Partida Rol por web

Atreo siguió al resto, siempre al lado de su hermana, hasta la playa mientras eran escoltados por los soldados. Veía a la gente reunirse para mirar aquello que iban a hacer, y la disposición del balcón y los nobles le dieron la misma impresión que al resto...aquello iba a ser un espectáculo para divertimento de unos pocos.

Aquel desprecio alentó al joven cazador a dar lo mejor de sí mismo para sobreponerse a la adversidad. Tras llegar a la playa, y a pesar de los gritos de algunos, Atreo se dedicó a estudiar el campo de batalla, intentando dilucidar el mejor lugar para tenderle una trampa al crustáceo gigante. Para su decepción, había poco con lo que trabajar. Las rocas parecían la opción más lógica, podrían subirse allí los arqueros y disparar desde una posición ventajosa, además de que el resto de compañeros tendrían un flanco (o la retaguardia) a salvo, protegidos por las rocas...pero intentando hacer un esfuerzo de imaginación, pensó que si el centollo gigante tenía ocho patas como solían tener los normales, podría subir con facilidad por las rocas, desmontando su estrategia sin ningún esfuerzo, y al contrario, a ellos les costaría mucho más subir o bajar de las rocas.

Por lo tanto, miró al otro lado. Al lado de un grupo de árboles parecía haber un ancla enterrada en la arena*, amén de los mismos árboles. También había una roca en la que poder subirse para atacar desde ventaja, y con menos posibilidades de dañar a los compañeros, es más, sería fácil bajar si era necesario. En su mente se trazaba un pequeño plan, una pequeña trampa y varias posibilidades más.

- Yo ataría varias cuerdas en los árboles y aquella ancla, de hecho, cogería el ancla y la engancharía a uno de los árboles para darle mayor resistencia, y extendería las cuerdas hacia adelante o en diagonal hacia el mar y las rocas. Pondría el pescado allí** para atraerlo, y una vez el centollo se acerque, mientras los de primera línea atacan y le distraen, los de los flancos deberían cogerlas y atárselas a un par de patas, las traseras, si es posible. Un par de arqueros se pueden subir a la roca, para atacar desde ahí, y Talios y el resto pueden esconderse entre los árboles para salir por un flanco. La idea de cavar un agujero, llenarlo de aceite y prenderle fuego también me parece bien, debería hacerse en la parte trasera de donde esperamos que esté, es decir....allí, más o menos.*** - 

Conforme lo dijo, se puso en marcha para acabar la trampa lo antes posible, con ayuda de todos los voluntarios que quisieran ayudarle. 

- Lo importante va a ser atacar juntos a las patas del flanco contrario al de las cuerdas para centrar su atención ahí y de paso, si somos capaces de inutilizarle todas las patas de ése flanco, tendrá muy difícil escapar, pues sólo podrá usar las del flanco contrario, que al menos una o dos estarán atadas. - dijo mientras trabajaba recogiendo y poniendo el pescado donde tocaba, atando cuerdas y cabos, etc... -

Niega con la cabeza cuando Ebalo comienza a dictar las instrucciones, por el simple hecho de quedar bien delante de aquella gente y sin tener en cuenta lo que de verdad importa. Si sigue así, se van a dar cuenta que en realidad no es quien da las instrucciones y todo podría ir a peor.

Se acerca a él un momento, lo suficientemente cerca para que los espectadores no oigan lo que dice ni vean que realmente está enfadada con el espartano.

-Es suficiente, Ebalo. Tómate esto en serio. No es momento de distribuirnos, es momento de preparar las trampas y decidir hacia donde queremos llevar a esa criatura marina para que no muramos en el intento. No es tu fama lo que está en juego, es tu vida. Y la vida de mis hermanos y mi tío. La vida de nuestros compañeros y amigos. Así que deja de posar y ponte a trabajar. Si estas trampas no están listas y alguien muere en esta contienda, te culparé a ti. Así tenga que volver yo del Hades si soy yo la que perece en este lugar.

Se separa un poco.

-Muévete. Ahora.

Se vuelve a acercar a su hermano Atreo y los demás. Atreo es el que más entiende de trampas y cazar así que escucha atentamente lo que dice.

-¿Tendremos suficiente aceite? Solo podremos cubrir una pequeña zona con el aceite que tenemos y no creo que las armas extras puedan hacer un daño demasiado excesivo por el simple hecho de estar ahí. Deberíamos guardarlas para el momento en que las necesitemos. 

Mira a sus compañeros.

-Deberíamos ponernos en marcha. Si perdemos más tiempo, no tendremos el factor sorpresa. Todos, excepto Ischyros y Akintos, debemos encontrar un sitio resguardado, lejos de la vista del centollo. Quizá podamos excavar una fosa alrededor del pescado con estacas que dañen al susodicho. Pero no sé si entraría dentro del límite. 

Antes de colocarse en el lugar que había mencionado, se giró para responder al joven Atreo, cuyo plan no acababa por convencerle, diciendo a la vez que negaba rotundamente con la cabeza:

-Una pregunta muchacho, ¿cómo pretendes que en medio del combate nos pongamos a atar la cuerda al monstuo? ¡Ni aunque tuviéramos cuatro brazos! -exclamó sin dar crédito a aquella idea absurda- no, lo siento pero creo que ya bastante problemas tendremos intentando que no nos mate como para añadirle más dificultad al asunto, además, en el caso de que la criatura sea enorme, romperá las ataduras como si de una telaraña se tratase; por mi parte no comparto dicha idea, veo mejor la idea de echar aceite y prenderle fuego, aunque nos pueda dañar a los que estamos en cuerpo a cuerpo, podría usarse como barrera para que no vuelva al agua, pues un ser acuático creo que odiará bastante el fuego, eso es lo que yo opino -concluyó esperando que la opinión mayoritara se impusiese y pudiera esconderse en un lugar acertado.

Mis compañeros están decidiendo qué deberíamos hacer para esperar a Carakginius. Hay muchas opciones, algunas mejores que otras, pero lo importante es ver cuales de ellas son factibles de hacer en lo poco que nos queda antes del alba. Escuchando las propuestas, digo lo que pienso:

 - "Si el bicho es capaz de destrozar hombres, una cuerda no lo detendrá. El aceite para la retirada y un par de fosas son una buena opción."

Avanzo un poco más hacia el mar y miro a mi alrededor, viendo que es un buen lugar. Entonces propongo:

 - "En esta posición me quedaré y el pescado estará justo delante mío mirando al mar. El centollo saldrá por el pescado y yo lo golpearé. Querrá atacarme y retrocederé un par de pasos, justo delante de donde está Ifianasa, donde me esperará Akintos. Por los lados del camino que recorreré, habrán un par de fosos, ojalá con armas enterradas en el fondo. Taparemos los fosos con ramas que cubriremos de arena para que caiga en ellos. No sabemos cuanto mide el enemigo y dudo que haga demasiado daño, pero lo volverán torpe si quiere moverse. En ese momento, alguien encenderá aceite que estará delante de los pozos, para evitar que huya y se queme si es posible. Cuando la trampa esté lista, es hora de que todos le ataquen como mejor puedan y que de esta no salga con vida."

Miro al resto, esperando a ver si están de acuerdo con el plan, para así ponernos a cavar. No tenemos mucho tiempo por lo que el plan no tiene tanto trabajo como se podría esperar. En el caso de que veamos que la hora se acerque, siempre podemos hacer solo un foso y rezar a los dioses porque caiga en él.

El campo de batalla, no me decía nada sobre como usarlo contra el centollo, sentía que por muchos planes que trazásemos eramos pocos para llevarlos acabo y el terreno era demasiado liso como para encajonar a la criatura. Clavo una de las lanzas junto a mi en la arena de la playa, puede que la necesitara si mis temores se cumplían. Miro a Ebalo cuando ladra las ordenes ... ya saldremos de aquí, ya .... 

- Ebalo muchacho, espero que esa pose sea suficiente para atraer al cangrejo, creo que ya tienes los ojos de la corte en ti. Mucho teníamos que hacer si queríamos preparar el tipo de trampa en que mi sobrino había pensado, me empezaba a recordar a mis inicios en el ejército.  

Akintos escuchó lo que tenían los demás para comentar sobre el plan. Atreo parecía un tanto perdido desde su perspectiva, tuvo que darle la razón al grandulón: atar cuerdas a los árboles para intentar amarrar las patas del montruo en pleno combate parecía inútil y quizá suicidio para el que lo intentase.

Miró al muchacho y negó con la cabeza. No pretendía mostrar como que lo despreciaba, todo lo contrario pues era el primero al que pretendía escuchar en aquella situación - Quizá montar trampas para centollos no es algo frecuente en Micenas - bromeó y decidió escuchar lo que tenía Ischyros para agregar. Le estaba dando forma a sus ideas iniciales y eso le gustaba.

- Te ayudaré con eso hermano - le comentó y sin perder tiempo comenzó a buscar troncos y afilarlos con la hachuela - ve cavando los fosos - comentó señalándole la pala en la arena, esperando que los demás ayudasen con aquello. Especialmente Atreo, aunque su idea no se llevase a cabo, era el único que podría tapar las fosas para engañar a la criatura.

Los trabajos previos al combate se desarrollaron con muchos contratiempos, de entrada no había suficiente madera como para afilar picas, aunque siempre estaba la opción de desmantelar lo que encontraran. A la par, estaba el problema de la desición, por un lado Atreo pensaba en un plan basado en cuerdas y por otro estaba Ischyros quien proponia usar las fosas con picas. El grupo trabajaba, pero aun no era claro que cosa habrían de llevar a cabo.

Los preparativos transcurrieron así, hasta que de un modo u otro el tiempo paso y la mañana se fue acercando de forma amenaszante. Fue entonces cuando unos pescadores cerca gritaron avisando que las aguas se movian. El centollo gigante se acercaba desde algún punto en las aguas.

Spyridon había estado escuchando los preparativos, pero parecía que el final no daba tiempo a preparar nada efectivo. La idea de Ischyros le gustaba, pero no parecía que hubiera tiempo suficiente para hacer los fosos.

- Si no da tiempo, alguien debería de tener preparado el aceite ardiendo para echarlo sobre la bestia, quizás usando una vasija de barro o similar.

Llegaba el momento del despliege. El general preparó su arma y alzó el escudo mientras miraba hacia el mar, esperando que la bestia surgiera de sus profundidades. Preparó su bendición de cegar, que permitía que su espada brillase como el sol, esperando cegar a la bestia en cuanto subiera desde las oscuras profundidades.

- Recordad las posiciones. - Vio que Ischyros ya se preparaba para encarar a la bestia. - Akintos, con Ischyros. Sois los que luchareis al frente y los que vais a marcar la posición de los demás. Talios conmigo, seguiremos a Akintos e Ischyros e intentaremos ponernos en retaguardia de la bestia. Dareios y Lykaios uno a cada lado de Akintos e Ischyros. En cuanto centren la atención de la bestia debéis iniciar los ataques por los flancos. Nosotros a vuestro lado. En cuanto la bestia encare a Akintos e Ischyros debemos cerrar un círculo alrededor de ella.

- Ebalo y Theron, segunda fila. Preparados para intervenir donde más os necesiten. Recordad que vosotros no tenéis posiciones fijas. Id moviéndoos e intervenir a vuestro criterio.

- El resto, en retaguardia. Debéis usar vuestros ataques a distancia para dañar o confundir a la bestia, pero no exponeros mucho ya que no tenéis apenas defensa.

La suerte estaba echada y las posiciones de cada uno definidas. El caos en la batalla sería su perdición, pero si trabajaban juntos, coordinados y como un verdadero equipo tendrían alguna posibilidad.

- Podemos hacerlo. Confiad en que los dioses están de nuestro lado. No estamos solos.

Talios asintió a las palabras del sabio general, sin duda era la mejor formación, él hubiese preferido mantenerse escondido para luego llegar más fácilmente a su espalda, pero un soldado como él sabía bien que no debía discutir las órdenes de un superior, por lo que si Spyridon creía que era mejor mantener una línea y después envolver al enemigo, así se hará.

No obstante, el gigante cayó en que el pescado estaba muy lejos, por lo que rápidamente fue a colocarlo más hacia el centro, donde había dicho el joven Ischyros, a la vez que decía a los demás:

-¡Que alguien vierta el aceite unos diez metros delante del barril, en línea recta y paralelo a la costa, para evitar que el monstruo se retire con facilidad y nos lleve al agua -expuso a la vez que él se dirigía a mover el pescado.

Luego, mirando al Spyridin le indicó:

-Mantened vos una antorcha prendida, nosotros seremos los primeros en llegar a la retaguardia y por ende los primeros que debemos prender la barrera ígnea -expuso esperando que el miceno de mayor rango estuviera de acuerdo en su plan.

Atreo escuchó las palabras de Akintos el acantilado y apretó las mandíbulas, serio y meditabundo. - No, no es habitual, entiendo que no debe ser muy normal en ningún sitio cazar centollos gigantes. La intención de mi plan era retrasar, que no detener, a la bestia, intentando usar el poco entorno aprovechable que tenemos, pero si decidís hacer caso omiso de los consejos de un cazador a la hora de cazar, no tengo problemas. - fue con Talios y le ayudó a mover el pescado.  

Una vez colocado, vio que las cuerdas, los árboles y el ancla quedarían demasiado lejos, así que decidió que se las quedaría encima, y las ataría entre sí de forma que a parte de tener un nudo fuerte, fuera uno que con los mismos movimientos del centollo se fuera cerrando por sí sólo, de forma que se usara su misma fuerza contra él. Si tenía oportunidad, colocaría las cuerdas alrededor de dos de las patas traseras del centollo, de tal forma que esas patas, lejanas a las pinzas, quedaran inutilizadas. - Ya veremos si se ponen las cuerdas o no. - pensó.*

Una vez el pescado en su lugar, se colocó donde le indicaron, pues sabía que los planes, fueran mejores o peores, se sustentaban en la labor de equipo, por lo que se preparó a cumplir su papel. 

Con una rodilla en la arena y dos flechas clavadas a su lado, respiró suavemente para tranquilizar su corazón, así como había hecho cientos de veces antes, mientras, levantó el arco con una flecha con punta de cobre en él y se preparó para atacar. **

Muchas manos, muchos planes, muchas cabezas y nada de coordinación. Otra vez más no se había llegado a una conclusión sobre como montar la trampa o la emboscada, pero al menos el general tenía una idea de como enfrentar a ese ser, aunque hasta que no lo vieran no sabrían como de grande era, como de fuerte y qué podía llegar a hacer.

-Os defenderé lo mejor que pueda -dijo Lykaios alzando su escudo y apretando fuerte su dori. No era el mejor de los combatientes, pero tenía que mantener la posición por sus hermanos y por su madre.

Había centrado mi mente en el trabajo, coger tronco, afilar tronco, coger el siguiente. En un momento había generado una "buena" pila de troncos, pero estaba claro que insuficientes, las opciones eran o ir a cortar palmeras y tras esto afilarlas o hacernos con la madera de alguna de las estructuras de alrededor. No tengo que pensar en como terminar con eso, la idea parecía haberse aparcado.

- ¿Entonces?. Digo mientras señalo a las pilas de troncos. - ¿Seguimos con esto .... o lo dejamos y que sea lo que los dioses quieran?.

Una vez más, como en las otras situaciones que habíamos vivido unas acciones descoordinadas marcaban nuestra forma de actuar.

Utilizo todo mi tiempo en cavar esos fosos, utilizando la pala. No son muchos los que se unen a esas maniobras, quizás simplemente el plan no les gustó mucho pero tampoco comentaron más o propusieron muchos más planes, aparte del de Atreo. No me detengo a pensar en el resto pues parece que confían más en sí mismos y en los dioses como para preocuparse demasiado en preparar el campo de batalla.

"Solo espero que el exceso de confianza no sea nuestra perdición."

Termino de cavar los fosos y ayudo a situar las pocas estacas que se consiguieron hacer, más por falta de materiales que por falta de voluntad. Agradezco a mi tío y a Akintos por sus esfuerzos. Tomo también las ramas con hojas de las palmeras para tapar los fosos y lanzo arena sobre ellas para disimularla, complementando parte de la trampa y confiando en que el resto se haya encargado del aceite como es debido.

Entonces, parece que el centollo se acerca. Escuchamos los rumores de movimiento y me preparo, frotando mis manos para secar de ellas la transpiración y pidiendo a Zeus que me de el valor para luchar como debemos y proteger así a mi familia.

Akintos se quedó un tanto consternado por la respuesta de Atreo. No era momento para ponerse con ese asunto, pero el muchacho estaba cada vez más huraño, penso en aquello mientras trabajó con los trozos de aquella choza. Las palmeras no proveian buena madera y aquella fue la única opción por el momento.

Aparentemente cada uno fue a su bola, solamente Theron, Ischyros y él mismo colaboraron con aquellos preparativos. Incluso Atreo siguió con el plan de las cuerdas. Se encogió de hombros y se dedicó a pensar en la estrategia que podrían usar en batalla, aunque su mente iba y venía, una y otra vez, convencida de que todo dependía de los dioses y de su deber de encomendarse a ellos.

Ya estaba llegando el centollo y estaban con Ischyros intentando terminar de disimular aquellos fosos.

- Llegó el momento - los gritos de los pescadores los alertaron, Akintos olió el aire y sintió algo extraño. Las palabras de Spyridon los apuraron a la acción prácticamente sin pensar, como debía ser, lo cual obedeció mientras volvía a empuñas su dori que había dejado clavada en la arena húmeda. Antes de aquello se acercó a la posición de Atreo y rezó cerando los ojos para que Zeus le proveyese de una densa niebla y protegiese a aquellos de la tercera línea.
Luego se acercó a su mentor y recitó una breve plegaria ensalzando el valor y la fuerza de su escudo.
Sopesó su arma, clavó sus ojos en el horizonte y luego miró de soslayo a Ischyros - No dejemos que la bestia intente arrastrarnos con ella - dicho esto levantó su dori con firmeza y apuntó hacia el cielo, tensando todos sus músculos, haciando algo que nunca había hecho antes.

El plan no está claro, ni siquiera parece que lo tengan todo para poder llevarlo a cabo. Lo único que sabe es que deben alejar al centollo del agua para que no les pueda atacar desde ahí y, por supuesto, mantenerlo alejado de la misma. Poco puede hacer salvo verter el aceite allí donde le dicen. Y es que la tarea de los hoyos es demasiado para ella... y eso que es cavar en arena. Deja esos quehaceres para alguien más competente.

El tiempo pasa demasiado deprisa. Los pescadores avisan de la llegada del monstruo marino y de su inminente ataque. Se acerca antes de nada a Ischyros y pone una mano en su mejilla. Ofrecerse voluntario para tamaña tarea le hace pensar que quizá sea la última, pero hace a un lado esos pensamientos.

-Hermano, en los momentos oscuros es cuando la voluntad del hombre se hace fuerte y nos impulsa a los actos de valor aunque estén manchados de locura. Mantente firme, hermano. No dejes que esa cosa se imponga porque debemos volver a casa, todos juntos.

Tras eso, se separa y busca un lugar en el que posicionarse. Aunque no entiende muy bien que plan están siguiendo, porque no puede haber un cebo si todos se quedan delante de la zona de la trampa. El centollo no se acercará a ellos. ¿No hay que esconderse? Y por eso habrá bajas... primero se decido una cosa y luego se hace otra. Decide que lo mejor es intentar esconderse entre las palmeras y la roca y, en el momento preciso, salir del escondite. Al fin y al cabo, eso también es segunda fila.

Se posiciona y comienza a rezar a Hestia para pedirle su bendición y su fuerza. Quizá los lobos sirvan en esa situación de la misma forma que lo hicieron contra los mercenarios.

Ebalo le sonrió divertido a Hypatia y bajó de un salto a la arena donde le hizo una reverencia con un plus de guiñito y se puso a hacer que trabajaba, moviéndose mucho de un lado para otro, transportando algunos troncos para la absurda trampa, donde el centollo gigante usará los palillos para rascarse el caparazón, pero siempre es mejor tener entretenida a la tropa antes de la batalla.

Durante los últimos preparativos cavo un hoyo con una pala cerca de la maleza y me meto dentro, puesto que no tengo un lugar fijo, deberé moverme curando a todos los que pueda. Mientras estoy trabajando no paro de dar vueltas a cómo saber cuál de las princesas tendremos que secuestrar. Ni siquiera sé cómo podemos acercarnos a ellas, pero eso lo dejará a la suerte, el principal problema es que no sabe cuál deberían llevarse, algo me dice que será la peleona, la que bajó a las catacumbas para insultarnos y matarnos con la mirada.

Cuando termino de cavar alzo el pulgar hacia Theron, para decir que todo está bien, y me acuesto boca arriba con el escudo sobre mí mientras respiro fuerte emocionado, será una batalla grandiosa. 

Anda que buena mañana hace, voy a cerrar los ojos un poco, que cómoda es esta arena. Espero que Hypatia no muera. Me comería una perita.

Ante la alarma, los pobladores que se habían reunido en las inmediaciones del puerto, se arremolinaban para tener la mejor posición para mirar, siendo apenas contenidos por los ya mas treinta soldados de Asine que custodiaban la zona. Momentos atrás habían estado generando demasiado ruido, pero ahora, ante lo que estaba por suceder, un amplio silencio se había gestado, incluso en la acrópolis, por sobre las cabezas de los héroes.

Fue entonces, cuando los héroes ya tenían todo preparado y estaban listos para el combate, que la bestia surgió de las aguas, justo de la posición que ellos esperaban, aunque probablemente de un tamaño con el que de un modo u otro no contaban. El centollo gigante tenía mas de dos metros de largo de lado a lado sin contar la extensiones de sus grandes e imponentes tenazas, y a su vez una altura de al menos dos metros. Aquel monstruo de las profundidades causó un gran furor entre los espectadores y al menos una cuarta parte de ellos huyeron aterrorizados entre gritos y sollozos, mientras que unos cuantos mas cayeron desfallecidos ante tal manifestación.

Para los héroes no había posibilidad para el miedo, aquel ser caería sobre de ellos en cualquier momento, no había tiempo para tener miedo, debían golpear primero y lo suficientemente duro como para que aquella bestia no volviera a levantarse nunca más.

Los preparativos estaban listos y es el momento de encarar nuestro destino. Recuerdo todo lo que hemos pasado hasta ahora y mis espadan están listas para luchar contra lo que sea que salga del agua.

De pronto, vemos como sale. Es un gran centollo, una criatura de grueso caparazón, con dos enormes tenazas y cuyos pasos de lado le hacen avanzar directamente hacia nosotros.

La visión de la criatura me abruma y siento un terrible escalofrío que no soy capaz de controlar. Sin siquiera pensar en lo que estoy haciendo, comienzo a retroceder para huir de aquel peligro sin importarme nada más. Mi mente deja de funcionar y solo puedo ver y sentir miedo.