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El cetro de la Ola de Frío I (La muerte de Haldir)

Interludio 2°: El enemigo en casa

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23/05/2016, 23:00
Director

-Por que diablos tenemos que ir a matar a un elfo- exclamó el cuervo negro, -si está tan viejo como se dice, seguramente morirá pronto de forma natural-.

-Los elfos no mueren de forma natural imbécil, de hecho prácticamente no envejecen- exclamó el misterioso enano Mongor.
-Además, a estás alturas no deberías estarte preguntando esas cosas- le reclamó el humano de los reinos fronterizos que apelaba al nombre de Cal.

El grupo conformado por cuatro individuos, avanzaba por los valles al norte de Grenztadt, tras cruzar las montañas negras cerca de Jengen.

-Yo pregunto lo que me place, yo hago lo que me place, soy el cuervo negro, el pirata mas famoso de los mares, el hombre que nadie puede detener, que nadie puede atrapar-.

-Claro, y el Skaven casi te corta el cuello la ultima vez- le recriminó Cal Varden.

-Solo tuvo suerte, además, alguien tenía que detenerlo. Nuestra intención era matar a los guardias para no ser descubiertos y no hacer una masacre. Por suerte señor cero charlas pudo detenerlo, pues de lo contrario tendríamos al imperio tras nosotros, y no duden que quizá sea así-.

-¿Por cierto, donde está nuestro cordial compañero?- Preguntó Cal.

-Debe estar en las cercanías. Siempre aparece y desaparece cuando quiere; ya aparecerá cuando sea necesario- respondió el misterioso enano que aprecia saber mucho mas de lo que los demás sabían, a excepción justamente del parlanchin fantasma que les acompañaba, del cual poco se podía saber realmente.

-¿Es un fantasma no es así?- preguntó Jeremy Keegan. -Por eso aparece y desaparece cuando quiere-.

-Lo dudo mucho- respondió de nuevo Mongor. -No lo creo, aunque tampoco creo que esté realmente vivo, he visto cosas así antes. Pero no es que sea invisible o inmaterial como un fantasma. Tiene algún hechizo u objeto mágico que le permite aparecer y desaparecer a voluntad.

-Eso explica muchas cosas-

Habían dejado atrás a Silbido y a Alakreiz apenas cruzar al imperio, y mientras aquellos dos viajaban hacia el norte en una singular pareja, ellos cuatro avanzaban hacia la asamblea siguiendo lo pactado.

-¿Estás seguro que tus aliados estarán allí?- preguntó el pirata.

-Lo estarán, afirmó el enano, me lo deben. Pero no son mis aliados, simplemente compartimos enemigos comunes- puntualizó para luego continuar la marcha en silencio. Días mas tarde estarían por llevar a cabo acciones que solo cambiarían sus destinos si no que darían pie al inicio de una serie de acontecimientos que habrían de llevar al fin del mundo conocido.

Notas de juego

14 de Pflugzeit