woody...-dijo levantando la voz un poco. Acto seguido, el gato ignoró a Woody y corrió hacia su dueña un instante, el justo para maullar a su lado, y seguir su camino a la trastienda.

La mujer iba a volverse para seguir el mismo camino que el gato cuando algo en el exterior llamó su atención. Desde donde estaban, vieron llegar a Sofía, acercarse a la puerta del establecimiento y empezar a aporrear la puerta, como si estuviera cerrada con llave.

La mujer la miró con curiosidad un instante, se encogió de hombros y miró a los tres con una mirada entre divertida y sorprendida-No le hagáis caso. Si quiere entrar, en algún momento se dará cuenta que la puerta está abierta-miró un instante de nuevo a la pelirroja antes de volverse riendo hasta el mostrador, desapareciendo por la puerta que había detrás.

-El loco de Woody, el loco de Woody... ¡menuda fama! uffffff No se porqué lo dice, ¡de mi taxi nadie se baja!-refunfuñaba por lo bajito Woody mientras miraba por el escaparate y veía acercarse a Sofía. La miró extrañado, se encogió de hombros y miro a Luka y a Rob-Esta amiga vuestra sí que está pirada. ¿Es que no sabe abrir una puerta? Seguro que se piensa que todas se abren con detectores de presencia de esos... como los que hay en los grandes centros comerciales de alta alcurnia, menuda mojigata carroza pija... ¡no os pega nada! No sé si os lo he dicho antes, pero no me cae bien. Huele mal. No mal de oler mal, sino del otro oler mal, no se si me entendéis...

-¡Sí! Sí... por favor. -Respondió a la florista el aludido, casi pillado infraganti en sus pensamientos y poniéndose colorado como alguna de las flores que tenía cerca.- Y algo dulce, perfecto...

Se acercó a la mesa y apartó una de las sillas dispuesto a sentarse. Pero la llegada de Sofía, su comportamiento, y los comentarios tanto de la mujer como de Woody le arrancaron una sonrisa traviesa y un guiño cómplice. Siguió en pie, mirándola a través del cristal.

-No es mala gente, creo, pero está un poco... despistada, sí. -Recordó el extraño requiebro que ella había hecho antes, en el periódico, para ir a buscar a Luka. Era rara, desde luego. Le hizo gestos ostentosos con los brazos, para que entrara. -¡Venga! ¡Ven!

Finalmente levantó una ceja y se sentó junto a Woody.

-Bueno, ya reaccionará. Igual es alérgica a las flores...

Harriet se disponía a seguir con resignación a los tres jóvenes. ¿Que narices le pasaba a aquella generación? ¿Donde tenían sus prioridades? Pararse a tomar un café en aquellos momentos le parecía insensato, pero tampoco podía hacer otra cosa, ni siquiera sabía conducir.
Entonces escuchó un pitido y se giró hacia el coche. Podría jurar que el portátil de Adam era el origen del sonido. Por instinto agarró la manilla y tiró de ella. Para su sorpresa Sofía no solo iba a dejar allí mal aparcado el coche si no que lo iba a dejar abierto...

Que irresponsable, como el coche no es suyo...

Entró en el coche y recogió el portátil que abrió de inmediato para ver que pasaba.

-Sofía espera. El portátil hizo un ruido, quizás es algo importante. Y no vuelvas a dejar el coche abierto, estamos en mitad de Nueva York...

-Mira a ver que le pasa al aparato ese... y claro que he dejado el coche abierto!!... ¿qué querías que te dejase encerrada dentro? ¿para que después me acusen de haber dejado a un ser indefenso morir por asfixia dentro de un coche? jajaja

Esta chica se tuvo que dar un golpe al nacer o algo... Jesús, que forma de quererlo tener todo bajo control...

Sofía se reía a carcajadas de ver la situación con su compañera, a la vez que seguía aporreando la puerta de forma insistente.

-Harriet, ¿Puedes ver si hay algún extintor en el coche? Si no abren en 2 minutos, romperé el cristal... ¿qué se han creido? ¿qué nos pueden dejar aquí sin dar ningún tipo de explicación?

A Sofía se le estaba empezando a ahumar el pescado, eso de que pasaran de ella no lo llevaba nada bien...

Harriet miró a Sofía extrañada, no entendía nada y no sabía si es que el estrés de lo de Adam los estaba volviendo a todos locos.

-¿Encerrada dentro? ¿Como ibas a encerrarme dentro si en cuanto llegamos salí a hablar con Rob y Luka y no volví a entrar...?

Y Sofía se reía a carcajadas sin que Harriet supiera porqué, aquello era de locos, la petición de un extintor no ayudó tampoco a que Harriet pensara que la secretaria estaba muy bien.

-¿Un extintor para...? ¡Da igual! Déjalo. Y deja de aporrear la puerta, alguien puede llamar a la policía. -Ni siquiera iba a preguntar si había intentado abrirla sin más, ahora lo único que le preocupaba era el portátil.- ¿No quieres saber que es? Veamos...

Esperando que Sofía dejara de golpear el cristal, Harriet se puso a comprobar el contenido del portátil.

Efectivamente, el ordenador había sonado.

Cuando Harriet abrió la puerta del coche y llegó hasta el, abrió el portátil y allí, en la pantalla, había un nuevo mensaje del programa de seguimiento. Volvía a haber señal del coche de Adam. Esta vez no se desplazaba, la señal permanecía quieta en la misma posición en la que antes había aparecido. Pero aquella vez sonaba a que el motor se había arrancado y así seguía,esperando a que el conductor decidiera poner rumbo a algún lugar.

Harriet estaba visiblemente sorprendida por el comportamiento de su compañera,pero después de hacérselo saber a su forma, decidió que era importante ver porque el ordenador había hecho aquel ruido.

Sofía pudo ver como Harriet abría la puerta del coche y consultaba el ordenador.

Cuando Sofia se volvió hacia la entrada de la floristería de nuevo y escudriño el interior con curiosidad a través del cristal, pudo ver a un Rob que con expresión de sorpresa le hacía aspavientos para que entrará en el interior del local si quería.

-Pseeee. A mi es que las peligrosas esas me dan grima. Pelirrojas queria decir. Dan mala suerte. ¡Vaya si la dan! ¿Y ahora qué le pasa? Todos pudieron ver desde el interior del local como ambas mujeres intercambiaban unas cortas frases, tras las cuales, Harriet volvía al coche.

Sofía entrecerró los ojos para poder ver más nítidamente lo que estaba ocurriendo dentro de la floristería, le parecía ver a Rob haciéndole gestos.

¿Qué diantres quiere Rob? ¿Por qué no se levanta a abrirme?

Cogió de la manivela y... ¡¡bingo!! estaba abierta....

¡¡Madreeee!! ¡¡Que estaba abierta!! jajajajaj Menos mal que no la he tirado abajo....

Se volvió hacia Harriet para que le diese noticias sobre el portatil.

-Harriet, ¿qué le pasa al portatil? ¿Has podido ver algo?... ¿Y qué vas a hacer? ¿entras conmigo?

Harriet observó con curiosidad la pantalla del portátil y ante la llamada de Sofía lo cogió y cerró la puerta del coche para dirigirse hacia su compañera.

-¡Ya voy! ¡Cierra el coche, no quiero que nos lo roben! -Corrió con cuidado de que sus tacones no la traicionaran, no eran muy altos, pero en algunas zonas las calles de Nueva York podían convertirse en una trampa.- ¡No te lo vas a creer! La señal ha vuelto, el coche no se movió aún pero creo que está a punto de hacerlo, debemos darnos prisa. Vamos a dentro a ver si esos cabezas de chorlito espabilan. -Se paró en la puerta antes de entrar y se giró hacia Sofía.- Hagamos una cosa ¿Quieres? ¿Porqué no intentas tu convencerlos? Está claro que a mi no me hacen ni caso, pero seguro que a ti si... Eso si no se han vuelto gays y ya solo siguen al taxista colgado ese...

Era su mejor posibilidad, la sensatez y el encanto de Sofía sería lo único que podría sacar a esos botarates de allí y dirigirlos a donde tenían que ir.

En apenas un par de minutos, la mujer volvió a salir de la trastienda. En sus manos, doblado, llevaba un periódico.

Cogió una de las sillas de la mesa de al lado y se sentó con ellos. No había ni rastro del café ni de esos prometidos dulces.

-Venir aquí preguntando por el artículo del Triángulo no es algo normal. De hecho, no es normal que nadie pregunte por nada de este periódico-dijo dejando el periódico sobre la mesa, con la portada hacia arriba. Era, efectivamente, el periódico que andaban buscando, la última edición-Pero si venís con Woody, la cosa cambia. Estáis verdaderamente interesados en saber. Yo puedo contaros hasta donde sé. Si eso os ayuda a encontrar a esa persona que buscáis, me alegrará colaborar, aunque sea solo con un granito de arena. Woody también tiene este último número. Se lo podías haber enseñado en el taxi, Woody, Si tienen prisa, venir hasta aquí les habrá robado tiempo.-regañó cariñosamente al taxista.

Woody miró de reojo el periódico y bufó-Pasábamos por aquí y, además, a ti se te da mejor que a mi contar estas cosas…

La mujer rió, divertida-¿Mejor que a ti? Lo dudo. Tu eres capaz de hacer creer a las piedras…

Miró a sus dos clientes con una sonrisa sincera, de madre acostumbrada a que su hijo se quite el mérito de ciertas cosas que eran evidentemente importantes a sus ojos.

-Bien, comencemos por el principio. Pero antes… creo que esa chica no se decide, ¿no? Entiendo que viene con vosotros. Vaya, Woody, creo que es de tu tipo, ¿no?-dijo irónicamente, pinchándolo.

Miró por encima del hombro de Rob hacia la puerta de entrada. Sofía, después de pegar varias veces más a la puerta y ver a Rob haciéndole señas para entrar, había decido probar a empujar la puerta que, evidentemente, había cedido a su empuje abriéndose un poco. Entonces, en lugar de entrar, esperó a Harriet que había vuelto al coche a por el portátil que ahora traía en sus manos.

Woody levantó la mirada hacia la mujer al escuchar ese último comentario. Su cara fue de la más perfecta ingenuidad.

-¿El qué? ¿Quién? ¿ESA? Noooooo. ¡Lo que me faltaba! Está loca, como un cencerro. Te va a tirar la puerta abajo.-contestó poniendo los ojos en blanco.

Sofia prestó mucha atención a la información que le estaba dando Harriet

Que interesante lo del GPS... hummm......
Ah, ¡¿Cómo no iba Harriet querer controlarlo todo?! jajaja que chica más previsible...

-Vale Harriet, pero veamos primero qué es lo que se traen entre manos... no creo que sólo se estén tomando un café... espero mucho más de mis chicos... ¿tú no?

Le guiñó un ojo mientras se dispuso a caminar hacia la mesa donde se encontraban los tres mosqueteros.

Había asistido al intercambio cómplice entre ambos con una sonrisa y un mudo asentimiento de cabeza ante el ofrecimiento.

-Tiene un local estupendo. Y en cuanto al café de Woody, está invitado por mí. Sobrevivir a su taxi bien lo merece -añadió con una risita-. Aunque llegar aquí, parecía haber sido casualidad -guiñó un ojo al taxista-. Aunque en el día de hoy, todo parece un cúmulo de casualidades. O bien mirado, de causalidades. Quizá lo mejor sería empezar por el principio. Por mi principio. Llevo meses buscando un trabajo y justo cuando estaba a punto de tirar la toalla y regresar a mi país con sensación de fracaso, me surgió la oportunidad de trabajar en el New York Times. Hoy tenía la entrevista definitiva y la firma del contrato. Quería llegar con tiempo, así que cogí un taxi. El suyo. Allí tuve oportunidad de hablar con él y de ver ese periódico. Reconozco que no estuve muy receptivo -se encogió de hombros-. Sea como sea, llegué al edificio, aboné la cartera, me entrevistaron y aplazaron la firma dado que quien debería contratarme no había llegado. Después supe que había desaparecido y de hecho, se me ofreció un nuevo puesto. Uno cuyo objeto era encontrarle. Pocas pistas, compañeros nuevos y, por qué no decirlo, dando palos de ciego. Por un casual dimos con un punto relevante. Ese artículo del Triángulo. El hombre desaparecido parecía interesado en él o en su autor. Traté de dar con Woody, ya que era el único punto de conexión, aunque fuera totalmente aleatorio. Y aquí estamos, señora, tomando un café y esperando que usted pueda sernos de ayuda, porque de repente nos encontramos ante alguien que puede hacerlo cuando tan solo veníamos a tomar un café.

Rob miraba divertido a unos y a otros. El cruce de puyas entre la florista y Woody, las explicaciones de corte completamente azaroso de Luka, y las dudas e idas y venidas de las mujeres fuera.

Finalmente centró su atención en el periódico. Suponía que Harriet y Sofía no tardarían en sumarse al grupito, y que las explicaciones se demorarían hasta entonces. Pero echar un ojo a los titulares no perjudicaría, e igual hasta adelantaba trabajo.

-Así que esta es la última edición... -comentó de pasada, leyendo la portada.- Por cierto, ¿quién lo edita? ¿Está usted relacionada con él de algún modo, señora...?

Harriet asintió ante las palabras de Sofía, formaban un buen equipo y estaba claro que debían ser ellas las que pusieran un poco de cabeza en todo aquel asunto, los hombres como siempre eran muy susceptibles de cualquier cambio de planes y despiste y aquel asunto era muy serio.

-Está bien, entremos, a ver si podemos terminar con esto cuanto antes. Confío en ti Sofia. Yo también espero más de ellos, pero esto... No se que pensar, no me entra en la cabeza...