Partida Rol por web

Dynah se acercó al gnomo y examinó sus heridas. 

-¿Estas bien? 

La oráculo lo tocó y dejó que el misterioso poder que alimentaba sus habilidades, entrara en el cuerpo del pequeño gnomo.

Los vigías [color=#00FF00](intimidar)[/color] permanecieron unos segundos callados sin saber muy bien qué decir. Las palabras del semiorco los había amedrentado ciertamente, pero tras dudar, [color=#FF0000](engañar)[/color] los guardias continuaron con su cometido.

- Ummmh... ¿Qué hacemos Murlk?...- preguntó uno de ellos indeciso.

- ¡¡Pues no dejarlos pasar!!- Contestó el otro enérgico - Puede que estos pavos den miedo, pero a mí Tarrin me da mucho más... ¡¡Eh!! ¡¡Vosotros!! ¡¡Asco de pavos!!... ¡¡Marchaos que no queremos bulla!!...- gritó al grupo nervioso y algo inseguro.

Mientras todo aquello sucedía, Dynah se acercó para sanar la fea herida de flecha que Abroshtor había sufrido. Aunque la mayor parte del daño fue reconstituido, el gnomo comenzó a notar cierto grado de espasticidad en sus músculos.

La cerradura se estaba resistiendo, pero Abroshtor no se daba por vencido. Continuaba hurgando con sus ganzúas cuando una flecha mordió su hombro. -Argg!!- Le habían atacado desde el otro lado, usando las aspilleras. El dolor punzante fue intenso, pero más preocupante como sus músculos comenzaban a agarrotarse. -Cabrones!!- "¿Eran Humanos?" No podía verlos bien.

Druul había estado hábil intentando engañarles. La treta funcionó a media. Por lo menos habían averiguado que se trataba de los hombres de Tarrin. Sacó una de sus esferas de cerámica altamente volátiles y miró a sus compañeros encogiéndose de hombros. A la mínima señal de afirmación de ellos, comenzaría el ataque.

Dynah se volvió hacia el resto y dijo:

-mmm... ¿Os habeis fijado en que a puerta es de madera? Ojalá tuviéramos a alguien que incendie cosas con nosotros... -dijo volviéndose hacia Abrosthor.

Para tí la puerta, Abroshtor. Los demás, retroceded! -dijo mientras escudaba a su compañero.

El grupo expedicionario desoyó las advertencia de los nerviosos guardias. Al parecer trabajaban para el archifamoso Tarrin Dars, con lo que la misión otorgada por la Ciudadela de Fuerte Inevitable parecía encaminarse gracias al destino. Sin embargo, la cosa no sería fácil, pues a pesar de que las palabras proferidas por el brujo semiorco y el temor que había levantado en ellos, no deseaban arriesgarse a la ira de su líder... ¡¿Qué clase de persona sería ese forajido de Tarrin Dars si hasta sus hombres preferían arriesgarse a la muerte antes de enfadarlo?!

- ¡¡Dispara a la puta hechicera, Cullen!!- gritó el proscrito que parecía más decidido ​indicando a Dynah - ¡¡Yo me encargaré del enano cabezón!!- afirmó al tiempo que volvía a disparar su ballesta sobre Abroshtor. por suerte, en esta ocasión, la saeta pasó desviada. 

No tuvo tanta suerte la oráculo de Ábadar, pues el pivote del tal Cullen le hirió en la pierna. Aquello escocía. Quemaba. Miró al pequeño gnomo y contempló con cierta inquietud como cada vez,sus músculos se tensaban más y más impidiendo los movimientos fluidos. Habían sido envenenados, concluyó cuando notó como los músculos de su cara se agarrotaban en una mueca sardónica.

Druul por su parte, sintiéndose como una diana abandonada en mitad de la sala, decidió convocar sus dones y otorgarle un celemín de esperanza al pequeño alquimista hojalatero. Tras usar su don de brujo, se retiró tras el amparo de la esquina del pasillo. No tenía el cuerpo para ser asaetado.

La elfa se había quedado insultando tan energicamente a los guardias que se le olvidó que estaban armados y que iban a defender la puerta. Dió un paso al frente y conjuró un cono de color apuntando entre las aspilleras, si ellos podían disparar, era obvio que podían ver, así que esperó que funcionara.

Dynah se encogió de dolor cuando el dardo se incrustó en su muslo pero sabía que no había tiempo que perder, tocó a Abroshtor para concederle la guía de sus poderes y se refugió tras la pared para evitar más disparos.

Dynah reaccionó con presteza e invocando el poder clerical del Padre de las Ciudades, conjuró un hechizo que permitiría guiar las acciones del pequeño gnomo alquimista. Tanto el brujo como la oráculo estaban obstinados en malear el tejido del destino en su favor...

Mientras eso sucedía, Cenariel se acercó hasta una de las aspilleras y lanzó una rociada de color [color=#FF0000](TS voluntad)[/color] sobre el titubeante guardia que se ocultaba tras ella. Acto seguido todos pudieron escuchar como un cuerpo caía pesadamente al suelo mientras el otro vocieferaba:

- ¡¡Cullen!! ¡¡Cullen!! ¡¿Qué te pasa tío!?... ¡¡MALDITOS HIJOS DE PUTA!!...- 

¿Recuerdas lo que te dije de cortartela y follarte con ella? Si sales igual te dejo llevarte a Cullen para que huyais.

Esperaba que aquello acojonara suficiente al tipo para que les abriera la puerta.

-Qué mal hablados son esos goblins! 

Esto... son humanos. Puntualiza el semiorco.

-Pues entonces son muy feos!

Supongo que no hay manera de enganchar a los dos con el cono.

Sin pillar a tus compadres no. Cada uno de ellos está a un lado de la puerta. 

-Gracias Dynah.- La oleada de energía había cerrado sus heridas, pero su cuerpo seguía estando entumecido, sus músculos seguían agarrotándose. -Ese cabrón me ha hecho algo!- No le dio mayor importancia, pese al debilitamiento, Abroshtor notaba la mano del destino obrando a su favor gracias a la ayuda de Druul y Dynah. 

-¿Y bien?- Preguntó a los bandidos. -¿Saldréis de detrás de esas puertas?- La lengua afilada de Cenariel les había lanzado un ultimátum. Abroshtor tenía ya una de sus bombas preparada para lanzarla si no abría esa puerta.