Partida Rol por web

Te diriges a la primera puerta, situada frente a la de la habitación de Katherine, y apoyas tu mano girando lentamente el pomo. ¡Está abierta! Empujas lentamente la puerta intentando no hacer ruido.

En ningún momento le habían dado libertad para curiosear por la casa sin supervisión y mucho menos hacerlo en las habitaciones privadas, pero David no era alguien que siguiera exactamente el protocolo y echar un vistazo no iba a matar a nadie.

Así que, con sumo cuidado, intentó abrir la primera puerta que encontró que no era otra que la que estaba enfrente de la de Katherine. Quizás había supuesto que se encontraría cerrada pero, para su sopresa, se equivocó del todo al comprobar cómo la puerta se abría sin oposición alguna. Si algo sabía hacer David era ser cauteloso y sigiloso, y así fue cómo abrió esa puerta que daba a una habitación desconocida aún para él.

David no esperaba encontrar alguna pista que le indicara dónde se había ido la joven, si es que se había escapado, sino más bien lo que esperaba era descubrir algo más de la vida en aquella casa; algo que le mostrara la realidad que se vivía allí dentro.

El tamaño y la disposición de la habitación que hay ante ti es idéntica al de la habitación de Katherine. Su mobiliario consta de una cama, armarios, escritorio, tocador, mesita de noche y un par de sillas. El colchón de la cama está cubierto con un edredón y no tiene sábanas, en los armarios solo hay perchas vacías y ropa de cama perfectamente doblada. Los cajones están vacíos y tanto la habitación como el baño adjunto están perfectamente limpios y con claras evidencias de que hace tiempo no han sido usados por nadie: es una habitación de invitados.

Sales con el mismo sigilo con que has entrado, procurando dejarlo todo tal y como estaba. A tu derecha hay tres puertas y diriges tus pasos a la primera de ellas, girando lentamente el pomo. ¡Está abierta! Empujas lentamente la puerta intentando no hacer ruido.

Allí no había nada de interés. Solo se trataba de una habitación vacía que con toda seguridad usarían como cuarto de invitados. David apenas echó un rápido vistazo antes de, con toda la precaución que le caracterizaba, salir de allí dejándolo todo tal y como lo había encontrado. Aunque tenía que reconocer que poco trabajo suponía eso.

Como no parecía que nadie lo estuviera observando, el detective aprovechó que la puerta siguiente también se encontraba abierta para husmear en su interior. Esperaba que no fuera otro cuarto vacío...

El mobiliario contenido en esta estancia es casi idéntico a la anterior: cama, armarios, escritorio, tocador, mesita de noche y un par de sillas, por lo que deduces que debe de tratarse de otra habitación de invitados. Al igual que en la anterior, tanto la habitación como el baño adjunto están perfectamente limpios... pero es evidente que esta sí es utilizada habitualmente por alguien. Los armarios están llenos de ropa, la cama está hecha y en el cuarto de baño hay útiles de aseo. Todo ello indica que el ocupante es un hombre y, por la calidad de los trajes y complementos que has podido ver, deduces que debe de tratarse de alguien de categoría. Pronto deduces la identidad de su ocupante al descubrir las siglas T.W. bordadas en diversas prendas de ropa: Thomas White. Te llama la atención que el señor de la casa ocupe una habitación aparte de la de su esposa, pero estos millonarios suelen ser bastante excéntricos.

Si no hubiera sido por los enseres y la ropa que encontró en ese cuarto, David hubiera creído que había entrado de nuevo en la habitación anterior. Ambas eran iguales pero, al contrario que la que acababa de abandonar que claramente estaba dedicada a posibles invitados, en la que se encontraba en esos momentos alguien estaba durmiendo.

Según le habían dicho, aparte del matrimonio y la adolescente, nadie más ocupaba esos cuartos; y si los White hubieran invitado a alguien en esos momentos, seguramente se lo habrían comentado. Entonces ¿quién ocupaba esa habitación?

Poco tardó David en encontrar la respuesta a esa pregunta ya que las iniciales del dueño de la casa estaban bordadas en varias prendas. Un dato bastante curioso que le mostraba que el matrimonio no compartían habitación. ¿Se llevarían mal o simplemente era una excentricidad del señor White? Esa era otra pregunta para la cual aún no tenía respuesta.

Un examen detenido de la cama te ha permitido descubrir algunos cabellos largos y oscuros, detalle que no te habría llamado la atención de no ser porque los cabellos que has visto en los útiles de aseo del baño son castaños y cortos. También has podido advertir un imperceptible olor a perfume proviniendo de la almohada.

Abandonas la habitación dejándolo todo tal y como lo encontraste y diriges tus pasos a la siguiente puerta. Apoyas tu mano en el pomo y descubres que también está abierta, empujas lentamente la puerta intentando no hacer ruido.

Lo que tenía muy claro David era que en aquella casa no debían tener grandes cosas que esconder o, al menos, la gente que la habitaba o que pasaba el día en ella era gente de total confianza. Ni una de las puertas con las que se estaba encontrando estaba cerrada.

Como la que estaba abriendo en esos momentos que, al igual que las anteriores, se abrió sin problemas. Tras lo que había descubierto en el cuarto anterior, dudaba que en esa nueva habitación fuera a encontrar algo interesante; pero nada perdía por intentarlo y quizás se llevara una sorpresa.

Ligeramente mayor que las otras habitaciones, un gran armario y una gran cama de matrimonio la identifican como el dormitorio principal de la casa. Pese a ello, la decoración es sencilla y de buen gusto. Un pequeño escritorio y un tocador de época completan el mobiliario de la pieza. Sobre este hay algunas fotografías de Bárbara, una joven y un hombre (sin duda Katherine Banner y Thomas White) en las que se les puede ver juntos o en solitario. Las fotos han sido tomadas en lugares como cruceros, clubs y ambientes exclusivos.

Hay varias cosas que te llaman la atención: pese a que estás en el dormitorio principal, parece que este solo está ocupado por la señora White, pues en los armarios y en el baño solo encuentras ropa y artículos femeninos, también te llama la atención una fotografía sin marco colocada boca abajo en el fondo de un cajón del escritorio, en la cual puede verse a una Katherine de pocos años sostenida en brazos por un hombre joven y sonriente junto a una Bárbara mucho más joven, menos artificial y, por ello, mucho más atractiva. Al fondo del trío puede verse uno de los muchos y famosos monumentos de la capital de la nación. Aparte de esto encuentras en el cajón de la mesita de noche un frasco conteniendo unas potentes pastillas para dormir que solo se expenden con receta médica. El frasco está casi vacío.

Sales de la habitación cerrando la puerta tras de ti. Solo te queda una última puerta que explorar. Te encaminas hacia la misma, haciendo girar el pomo para descubrir, una vez más, que está abierta. Abres lentamente la puerta intentando no hacer ruido.

Lo que había encontrado en aquel cuarto, el principal de la casa, había arrojado nuevas luces sobre los habitantes de la casa, en especial sobre los White. Estaba claro que el matrimonio tenía problemas y que desde hacía bastante tiempo que ya no dormían juntos; además, el descubrimiento de las pastillas le indicaban a David que la mujer tenía problemas para dormir. Desde luego aquel no era el mejor escenario para una adolescente.

Bárbara no era feliz y seguramente echaba de menos los momentos vividos junto al padre de Katherine. El dinero en ese caso no daba la felicidad y eso se notaba en la expresión de aquella fotografía que había encontrado en el fondo de un cajón y la que había visto en la mujer que lo recibió.

Solo le quedaba una habitación por explorar en aquella planta. Una habitación que esperaba arrojara nueva luz sobre el paradero de la muchacha aunque, después de lo visto, no podía imaginar a quién pertenecería aquel cuarto. Quizás solo se tratara de otro cuarto de invitados.

Descubres una habitación idéntica a la primera habitación de invitados. Pese a que la decoración es distinta, el mobiliario consta de las mismas piezas: cama, armario, escritorio, tocador, mesita de noche y un par de sillas. Del mismo modo el colchón de la cama está cubierto con un edredón y no tiene sábanas, y en los armarios solo hay perchas vacías y ropa de cama perfectamente doblada. Los cajones están vacíos y tanto la habitación como el baño adjunto están perfectamente limpios y con claras evidencias de que hace tiempo no han sido usados por nadie. Sales con el mismo sigilo con que has entrado, procurando dejarlo todo tal y como estaba. Ha finalizado tu inspección del piso superior, cierras la puerta tras de ti procurando no hacer ruido y desciendes por las escaleras.

Nada más llegar al pie de las escaleras se abren las puertas dobles situadas a tu derecha y por ellas sale James llevando una bandeja con un vaso vacío.

-"¿Puedo ayudarle en algo, señor?"

-"Desearía hablar con el resto del servicio. ¿Dónde podría encontrarles?"

-"Sígame, señor."

-"Gracias..."

Sigues a James por una pequeña puerta situada bajo la escalinata de mármol que va a dar a un pequeño distribuidor con una puerta en cada una de sus paredes. La puerta que hay frente a ti es acristalada y a través de ella puedes ver lo que parece ser un gran jardín lleno de árboles.

-"Por aquí, señor." Dice James abriendo la puerta que hay a la izquierda.

Le sigues y te encuentras en un pasillo en ángulo al que puedes ver que desembocan varias puertas, aunque no puedes ver más allá del primer giro: es evidente que te encuentras en la zona de las dependencias del servicio.

-"Sígame, señor." James te hace un gesto para que le sigas cruzando una puerta que hay justo enfrente.

Al cruzarla ves que te hallas en una dependencia en forma de ele: la cocina de la mansión. Amplia, limpia, luminosa y equipada con todos los adelantos técnicos del momento. James deposita la bandeja en el fregadero.

-"Por aquí, señor." Te indica, cruzando una puerta que hay a la izquierda y que va a dar a una pequeña salita.

La función de dicho cuarto es evidente: aquí es donde el servicio pasa sus ratos libres y realiza su vida cotidiana. En una esquina hay una mesa y un par de sillas. Junto a la única ventana de la habitación hay un par de sillones y una mesita baja. Hay una puerta en la pared de la izquierda, aunque está cerrada. Sobre la mesita hay una pequeña radio en la que, en este momento, está sonando una canción de moda.

En uno de los sillones se encuentra una chica con el uniforme negro y blanco de doncella. Sentada con las piernas cruzadas, está fumando un cigarrillo mientras tararea la música que suena en la radio y mira el jardín a través de la ventana. Es bastante atractiva y no debe de tener mucho más de veinte años. Lleva el largo pelo negro recogido bajo la cofia de su uniforme. Sentada en la mesa vestida con un uniforme azul claro y llevando un mandil, hay una mujer de unos cincuenta años. Lleva el pelo gris recogido en un moño y tiene la piel morena. Pese a que tiene la vista fija en un bol de patatas que está pelando, ha percibido vuestra entrada y comenta:

-"¿Alguna novedad sobre la señorita, señor Jaime?" La última parte de la frase la ha pronunciado en español.

-"Todavía no, María." Responde James. "Pero este señor desea haceros algunas preguntas al respecto..."

Al pronunciar estas palabras, tanto María como la chica del sillón parecen ponerse en guardia y fijan su mirada en ti. Te acercas a una de las sillas y te sientas.

-"¿Es usted policía, señor?" Dice María. "Tengo mis papeles en regla. Me llamo María Guerrero y nací en México, señor, pero ahora soy ciudadana de los Estados Unidos, señor."

-"No, no soy policía. Soy detective privado." Respondes tranquilizándola. "Y me ha contratado la señora White para que encuentre a su hija. Por eso estoy aquí, porque tal vez hayan visto u oído algo estos últimos días que pueda darme una pista acerca del paradero de Katherine."

-"No, señor." Responde María, visiblemente calmada. "Lo cierto es que casi nunca salgo de la cocina y no me relaciono apenas con los señores. La señorita Catalina es muy amable y simpática, y a veces viene directamente aquí cuando quiere pedir algo para comer."

-"¿Cuándo fue la última vez que la vio?" Preguntas.

-"Anoche, sobre las nueve y media. Había pasado todo el día fuera y me pidió que le preparara algo para cenar." Responde María.

-"¿Sabe dónde fue?"

-"No."

-"¿Y usted?" Preguntas dirigiéndote a la doncella. "Por cierto, ¿cuál es su nombre?"

-"Evelyn... Evelyn Fields." Responde la joven sin dejar de fumar. "No estoy segura, pero creo que estuvo en casa del juez Harvey. En su mansión tienen una piscina climatizada y creo que fue a nadar allí. La señorita Katherine y la hija del juez son muy buenas amigas."

-"¿Alguno de ustedes ha visto algo inusual en el comportamiento de la señorita Katherine estos últimos días? ¿Algo que pueda dar una pista acerca de sus intenciones o su paradero?"

Mientras se dirigía a hablar con el personal de la casa, David seguía fijándose en cualquier detalle que le indicara cómo era la vida en ese lugar. Tenía que reconocer que, o bien el dueño o bien su esposa, tenían un gusto exquisito; lujoso pero sin estridencias.

Cuando llegó a la sala de descanso del personal se detuvo a observar a las dos mujeres tan diferentes que estaban esperando. La mayor, claramente de origen hispano por su acento, parecía bastante preocupada por el paradero de Katherine; mientras que la otra mujer, mucho más joven y bastante atractiva, simplemente se mostraba expectante mientras fumaba un cigarrillo. Aquel detalle hizo que a David le entraran ganas de fumar él también, pero se contuvo.

El detective se mostraba atento a cualquier cambio en la expresión de las mujeres mientras hablaban, cualquier indicio por minúsculo que fuera que le indicara si alguna estaba mientiendo o si ocultaba alguna información. Tenía ganas de preguntar por el chófer de la casa, pero por el momento esperaría a saber qué le contaban las dos mujeres sobre Katherine.

La doncella, la cocinera y el mayordomo se miran unos a otros y niegan con la cabeza.

-"No." Responden los tres.

Lo cierto es que los tres parecen sinceros... sin embargo Evelyn, la doncella, no parece hallarse del todo a gusto con aquella conversación, cosa que no deja de llamarte la atención. Decides que todavía es muy pronto para forzar la situación.

-"Si más adelante recuerdan algo que pueda ser de utilidad en la búsqueda de la señorita Katherine, no duden en hacérmelo saber. El señor James sabrá cómo hacérmelo llegar. Muchas gracias."

Notas que Evelyn parece aliviada cuando te despides y sales de la salita por la puerta que da a la cocina seguido por James.

-"¿Dónde puedo encontrar al jardinero?" Preguntas al mayordomo una vez a solas en la cocina.

-"Si no está en la salita para el servicio, como es el caso, casi seguro que estará en el cobertizo que hay en la zona sureste del jardín, si no está en algún lugar del jardín mismo, señor."

-"¿Y dónde suele hallarse el chófer cuando no se halla haciendo un servicio para alguien de la casa?"

-"O en la salita para el servicio, que no es el caso, o en el garaje, señor."

-"¿Dónde está el garaje?"

-"En la zona noroeste del jardín. No tiene pérdida, señor."

-"¿Le sobra una brújula?"

-"¿Cómo dice, señor?"

-"Nada, gracias. Ya les buscaré."

-"Bien, señor."

Sales de la cocina por la puerta que da al pasillo, cerrándola tras de ti. Frente a ti está la puerta que lleva al pequeño distribuidor, donde sabes que hay una puerta que lleva al mismo jardín que puedes ver por la ventana que hay a tu izquierda. A tu derecha, el pasillo describe un giro de noventa grados. Desde donde estás puedes ver una puerta frente a la ventana, aunque el ángulo del pasillo no te deja ver el final del mismo. ¿Qué haces?

Aquella conversación le había servido a David para darse cuenta que ninguno sabía nada sobre la desaparición de Katherine, aunque... Tenía dudas sobre todo con la criada y, tarde o temprano, tendría que ir a hablar con ella a solas, convencido de que la mujer podía tener alguna idea sobre lo sucedido.

Tras despedirse del personal y saber dónde podía encontrar al jardinero o echar un vistazo al garaje, David se dispuso a salir al jardin pero, al llegar al pasillo dudó en el último segundo. Aún debía investigar un poco más, así que tomó la decisión de desviarse ligeramente para acceder a aquella parte del pasillo cuyo final no llegaba a ver.

Te encuentras ante una puerta que hay delante de la ventana. El pasillo continúa haciendo un giro de noventa grados hacia la izquierda, no ves ninguna puerta en él. ¿Qué haces?