Partida Rol por web

Llegaban tarde a su cita secreta en el muelle. Eran ya las 22:21 minutos y tenían que volver atrás en el tiempo para llegar a su cita de las 22:00 horas. Con un poco de suerte, como el agente Daeric esperaba, aquel hombre tuviera ganas reales de contactar con ellos y les esperase un poco más de la cuenta. Por ello, pusieron los rotativos en el vehículo oficial y atravesaron la ciudad en tiempo récord hasta llegar al muelle.

Una vez allí detuvieron el vehículo y salieron del mismo. Buscaron con la mirada a un lado y a otro en busca de alguien que se acercara a ellos, que les hiciera una señal, aunque el muelle era grande y había bastante gente frecuentando los pocos restaurantes que quedaban todavía abiertos en primera línea de mar. El muelle tampoco es que fuera pequeño. No era el muelle de una gran ciudad, pero tenía cerca de un kilómetro de largo. Su informante podía estar en cualquier sitio, si es que seguía allí.

Sin más, cerraron su vehículo y comenzaron a caminar. Podía ser que lo mejor fuera quedarse junto al coche, pero actuaron casi por inercia e intuición. El muelle estaba bastante bien iluminado, salvo curiosamente, cuando llegaron a la zona de la estación marítima y el muelle de carga, donde la iluminación era bastante más deficiente que en el resto de la zona marítima. Fue allí, donde localizaron algo que les llamó poderosamente la atención.

Junto a la puerta de entrada a la estación marítima y resguardado por un porche, intuyeron una silueta apoyada contra una columna. Lo que percibieron con mayor claridad fue las rojas ascuas de la punta de un cigarrillo que ganaban intensidad cuando su propietario daba una calada y se atenuaba cuando se lo retiraba de la boca. Lo cierto era que ambos tenían la clara impresión de que el fumador les estaba observando desde la lejanía.

Caminaba junto a Jones en silencio. Tenía curiosidad por saber que había pasado en aquella breve cena, pero debido a la excesiva velocidad con el coche para llegar a los muelles y el silencio que manteníamos ambos buscando a aquel contacto entre el gentío que no era demasiado, pero si el suficiente como para hacerme dudar.

Nuestros pasos nos alejaron de la gente y de la luz y en la oscuridad, gracias a un cigarrillo encendido, pudimos ver a alguien en las sombras. El lugar estaba suficientemente vacío y tranquilo como para que fuese quien nos dejó la nota. - Debería ser ese. - Susurré a Jones.

Mis pasos me llevaron hacía aquella sombra y me mantuve a una distancia prudencial, donde pudiese verme pero quien fuese pudiese mantener su anonimato. - Buenas noches. Creo que nos está esperando. Lamento el retraso. 

Y no dije más. Si era él se identificaría. Sino, nos diría que nos habíamos equivocado.

- Buenas noches agentes... - Dijo la voz que pertenecía al propietario del cigarrillo. - Pensaba que ya no iban a venir... - Comentó. - Estuvieron husmeando por la granja, ¿verdad? - Les preguntó. - Se de donde pueden tirar del hilo. - Les comentó. - Warren Bedford. - Desveló su nombre. - Vive aquí en Sarns. Se que estuvo rondando aquella casa con otra gente. - Dio una calada al cigarrillo. - ¿Qué hicieron allí? No lo puedo saber, pero les aseguro que si le presionan cantará...

Con toda la información reunida, nuestra cita resultaba poco menos que curiosa. Cualquiera hubiera dicho que en aquellos momentos, estábamos más cerca de acabar con el caso que nunca y sin embargo, yo tenía la sensación de que habíamos rascado solo la superficie.

A lo mejor era solo eso, una sensación, provocada más que nada por mi inactividad y sin una base sólida en la que basarse, pero lo veríamos dentro de poco. Kharis se dio auténtica prisa en llegar porque a pesar de todo, perderlo por llegar tarde era una excusa demasiado endeble para aceptarla.

Había que llegar cuanto antes.

Cuando salimos, el lugar estaba oscuro y apenas transitado más allá de los restaurantes. Era difícil saber en dónde estaría nuestro misterioso informante, pero sin duda, él nos encontraría cuando quisiera y no al revés. El por qué había escogido ese lugar tampoco podía ser casualidad. O lo conocía bien, o tenía algún barco preparado para salir. Quizás se trataba de tener una manera de escapar con rapidez, llegado el momento.

Cuando nos acercamos a la zona más alejada y oscura, vimos la silueta de alguien que parecía estar observándonos.

-Sí, seguramente será ese. Aquí no hay nadie más y no es precisamente un lugar muy transitado -le respondí a Kharis, mientras terminábamos de llegar.

Kharis fue bastante comedido en el saludo y yo ni siquiera dije nada. Ambos esperábamos comprobar si era el que buscábamos, como así resultó finalmente.

-Lo que quiere decir es que ese tal Warren Bedford estuvo en la granja junto con otros. ¿Cómo lo sabe usted? -le pregunté, añadiendo algo más -. Y ya que estamos, ¿cuál es su interés en todo esto?

- ¿Realmente importa cómo lo sé? - Preguntó. - Conozco muy bien a Warren. Demasiado bien diría. - Dio una larga calada a su cigarrillo. - Y el interés... - Soltó el humo lentamente. - ...puramente económico, agente.

Las sombras no dejaban ver el rostro de aquel hombre y tan solo las volutas de humo, iluminadas por la luz de la luna al elevarse hacia el cielo y la punta enrojecida del cigarrillo, eran los signos inequívocos de que estaban junto a un ente físico y no una aparición. No obstante, no podía ser muy difícil iluminar su rostro. Bastaría hacerlo con la linterna del teléfono móvil o puede que con la luz de la pantalla bastase. De todas formas, seguían siendo agentes de la OFI. Podían simplemente agarrarle y sacarle de allí, eso o simplemente pedirle que se identificase. Estaban legitimados a ello, pero... ¿lo harían?

- No se asuste, solo voy a sacar mi libreta. - Dije al hombre misterioso y con dos dedos me abrí la chaqueta y con otros dos saqué la libreta y el bolígrafo que está unido a ella, todo con cuidado. - Warren Bedford. - Dije mientras apuntaba el nombre en la libreta, junto a que vivía en Sarns. Ciertamente era un hilo por el cual tirar.

Entonces Chandrelle habló, demostrando nuevamente que la sutileza no era lo suyo. Quizás había pasado demasiado tiempo de baja y había realizado poco trabajo de campo a parte de que le costase hacerse de nuevo a la vida que tenía delante. No me podía imaginar lo que aquella mujer había pasado, lo que estaba pasando, pero sabía que no podía quitarla autoridad en ese momento. Solo darle mi apoyo y tratar de mediar en todo aquello, porque no podía dejar a ese hombre escapar y con eso me refería a perderle como informador, no a capturarle.

Aunque Jones tenía otra manera de ver las cosas y eso me preocupaba.

- Y dígame, señor... - Esperé unos segundos a ver si picaba con aquello, pero el sujeto era lo suficientemente listo como para no picar en aquello tan evidente. - ¿John Doe le parece bien? - Era el nombre que se les daba a todos aquellos varones que se encontraban sin identificar.* - Señor Doe, dice que quiere dinero ¿busca una compensación económica a cambio de la información que nos pueda facilitar? - El FBI tenía fondos para eso, pero en esta ocasión tendrían que salir de mi bolsillo.

Guardé silencio unos instantes. - De hecho, parece que conoce bien al señor Bedford. ¿Podría hablarnos más de él y de quienes fueron a esa granja esa noche? - Dije sosteniendo a Jones con disimulo por la muñeca. No quería que saltase a por el único que podía darnos algo más sobre aquel lugar y aquellas personas. - Si es dinero algo llevo en metálico ahora mismo, no sabría decirle cuanto. Se lo pasaré junto con mi tarjeta. Puede usar un teléfono desechable para ponerse en contacto conmigo si lo necesita o si se entera de algo más. - Le ofrecí con calma, la misma que tenía aquella sombra que fumaba delante nuestro y que, cada vez que daba una calada a su cigarro, hacía que sus ojos brillasen en la oscuridad, pero no lo suficiente como para delatarle ni sacar nada sobre él.

- Tiene extrañas aficiones. - Comentó. - Es lo que se suele llamar... - Dio otra calada a su cigarrillo. - Un ocultista, ¿sabe que es eso? Como una bruja, pero en masculino. - Hizo una pausa. Igual no se estaba explicando bien. - Adquirió algunos libros, se metió a investigar lo paranormal y bueno, creo que hicieron un extraño ritual en esa granja. ¿Sabe? - Dio otra calada a su cigarrillo. Parecía nervioso. - No conozco a sus amigos, pero creo que una de su "grupo", se llama Vixen de apellido. A otro le llaman Artie. Debe ser un diminutivo de Arthur, supongo. - Carraspeó. - Y no, no quiero su dinero, agente. Me basta con que atrapen a Warren. 

Vi de reojo como Kharis anotaba toda la información y con la misma agudeza de siempre, hacía preguntas que podían proporcionarnos mayor información.

Sin duda alguna, el tal Warren se ajustaba a lo que estábamos buscando respecto a lo que había tenido lugar en la granja, aunque en aquel momento, casi me había olvidado de ello y estaba más concentrada en encontrar y capturar al asesino de Marie.

-Dice que no quiere nuestro dinero pero también que sus motivos son puramente económicos. Además, parece usted nervioso, señor... Doe. ¿Qué es lo que busca exactamente, además de que atrapemos a Warren? Entiéndanos; su información es muy valiosa y puede ser justo lo que necesitamos para resolver lo que sucedió en la granja, pero no termino de comprender su motivación y eso es algo que me pone nerviosa.

Quizás aquel hombre hubiera formado parte del grupo de Bedford y finalmente, se hubiese arrepentido. Parecía saber mucho del tema y aunque en un principio había abogado por dinero, me daba la sensación de que había sido solo una excusa y únicamente quería que detuviéramos a su amigo.

-¿Participó usted en algunos de sus rituales y se dio cuenta de que se estaba pasando de la raya, señor Doe? ¿Es eso?

- ¿Yo? - Preguntó asombrado. - ¡Para nada! - Exclamó casi ofendido. - ¡Es mi herma...! - Carraspeó. 

Entonces se hizo el silencio. El señor Doe se mantuvo callado unos instantes. Dio dos caladas a su cigarrillo y finalmente lo tiró al suelo aplastándolo con la punta de su zapato.

- Está bien... - Comentó. - Espero que sean discretos... - Les pidió a los agentes. - Mi nombre es Charles Bedford. Warren es mi hermano. - Comentó. - Existen ciertas rencillas entre los dos, ¿sabe? Se ha estado gastando la fortuna familiar en idioteces ocultistas y... - Gruñó. - ¡Joder, siempre fue el favorito de la abuela! - Exclamó lleno de ira. - Si no se le para los pies de alguna forma, ya no quedará nada que heredar. ¿Lo entienden? Yo he tratado de razonar con él, pero sólo él acceso a las cuentas de la abuela y... - Resopló. - Yo tampoco tengo dinero para denunciarle por lo civil. ¿Lo entienden? Sólo soy un humilde trabajador...

No me gustaba la agresividad que usaba Jones para hablar con nadie en general. Me parecía violenta y excesiva, llevándonos a problemas como en la comisaría. Esta vez ocurrió lo mismo. No me gustaba como trataba a aquel hombre que parecía querer ayudar y quién incluso, daba la sensación de saber mucho más de lo que decía.

Cuando dijo que no quería mi dinero, fue fácil pensar en que nos había dado el nombre de un familiar cercano o un socio empresarial que estaba derrochando el dinero de ambos en cualquier cosa, aunque no pensé que sería precisamente en los rituales de la granja al igual que no creí que Jones le haría hablar, sino todo lo contrario. Pensé que su agresividad en sus palabras le harían huir.

Así pues todo se resumía en una redencilla familiar por el dinero. Anoté su nombre. - No se preocupe señor Doe. Seremos discretos con esto. Veremos que hace su hermano y si es culpable de lo que ocurrió en la granja, le detendremos. Si no tiene nada más que añadir o mi compañera que preguntar, creo que podemos irnos.

Jones había cenado, pero yo no y tenía hambre y nada que comer...

- Muy bien, espero que tengan suerte y sobre todo que tengan éxito y sean discretos. - Comentó. - Si me entero de algo más, se lo haré saber.

Tras aquello, el señor Doe se marchó del lugar dando la espalda a los agentes y perdiéndose en la oscuridad de la noche. Sin duda alguna, no se esperaban que aquella reunión fuera a tratar aquel asunto, de hecho no estaban allí oficialmente para investigar el asunto de la granja Rivks, pero seguían almacenando pistas. 

Fuera como fuera, ya eran casi las 23:00 de la noche y a pesar de que empezaban a estar agotados, todavía no habían acabado su jornada laboral. De hecho, la jornada laboral de un detective de homicidios de la OFI no acababa nunca, no al menos hasta que el caso que tenían entre manos estuviera resuelto del todo. Chandrelle y Khaeris todavía tenían algo que hacer esa noche antes de ir a dormir y no era otra cosa que ir al hipódromo.

Pusieron rumbo en esa dirección. El hipódromo de Sarns estaba a unos veinte minutos de allí. El tráfico nocturno en la ciudad era bastante inferior al diurno, por lo que bastante antes de la media noche estarían en las inmediaciones de aquel lugar. Por el camino fueron hablando sobre el encuentro con el señor Doe. Muchas eran las incógnitas. ¿Cómo los había localizado? ¿Cómo sabía que estaban investigando el asunto de la granja? La parte positiva era que tenían una nueva pista.

Ya en la zona de Sarns donde se ejercía la prostitución, el vehículo conducido por Daeric redujo la velocidad al ver a un grupo de cuatro chicas apostadas contra una de las paredes del hipódromo. Una de ellas se acercó y se apoyó en la ventanilla del copiloto, mirando de arriba abajo a Chandrelle.

- Hola... - Sonrió al ver que Khaeris estaba acompañada. - ...guapos. No suelen venir parejas por aquí, pero no hago ascos a nada. - Sonrió. 

Finalmente, tal y como yo había supuesto, al acusarle se había descubierto, dejando mucho más claras cuáles eran sus motivaciones y despejando cualquier duda que pudiéramos tener acerca de su información. Era fácil desconfiar de alguien con intereses ocultos, pero al mostrar sus cartas, todo era mucho más creíble y ahora sí, entendía que estuviese allí.

Eso no aseguraba que su hermano fuera en verdad el responsable de la matanza que habíamos visto en la granja, pero desde luego, sí que tenía muchas posibilidades.

Noté una mirada de desaprobación en Kharis, quizás por cómo le había hablado. Me daba igual. No disponía de tiempo ni de ganas para ser diplomática y en ocasiones, era justo lo que hacía falta para no perder tiempo en nimiedades y ver que al final, no sacábamos nada en claro. Aquel hombre nos había buscado, por lo que era él quien tenía un verdadero interés en todo aquello y sabía, o al menos, intuía, que no iba a huir, como así había ocurrido al final.

No dije nada al respecto y simplemente, asentí con la cabeza, puesto que ya estaba todo dicho y Kharis se había despedido de él como debíamos.

Ahora teníamos otra tarea entre manos.

Las prostitutas eran uno de los colectivos más vilipendiados del mundo, como si ellas fuesen las responsables de su situación y representasen todo cuanto era despreciable, cuando en realidad, las miradas de toda la sociedad debían dirigirse hacia aquellos que hacían uso de ellas y sobre todo, de las que de una u otra manera, las habían empujado a ofrecer su cuerpo.

Desde luego, matar a una prostituta salía barato porque no solo había pocas pistas, sino que seguramente, muchos opinaban que hasta podía ser algo positivo; una manera de "limpiar" como cualquier otra.

Cuando llegamos a la zona del hipódromo, allí estaban, como seguramente cada noche, y sin hacer otra cosa que detener el coche, una de ellas no tardó en ofrecerse como carnaza.

Sonreí ante su falta de problemas en cuanto a sus servicios y miré a Kharis. Visto lo atolondrado que parecía ahberse puesto al verme en toalla, no estaba muy segura de cómo se comportaría en aquella situación, pero decidí no esperar. Saqué la placa y la abrí sobre mis piernas, de manera que nadie más pudiese distinguirla.

-¿Qué tal ayudarnos a acabar con ese asesino que está cebándose con vosotras? Podrías entrar, hablar unos momentos con nosotros y te dejaríamos una manzana más lejos para que nadie sospechase nada -le dije en voz baja, para que tampoco nadie más pudiera oírnos.

A la prostituta le cambió la cara. Se quedó callada y la sonrisa que esgrimía hasta el momento en que vio la placa, desapareció. La joven dudaba. Miró a un lao y a otro. Tragó saliva y tomó aire profundamente para acto seguido sacarlo lentamente mientras tomaba una decisión. Cerró los ojos un momento y finalmente entró en el coche, en la parte trasera por supuesto.

Kharis puso primera, pisó el acelerador y salieron de allí dirigiéndose a una zona oscura donde poder charlar en privado y ajenos a todo tipo de miradas curiosas. En unos pocos minutos encontraron un puente que cruzaba una vieja carretera secundaria y allí estacionaron el vehículo. Hasta ese momento, ninguno de los tres dijo nada más, pero una vez allí, fue la prostituta quien rompió el hielo.

- Bueno, ustedes dirán... - Dijo la joven. - Es cierto que hay algo de revuelo entre las chicas. Algunas de ellas creen que es peligroso trabajar ahora. Sobre todo después de que apareciera aquella chica muerta en no se que carretera, pero... - Hizo una pausa y resopló. - ¿Creen que es peligroso? ¿Hay un asesino de verdad? 

En una pareja era importante y básico tener una buena comunicación. Daba igual si era un compañero de trabajo o una sentimental o una amistad, familiar... Aquello era básico. Pero desde el momento que vi a Jones en toalla y cenamos así, me quedé completamente cortado con ella. Era incapaz de hablar con ella de algo personal o de su forma de trabajar. 

Sólo me atrevía a hablar del trabajo.

Así pues, el camino hasta el hipódromo lo hice en completo silencio y, cuando paramos frente a una mujer de la calle y nos ofreció sus servicios a los dos, no pude evitar quedarme completamente cortado y ruborizarse de golpe.

Por fortuna Jones miraba hacia la mujer y ella, curiosamente, estaba más centrada que yo y fue capaz de actuar con audacia mientras yo me recuperaba en silencio.

La prostituta dudó, pero al final subió al coche y me la llevé de allí tan rápido como pude, sin levantar demasiadas sospechas.

-Marie está muerta. - Dije una obviedad a la mujer. - Aunque sabemos que era estudiante y que no trabajaba en este sector. - Añadí con educación. - Así pues, sí, hay un asesino suelto. Lo que no sabemos es si empezó con ustedes y luego fue por ella y la dejó tirada demasiado a la vista porque se asustó o si hay algo más. Quienes saben más sobre las desapariciones en su círculo son ustedes. ¿Alguien raro que las frecuente antes de las desapariciones? ¿Alguna se ha puesto en contacto con ustedes en este tiempo? Sabemos que son tres desaparecidas... ¿Podría haber alguna más?

​​​​​​Estaba seguro de que dos de ellas estaban en la granja. Una la que estaba en el agujero y otra esparcida por toda la cabaña. - ¿Quizás gente poco habitual que venga en grupo, para hacer tríos... cuartetos?

- Bueno yo... - Empezó a rebuscar en el bolso y extrajo una cajetilla de cigarrillos, se puso uno en la boca y garró un encendedor acercándolo al cigarrillo. - ¿Puedo fumar? - Aunque lo preguntó más por cortesía que otra cosa, porque lo encendió de todos modos. - Supongo que vienen por las chicas que bueno, ya no están. - Comentó. - Hace ya un mes que no veo a Nathalie. - Dijo con pesar y dio una profunda calada a su cigarrillo. - Me llevaba bien con ella. Me daba un poco de pena, porque era muy joven para dedicarse a éste mundo. - Resopló expulsando el humo de tabaco por boca y nariz. - Luego desaparecieron Lavinnia y otra chica, Francie creo que la llamaban. Ella llevaba poco tiempo. Lavinnia en cambio era una de las más solicitadas. Ahora... - Sonrió de forma algo cínica. - ...tenemos más trabajo las demás. - Tiró entonces el cigarrillo a medio consumir y lo pisoteó con rabia. - El último día que vi a Nathalie se fue con un camionero. Ese tío no me dio buena impresión. - Se notaba que aquella joven estaba algo nerviosa y sentía rabia dentro. -  Ese tipo no me dio buena impresión. Tenía una mirada... oscura.

Afortunadamente para nosotros, la chica no receló demasiado y entró en el coche. Entendía que actuase con desconfianza ante la policía, pero no era el primer caso, ni sería el último, en el cual era posible entenderse, dejar de lado la vida que llevaban y simplemente, ayudar a que las calles fuesen más seguras para todos.

Dejando de lado las razones por las cuales hacían aquello, lo que nos importaba en aquellos instantes era detener al malnacido que pensaba que una mujer era solo un objeto que él tenía derecho a romper, o en el caso de muchas prostitutas, a terminar de romper.

Sentía nauseas ante el pensamiento de lo que estaba haciendo y lo que podía continuar ocurriendo por allí.

-¿Qué día fue ese, cuando viste a Nathalie marcharse con el camionero? Y por cierto, ese hombre... ¿podría ser este? -le pregunté, mostrando la foto de Chester Banks.

A mi entender, estaba casi segura de que sería él y eso significaba que el cerco estaría ya estrechándose lo suficiente como para acabar con él. Solo necesitábamos confirmarlo... y encontrarle.

- Hace cosa de un mes... - Repitió la chica. - Ni idea del día exacto. Para nosotras todos los días son iguales, sabe. Lo de lo que estoy segura es de que después de ese día no volvía a ver a Nathalie. Me tiene preocupada. - Sonrió. - Igual ese tipo, el camionero era un Richard Gere de la vida. - Soltó una carcajada, aunque un tanto amarga, pues ella misma sabía que no era así ni mucho menos. Entonces Jones sacó aquella fotografía y la miró atentamente. - Podría ser. Si, creo que sí. Esa barba... si. Yo diría que es él...

Miré a Jones cuando aquella mujer reconoció al camionero como el último hombre que estuvo con su compañera. Cuando sentí su mirada sobre la mía, la aparté rápidamente. La mención del trío de aquella mujer, Jones en toalla en mi cabeza... me estaba afectando demasiado. Necesitaba una ducha fría y descansar aunque el rastro estaba tan caliente que podía sentir como me quemaba. ¿O era mi abstinencia sexual quien me la estaba jugando? Fuese como fuese, con ella habíamos terminado.

- Vamos a necesitar que nos haga un favor al menos esta noche y quizás alguna más. No hablar de la foto que ha visto con nadie. Vamos a preguntar a más compañeras suyas de la zona, para que nos confirmen o no que era este hombre y si habla con ellas hará que digan que sí sin quererlo y puede que detengamos a un inocente.

Esperé a que la mujer se pronunciara al respecto antes de arrancar el coche y llevarla donde la recogimos. Siempre amable, esta vez mi voz denotaba tensión y es que las imágenes en mi cabeza no se iban. Jones en toalla y aquella mujer provocándome. Iba tan distraído que casi me salto un semáforo en rojo. Debía ser el único semáforo de todo Sarns y el frenazo fue considerable.

- Yo, lo siento, ando pensando en el caso y dado que no podemos hablar de él con ella delante. - Me excusé sonrojándome por lo que realmente había en mi cabeza. Algo que aquella parada con el coche logró que se dispersase de mi cabeza. - ¿Cree que podremos hablar con el resto de las chicas sin tener que ir llevándolas una a una por ahí? Quizás si nos acompaña para que no salgan corriendo... Le pagaré por su tiempo, por supuesto. - Le dije a la mujer. No era sexo, así que no podían acusarme de nada. Quizás de llevar a una señorita de compañía.

Miré a Jones de reojo mientras volvía a poner el coche en marcha. - Serán las mismas preguntas que a ella y si alguna sabe más pues... la alejamos un poco y solucionado. No se lo tome a mal, pero es lo que tienen las investigaciones, que los testigos deben mantenerse... puros y no dejarse influenciar por los comentarios de los demás. - Aunque quizás escuchar a otra hablar de esa noche, hiciese que aquella mujer recordase algo más.

El hecho de que reconociera aquel rostro nos allanaba el camino. Era la confirmación de lo que ya sabíamos y miré a Kharis con gesto de satisfacción, aunque me extrañó que él me devolviese la mirada... para retirarla rápidamente, como si se sintiese avergonzado por algo.

Algo parecía preocuparle.

Además, su cuerpo estaba tenso, o eso parecía, porque tampoco conducía como me tenía acostumbrada. Quizás el hecho de estar con una prostituta y tratar cuestiones como aquella, era algo a lo que no estaba acostumbrado. Pero a pesar de todo, tenía bastante sentido en lo que decía. Las entrevistas podían eternizar aquella noche y lo único que teníamos era que confirmar lo que aquella chica nos había dicho.

-Lo que quiere decir mi compañero es que si este es el tipejo que anda creando el miedo en esta zona, podríamos encerrarlo para siempre y lo único que necesitamos es tener cuantos más testigos, mejor. El suyo es suficiente para detenerlo pero lo que queremos es encerrarlo y tirar la llave, como poco -añadí, sin dejar de mirar a Kharis, cada vez más preocupada.

Tendría que hablar con él en cuanto estuviésemos a solas.