Partida Rol por web

El cetro de la Ola de Frío I (La muerte de Haldir)

Cronología

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22/01/2013, 19:06
Aenalor

Sumido en las penumbras de mi habitación, con tan solo la luz mortecina de la vela, saco el tintero y una pluma de oca salvaje. Con cuidado, meto la punta en el tintero y, tras escurrir la tinta sobrante, comienzo a escribir con trazos rectos y estilizados…..

Todo empezó en la torre del Duque Domenor. Hasta allí fuimos llamados, a través de un mensaje, algunos compañeros de la llama súbdita que tras varios años nos reunimos de nuevo:

Resha, la bruja de hielo, guapa y fría como la tierra de donde viene. Gurnik Revientacraneos, enano que hizo el juramento de los matadores y busca una muerte honorable luchando contra monstruos. Grii XI Melenarroja, otro viejo enano ingeniero, al que le gusta crear, o incluso inventar cosas y, por último, Arianne, una elfa del bosque con muy malas pulgas, casi tanta como bella era. Por último, el silencioso, y un tanto despreciable, Vlad. En nuestras mentes seguro que seguían las imágenes de su hijo, y de lo sucedido en la oscuridad de las cuevas bajo el pico sangriento.

Junto a los viejos compañeros, había un caballero bretoniano llamado Gerard LeBlanc y un elfo trotamundos llamado Angran.

Allí reunidos estuvimos cenando mientras divagábamos sobre los motivos por los que allí estábamos reunidos. Todo iba bien hasta que los enanos, impacientes por naturaleza, comenzaron a alborotarse por culpa de Vlad, que como siempre demostró haber cambiado más bien poco, bueno, todos en general habíamos cambiado poco durante esos años.

La espera duro más tiempo del deseado, siendo larga y tensa, pero por fin, el criado del Duque nos hizo llamar y nos llevó a una sala donde estaba una dama que se presentó como Ajah. Esa peculiar mujer debía de ser alguien importante, o una gran amiga del Duque, pues nos esperó sentada en el asiento que debería ocupar el Duque, cosa que me pareció de gran atrevimiento por su parte.

Sus palabras todavía resuenan en mi mente

--"Un grupo muy interesante sin duda, versátil y capaz; pero, ¿será eso suficiente para enfrentar lo que el destino les tiene preparados? Cuando el momento llegue, sólo la unión entre ustedes podrá permitirles seguir adelante"-.

–"El destino tiene que ver en todo, como hilos de tiempo que manipulan el danzar de una llama cual marioneta. Y esos hilos pueden pasar fácilmente a una pequeña flama controlada hasta un devastador infierno de fuego lleno de caos. El equilibrio es una clave importante en todo esto y en ti recaerá esa responsabilidad, porque tuya es la esencia d…"-

En ese momento el Duque hizo su aparición y tras unas palabras con la dama, ésta se fue de mala gana.

Una vez a los con el Duque, comenzó a contarnos sus planes.

Habló sobre un guardián del templo eterno, un mito para muchos. Según dicho mito ese guardián era un elfo encargado del cuidado de un templo situado en lo más profundo del bosque de Althern.

 También nos reveló que esa historia era cierta, y no solo un mito, he incluso que el guardián era una persona real que uno puede tocar y ver, o al menos podía, pues según nos contó, esa persona había aparecido muerta.

Y ahí es donde en teoría entramos nosotros. El Duque lo conoció hace ya unos años y se hicieron grandes amigos.

 Hace unos pocos días apareció su cadáver a las afueras del templo que é mismo cuidaba, en una aldea de elfos que esta junto a un río llamada Gihaf. Por lo visto está situada a no más de un kilómetro del templo donde Haldir vivía.

El Duque nos solicitó que fuéramos a por el cadáver de su amigo y lo trajéramos de vuelta a su casa en el menor tiempo posible.

La información que nos proporcionó fue más bien escasa. Apenas nos contó que las mismas criaturas del bosque protegen su cadáver, y que podría haber sido participado por alguna oscura fuerza.

Otra de la parte de nuestra misión será la de averiguar todo lo que podamos sobre acontecimientos extraños, muertes recientes y demás historias sospechosas.

Para nosotros, pertenecientes a la llama súbdita, la deuda que teníamos con el imperio era suficiente para que, al menos, nos interesáramos y pudiera fiarse de nosotros.

En cuanto al por qué había hecho llamar a los otros dos, todavía era un misterio para mí. Al caballero parecía que le bastaba con la posibilidad de encontrarse y combatir contra las fuerzas oscuras, pero al trotamundos ¿Quién sabe? Quizás el solo hecho de incrementar sus experiencias. Eso solo el tiempo nos lo dirá.

A cambio, el Duque  nos ofreció 45 monedas de oro y un salvoconducto para poder movernos por el imperio, además de la posibilidad de limpiar el nombre de Dorn y limpiar nuestro honor y el de llama.

Y así, mañana partiremos en busca de ese cadáver.

4 de Sigmarzeit del año 2531

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14/03/2013, 19:42
Aria (nne)

Después de una corta noche, las cuestiones planteadas por aquel noble humano que hizo que la Llama desapareciese cobran cuerpo en el inicio de un viaje y una misión que, si bien no parece revestir de amplia complicación, es posible que incluya situaciones que nadie ha tenido en cuenta, como siempre.

Me detengo un instante, contemplando lo escrito. No es ni con mucho, suficiente, pero es un buen inicio.

El despertar fue más duro para unos que para otros, pero la mayoría seguimos manteniendo la disciplina inculcada y para el desayuno unos más y otros menos estábamos todos preparados para partir. El noble, con la amabilidad de quien desea una misión bien cumplida, nos ha proveido de dinero y medios para alcanzar nuestro destino, lo segundo en forma de caballos y un carro. Grii intentó apropiarse también de un par de libros, de los cuales uno hablaba de nuestro destino, pero no ha podido guardarlos al no tener un permiso para llevárselos por parte de un encargado de la casa. No veo qué clase de pensamiento racional puede llevar a negarle una ayuda como esa por parte del patrón a quienes están cumpliendo como mano las órdenes de su cabeza, pero siguen siendo humanos al fin y al cabo. Aunque el otro libro debía de ser un horror, propagando historias sobre la mortífera y espantosa pólvora.

Pero lo más interesante de nuestra partida era, sin lugar a dudas, la presencia apartada de Vlad y sus propios guardias que, a posteriori, resulta que no nos iba a acompañar, probablemente desdeñando la oportunidad y enfrascado en su propia vida. Desconozco entonces, por qué se tomaría la molestia de venir hasta esta localización. Elfo extraño, más parecido a los primos de la lejana Naggaroth, aunque por suerte nunca ha demostrado un comportamiento que a éstos se le achaca. Siempre me he preguntado qué hay de cierto y de mentira en todas esas historias, y qué ocurrió realmente antaño. Mas eso no atañe a este momento, y lo que importa es la partida.

Partida en que, la verdad, el sirviente no ayudó demasiado. Charlatan y desconocedor de su entorno, eso nos ha obligado a seleccionar personalmente la ruta, haciendo lo segundo más sencillo y lo más rápido que es buscar un transporte fluvial, que tan bien funcionan ahora, según tengo entendida. Por supuesto, lo más sencillo era cruzar bosque a través, pero los enanos siempre rehuyen esa idea, y a los humanos les disgusta por el coste temporal que conlleva. Pero un bosque es un bosque, aunque no sea el hogar.

Partida y regreso, se llamará algún día este viaje, como muchos otros. El primer destino, Bechafen, y la conversación reinante la de adquirir los pertrechos que unas monedas adicionales permitirían frente a la renta actual de la gente. Sin querer meter mucha más idea, el recado de adquirir unas pocas flechas más que podrían ser necesarias en algún momento he dejado que recaiga en Grii, junto con un poco de cuerda. Quién iba a pensar que no tendríamos oportunidad. Porque tras pasar los muros de la ciudad, la primera parada ha sido buscar un transporte, y ahí todo se ha complicado. Principalmente, por la prisa humana, claro está, y las ansias de dinero que imperan tanto en estos como en los enanos, los que nos acompañan en el viaje y los que no.

Así, he tenido que acabar metida en conseguir un gran trato entre las ansias del capitán de un barco y el puño cerrado de Grii, aunque el resultado no satisfizo ni a unos ni a otros, ocho coronas por cabeza. Considerando que originalmente eran once, pagar con un ligero trabajo es algo que se acepta. Y con las prisas por hacer ese trabajo, subiendo carga al barco, no hubo manera de comprar nada, más allá de una red por parte de nuestro vagabundo y misterioso compañero, el elfo Angran. Otros compañeros lo intentaron por las balsas, pero Aenalor me ha asegurado que las barcazas no llevaban, según él, a ningún sitio válido.

Sobre la conversación con la dama en el barco... -una gota de tinta hace el último punto, dejando claro el tiempo pasado reflexionando- creo que lo guardaré en la memoria y no escrito, por si alguien curiosea estas notas sin deber. Si alguien no quiere ganarse una flecha, más vale preguntar que otra cosa.

Y creo que sobre el día solo cabe destacar las extrañas dudas que han ido demostrando Aenalor y Grii, principalmente, sobre la estancia en el hogar del noble, sueños y arquitectura. Probablemente, alguno de los hermanos de mis padres pudiesen solucionarles las dudas, pero mucha es la distancia que nos separa. Y el caballero es un personaje extraño, pero todavía no sé si proviene de su educación en tierras alejadas del imperio humano o porque simplemente es así.

Unas manos recorren los bordes del papel, mientras los ojos repasan lo escrito. Contenta, le paso un poco de arena por encima para secar la tinta, antes de aprovechar el último pedazo del pergamino para apuntar un poco más.

Espero que el viaje vaya bien. Me gustaría conseguir unas cuantas monedas más para poder adquirir buenos mapas, y no los garabatos que tengo actualmente. Pero estoy segura de que eso es algo que valdrá tanto como el valor que yo le daría, porque unos buenos mapas no son sencillos de encontrar. Por ejemplo, los del noble humano eran burdos, carentes de muchos datos y no más allá de detalles mínimos. Con eso no hay quien descubra un mundo de manera decente. Unos mapas de los que Dorn estuviese muy orgulloso.

Once días para el primer día de Verano, año 2531 del calendario imperial

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16/07/2013, 09:39
Angran

Recién llegados al puerto de Talabheim tuve memorias de la ciudad de Marienburgo, el olor a puerto era tan variado como el de las personas, pero olía igual de mal. Menos sal y más mugre. Cruzar el túnel que lleva al Ojo del Bosque también fue desagradable experiencia olfativa, con todos aquellos mendigos (como una vez lo fui) suplicando por dinero y comida. Pude darles comida: vivir hoy para pedir mañana.

Mi acto de generosidad no fue seguido por los demás e incluso me atrevería a decir que no les gustó. Su autoglorificación y una vida violenta les ha hecho insensibles al sufrimiento ajeno; confío en que algún Dios les oriente, por las buenas o por las malas.

No son tan insensibles a la merma de su economía, y sólo gracias a mi logramos encontrar una posada que, sin escatimar en lujos, fuera acorde a una vida pobre. Por supuesto no escuché ningún agradecimiento por el hallazgo. Todo el mundo estaba demasiado pendiente con las visiones proféticas de Aenalor, que nada parecían aclarar sobre nuestro viaje. También me entra el pavor al entender que mi vida puede peligrar por lo que estos aventureros hicieron en el pasado, y sea yo quien pague por sus pecados.

En su infinita sabiduría Gurnik compró un barril de cerveza que desde entonces cargamos con nuestro equipaje, objeto innecesario y sumamente molesto.

Fue agradable separarme del resto al inicio de la siguiente jornada y encabezar la marcha, me permitía alejarme de ellos y reordenar mis ideas. Algunos días de marcha tranquila y sin sobresaltos. Hasta que acaeció el asunto de los lobos.

Nunca llegué a entender qué fue exactamente lo que pasó ni qué nos ocultaba el granjero; pero estoy seguro de que nuestra gran hazaña, al defender aquella granja familiar de hordas de lobos hambrientos, no fue debidamente recompensada. Arriesgamos nuestras vidas y sacrificamos tiempo de viaje para proteger a un desagradecido granjero que no hizo nada por defender sus tierras y aún quiso arrebatarnos el botín de la victoria. Pese a que no luché con la bravura de Gerard ni la destreza de Resha arriesgué mi vida como todos. por ello me enfadé cuando el granjero quiso arrebatarnos nuestro merecido. Más aún teniendo en cuenta de que estaba en posesión de un maligno artefacto, de eso no había duda, del que no nos quiso hablar. Nos alejamos de la granja con destino a la frontera con Stirland, algo más cohesionados como grupo y yo más consciente de mis defectos. No volveré a ser un estorbo para el grupo y así no tendrán derecho a dirigirme crítica alguna.

Deseo que la próxima vez los lobos le devoren, aunque no deseo ningún mal a su familia.

Noche del 19 de Sigmarzeit del año 2531.

Notas de juego

Cronología desde el 1/3/2013 hasta 21/6/2013.

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10/10/2013, 21:34
Sir Gerard LeBlanc

20 de Sigmec... Sigmarzeit, año Imperial 2531.
Aún no termino de acostumbrarme a las fechas de este país... pero supongo que sigue siendo más sencillo hacer esto así mientras permanezca en estas tierras.

Pasemos a lo que importa. Ha pasado ya algo de tiempo desde que me uní a este grupo de mercenarios que, realmente, es muy variopinto. Es lo primero que salta a la vista. La kislevita y yo somos los únicos humanos del mismo, lo que es realmente curioso. Aunque, la verdad, debo decir que no me estoy sintiendo tan incómodo con ellos como pensé que estaría. De todas formas, sigo sin encontrar correcto el hecho de tener que pasar por alto el hecho de que haya mujeres peleando a mi lado, así como hechiceros.

Ah, creo que me estoy desviando de nuevo... ¿En qué momento creí que sería buena idea apuntar lo que me fuera sucediendo? Son los juglares los que cuentan las historias de los caballeros.

Hoy hemos llegado a Ragenhof (una población más modesta de lo que creía), dónde teníamos planeado coger el transbordador para cruzar el Stir hasta Wurtband. Fue un alivio llegar, las pieles que conseguimos de aquellos lobos ya estaban empezando a ser un problema. Claro, que no iba a ser él quién se encargara de ellas, desconocía que debía hacerse con las mismas o el precio adecuado que les debían dar al venderlas.

Al poco de empezar a internarse en el pueblo, vimos a un grupo de campesinos congregándose alrededor de un hombre que parecía estar alborotándolos. Madmoiselle Resha y yo comentamos ligeramente al respecto en nuestro camino hacia el puerto para comprar los pasajes, mientras el resto se dedicaban a sus compras. Para cuando llegamos ya se unieron a nosotros los dos enanos y monsieur Aenalor, que se habían ocupado, además de lo personal, de ciertas cosas para el grupo. Intentamos él y yo negociar los precios del transbordador con el patrón, al considerarlos algo elevados, más no tuvimos ningún éxito. Al mismo tiempo que estábamos ocupados con estos menesteres, pasó cerca una comitiva, compuesta con hombres de túnicas oscuras, aparentemente realizando rezos mientras marchaban. Según lo que murmuraba el populacho local, pertenecían a una orden seguidora de un dios imperial, un tal Morr. Bueno, es su religión, a mí realmente me da igual un dios u otro que tengan ellos, yo sigo a la Dama del Lago y punto.

Volviendo al asunto de la barcaza, al final tuvimos que pagar lo que el dueño nos pedía, sin posibilidad de que lográramos hacer nada. Llegué a proponer que yo me haría cargo de gran parte del precio, dado que aún tenía cierta comodidad económica, más finalmente abordamos rápidamente el transbordador y cada uno pagó su parte. Aquél transporte nos llevó al otro lado, más no sin dificultades debido a lo sobrecargado que iba. Hubo momentos en los que temí por alguno de mis compañeros (especialmente las damas). Durante el incómodo viaje a través del río se pudo escuchar algo con respecto a la comitiva que ya he mencionado, algo relacionado con unos jóvenes muertos. La verdad, no presté atención.

Finalmente desembarcamos en Wurtbad y allí decidimos proseguir directamente el camino, a pesar de estar anocheciendo, para no tener más gastos y ganar tiempo. Ahora mismo me encuentro junto a la fogata que hemos hecho para esta noche, con mi turno de guardia, escribiendo esto. Y a ver como el viaje prosigue.

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02/01/2014, 18:54
Sir Gerard LeBlanc

26 de Sigmarzeit.
Han pasado unos cuantos días desde que escribiera aquí por última vez. No había necesidad para ello, en mi opinión, pues no sucedió nada que fuera importante, más allá de ir pasando de un pueblo a otro durante el camino a nuestro destino.

Hasta hoy, claro.

Íbamos ya en camino hacia el bosque, estando bastante cerca del mismo gracias a las indicaciones de los habitantes de la aldea dónde pasamos la noche (que, por cierto, resultó extraño estar en un lugar en el que todos los habitantes me llegaban por la cintura), cuando sucedió algo realmente inesperado: apareció un joven humano que corría como un conejo, dando la impresión de que huía de algo. Impresión que se volvió completamente acertada cuando varios pieles verdes aparecieron pisándole los talones. Ante esa vista, no dudé un momento en espolear a mi montura para interponerme entre las bestias y el chico, buscando protegerle mientras mis compañeros llegaban para acabar con esas infestas criaturas. Enseguida nos ocupamos de ellas, tras lo cuál hablamos con el rescatado.

Las sorpresas comenzaban ahí.

El chico dijo llamarse Leopold y parecía bastante ignorante. Quiero decir, no sabía que lo que había estado a punto de matarle eran un grupo de pieles verdes, cuando prácticamente cualquier persona en el Viejo Mundo sabe qué es un orco. Y además, dijo proceder de la misma aldea a la que nos dirigíamos, Gifah. Afortunada coincidencia, ¿no? Eso era lo que todos debimos pensar en ese momento seguramente, para luego empezar a tener sospechas con respecto a él por diversos motivos. Ciertamente, era rara su forma de actuar, así como el aparente desconocimiento que tenía de cosas comunes del mundo.

Tras dejar atrás, casi a la entrada del bosque, a una posada de medianos (los cuales parecían sorprendidos de ver un grupo así de variopinto) entramos en Althern. Enseguida quedó muy patente que era completamente distinto a ningún otro que yo hubiera conocido anteriormente. Resulta difícil describirlo, pero... es como si hubiera algo misterior envolviéndolo. No peligroso ni nada similar, sólo... misterioso.

Cuando nos habíamos adentrado ya bastante en el bosque, logramos vislumbrar en la distancia la aldea que era nuestro destino. En ese momento, el chico dijo que aquí debía dejarnos, pues no quería tener problemas por haber llevado a unos extraños a la aldea. Un poco extraño, dado que él mismo se había ofrecido. En cualquier caso, todos coincidimos en avanzar cautelosos y que fuera nuestra compañera Aria la que fuera primero, dado que era una elfa de los bosques.

Una vez proseguimos el camino, no tardamos en ser rodeados por los centinelas del poblado. Ni los habíamos visto. En cierto sentido, es un alivio saber que seres así no forman parte de las filas del Caos, porque sino, habríamos muerto de ellos haberlo querido antes de poder abrir la boca. El primero en hablar, por desgracia, fue el matador, diciendo justamente el tipo de cosa que podía acabar con nosotros atravesados por múltiples flechas en el sitio (que indigna forma de morir, por cierto).

Por fortuna, Aria hizo su papel de mediadora, aunque lo hizo de una manera que nos tomó por sorpresa a todos, por lo que me pareció ver: habló en su lengua natal. Resultó una experiencia sorprendente, no por el hecho de escuchar ese idioma, sino por cómo la cambiaba el tono de voz al hablar. Era... como si durante todo el tiempo que la hubiera estado escuchando hablar la lengua imperial hubiera estado ronca y ahora pudiese usar su voz real. Una voz demasiado hermosa como para poder expresarlo con palabras.

Tras unos instantes ligeramente tensos en los que, como era de esperar, los centinelas, concretamente su líder, a quién se le notaba bastante molesto por nuestra presencia, querían saber quiénes eramos y cuáles eran nuestras intenciones para haber venido a su aldea, Aenalor dió las respuestas oportunas. Sin embargo, preguntaban por el papel del chico y dado que no les podíamos dar respuesta por habérselo prometido al chico, la situación se tensó rápidamente. Pero antes de que las cosas se torcieran realmente, apareció el que parecía ser el líder de la aldea para intervenir y decir que nos llevaran a su cabaña como sus invitados, así como al joven Leopold.

Superado este pequeño percance inicial, pudimos ir atravesando el poblado hasta la cabaña del líder. Era una aldea pequeña, como para unos 40 o 50 habitantes. Aún me resulta curioso lo bien que parece integrarse con el mismo bosque, sin perturbarlo. Durante este tramo, Grii estaba todavía mascullando cosas con respecto a lo ocurrido ante lo cual decidí tratar de calmarle un poco. No necesitábamos renovar las hostilidades.

Una vez acomodados en la cabaña del sabio, este quiso saber algunas cosas antes que nosotros empezaramos a hacerle preguntas. Concretamente, quién era el duque y su relación con el guardián Haldir, al que respondimos con lo podo que sabiamos. Para todos los presentes resultaba misterios como un noble imperial conocía a un viejo elfo en un templo a tanta distancia ambos entre sí, más no era una pregunta a la que fueramos a dar respuesta dándole vueltas y más vueltas.

Entonces nos dijo que él nos había visto en sueños, por eso sabía que ibamos a llegar. Sabía que lo consideraríamos extraño y no hacía mucho que uno de nosotros había tenido un sueño extraño. Yo mismo conocía hisotiras que decían que los caballeros como yo, en su búsqueda del Grial o en otras ocasiones podían tener sueños de la Dama dándoles indicaciones. Sin embargo, al parecer el del sabio requería una historia de cuando él era más joven.

Al parecer, hacía mucho tiempo, se había encontrado a una mujer humana herida en el bosque, en bastante mal estado, que al parecer se recriminaba haber fallado a alguien antes de caer inconsciente. Él se había ocupado de cuidarla en secreto hasta que, días más tarde, desperto. Según contó, lo primero que le preguntó fue si Haldir estaba bien, a lo que Lanel le contestó que sí. Eso la alegró (de hecho, por un momento se permitió alabar la belleza de la chica). Ella le hizo prometer que cuidaría del guardián del templo antes de marcharse y que se verían en el futuro cuando fuera necesario.

El caso era que fue ella quién se le apareció en sueños avisándole de nuestra llegada, llevando a la lógica pregunta de cómo lo había sabido.

De cualquier manera quiso saber cómo nos podía ayudar. Por un momento estábamos todos preguntándonos cómo era posible lo que nos había contado, intercalando nuestras preguntas entre esa historia y la misión que nos atañía. De destacar la parte del propio muerto: presentaba heridas de alguna hoja que podía haber estado envenenada o similar, realizadas por la espalda, lo que resultaba raro y, a la par, para mí, innoble y perverso.

Cuando el chico Leopold llegó a la cabaña, hubo un momento algo tenso que nos tocó la moral a todos nosotros, pues nos acusó de que le habíamos obligado a llevarle hasta allí. Terminamos por dejarlo pasar, por ahora, pues iba a ser nuestro guía hasta el templo. Resha, sin embargo, quiso saber si el menor podía decirnos algo más, pero el muchacho supo cómo evitarla, mencionando simplemente a una ardilla especialmente grande que estaba asustada.

Ya habiendo acabado, fuimos todos a descansar, ocupandome yo primero de mi caballo en un arroyo cercano, uniéndoseme poco más tarde el de Aria por su propia cuenta. Los elfos del pueblo estaban realizando alguna clase de festejos como conmemoración de Haldir. Nosotros, mientras, terminamos en nuestra cabaña para ponernos a descansar, hablando de lo que sabíamos y nos habían contado con respecto a nuestra misión. Por ejemplo, nuestros compañeros enanos hablaron de una extraña raza de hombres rata, comentario al que no les dí mucho crédito, imaginando que lo confundían con algún tipo de hombres bestia. También hablamos de la posibilidad del uso de magia oscura. Pero, por ahora, todo son conjeturas.

Sinceramente, desde hace rato me siento como pez fuera del agua. Soy un caballero, acostumbrado a enfrentarme al enemigo cara a cara en combate. Todo esto de magia, asesinatos misteriosos e investigación... no es lo mio. Y así he llegado a confesárselo a mis compañeros.

En cualquier caso, debo descansar ya. Mañana nos espera un largo día.

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04/02/2014, 10:59
Grii XI Melenarroja

Amanecer del 27 de Sigmarzeit:

 

De nuevo en marcha, y perdidos en un bosque lleno de criaturas que no conocían, y de otras, que aun conociéndolas no resultaban gratas como compañía en el viaje, como esos elfos armados y el propio Leopold.

Como siga así por mis antepasados que le daré tal colleja que le saldrá la barba de golpe...

Los caminos se perdían entre los árboles, y menos mal que los elfos se encontraban con nosotros porque sino estaríamos perdidos haciendo círculos. Sin duda no era un lugar hecho para los enanos, nosotros contabamos con innumerables carreteras, que aún en mal estado y descuidadas por la crisis en la que se hallaban sumergidos, te llevaban a todos sitios.

Con las botas llenas de barro y el mal humor propio de alguien que lleva mucho tiempo sin beber cerveza y caminando entre el fango, llegamos a nuestro destino. Allí había un árbol rodeado de un pequeño lago, y de repente y para mi sorpresa, se empezó a mover.

Casi sin querer dí un paso hacia atrás, como diría mi padre para alentar a los cobardes, "para coger carrerilla". Leopold rompió el silencio, como no podía ser de otra manera para dirigirse al hombre árbol, que resultaba llamarse Yena.

Menudo nombre, aunque siendo un árbol que habla, me espero cualquier cosa.

Leopold actuaba de traductor entre ese majestuoso ser y nosotros. He de decir que al ser una criatura de tantos años de edad, me profesa infinito respeto. Los enanos muchas veces tomamos por inferiores a los humanos por su fugaz vida, así que ese ser podría perfectamente tacharme a mi de lo mismo...

Lo tendré en cuenta la próxima vez, en ocasiones somos injustos con los humanos, pero muchos si que se lo merecen.

Tras unas cuantas palabras del resto del grupo donde los elfos parecieron mostrarse mas dados a la palabra, parece que el árbol se fijo en Gurnik y en mi. Y quería saber que pensábamos del chico...

Así que tocó buscar unas palabras que contentaran a todo el mundo, sin llegar a herir al chico o acusarle de nada pero dejando claro que tampoco somos sus seguidores incondicionales. Por supuesto, Gurnik dejó huella al opinar sobre el chico, haciendo justo lo contrario a lo que yo pensaba: Ser directo y poner todas las cartas sobre la mesa.

No le pareció gustar mucho al chico, pero que le vamos a hacer. Alguien tenía que decirle a ese mocoso las cosas como eran.

Partieron hacia el templo y tras varios encuentros con seres que no parecían demasiado contentos con que ellos estuvieran por la zona y caminos tortuosos llegaron al templo. No se parecía a nada de lo que hubiera visto antes, no era enano ni humano, y por la cara que ponían los elfos tampoco parecía que ellos estuvieran familiarizados con ese tipo de estructuras... Se debía de tratar de algo milenario, muy antiguo.

Pero no había tiempo para admirar la arquitectura. Estaban en una situación en la que estar centrado era lo primordial. Empezaron a buscar por el templo, y aquellos que eran sensibles a los vientos de la magia encontraron señales de magia negra que iba dirigida a romper algún tipo de hechizo. Lo cual ya era una mala noticia. Luego yo mismo encontré viandas y una flauta que guardé y que no se lo que valdrá, pero nunca se sabe. Mientras hacían nuevos hallazgos el joven les iba explicando que era cada cosa, cuando de repente, ¡PREMIO! Un cofre que guardaba una especie de bastón de poder, que utilizaba Haldir y que según los magos irradiaba poder.

Una vez acabamos los hallazgos, partimos hacia el río, lugar en el que supuestamente había caído el guardián. De camino allí mis sentidos se agudizaron, porque unas palabras del pequeño me hicieron pensar mal de el. Divertido decía... Nunca terminaré de confiar en el. Nunca bajaré la guardia.

Y una vez llegados al punto, mis sospechas se cumplieron. El joven había hablado de algo que le resultaba divertido, ¿Divertido ir al lugar donde tu maestro había muerto? Debe estar mal de la cabeza... Y no solo eso, había huellas de orcos, por todos lados...

Alarmados todos salimos a toda velocidad con dirección a la aldea elfa, donde el alto elfo tuvimos un episodio del que nunca me olvidaré pero que no escribiré en mi diario, y partimos a toda velocidad hacia la aldea y con suerte no encontramos orco ninguno por el camino.

Menos mal que habíamos llegado. Por fin se encontraba con su martillo de guerra y su escudo, que era en esos momentos lo único que necesitaba. Todos teníamos preguntas sobre el bastón y así se lo hicimos saber al sabio y venerable líder elfo, y amablemente se prestó a responderlas.

Por lo que nos dijo se trataba de un bastón de gran poder, tan antiguo que pocos elfos sabían de su existencia. Pero lo mas importante que dijo fue que el bastón se quedaba, aunque para desgracia mía el joven no...

Otra vez tendrían que aguantar sus impertinencias por el camino... Maldita era su suerte...

Y ahí quedo todo, se retiraron a descansar e hicieron los preparativos para marchar a la mañana siguiente, incluyendo muchos víveres que los elfos les cedieron para financiar su vuelta.

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01/09/2014, 02:11
Leopold

Anochecer del 11 de Sommerzeit del año 2531...

Mi maestro ha muerto días atrás, las personas que conocí en los días pasados me han acompañado hasta el lugar que han prometido, será su hogar de descanso tal como se hablará con el viejo árbol. Al menos estas personas no mienten, y aunque algunos tienes cosas no tan puras en sus mentes, en general son buenas personas.

Partimos una mañana días atrás, el enano inteligente me ha dicho que fue el 28 del mes pasado, el otro probablemente no sabe ni donde se encuentra, solo piensa en donde clavar su hacha o en el contenido de su barril. He pensado en cambiarlo por agua pero creo podría tomárselo a mal y habría demasiadas preguntas. Lo he dejado pasar.

Nuestro viaje nos llevó a través de las tierras de los medianos, no he podido despedirme de Frank, nunca le pregunté donde vivía. Mas allá de la asamblea nos adentramos en un reino llamado Stirland, un lugar oscuro y sombrío, lleno de rumores y gente sucia; aunque empiezo a creer que no existen los humanos limpios, menos aun enanos. Aunque quizá si en el reino de Sir Gerard, al parecer lo llama Bretonia.

Llegamos a Wurtbad tras algunos días de viaje en el que el rumor de pieles verdes se hizo mas grande conforme avanzábamos hacia allí. La ciudad misma, con sus murallas cerradas y su inmensidad de refugiados nos confirmó que así era. Nos costó entrar pero al final, tras acabar con las autoridades de la ciudad, logramos adentrarnos y continuar nuestro viaje. Mis acompañantes vendieron allí muchas de las mercancías que les dieran los elfos del bosque de Althern y luego hicieron tratos con un regordete hombre para viajar hasta una ciudad llamada Lieske. La ciudad de Wurtbad estaba atestada de gente y fue difícil abrirse camino e impedir que llegasen a robarnos nuestras pertenencias; por suerte estuve muy atento a ello y logre evitarlo varias veces, Haldir estaría contento.

Salimos de la ciudad a través de su puerto cruzando el Stir. El viaje fue en principio fácil, eso hasta el momento en que fuimos atacados por bandidos; tuve la impresión de que el viaje terminaría allí, pero mis acompañantes para mi sorpresa, estaban lejos de ser simples viajeros. Haldir también estaría contento por mi desempeño aquel día, vaya que fue divertido esquivarlas, aunque realmente podría haber hecho mas; no obstante habría sido peligroso. Lo deje pasar también.

Conocimos allí al malhumorado elfo llamado Fanel allí mismo; desde aquel momento note que su mente estaba turbada por la ira. Algo oculta y algo desea con ansiedad, pero jamas suelta pista alguna al respecto. Pese a ello, al cabo de los días en su compañía, he notado que en el interior es un hombre tan bueno y honorable como el mismo Sir Gerard.

Dejamos al regordete hombre y a su fugaz esposa en Lieske, tal como mis acompañantes habían acordado. Desde allí viajamos hasta otro reino llamado Talabecland, el cual atravesamos hasta llegar a Talagad, una sucia y apestosa ciudad portuaria junto al Talabec cuyas calles estaban plagadas de ratas y gente muy sucia, Grii dijo que se llamaban vagabundos y pordioseros.

Ahora viajamos hacia otra ciudad llamada Bechafen que según recuerdo lo mucho que me enseñó Haldir, pertenece al reino de Ostermark, si no mal se, es de hecho la capital tras la caída de Mordheim. Allí se encuentra lugar en donde mi maestro descansará. Navegando a través del Talabec, espero con ansias conocer todo aquello de lo que mi maestro mi habló y que solo hasta ahora he podido comprender.

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21/10/2014, 18:15
Resha Leva

Noche del 11 de Sommerzeit del año 2531.

Tras cinco días de un aburrido viaje por el rio Talabec, llegamos a desembarcar en Bechafen.  Una pequeña marcha y por fin podíamos ver de nuevo la torre del Duque, era el final de nuestro viaje. El cuerpo de Guardián Haldir por fin llegaría a su último lugar de reposo y nosotros obtendríamos nuestros preciados salvoconductos. Teníamos la libertad de andar por todo el Imperio Justo al alcance de nuestra mano.

Cansados y polvorientos hicimos acto de presencia en el patio de armas de la torre, el mayordomo del duque allí nos esperaba para darnos la bienvenida y darnos unas últimas instrucciones del duque. Con respecto a tratamiento del cuerpo del Guardián y el comportamiento de Fanel sería para rellenar toda una crónica de despropósitos.

El duque Domenor nos recibió en el salón con el boato del poder que representaba y una bienvenida. El salón contaba con unos aperitivos ligeros y dos nuevas incorporaciones como mas tarde sabríamos, un enano y un antiguo conocido de la hermandad de la que hace tiempo formábamos parte. Llegó el tiempo de las preguntas acerca de la misión y el tiempo de la recompensa, ni las respuestas a las primeras, ni la entrega de la segunda fueron suficientes a unos y a otros. No obtendríamos el preciado salvo conducto, al menos no por ahora.

Así con la promesa de la entrega del salvoconducto, una nueva misión nos era encomendada. Los pieles verdes amenazaban las tierras del Imperio y con la incorporación de los nuevos compañeros, se nos solicitaba que los encontráramos y ayudáramos a darles fin. Pero la noche avanza y muchos detalles quedan por ser revelados, un baño y una cama le esperan al que lo desee. Las exequias por Haldir serán al día siguiente.

Mañana del 12 Sommerzeit del año 2531

Con la mañana llegó la hora del funeral, vestidos con las mejores galas, aquellos que las tenían, fuimos a mostrar nuestros últimos respetos al guardián. Un pequeño jardín tras la torre fue el lugar elegido para su última morada, un lugar lleno de árboles y un altar donde el ataúd de mármol descansaría, las trazas de su raza habían sido grabadas en ambas piedras. El dolor por la pérdida era patente en el pequeño aprendiz y el duque, los demás solo estábamos allí por deber y compromiso. Fanel para sorpresa de todos tuvo a bien cantar lo que parecía un canto fúnebre, era la primera vez que generaba en mi mas sorpresa que desagrado. Con el fin de la ceremonia cada uno se recogió para realizar los actos que más le dictara el corazón, el caballero fue de los pocos que se preocuparon por el joven Leopold.

El duque solicito nuestra presencia una vez más. Agasajándonos con una opulenta cena puso sus cartas sobre la mesa, hablamos de la misión que el día anterior nos había esbozado. Parte de la misión consistía en localizar y a ser posible eliminar a estos seres, muchos pusieron sobre la mesa que la sombra de la venganza influía para esta parte de la misión. El terreno a explorar era lo suficientemente amplio como para pasar varios meses de un lugar a otro sin siquiera ver un orco, por lo que había que buscar una solución alternativa tratar con un mediador. En este caso un ladrón y siendo una figura la cual se saltaba la ley, algunos compañeros mostraron su desacuerdo a tratar con tal personaje…..pero no hay más remedio que  hacerlo si queríamos triunfar. Para empeorar la situación Fanel formaría parte del grupo y sería uno de los que tratara con el oscuro personaje.

Una vez resuelto el asunto del ladrón y las maneras de convencer a este que nos ayudara, tratamos el delicado asunto de las recompensas. Se ofrecía oro y la promesa, esta vez esperamos que si, del salvo conducto para aquellos que no lo teníamos. En esto termino la cena, tras la marcha de cada uno de los compañeros a sus aposentos, solo quedaba descansar. Al despuntar el día daría comienzo nuestra misión. 

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25/03/2015, 22:23
Seiger Kantor

Las siguientes palabras en aquel papel están escritas en con una caligrafía impecable, aunque de caracteres reducidos y apretados, del tipo que acaban usando algunos escribas y copistas.

Noche del 16 de Sommerzeit del año 2531 de Nuestro Señor Sigmar.

Los acontecimientos de éste día nos conducen al desastre. Partimos, con una misión por parte del duque Domenor, hace ya algunos días. Debíamos dar con ese pelotón de orcos, que  probablemente tuviera algo que ver en la muerte de su amigo elfo, y para ello teníamos dos opciones: o intentar hacerlo por nosotros mismos, o contactar con un hombre llamado Rasshmusen, un habitante indigno del Imperio, dedicado al crimen… Y que sin duda medraba con la miseria que se había instalado en mi querida nación.

Decidimos, por cuestiones prácticas, contactar con este hombre, para lo que el duque nos había facilitado una abultada bolsa de dinero con la que comprar la información, así como dado permiso para usar también información sobre la extraña mujer que le acompañaba, a la que aquel canalla parecía estar buscando. El viaje hasta Beck no revistió ninguna complicación, y por tanto es irrelevante para esta narración. Los acontecimientos en el propio pueblo, por el contrario, sí son merecedores (por desgracia) de aparecer en este texto.

Todo empezó de manera más o menos afortunada para nosotros. Fanel, el elfo que nos acompañaba por obra del duque, consiguió acordar una cita con el criminal que buscábamos, con la excusa de ser un grupo de mercenarios que tenían un buen negocio entre manos. Ya teníamos la posibilidad de hablar. Ahora había que perfilar un plan, y eso fue lo que hicimos. Ni Sir Gerard, un digno caballero bretoniano, ni Aenalor, un mago elfo, ni yo mismo, en calidad de iniciado del sacerdocio sigmarita, parecíamos encajar demasiado bien en esa coartada, y así lo manifestamos.

Por lo tanto, se acordó que iríamos antes, a comprobar el terreno… Pero nosotros tres no participaríamos en la reunión. Tampoco Angran, que ejercería un papel auxiliar, disfrazado de mendigo.

Sin embargo, a partir de ese punto, las cosas se complicaron. No bastó con echar un vistazo, sino que parte de nuestro grupo decidió entrar en aquel lugar, una vidriería abandonada, donde había dos borrachos bebiendo. Uno de ellos era el propio Rasshmusen, pero eso no lo sabríamos hasta más tarde. Tras algunos recordatorios por mi parte, volvimos al plan original, y el grupo del que formaba parte se movió para tomar posiciones, en un escondrijo con el que pude dar, que no era el mejor, pero al menos permitía visibilidad de la zona de la reunión.

Antes de escabullirnos, pudimos ver el primer enfrentamiento verbal con los criminales, cuando el grupo que iba a entrar estuvo a punto de llegar a las manos con otros ladrones que llegaban, sin saber aún nosotros quién era Rasshmusen. La reunión, por tanto, empezaba con tensiones. De lo siguiente que ocurrió poco sé, pues desde nuestro lugar de observación sólo se podía observar, no escuchar… Y nadie ha tenido muchas ganas de hablar de lo ocurrido. Sé que hubo frustración, que aquel líder de criminales parecía complacido y que finalmente se dio la reunión por concluida, con movimientos bastante hostiles y amenazantes por parte de los hombres de Rasshmusen. Lo que ocurrió en aquella vidriería, sólo mis compañeros, esos ladrones y los dioses lo saben.

Pero el resultado de la reunión sí que lo conocimos poco después. Había tensión e imprecaciones en el grupo que entró, y dijeron que habían dado todo el oro que el duque les había dado, además de toda la información sobre la mujer que estaba con él. Y no sólo eso, sino que prácticamente habían sido expulsados del pueblo por el jefe ladrón, después de haber sacado de ellos todo eso. A cambio, habían obtenido algunas indicaciones del paso y la dirección de los orcos… Insuficiente para el pago. Debo admitir que sigo sin entender nada de lo ocurrido. Sin embargo, el robo no terminó ahí. Al volver a la posada donde dejamos los caballos y la carreta, nos dimos cuenta del último detalle que había tenido con nosotros aquel sinvergüenza: había cambiado nuestros caballos por otros que bien podrían tener ya más de una pezuña en el reino de Morr, ya sea por vejez, por enfermedad, o por ambas cosas. No habían respetado ninguno, desde nuestras humildes monturas, hasta el magnífico caballo de Sir Gerard.

El tiempo corría. Creo que eso es lo único que nos impidió intentar dar con Rasshmusen y hacerle pagar por tamaña ofensa. Pero hacerlo podría haber supuesto no dar con los pieles verdes, el motivo principal de nuestro viaje, que debería verse recompensado con la posibilidad de volver a poder entrar libremente en el Imperio, algo que me haría extremadamente feliz.

Con la información, hemos decidido un curso de acción. Salimos de allí con dirección a Vienau, para alquilar pasaje en un transbordador que remontara el río. Y allí nos encontramos, esperando que nuestras decisiones sean acertadas y poder dar con esa banda pielverde antes de que sea demasiado tarde. ¡Ojalá Sigmar nos sonría y nos permita acabar con la escoria orca que campa por su gran Imperio!

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09/04/2016, 05:00
Sargón

Atardecer del 15 de Vorgenheim del 2531

“¡Si, estamos a 15 de Vorgenheim del año 2531, maldito perdido!”-Respondo al estúpido comensal antes de continuar con mi historia.

“Un jodi’o viaje. Después de toda esa mierda del tal Rasshmusen, hijo de puta al que algún día abriré la barriga, nos pusimos en camino con esas mierdas de animales moribundos y todo para poder alcanzar nuestro objetivo, que no era otro que el siguiente pueblo que los pieles verdes atacarían según la palabras del ladrón puto ese. Así es como nos fuimos desde Beck hasta Vienau por tierra y ahí tomamos una barcaza que nos llevó hasta Bechafen después de cuatro días. Cuando llegamos, teníamos claros de que algún lamepollas de Rasshmusen nos seguía, por lo que no quisimos que nos asociaran al Duque y seguimos avanzando hacia un pueblo de mierda cuyo nombre no recuerdo, una mierda de nombre difícil. ¿Cómo es que se llamaba? Ahh, ya lo recuerdo, nombre de mierda: Menshenfresserhoffen. ¿A qué jodido humano se le ocurre bautizar así un pueblo? Uno imbécil y con ganas de joder. Bueno, a ese pueblo llegamos en solo dos días a pesar de que nuestras bestias eran charqui. Un día después avanzando por las colinas fue que llegamos a Seuthes. Tomamos el camino imperial hacia el sur e intentamos recabar algún rumor que se pudiese escuchar pero no fue mucho lo que nos dijeron. La elfa desapareció sin decir nada y al tiempo apareció con tres jodidos caballos jóvenes y fuertes. Le dio uno a Fanel y otro al bretoniano. En poco más de un día llegamos a Sitlakes y luego de unas horas a Rhebulas. Allá nos enteramos de que Kiel había sido atacado y había quedado en ruinas prácticamente, por lo que tomamos ese camino como si tuviésemos un ají metido entre las nalgas. Después de casi dos días llegamos a Kiel y vimos cenizas por doquier. Habían casas que habían sido quemadas y mucha gente muerta mientras que solo quedaban unos pocos habitantes que salieron a nuestro encuentro pensando que éramos alguna clase de comitiva imperial para ayudarles. ¡Solo catorce personas quedaban vivas y casi ninguno capaz de mantener en alto un hacha! Nos pusimos a enterrar a los muertos para que Seiger pudiese hacer los ritos apropiados ¿Qué por qué lo hice?” -Bebo un gran trago de cerveza antes de responder- “Porque íbamos a quedarnos ahí y no era correcto no ayudar. ¡Con un demonio! ¡Si, me dio pena esa gente! ¡Inútiles y enclenques pero no merecían lo que les hicieron! Me sentí bien haciéndolo pero no se lo digas a nadie o pensarán que soy un blandengue. Mientras trabajamos en ello, Grii y Aenalor se pusieron a reclutar y consiguieron que un joven llamado Hans se nos uniese, dispuesto a luchar contra los orcos y vengar a su gente a pesar de que un goblin le mataría sin dificultades a juzgar por lo flacucho que era. ¡Ese de ahí es Hans, míralo! ¡Es un saco de huesos pero tiene cojones! En el pueblo nos dijeron que buscásemos a un cazador llamado Lanz, que él nos podría decir más, así que apenas terminamos, nos fuimos por el bosque para revisar el rastro que habían encontrado. Allá nos encontramos con el tal Lanz, un cazador que no debe haber sido muy bueno porque lo atrapamos acechándonos como un mirón depravado. Al final nos contó de un camino más al norte, por las colinas, que bordea el bosque de la famosa Mordheim. Concluyeron que por allí avanzaron los pieles verdes y entonces tomaríamos el mismo camino. El tema es que con la carreta éramos muy lentos, así que Sir Gerard, Arianne y Seiger se fueron en los caballos jóvenes para adelantarse y llegar al pueblo antes mientras nosotros nos intentamos apurar todo lo que podemos. Nos separamos y continuamos nuestro camino ahora junto al joven Hans, que se negaba a hacerle caso a Grii y ser un herrero porque quería ser un guerrero y matar pieles verdes.”

Me río un poco de la imagen de Hans peleando con Grii. Bueno, Grii es un tipo bien conflictivo: Peleó con Aria, con Fanel y hasta conmigo se peleó una vez. Es un jodido dolor en el culo pero creo que empiezo a tomarle aprecio.

“Una noche íbamos al lado del bosque, ya separados de quienes se adelantaron, cuando escuchamos un grito de entre los árboles. Hans saltó de inmediato, que quería ir a salvar a la damisela, pero Fanel lo paró de inmediato diciéndole que no sea tan imbécil de creer que realmente era una humana. No entendí bien sus palabras hasta que, después de una discusión de mierda, aparecieron unas criaturas desde el bosque. Eran como cadáveres de hombres pero que se movían igual. Otros eran figuras fantasmales de personas y uno era chillón y traslúcido. Tuvimos una buena batalla en la que algunos la vieron más difícil que otros pero todos vivimos y vencimos a los enemigos. Fue divertido. Después nos fuimos cagando leches para alejarnos del bosque.”

Mi boca se ha secado de tanto hablar así que me empino mi cerveza hasta el final. Luego de eso continúo:

“Varios días después, más de una semana, encontramos en el camino un letrero que nos avisaba de la cercanía de los orcos y que parecía firmado por Seiger Kantor, ocho días antes de que nosotros lo viésemos. Decidimos que avanzaríamos lo más rápido posible para reunirnos con nuestros compañeros y defender el pueblo. Así es como partimos y pronto descubrimos que los pieles verdes deben estar cerca y ser alrededor de cien, lo que los vuelve una legión de temer. Avanzamos con todo lo que pudimos, apretando todo lo posible a los caballos sin matarlos hasta que llegamos a Burgenhof después de seis días de haber visto el letrero. Bajamos por el sendero desde las colinas y vimos que había harta actividad de lo que parecían ser soldados del Imperio. Incluso vimos a Aria vigilando el perímetro así que no perdimos tiempo en reunirnos con ellos. Pero ahora viene lo bueno: Un cuerno de guerra que sonó mientras los milicianos nos preguntaban para entrar al pueblo. Un jodi’o cuerno de guerra orco que llamaba a la batalla. Ahí comenzó la verdadera gresca y muy buena fue pero eso es otra historia, para otra pinta de cerveza.”-Mi cerveza se acabó y con eso, la historia.

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27/04/2016, 21:28
Sir Gerard LeBlanc

Atardecer del 15 de Vorgenheim del 2531

Seguimos a los orcos lo mejor que pudimos y lo más rápido que nos fue posible tras haber sido engañados por el miserable de Rasshmusen. Aún estoy muy molesto, por no decir cabreado, por el robo de mi montura. Había sido mía desde 
hacía tantos años, criada por mi misma mano... De alguna forma acabaré recuperándola, pero en ese momento los pielesverdes eran una prioridad incuestionable. Lamentablemente, a pesar de todos nuestros esfuerzos, no llegamos a tiempo a Kiel: los orcos habían llegado antes y la habían arrasado, dejando tan sólo a poco más de dos docenas de supervivientes aterrados y sin saber cómo podrían sobrevivir a los meses venideros. El sacerdote sigmarita deseaba hacer sepulturas apropiadas y algunos no dudamos en emplear algo de tiempo para ayudar a esas pobres gentes a enterrar a sus muertos, a pesar de las protestas de monsieur Fanel.

Una vez terminamos, monsieur Grii y monsieur Aenalor indagaron entre los campesinos para ver si conseguían que alguno nos ayudase a impedir que los pieles verdes siguieron destruyendo más vidas, pero no tuvieron mucho éxito. Sólo un joven llamado Hans se mostró dispuesto a acompañarnos, mostrando, como diría mi señor padre, la imprudencia propia de la juventud. También intentaron convencer al cazador del pueblo, un hombre llamado Lanz, del que los supervivientes nos habían indicado que podía ayudarnos, al menos, para conocer la direccón que habían tomado los orcos. si bien sí nos dio las indicaciones oportunas, no quiso abandonar a los suyos, algo completamente comprensible.

La situación ante la que nos encontramos fue que necesitábamos adelantarnos a los orcos de alguna manera para alertar al siguiente poblado de un posible ataque. No queríamos que lo ocurrido en Kiel sucediera de nuevo. Así que, tras varias deliberaciones, decidimos que madmoiselle Aria, monsieur Kantor y yo mismo, usaríamos los mejores corceles para ir a marchas forzadas hasta Burgenhof, mientras los demás, con la carreta, nos seguían lo más rápido que les fuera posible. Con la decisión tomada, nos pusimos en camino al momento.

Al cuarto día de nuestra marcha, tomando tan sólo los descansos estrictamente necesarios, sucedió algo que nos obligó a detenernos por un rato. De pronto, nuestra compañera elfa se detuvo y abatió con su arco un centinela goblin apostado en un árbol a un lado del camino. Aquello nos sorprendió, pero más lo hizo el que madmoiselle Aria, sin mediar palabra, se adentrara en la espesura. Nosotros tuvimos que esperar allí sin más opciones hasta que regresó como una hora más tarde y nos contó que había encontrado el escondite de los inmundos pieles verdes. Eran, sin embargo, demasiados para que nosotros sólos nos encargáramos de ellos, así que optamos por seguir adelante al mismo ritmo, dejándoles al resto de nuestros compañeros un mensaje en clave (escrito por la propia elfa) a un costado del camino.

Tras dos días más de marcha, durante los cuales tuve algunos problemas para hacerme a la nueva montura que días atrás madmoiselle Aria había traido de parte del duque tras el fiasco con Rasshmusen, finalmente llegamos a nuestro destino. Huelga decir que estábamos cansados y algo hambrientos pues, a pesar de que llevábamos provisiones, no se hizo nada fácil una marcha semejante. Ya nada más llegar, se hizo evidente que habíamos hecho bien en adelantarnos para advertirles, porque el único vigilante era un hombre poco pertrechado y que estaba visiblemente distraído. Sumado a la ausencia de empalizada o cualquier cosa similar, todos tuvimos claro que, de atacar los pieles verdes, habría una masacre.

Tras entablar conversación con el guarda, este entró en pánico sin ningún sentido, haciendo sonar su cuerno de alerta, lo que atrajo a su superior, un hombre algo tosco llamado Wamud, y a otro jinete. Tras aclarar con él el porqué estábamos allí, nos condujo a mí y a monsieur Kantor ante su señor, Lord Steffon. Este se encontraba acompañado por su hijo Ser Jason, miembro de una orden de caballería imperial; un sacerdote de Sigmar llamado Kinn Tarhun y un mercader local de nombre Larz Grymer. Allí les contamos todo lo que sabíamos, omitiendo los detalles propios de nuestra misión privada para el duque.

El noble empezó a evaluar nuestras afirmaciones por un momento antes de que el sacerdote hablara, diciendo que confiaba en nuestra palabra por varios buenos motivos. Hubo una pequeña protesta por parte del mercader con respecto a quién nos acompañaba, pero el hijo de Lord Steffon le acalló rápido y animó a su padre a tomar acciones de inmediato. Este así lo hizo, indicando a Jason que cogiera el caballo más rápido y, acompañado por el mejor jinete del pueblo, corriera a buscar refuerzos a las poblaciones vecinas. Una vez hecho eso, nos preguntó un poco con respecto al enemigo y nosotros respondimos de la mejor forma que pudimos. Si bien nuestra información no le hizo pensar que, de estar bien preparados, pudieramos tener muchos problemas, enseguida se hizo evidente que Lord Steffon no era alguien dispuesto a correr riesgos.

Sin querer alertar al pueblo, dio órdenes a su jefe de milicia y nos pidió ponernos bajo su mando, algo a lo que ambos accedimos sin problemas, retirándose después. El único que se quedó con nosotros fue el sacerdote Tarhun, que aprovechó para ponerse a hablar conmigo y monsieur Kantor a sólas. Este apuntó que sí que habían oído los rumores de que había pieles verdes sueltos por la región. Sin embargo, como miembro de la iglesia de Sigmar consideraba que los orcos debían ser destruidos a toda costa, y su temor era que al ver el lugar tan defendido simplemente dieran la vuelta y fueran a otro lugar mucho más fácil de arrasar.

Seguimos hablando todos mientras íbamos a reunirnos de vuelta con nuestra compañera elfa para contarle todo lo ocurrido. Ya una vez estuvimos todos, estuvimos de acuerdo en que íbamos a quedarnos en el pueblo y buscaríamos batalla contra los pieles verdes allí, esperando que la llegada de el resto de nuestro grupo sirviera para encerrar a los pieles verdes entre dos frentes. Y en el caso de que los orcos intentaran escapar, monsieur Tarhun intentaría convencer al Lord de, una vez llegaran los refuerzos, conseguir voluntarios suficientes para organizar un ataque contra esas bestias.

Poco después Wamud se reunió con nosotros y así pudimos empezar a tomar decisiones con respecto a la defensa. Decidimos intentar reconstruir un poco la desecha torre vigilancia y, al mismo tiempo, nos dispusimos a montar dos barricadas escalonadas en el puente para poder defenderlo, y otra más en el cuartel, en caso de que necesitáramos retroceder hasta allí. Tres días después de nuestra llegada, llegaron los primeros refuerzos, tres milicianos y algunos campesiones venidos desde Fichetal, la primera parada Ser Jason en su camino a Eisental en busca de ayuda. Además, traían noticias positivas con respecto a él, así el resto de los refuerzos no tardarían mucho en llegar, con suerte.

La mala noticia vino, sin embargo, de parte de madmoiselle Aria, que había pasado los últimos días explorando en los alrededores del pueblo. Ella dijo que había encontrado rastros medianamente recientes de Goblins y eso podía ser o una casualidad o el hecho de que el enemigo se estaba preparando. Acordamos seguir con los preparativos y esperando a nuestros compañeros, por los cuáles yo me estaba empezando a preocupar un poco.

Cuatro días más tarde, Ser Jason regresó con el resto de los refuerzos, cerca de un centenar de hombres entre milicianos, campesinos, soldados y jinetes. Uno de ellos era un caballero Imperial que actuaba como mensajero, indican do que había un ejército Imperial listo para alcanzar a otros orcos que intentaban huir de camino a las Montañas del Fin del Mundo. No cabía duda que podíamos estar preparados para la lucha.

Pasó otro día más y los pieles verdes no llegaban todavía. Los preparativos continuaban a buen ritmo pero, al haber pasado tanto tiempo, Lord Steffon empezaba a dudar de nuestra palabra, según nos contó Wamud. Tarhun, por su parte, pensaba que debíamos actuar de inmediato o perderíamos a nuestros enemigos. Mientras el sacerdote y monsieur Kantor empezaban a intentar hablar con los hombres para ver si conseguían voluntarios, yo quise hablar con el hijo de Lord Steffon. Apenas comenzamos a comentarlo, con él diciendo que se podía esperar, se oyó un cuerno a lo lejos. Un cuerno orco. Mirando ambos al otro lado del río, vimos algunos estandartes que hicieron asustarse al caballero, diciendo que no eran los orcos que esperábamos.

Fuera como fuera, iba a haber una batalla.

Al empezar a organizarnos, Aria mostró su disconformidad con el hecho de que nos quedaramos a plantar batalla debido a cuál era nuestra misión, pero tanto Seiger como yo dejamos claro que no dejaríamos el pueblo a su suerte. Con nuestras intenciones firmes, Kantor parecía querer dirigirse a defender el puente junto con el sacerdote, mientras que Ser Jason me indicaba que yo liderase a seis milicianos a los que habíamos estado entrenando para actuar como jinetes y me dirigiese con ellos hacia el flanco este, el del río.

Al mismo tiempo, sucedió algo positivo: por fin estaban llegando nuestros compañeros, antes incluso que los pieles verdes. No tuve oportunidad de hablar con ellos durante la misma, siendo Seiger quién lo hizo, pues, lógicamente, teníamos cosas mucho más importantes de las que ocuparnos, pero sí me percaté de como los tres enanos se situaban en primera línea en el puente, mientras los hechiceros buscaban estar un lugar desde el que visualizar ambos frentes. Aria, por su parte, había optado por alejarse siguiendo el río, por lo que no parecía que fuera a participar en la batalla.

En el flanco del río, las cosas transcurrieron de forma bastante acorde a nuestros deseos. Tras unas primeros disparos contra los goblins que componían la fuerza que atacaba dicho flanco, estos se enzarzaron con los milicianos a los que no tardé en apoyar rápidamente con el resto de jinetes a mi cargo. Las criaturas lucharon, lógicamente, pero las bajas fueron mínimas, y yo mismo abatí a tres o cuatro de ellas.

En el puente, sin embargo, las cosas no fueron tan sencillas. Además de tener que hacer frente, inicialmente, a un número considerable de orcos. Los enanos, como cabía esperar, plantaron cara con arrojo, luchando con una energía sobrehumana. el problema es que, incluso con eso, iban teniendo que ceder terreno y las fuerzas imperiales a su alrededor iban muriendo. El elfo Fanel les apoyaba disparando desde la torre de vigilancia, pero aún así no estaba resultando nada fácil.

De pronto, sin embargo, Fanel gritó algo con algo de miedo, algo inusual en él, lo que atrajo mi mirada hacia el puente. Así, palidecía al ver que, en nuestro lado del río y flanqueando las defensas del puente, habían aparecido varios grupos de esqueletos desde las aguas, animados por vaya a saber la Dama que fuerzas oscuras. Al estar flanqueando el puente, la moral se vió afectada, y los hombres allí corrían peligro de morir luchando o algo peor. Me pareció escuchar a Gri pidiendo mi ayuda, pero aún estaba luchando con los goblins y no podía dejar el río desprotegido.

Quienes si fueron a por los no muertos fueron Fanel y Ser Jason, junto a sus hombres a caballo, aniquilando la maldad lo mejor que podían mientras buenos hombres, aunque fueran del Imperio, seguían muriendo. Aún así, la situación seguía siendo crítica, pues unas extrañas bandadas de murciélagos parecían querer flanquear la retaguardia del puente. Por fortuna, Aria regresó y empezó a ayudar, dando buena cuenta de los goblins en el río. eso, junto a la inestimable ayuda de nuestro iniciado desde hacía rato, permitió que finalmente pudiera sacar de ahí a mis hombres para cabalgar en pos de los murciélagos, dejando a mis compañeros y el resto de los milicianos terminar las cosas en el río. Por entre el frago de la batalla oí a nuestra exploradora girtarle algo a madmoiselle Resha sobre algo al otro lado del río, más, de nuevo, no podía darle importancia a aquello.

Para cuando empecé a enfrentarme, con gran dificultad, a los murciélagos, el puente ya había sido sobrepasado y los orcos amenazaban con pasar por encima de los defensores. Ser Jason había caído del caballo y, como compañero caballero, me temía lo peor. Aún así, seguí centrado en la tarea que me había autoimpuesto, decidido a luchar rápido y sin descanso, a pesar de que a esas alturas me dolía hasta la última extremidad de mi cuerpo.

Entonces se escuchó: a la retaguardia de los orcos se podía oír el sonido de un gran contingente de caballería. No sé como, pero parecía que alguien venía a ayudarnos. Eso hizo que los pieles verdes que quedaban, ya pocos, parecieran empezar a dudar con intenciones de retirarse. Además, las esperanzas de recibir ayuda reavivaron las llamas de lucha en los defensores, especialmente en los tres enanos. Parecía que aquello ya estaba acabando con la situación, pero había malas noticias. No sólo me pareció ver a Wamud sosteniendo en brazos al joven Ser Steffon, caído hacía un rato, sino que además algo aparecía al otro lado del río... Una bruma oscura y de aspecto muy siniestro... Si los orcos se metían ahí, podíamos perderlos.

Dejé a Fanel sólo para terminar de acabar con los murciélagos e increpé a mis hombres a cruzar el puente para seguir a aquellas bestias, más Lord Steffon no quería eso, asustado sin duda por qué podía ser esa niebla. Aún así, seguí hasta llegar al puente y descabalgué para ver como se encontraba el hijo del noble, dejando así que Wamud se encargara de cumplir las órdenes de su señor de reorganizar las maltrechas fuerzas imperiales, que habían sufrido terribles bajas en el puente. Melenarroja, sin embargo, me increpó que siguiera, pues Aenalor, Resha y Aria habían cruzado al otro lado, seguramente para investigar la causa de aquella magia antinatural. Eso les dejaba bastante indefensos, y necesitaban ayuda. Pero, para cuando seguí adelante, cruzando el puente, tuve que centrarme en seguir a la elfa, pues había cogido un caballo con la intención, o al menos eso parecía en eso momento, de perseguir a los orcos bordeando la niebla. Sabiendo que si la atacaban no tendría ninguna posibilidad ella sóla, me centré en seguirla, con el enano Sargón detrás, sin duda deseando más combate.

Sólo quedaba ver a dónde nos llevaría aquello.

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23/09/2016, 14:53
Gurnik Revientacraneos

Noche del 16 de Vorgenheim del 2531

"El matador"  así lo llamaban y así se enorgullecía Gurnik de ser lo que era.

Sin embargo, después del combate, el profesionalismo  le bajaba al enano, y así, hacía un recordatorio de la mayoría de las  cosas que funcionaban durante la batalla. Profesionalismo de matador, le gustaba llamarlo a él, claro que los otros, nunca lo sabrían.

"Ok.. " - empezó recordando en su semi inconsciencia- " ...luego de la fabulosa defensa prestada en el puentecillo aquel de Burgenhoff y de los golpes ascendentes que con su hacha había propinado a los malditos pieles verdes -- doble ascendente arriba y golpe lateral cortaba miembros más eficientemente, como había tomado su nota mental - Sargón se le había colado a los jinetes (la elfa y el tal Sir algo) y habían partido a la carrera. No reprochaba la actitud del joven enano, pues el podía con todos fácilmente, tampoco de la elfa, quien tenía una facilidad impresionante para estar lejos de la pelea verdadera, sin ser lastimada de gravedad. Otra cosa era el humano, quien, a pesar de ser tan Lord, podía verse en un aprieto.

La pelea fue dura, pero según recordaba, contaron con la ayuda de fuerzas imperiales de Ostermark en esa oportunidad, lo que les sirvió mucho para no perder mas miembros de la compañia.

Durante la pelea, llamó la atención de Gurnik una especie de figura oscura, al otro lado del río, que, según pudo enterarse después, podía ser el causante de la aparición de no-muertos durante la pelea.

Una vez pateado los traseros de esos pieles verdes, sonó una especie de bocina de campaña, como de imperiales viniendo, cosa que sólo asustó mas a los orcos, quienes finalmente huyeron del lugar en masa.

Después de eso, en ese mismo día, nos pusimos a discutir sobre si perseguir a los restantes pieles verdes, o quedarse a descansar.

En eso, uno de los sacerdotes, vino a nuestra ayuda, y antes de que pudiera detenerlo ya había invocado esas hechicerías típicas de los sacerdotes, y una que otra de mis heridas, curiosamente se habían convertido ya en mas cicatrices para mi cuerpo - Al menos algo bueno tendría este incidente-, cuando el viejo Grii se puso a rabiar en contra de , quien sabe que, ni por que, en realidad. Tampoco es como que fuera tan importante para nuestro viaje... Caviló el enano.

Gurnik sólo me concentraba en los planteamientos militares que habían ocupado y como ellos los habían llevado a la victoria.

Al cabo de un rato (mas de 3 largas horas de espera y tedio), se habia decidido partir en la noche, cosa que le gustaba mucho, e incluso trajeron algunos carne de caño ...ehh digo milicianos.... y encaminados, partieron detrás de los que ya se habían adelantado.

Habiendo empezado la noche de ese 15 de Vorgenheim (año 2531), y cuando llevaban casi llevaban 8 horas caminando, después que nuestros compañeros se hubieran ido, maldición! casi 11 horas y media en total! Gurnik, ya pensaba que Sargón le habría sacado una gran ventaja de muertes con los pieles verdes cuando finalmente encontraron  pistas, que al cabo de todo ese tiempo , les haría encontrarse con los exploradores.

Tranquilos y como si estuvieran de picnic en los árboles, la elfa Aria se levantó con su arco --probablemente estaba aburrida de tenerlo guardado--  e hicieron  saludos con casi nulo sonido --- podríamos haber bebido y cantado un poco antes de esto, pero en fin, será para otra vez-- pensó el enano- solo para enterarnos que los pieles verdes se habían "encerrado" en una especie de valle escondido en la montaña, después de los páramos solitarios.

Todos sus sentidos militares le decían que esto era una trampa, y le gustaba, por tanto el mismo Gurnik propuso entrar y acabar con todos ellos, de frente y sin parar. Obviamente solo Sargón y el apoyaron, pero se logró convencer a los demás y al final entraron en tropa.

Mientras algunos, cobardemente, intentaban esconderse, entré con toda la adrenalina lista para rebanar cabezas, más cuando entrabamos, unas flechas volaron desde la elfa, y entonces un cuerno de guerra sonó y todo lo divertido empezó.

Que buena frase esa para empezar un libro, desvarió un poco el enano matador. 

Una especie de arenga en ese idioma gutural se sintió en el cañón, y de repente sintió una rabia que lo impulsó hacia delante, mientras el joven Sargón y el viejo Grii cubrían la derecha, vió que algunos de los pieles verdes llegaban por izquierda, estratégicamente era mejor darles espacio a los dos enanos -- y a cualquiera que los hubiera seguido-- cubriéndoles la espalda, por tanto el enano se encaminó hacia la izquierda para aprovechar de matar algunos pieles verdes, mientras los cubría.

Con su inercia natural enana embistió fuertemente al piel verde, sin embargo, y sólo tras varios golpes logró abatir no solo a ese, sino a varios mas por su lado, con la ayuda de Sir Steffon y el sacerdote.

Aunque sus golpes iban enfocados en eviscerar, los malditos se las habían arreglado para esquivar y esperar el mejor momento de contraataque. Esa forma de pelear tampoco la había visto antes, y por un momento pensó que el joven Sargón también sufriría un poco con esa técnica cobarde. (Nota mental: los golpes descendentes en carrera no siempre impactan a criaturas mas pequeñas o escurridizas, el hachazo frontal sigue teniendo efectividad comprobada).

Todo se tornó color de hormiga cuando uno de los pieles verdes le acertó un golpe casí crítico. No, no podía morir asi.

Cuando su mano giraba para cercenar el brazo, uno de los miembros del grupo se las arregló para llegar a su lado y finiquitar al maldito que lo había golpeado. Gurnik detuvo su hacha a tiempo para evitar dañar al mismo compañero, que había ocupado el lugar del piel verde al rematarlo.

Cuando tuvo un momento, vió a Sargón y a Grii, contra un piño de pieles verdes, con cara de satisfacción. Mientras, desde atrás (era que no) estaba la elfa Aria disparando cómodamente sus flechas y abatiendo enemigos en las alturas, enemigos invisibles que el nunca pudo ver, pero si escuchar de vez en cuando, y además Resha, invocando cosas mágicas y mucho frío desde la parte posterior, y Fanel.

Seiger, mientras tanto hacía lo que podía para apoyar la carga enana de la derecha, aunque sin mucho éxito, por un rato.

En algún momento de la batalla, el elfo Angram había caido, no es que le tuviera mala o algo, pero nunca vió ninguno de sus golpes, y aparentemente no era de peleas. Muy mal perder un compañero, aunque no sea tan útil. También pudo darse cuenta después de que dos soldados imperiales que nos acompañaban: Miguel y Otto, fueron abatidos de la misma forma.

El combate se desenvolvía y por un momento el enano sintió el cansancio en su cuerpo y lo hizo fallar algunas veces, para finalmente deshacerse de los pieles verdes de su lado para ver que pasaba en el costado derecho.

En algún momento de la lucha, Sir Steffon desapareció, y lo que sabría después, es que Sir Steffon también había caído a mano de los orcos.

Además, lo que vió a la vez que lo alertó de algo importante, le preocupó, el ala derecha del grupo se había internado profundamente en la gruta, después de un pequeño puente, y al parecer luchaban contra algo GRANDE. Pensando que era un troll o algo así, el enano vió que la mejor opción era intentar cruzar el riachuelo y llegar con apoyo desde las alturas (el muro que los dividía en ese lado era tan bajo que el fácilmente podría ocuparlo de tarima para saltar y caer desde los cielos de la parte derecha de la cueva).

Así lo hizo, pero cuando llegó el panorama no era ni mucho lo que esperaba. Dos de los miembros de la compañia estaban muertos, o al menos estaban muy cercanos a serlo. Uno de ellos era el enano Grii, y eso lo molestó. No porque el enano no fuera digno, que lo era.  sino  porque estos pieles verdes eran demasiado indignos para derramar sangre enana.

El pelo de la  nuca se erizó y todo su ser clamó por venganza.

En un salto épico, mientras afirmaba con toda su fuerza el hacha, cayó sobre el gran jefe de los pieles verdes, cuan enojado estaba. Su golpe entró limpiamente por su hombro, ya que el desgraciado se movió justo a tiempo para evitar el ser partido por la mitad.

Mientras, otro de los Sir embestía contra el mismo jefe y terminaba rematándolo, Gurnik sintió como su golpe había sido dada quizá con demasiada fuerza. Todo se nubló y tuvo que hacer un esfuerzo magnánimo para permanecer despierto.

Gurnik repasó todo esto, y luego pensó: Ojala alguien mas pudiera escribir estas cosas, sería una historia genial.

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28/12/2016, 19:07
Aenalor

Noche del 8 de Nachgeheim del año 2531. Signo Astral predominante “Los dos Becerros”.

El Imperio, ¿qué puedo decir de él? Mis padres me dijeron siempre que si no había nada bueno que decir era mejor mantenerse callado, pero ese lugar es algo tan extraño. No instruyen a sus granjeros para que se defiendan de los miles de peligros que acechan a las aldeas, sino que dependen de los guardias que hay en las grandes ciudades o los soldados bajo el mandato de los nobles, lo que hace que las respuestas lleguen tarde, si es que llegan. 

Ver los páramos desolados con granjas solitarias me recuerda a los malos tiempos de mi tierra natal, cuando una guerra civil desoló todo ese lugar. No es que lo viviera, pero se perpetúa el recuerdo para que no se olvide lo que ocurrió y que podría ocurrir de nuevo, no como en este lugar que parece olvidar los sucesos y convertir en leyendas lo que debería de ser algo real.

Séis días de viaje por esos inhóspitos páramos después de una batalla con los pieles verdes que costó varias vidas. La falta de unidad, la falta de cohesión y la falta de compañerismo están haciendo que varios compañeros sufrieran muchas más heridas. No paro de pensar que si fuera más poderoso, si tuviera mejores conocimientos, podría haber sido de más ayuda. Tengo la sensación de que hice demasiado poco, por lo que tendré que estudiar todo lo que pueda para volverme más útil para el grupo. Durante estos días seguí dándole vueltas al suceso de la hoguera, pues fue algo inaudito y que no parecía ser algo normal.

El viaje cambió un poco al llegar a Heffegen y partir al norte hacia Bechafen por el camino principal de Ostenmark, descansamos en Remel antes de llegar a nuestro destino, a la torre del duque.

Al llegar allí nos dejaron descansar antes de tener una cena con el noble, y el joven Leopold nos hizo de guía. Este joven me da algo de lástima y curiosidad, no sé por qué; pero parece estar perdido y a la vez saber mucho más que nosotros. Ese joven es mucho más de lo que aparenta, y creo que antes o después tendré que tener una larga charla con él, si es que es capaz de centrarse durante unos minutos en algo en concreto.

La cena con el duque pudo haber sido algo más fructífera para el grupo, pero para mí lo fue bastante. Le informamos de los orcos y de los no-muertos que asaltaron la aldea, la batalla final con los orcos y, aunque no me guste reconocerlo ahora, tuvimos la mala idea de criticar el papel de la nobleza del Imperio para con sus súbditos, aunque las palabras que me dijo el duque fueron más amables de lo que habría esperado. 

Tras esto hablé con el duque del suceso de la hoguera, lo que me llevó a descrubrir que tenía bastantes conocimientos arcanos y, sobre todo, una teoría básica sobre la Alta Magia élfica, dándome a entender que lo que yo intenté ver y comprender como si fuera un humano tendría que haber entendido como elfo. ¿Si nosotros podemos mezclar varios vientos de magia porque sorprenderme ante esta situación? Además, nos explicó que, tal vez, alguien poderoso estaba con nosotros, quizás no un ser vivo realmente. ¿Se referiría a una divinidad? Eso es algo complicado pues la pregunta sería, ¿cual? ¿El dios que fue una vez mortal de los humanos? ¿Alguno de los enanos? ¿Quizás uno de los míos? Eso era algo muy cogido por los pelos; pero al menos había descubierto que el duque tenía una biblioteca con libros que hablaban de magia, lo que me permitiría estudiar y avanzar en mis conocimientos.

Después le ofrecí la carta al duque y estuvimos debatiendo largamente sobre el Guardián, sobre lo que custodiaba y el por qué de que lo asesinaran. Entonces Sargón mencionó algo de un lider que desapareció en la batalla de la aldea, que Aria había visto a un humanóide grande con armadura oscura y que era el núcleo del Shyish. 

¿Es que no podía haberlo dicho antes? La verdad, cada vez me sorprende más la falta de comunicación de este grupo. Empiezo a cansarme de enterarme de la información tarde. Tal vez no se dieran cuenta de que soy el más apto para entender la magia, como los enanos son los más aptos para combatir. Hay que empezar a poner remedio a esto.

Leopold respondió a un par de preguntas, dejándonos claro que nadie tomó la posición de Guardián tras la muerte de Haldir; pero a su vez que el Cetro del Guardián permanecería con el guardián del templo en el bosque de Althern... Esto es algo contradictorio, tal vez con tiempo podamos obtener más información.

El duque nos ofreció ser un grupo bajo su bandera, su escudo y su mecenazgo. Una oferta interesante; pero que se quedó en el tintero al no aceptarla todos los miembros del grupo, como por ejemplo el bretoniano que tendría sus motivos para no aceptarla por el momento.

Quince días pasaron, quince en los que estuve buscando libros, documentos y datos en la biblioteca del duque para poder mejorar mi situación, mis conocimientos y entender qué posibilidades eran más plausibles para lo sucedido con la hoguera. También pasé largo tiempo para investigar el cofre que aún llevaba conmigo. Me atráe como un farol a un insecto, es algo que me llama la atención con demasiada fuerza. ¿Qué contiene? ¿Por qué parece estar tan bien protegido? Es algo que casi me obsesiona, pero tengo que mantener una voluntad fuerte y ser capaz de mantenerme en el lugar que debo estar.

Un día opté por ir a la ciudad a ver si era capaz de comprar algunos objetos para mis conjuros y mis investigaciones. Buscando por Bechafen nos encontramos de nuevo con una dama, una adivina que leyó la fortuna, si eso es posible, a Sir Gerard. Decidí ir a hablar con ella para ver si tenía los materiales que buscaba, pues si de verdad era adivina tal vez tuviera algunos conocimientos de magia y, por tanto, podría tener lo que buscaba.

Y acerté.

Tras muchas conversaciones y negociaciones, acabé permitiendo que me leyera la mano, algo inamovible si quería hacer negocios con ella. Dijo que una ola lejana se acerca, agua en grandes cantidades y en todas sus formas es mi enemigo, me pareció gracioso pero opté por manterme estóico. Pude ver como los vientos del Azyr de un tono azul oscuro con toques violeta se arremolinaban entorno a los pequeños huesos que lanzó sobre un plato, lo que mostraba que, al menos, no era una charlatana por completo. Las negociaciones fueron largas y escuchó con atención lo que decía la mujer. Me pedía su pelo y mi sangre, algo que no le gustó nada porque no sabía quién ni para qué lo querría. Al final, y tras mucho hablar, me llevé los ingredientes que necesitaba y acabé haciendo dos tratos. El primero era un intercambio, el Grimorio de los Pieles verdes por un grimorio de piel de dragón tintada de azul. Me daba mucha lástima entregar el grimorio que podría permitirme entender mejor la magia de esas criaturas, pero sin conocer el idioma era imposible, y no parecía que fuera a tener la posibilidad de aprenderlo, así que opté por darle un mejor uso y sacar algo que me diera más provecho. El segundo trato fue al ver lo que reconocía como la Esfera de Lileath, un objeto que podía ayudar en las artes adivinatorias; pero sobre todo era el saber que era un objeto vinculado al nombre de la Diosa de la Magia de mi raza. ¿Cómo podía ella tener eso? Seguro que la respuesta me costaría algo más caro, así que guardé silencio.

"Mediante este pacto, me comprometo a entregarle la “Esfera de Lilieath”, una vez el Alto Elfo de nombre Aenalor me traiga una escama de dragón entera y en buenas condiciones."

Puede ser algo muy interesante, pero harto complicado. Debo tener ese objeto, no paro de pensar en el nombre de la diosa. Lileath, como el báculo del poderoso Teclis. 

El futuro puede ser algo turbio de ahora en adelante; pero al menos empiezo a sentirme más preparado para afrontarlo.