Partida Rol por web

La mayoría estuvo, finalmente, de acuerdo en que lo mejor era seguir adelante hasta, como mínimo, llegar a las afueras para descansar en un granero y luego proseguir su camino. Así continuaron unos cuantos días más, entrando en la Asamblea y dirigiéndose desde allí al bosque que era su destino. Un recorrido del tipo que correspondía a grupos como ellos: a la intemperie, comiendo de las raciones de las que disponían y de lo poco que pudieran encontrar en su recorrido.

Y aunque otros no lo creyeran, Gerard estaba también muy acostumbrado a ese tipo de vida. En el último año y algo era lo que había estado haciendo, sin ni la más mínima queja. Era lo que quería y un período duro, pero necesario, para convertirse en caballero.

Una de las cosas que más curiosas le resultó de toda esta parte del viaje fue la de encontrarse con una población de sólo medianos. Le resultaban particulares, no había visto ninguno hasta que llegó al Imperio y, desde luego, nunca tantos ni de lejos.

En aquél sexto día de viaje en el que se acercaban al ya visible bosque, el bretoniano iba montado sobre su caballo por comodidad. De repente, y sin que ninguno lo esperara, apareció un varón corriendo con todo lo que le permitían sus piernas hacia el bosque. La causa fue visible enseguida: varios pieles verdes le estaban siguiendo. LeBlanc no lo dudó: al igual que los enanos que se preparaban para ir directos a por sus enemigos ancestrales, el caballero desenvainó espadas y picó espuelas para empezar a cabalgar. Sin embargo, lo que inicialmente pudiera parecer una carga en solitario contra las criaturas, se acabó revelando como algo distinto: el objetivo del joven era interponerse entre el perseguido y las pérfidas bestias, para luego, desde ahí, arreglárselas. Si había suerte, eso permitiría al pobre desgraciado ponerse mejor a salvo y sorprendería a los enemigos, dando algo de tiempo más a los compañeros del caballero para que se unieran a una más que evidente lucha.

Nuestro viaje por las tierras del Imperio no podía pararse, por muy cómoda que pareciese una posada. Había prisa en terminar nuestra misión eso nos obligaba a parar en posadas y alrededor de fogatas al lado del camino, eso nos hacía retomar el contar historias al calor del fuego. Retomando bien temprano el camino que nos acercaba a nuestro objetivo.

Ya una vez dentro de las tierras de la Asamblea empezamos a estar cada vez mas acompañados por medianos,...es raro tener que hablar con la gente mirando hacia abajo....  

Cercanos ya al bosque, nuestro animo ya brillaba por la cercanía a nuestro destino. El viaje y la misión estaban próximos a terminar. La figura de un joven hombre corría en nuestro encuentro con una velocidad inusitada, esto hubiese sido raro sino fuese por la presencia de unos goblinoides que lo perseguían. Los enanos y el caballero reaccionaron con presteza yendo al encuentro de estos pérfidos seres.

- Ahí vamos otra vez. Refreno el caballo para que no se espante ante la presencia del orko y los goblins.     

Una vez que abandonamos la ciudad, mientras cabalgábamos, aproveché un momento para situarme junto a Aria

Creo que todavía no te hemos dado las gracias por lo que obtuviste con las pieles. Gracias a eso hemos podido continuar nuestro camino y poder disponer de algunas monedas más.

Doy gracias a los dioses de tener tu arco entre nosotros tras decir esto, vuelvo a mi lugar en la fila, siguiendo al resto por los caminos que nos llevarán hasta la asamblea.

Todo parecía ir viento en popa mientras transcurrían los días y nos acercábamos a nuestro destino, aunque cuando ya estábamos casi oliendo nuestro destino, un suceso que, a pesar de ser común cuando se deambula por los bosques, era algo a lo que casi nos habíamos olvidado.

Así, ví cómo los enanos se preparaban para combatir, dejándose llevar por su odio natural hacia la raza de los pieles verdes que tanto sufrimiento les había ocasionado. Y no iban a estar solos.

Picando un poco espuelas, decido avanzar un poco de forma que la distancia para poder disparar a los pieles verdes fuera algo más propicia.

Un apacible viaje por el Imperio, sin sobresaltos y durmiendo donde podían, el tipo de vagabundeo que le gustaba a Angran: monótono, repetitivo y, por tanto, predecible. El elfo creía que en La Asamblea todo sería igual, con esos pequeños sólo preocupados por las cosechas y el tiempo hasta su siguiente comida. se equivocó.

Es de suponer que la paz se perturba cuando más en paz se está, el viaje por los caminos, aunque pacífico, no había sido tranquilo. Siempre con la amenaza de la emboscada. La paz tuvo que perturbarse en el lugar más pacífico del Imperio.

Yo me quedaré junto al carro -dijo Angran.

Una de las ventajas del arco corto es que era tan pequeño que se podía usar montado sobre en caballo, y eso fue lo que hizo. No era un gran jinete y no había disparado antes montado, pero bastaría con algo de práctica para ser eficaz. Sacó una de aquellas flechas y se quedó apuntando a uno de los goblins. La pareció bien acabar con los pequeños.

Como era de esperar, los enanos se lanzaron como locos.

Viaje, viaje, y más viaje. Muchos humanos, y también muchas menos quejas por el tema de las pieles. Aunque respecto a eso, el bueno de Aenalor tuvo la decencia de acercarse a comentar algo, y a un primo no se le puede responder con malos modos, así que fui profusa con una sonrisa. -Es lo menos que podía hacer tras vuestra defensa en el suelo, y ya sabes que mi arco siempre está al lado de la Llama. Y ahora hasta tenemos otro arco.

Y así, siguiendo con el viaje y pasada una semana, cruzamos un poblado de entretenidos medianos, criaturas más bajitas que los humanos y con más pelo en los pies, si es que es posible tal cosa. De las ganas de explorar, casi no pude dormir esa noche, y al final me pasé un buen pedazo de la misma mirando los alrededores tan diseñados para gente pequeña en todos los sentidos. Notablemente curiosos, por de más.

Y por fin llegamos al "bosque embrujado por espíritus". Espíritus como una aldea y un guardián en un templo, por supuesto. Quién sabe qué más, pero conociendo la tendencia de los imperiales -humanos y no- a exagerar, quién sabe qué de cierto y qué de no hay en todas esas habladurías. Pero lo que sí que hay, físico y tangible, un hombre corriendo. Alzo una ceja inquisitiva, preguntandome el por qué de tamaño suceso, y también del grupo de pielesverdes asquerosos que hay tras él. Que nunca trajo nada bueno de una persecución de un hombre, pero cuando los que van tras de él son orcos y goblins, uno puede plantearse ciertas cosas sobre la moralidad de esa persona, y suelen ser puntos a su favor.

-Os cubrimos desde el cielo. -Digo, acompañando la frase de Angran, mientras echo mano de las alforjas de mi caballo y a uno de los carcajs.  Desde ahí, apunto al orco un instante manteniendo al caballo firme con las rodillas, y aprovechando la gracia y elegancia de un arco de verdad, hecho en el Hogar, suelto la flecha con la cantinela de siempre. -Primera flecha. -No espero nada, acierte o no, pero lo importante si el objetivo es proteger a ese humano, es llamar la atención de los oponentes.

En un instante de furia enceguecida, los enanos habían tenido por completo la carreta y en un instante ya estaban cargando a toda marcha contra unos Goblins que a lo lejos ya escuchaban sus gritos. Era tal su enceguecida furia que los enanos no repararon en que aun con su prisa no eran mas rápidos que Aenalor que cabalgando sin prisa iba apenas un poco detrás de ellos y que incluso el bretoniano ya los había pasado por mucho y quizá se quedaría con toda la diversión el solo.

Por su parte Arianne, Angran y Resha se habían quedado atrás, a la espera de tomar acciones como considerasen mas oportuno. La elfa por su parte había desmontado ya del corcel y tomando su arco disparó una flecha.

Surcando los cielos por sobre las cabezas de sus compañeros que corrían tras los pieles verdes, fue la flecha la primera en entrar en combate al impactar de lleno sobre un Goblin quien se tambaleo por el impacto hasta casi caer.

Los pieles verdes se habían detenido al verse sorprendidos por enemigos en aquel lugar. Aunque era de esperarse, un grupo de pieles verdes nunca serian bien vistos en las tierras del imperio. Mirando hacia todos lados los Goblins parecían buscar la presencia posible de mas enemigos y ya no parecían tan decididos a ir tras el muchacho; sin embargo el orco, algo mas decidido vociferaba ordenas que no parecían gustar muchos a los pequeños Goblins.

Si a la distancia los enanos no se equivocaban, el orco parecía estar enviando contra ellos a los tres Goblins intactos, quizá pensando que con eso bastaría. Mientras tanto él mismo junto al Goblin herido se lanzaba a la caza de aquel muchacho; lo cual era curioso pues aunque los pieles verdes fueran estupidos, no tenia mucho sentido que hicieran aquello en dichas circunstancias.

Aprieto el puño un instante con una sonrisa en el rostro, al clavarse la flecha en un blanco. No al que apuntaba exactamente, que era el orco, pero un goblin herido es mejor que nada. Un pequeño grupo, estúpidamente, se separa del resto aún más pequeño aunque con el orco a la cabeza, pero como de esos dos -incluyendo a la primera flecha- ya se encarga el caballero, vuelvo a coger una flecha y respiro profundamente, sabiendo que es muy probable que la puntería de antes no se repita. Preparo el ojo, preparo la cuerda y la mano, y canto una vez más.

-Segunda flecha. -La mano suelta, la cuerda se tensa tratando de volver a su posición original, la flecha vuela. Y sin embargo, ni la distancia es lo suficientemente corta, ni la flecha suficientemente certera. Pero no hay que desesperar, los enemigos siguen siendo pocos y nuestras armas muchas. Lanzo una mirada a la dirección en la que ha caido, por si luego puedo ir a recuperarla, y empiezo a tender la mano a conseguir una nueva flecha. Nadie desespera, solo hay que disparar más.

Gerard cabalgaba sin dudar, lanza en ristre, consiguiendo ponerse entre los pieles verdes y el muchacho. Los enanos le iban siguiendo... como podían, y Aenalor hacía lo mismo en su montura. Además, una flecha (lo más probable que de mano de Aria) alzanzó a uno de los goblins, dejándole malherido. La situación prometía que iba ser un combate breve y positivo para ellos.

Viendo como estaban las cosas, los enemigos casi huyeron en su mayoría, pero el orco puso orden a su manera y mandó a los tres goblins sanos a por los demás, siguiendo él y el otro hacia el perseguido y, por consiguiente, en dirección al bretoniano.

El joven no dudó: siendo de Carcassone, también le tenía una aversión especial a los pieles verdes. Bajó la lanza y cargó directamente contra el orco, ele enemigo más peligroso de los que ahora estaban frente a él. Con dicha criatura fuera de juego, los demás huirían al momento, como hacían siempre. Con esa idea en mente atacó, espoleando a su montura y... terminando por fallar por poco su ataque contra la bestia. Apretó los dientes, diciendo luego para sí:

- Dama, ayudadme a acabar rápido con esta maligna criatura...

Angran no lo vio claro. Con todos los demás lanzándose al combate él decidió permanecer en el carro, junto a Aria. El elfo no tenía un arco para grandes distancias por lo que mantuvo tensa la cuerda mientras apuntaba al goblin más cercano.

Viendo que la pelea era inminente y que todavía había dos pieles verdes persiguiendo al humano, opto por avanzar en diagonal, ara acercarme un poco más y lanzar un hechizo, y para mantener la distancia con los que venían a nuestro encuentro, con la esperanza que el odio entre estos y los enanos les hiciera ir a por ellos mientras el resto intentábamos evitar que acabarán con el joven.

Sigo con el caballo la dirección que ha tomado Aenalor, yendo en diagonal para cortar el paso a los pieles verdes. Aun desconociendo quien es el muchacho esta necesidad que desata en los pieles verdes es digna de estudio....¿que querrán de él, esos bichos?..... y no íbamos a dejar que estos le masacraran si podíamos evitarlo.

- Te sigo Aenalor. Vamos a salvar a ese joven.

Un segunda flecha lanzada por Arianne surco los cielos por sobre las cabezas de los enanos con la clara intención de impactar a los enemigo que se acercaban; lamentablemente para la elfo y todos, esta vez la flecha paso a desviarse por una considerable distancia en relación a la ubicación de los Goblins.

Estos tres diminutos pieles verdes, avanzaban por su cuenta directamente hacia los enanos, aunque ya empezaban a menguar sus ánimos. A la distancia los enanos podían parecer diminutos y regordetes, pero ya de cerca, con tan grandes armas, eran suficientes para disuadirlos. Para colmo de males, había elfos y tres de ellos; eso sin duda era suficiente para recordar que habían dejado algo mas por hacer en el camino.

Gerard por su parte, algo mas al este, cerca de los lindes del bosque, había ya cruzado por donde se encontraba el joven, el cual sorprendido se había distraído y había tropezado para rodar por el suelo varios metros. El bretoniano no tenía tiempo para eso, dando un giro brusco encaró al orco y al Goblin quienes se aproximaban presurosos y cargo contra ellos, para su mala suerte su ataque fallo, y no solo eso, si no que los pieles verdes continuaban su carrera contra el joven humano quien ahora apenas lograba levantarse.

Para suerte de todos, previendo lo que sucedía, Aenalor y Resha se habían lanzado a última hora contra los pieles verdes que perseguían al joven, esto con la clara intención de cortarles el paso e intentar salvar al muchacho.

Un momento... ¿el orco le había ignorado? ¿Seguía yendo a por el chico a pesar de que casi le arrolla Gerard con el caballo y la lanza? Eso era algo extraño... ¿tan interesados estaban en su perseguido?

No había tiempo para estar haciéndose esas preguntas, la verdad. Dió la vuelta a su montura enseguida y volvió a cargar con todas sus intenciones contra el gran piel verde. Si, para su desgracia, volvía a fallar, se quedaría junto a él y usaría la espada (con la que ciertamente estaba más acostumbrado) para abatir a la bestia.

Dicho y hecho, ya iba con la lanza de nuevo en ristre contra el odiado piel verde... fallando otra vez. Apretó los dientes, molesto, y decidió aprovechar que les había pasado de nuevo para tratar de descabalgar lo antes posible, desenvainando la espada para encontrarse con sus enemigos cara a cara.

Angran por fin entró en combate, le costaba tensar aquella cuerda montado en el caballo y el animal se movía, impidiendo apuntar con precisión. No le sorprendió que la flecha volara alta y acabara contra el suelo, más allá de los pielesverdes.

¡Maldición!

Apuro al caballo para llegar hasta la altura del muchacho. El orko y su caterva de indeseables acompañantes no querían soltar la presa, incluso cuando un caballero cargaba contra ellos.....¿Que quieren de ti?.....pienso mientras coloco mi caballo entre los pieles verdes y el chaval. 

- Por el "Padre Invierno", si que son rápidos y decididos estos condenados.

Gurnik Cargó contra uno de los goblins que venían hacia ellos. Cuando llegó a el asió el hacha con fuerza e intento golpear con fuerza en las costillas del piel verde. La hoja del hacha pasó a unos centímetros del goblin ya que había calculado mal el ataque, pero ya era tarde esperó a recibir el ataque del goblin, ya que al menos, ya que no lo mató con ese golpe fallido, esto sería mas divertido.

-Tercera flecha. -Digo mientras la apunto, tras recogerla de entre las otras guardadas en el carcaj. Las preferiría en el suelo... pero no se puede tener todo. A mi lado, la flecha de Angran vuela alta y descentrada, como la mía anterior. Si nuestros compañeros no estuviesen procurando entrar en la batalla cuerpo a cuerpo, ni siquiera habría riesgo. Al menos en esos tres enemigos que vienen hacia aquí. Pero está controlado este sector, y los problemas acuciantes son los de prisa. Es por eso que al apuntar no tiendo el arco en dirección hacia esos tres goblins que se nos acercan sino hacia el orco y el acompañante a los que el bretoniano hace frente casi en solitario.

Así, Gerard vuelve a cargar una vez más, pero antes de que alcance al orco, mi flecha cruza el cielo... y vuelve a mantenerse alejada. Y si el caballero se pone cuerpo a cuerpo, creo que esa va a haber sido la única oportunidad que tenía de darle un apoyo extra para su pelea de dos a uno.

Dos flechas mas surcaron los cielos al tiempo que la batalla se desataba. Tanto Angran como Arianne intentaban prestar a ayuda a sus compañeros, aunque muy poco éxito. El resto por su parte hacia lo suyo y había logrado ahuyentar ya a dos Goblins los cuales eran perseguidos por Grii. Gerard y Gurnik por su parte se habían lanzado al combate en contra de distintos enemigos, lamentablemente no habían tenido éxito.

La buena noticia era que el joven está de nuevo bajo resguardo de Gerard ante la proximidad del orco, esto a la par de que Resha y Aenalor ya estaban ayuda para prestar la ayuda necesaria.

No obstante los pieles verdes no se iban a quedar de brazos cruzados, y lanzado consecutivos ataques arremetieron contra el grupo de mercenarios. Gurnik causando un gran temor en el goblin no había sido siquiera rosado, pero para el caso de Gerard la situación fue un tanto contradictoria. Por un lado el orco con su inmensa espada rebanadora había errado garrafalmente quedando la misma enterrada profundamente en el suelo de las proximidades del bosque, pero por el otro el pequeño goblin había logrado escabullir sus defensas y arremetía ahora contra su caballo.