Partida Rol por web

 Despierto por los ruidos y voces de mis compañeros, asustado, por algo que esta pasando, pero sin saber el que…

Aun perdido en la situación, agarro mi daga mientras busco a Kilder  para colocarme cerca de él.

Pese a un primer intento de reacción el elfo se queda petrificado sin saber que hacer ante el enemigo que se le viene encima.

No había pensado que la primera noche alguien puediera caer sobre ellos, no tan cerca de su pueblo de procedencia... aunque pensándolo mejor, tal vez estuvieran esperando a que salieran para caer sobre ellos.

Sedelon avanza decidido hacia lo que parece ser una amenaza en forma de humanoides no más alto que un mediano, no los logran distinguir con claridad pero la fogata que tienen prendida les permite ver una piel verde. Al parecer son tres que los atacan desde el mismo lado, justo delante de Sedelon y Kilder que está algo sorprendido por la acometida. Del otro lado de la hoguera se encuentran el resto del grupo que rápidamente se incorpora para poder tomar un arma.

Su acero silva al viento. Moviendo su espada con peligrosa celeridad dirigiendo un círculo mortal hacia su agresor. 

Estupefacto, veo como llegan los humanoides a atacarnos.

Malditos sean.

Sedelon avanza con velocidad, sin pensar mucho en que no tiene su armadura puesta, lo acompaña su espada y su escudo que utiliza para desviar dos ataques exitosamente y meter un duro golpe a uno de los dos primeros contendientes. Pero el tercero al ver que descuida su flanco derecho y no tiene armadura, con un terrible golpe a la carrera con su pequeña hacha le propina un tajo terrible al elfo el que abre los ojos enormemente a la par que el impacto lo hace trastabillar unos cuantos metros. A pesar de ello se muerde fuerte los labios para no gritar de dolor y no darle esperanzas a sus enemigos.

Estaba situada detrás de Sedelon, y vi como recibe un golpe bastante duro. Quizás nuestros enemigos serán duros. Musito unas breves palabras en algún silbante cruel y oscuro idioma.

Siento como las energías místicas recorren mi cuerpo y se manifiestan en mi piel, que se endurece al instante

Mientras retrocedo algunos pasos, grito animando a todos:

-¡Démosles una gran paliza a todos!, si actúan de noche, es porque son cobardes, y no son nada fuertes para atacar de día a la luz.

Levanto un brazo y pronuncio las palabras del hechizo bendecir.

Sobrecogido por otra batalla, me quedo un poco indeciso sin saber que hacer.
Observo como el elfo se lanza sin dilación hacia lo que hay delante de nosotros, y como tanto Zenobia y Kilder lanzan sus conjuros.
Sin saber aun que hacer, pero viendo el  golpe que percibe el elfo, decido sacar mi honda, para atacar a nuestros enemigos desde una cierta distancia.

Tharas después de centrarse tras levantarse raudamente de su lecho, con las armas en las manos, vió que era el momento de atacar. Sin pensárselo dos veces, se lanzó a larefriega contra los enemigos que les había asaltado.

El elfo se mueve raudo y veloz y se percata de que no lleva la armadura. Maldita sea, exclama viendo como varias heridas se reparten por su torso. Consigue parar unos cuantos golpes, pero recibe otros. Con precisión realiza medio giro y tas unas fintas consigue acertar al escurridizo blanco.

Y así como aparecieron de la nada los enemigos, desaparecen bajo el filo de la espada o la certera flecha. Los tres contendiendes caen en segundos ante la precición de los elfos que no dejaron nada a la suerte. Un silencio se forma en el lugar y los nervios se tensan un poco, algunos miran ya sospechando que esto no puede haber sido tan fácil y han acertado.

De golpe varios compañeros de los caidos salen por los costados y con sus improvisadas hondas lanzan piedras a el grupo. El clérigo y Sedelon se ven sorprendidos porque se distrajeron mirando a los caidos, pero el resto se dio cuenta de que no había terminado el encuentro. Los disparos impactan a varios del grupo acertando en mayor o menor medida, Zenobia le roza un proyectil, pero al elfo guerrero tres le impactan en el pecho y la espalda con fuerza. Mientras que el guardabosques recibe uno en la pierna izquierda y el otro en su brazo izquierdo.

Intenté protegerme detrás de mis compañeros esquivando cada piedra que pudieran intentar lanzarme. No tenía armas con las que poder combatir a distancia y mis conjuros no llegarían tan lejos. Ójala la armadura fuera suficiente para protegerme de las crueles piedras que arrojaban inmisericordemente contra nosotros...

Pensé en lanzarles la daga pero quedaría completamente desprotegida si mi magia llegaba a agotarse y decidían atacar a corta distancia, así que no tendría mas opciones que esperar el contrataque.