Partida Rol por web

Grii no podía creerse que un orco pudiera caer tan fácilmente, ¿Acaso era él ahora un experto guerrero?

Al acabar el combate, fue recogiendo el botín para montarlo en el carro y venderlo si era posible a un buen postor. Aunque si eso no era posible, siempre cabía la posibilidad de utilizarlo, por muy de manufactura orca que fuese, tendría que proteger algo...

Así que ignoró las palabras del humano y se puso a la tarea, siempre alerta de que ningún otro peligro surgiera de la espesura.

-Ahh- exclamó el joven al tiempo que picaba con su varita al otro piel verde. –¿Inmundos seres?- preguntó ante el comentario de Resha tal como si no fuera conciente de a que se refería la kislevita en un inicio.

-Claro, hablas de ellos- indicó incrustando mas su varita en la arrugada y tosca piel del piel verde, -son feos verdad, creo que son pieles verdes, ¿ustedes que opinan?-, ahora era claro que nunca había visto uno por la zona por lo que el hecho de lo persiguieran con insistencia se hacia mas extraño o al menos eso aparentaba desde el juicio de los mercenarios. Más curioso aun era que no hubiera respondido a lo que Resha le preguntaba; aunque cierto era que no parecía que el joven lo hubiera hecho intencionalmente sino que mas bien estaba interesado en otras cosas.

-Yo creo que este es un troll- dijo súbitamente señalando al orco, -es grande y feo, y además da mucho miedo. Esté otro mas pequeño a de ser entonces un orco, aunque yo creo que es realmente un goblin, si creo que así es. ¿Ustedes que opinan?- preguntó de nuevo al tiempo que ponía de nuevo la atención en los mercenarios, especialmente en Aenalor quien llamo su atención. –¿Eres un elfo?, ¿Por qué vistes así?-.

Con un largo suspiro de paciencia, entrecierro los ojos mientras me acerco al humano.

Vamos por partes, jovencito. Si quieres saciar tu curiosidad, deberás de tener un poquito de paciencia y estar callado durante unos segundos. – al decir esto, poso los ojos sobre los suyos, fijando la mirada para ver si me comprende.

El grandullón de allí es un orco. Créeme que si se tratara de un troll posiblemente no estaríamos aquí hablando tan tranquilos. Son mucho más grandes que un orco. Y esos pequeñajos son goblins. A todos ellos les llamamos pieles verdes, aunque los orcos son más fuertes que los goblins. mientras voy hablando, voy dando vueltas alrededor de los cuerpos para que le quede más claro al muchacho. Una vez que finalizo, me acerco al muchacho

En cuanto a nosotros, como bien ha dicho mi compañera, somos viajantes que nos dirigimos al interior del bosque de Altern, cerca del río Gihaf. Y por tu pregunta parece que no has visto muchos de mi raza por aquí. Efectivamente, soy un elfo. Tampoco entiendo tu extrañeza al ver mis ropajes. No porto armadura alguna porque interfiere cuando manipulo los vientos de la magia, nada más.

Creo que hemos respondido a tus preguntas, y ahora, nos gustaría que nos respondieras tú a algunas, como ¿quién eres? ¿de dónde vienes? Por tus ropajes parece que perteneces a algún templo, y el no conocer a los pieles verdes nos indica que no sales mucho de él y tampoco te han enseñado nada sobre las viejas razas

Deberíamos ver si llevan algunas monedas. Si los dioses son justos nos ayudarán en nuestra tarea...y algunas flechas también. -De eso se iba a encargar personalmente, para poder recuperar las que había lanzado y quién sabe si alguna más.

Dejó a Aenalor que hablara con el niño, también él era elfo, pero quizá con su ropa de vagabundo y su capucha no lo había reconocido. Aproximándose a los orcos examinó las armas, aunque ninguna de ellas terminó por agradarle, ni lo más mínimo. ¡Qué mal olían esas bestias!

Angran sospechaba que había sido la curiosidad del chico la que lo había metido en problemas y si se había librado de la muerte era por pura suerte, y gracias a ellos.

Contemplo con un enorme escepticismo el mango de la flecha rota que tengo en la mano, y negando con la cabeza lo dejo caer suavemente. Por supuesto, la mayor parte del gesto no va en lo parca que ha sido mi recuperación, pues una flecha de las fallidas se ha perdido en la espesura y la del goblin directamente estaba rota por un golpe suyo al moverse, ni por que la tercera haya caido mientras la extraía. La mayor parte de mi cansancio mental viene de las estupideces que está soltando el muchacho, concentradas una detrás de otra y sin parar a pensar, un rasgo muy habitual entre su especie. Y en general, entre todas las especies que no son elfos, para desgracia del mundo. Así que vuelvo con mis manos vacías para recuperar lo posible de los cuerpos, un hacha por si la necesidad de romper una puerta aparece, nunca un árbol, y el arco y las flechas de una de esas criaturas. Ante las palabras de Angran, solo puedo hacer una cosa.

-No es mucho, pero servirán como última opción. -Digo, acercándome a él y tendiéndole la mitad de las flechas para que las guarde en su carcaj. Su manufactura no es buena, peor incluso que las humanas, pero es una pequeña recompensa en comparación a no tener nada. Dicho eso, vuelvo con mi montura para guardar el resto de las flechas que había en el asqueroso carcaj del goblin, que no deseo conservar en absoluto teniendo los dos míos, colgar mi arco largo y el corto, por si es necesario en algún caso en el futuro.

Sobre el muchacho... bueno, Aenalor ya parece estar encargándose de charlatanear con él.

Las palabras de Aria y Angran le estaban haciendo que los oídos le pitasen. ¿Que iban a saber ellos de armaduras? Si lo mas cerca que han estado de una ha sido cuando han disparado a un objetivo acorazado? Por mucho que fuera de manufactura orca seguía siendo resistente y de hierro, y al fin y al cabo, el hierro es hierro...

Grii esperaba encontrar a algún herrero ducho en el arte de forjar armaduras para que convirtiera "eso", por llamarlo de una manera, en algo que él pudiera ponerse, así que optó por cargar en el carro todo el botín y exteriorizar sus pensamientos.

- El hierro sigue siendo hierro, la única pena es que ha pasado por manos de un orco y no de un enano. -  se giró a los elfos - Y por lo que veo, parece que ahora tenemos auténticos expertos en herrería... Yo pensaba que los elfos erais mas de pensar las cosas antes de decirlas, pero ahora veo que estaba equivocado. No hagáis ascos a nada, nunca se sabe que pudiera salvarte de morir ensartado por una lanzada enemiga.

Dicho esto, Grii se puso muy serio y se puso a atender a las bestias que tiraban del carro, sin esperar respuesta, y divagó sobre en qué podría convertir ese hierro si tuviera las herramientas adecuadas.

-Una pistola de chispa, pensar que podría hacer una a través de esta chatarra resulta gracioso... - sonrió tímidamente.

Viendo que el chico parecía más interesado en los elfos y que Aenalor ya estaba encargándose de hablar con él (y sabiendo que era una persona cauta y sabia), Gerard decidió volver a comprobar el estado de su montura y después ir hacia el carro para no dejarlo sólo y ver si podía acercarlo hacia los demás. Lo último que les faltaba era que aparecieran de pronto más pieles verde o bandidos y les robaran sus pertenencias o el propio carro.

El joven cambio súbitamente su expresión facial ante las palabras de Aenalor para enseguida sentarse de piernas cruzadas como quien esta a punto de ser instruido, lo cual resultaba curioso. –Lo siento mucho, no era mi intención ofender- dijo el joven con respeto y algo apenado.

No obstante apenas dijo Aenalor que un Troll era un asunto mas grande, el joven claramente sorprendido elevo sus manos como exclamación para enseguida gateando hacia el orco empezar a hablar de nuevo. –¿Mas grande que éste?- preguntó señalando al orco, -éste ya es muy grande y feo, ¿un troll es mas grande que un árbol?- preguntó ahora señalando los árboles del bosque que estaban ya a pocos metros, -los árboles son muy grandes, y algunos dan miedo…-.

El joven hubiera seguido hablando de no ser por la severidad con que le miraba Aenalor quien había continuado hablando, así como por lo último que había dicho éste. –¿Que buscan en la aldea?- preguntó cambiando radicalmente su comportamiento y notándose por primera vez desde que lo encontrasen, serio e incluso un poco tosco.

Pero el hecho de que Aenalor continuara hablando y que los demás empezaran a parlotear por todos lados le hizo que se distrajese de nuevo y no pudo mas que empezar a escuchar la discusión entre Arianne y Grii para súbitamente exclamar –Ajá, tu eres una elfa de verdad y el es un enano como el de las historias, los que bajaban desde las montañas, ¿no es así?-.

En su distracción no reparo a fondo en lo que el alto elfo le preguntaba, y por ello espontáneamente respondió –Me llamo Leopold y vengo de Gihaf-, pero enseguida como quien se da cuenta que ha cometido un error se llevo las manos a la cabeza para enseguida empezar a hablar en voz baja, como si se estuviera regañando a si mismo.

Gerard ató la brida de su montura al carro y se quedó junto a este, mirando y escuchando a sus compañeros mientras hablaban con el joven. Y tal y cómo hablaba este, se podía deducir que o no había salido casi apenas del que fuera su hogar o era demasiado ingenuo o ambas cosas a la vez. Algo que se le notaba no sólo refiriéndose a los pieles verdes, sino también al resto de sus compañeros no humanos.

- ¿Está muy lejos el pueblo? - le preguntó el bretoniano desde dónde estaba - Nos vendría bien descansar un poco, llevamos mucho viajando.

El comportamiento del chico y las circunstancias en las que nos lo hemos encontrado me hacían sentir recelosa ante sus presencia. Su trato hacia nosotros y hacia los pieles verdes era no insultante pero se empezaba a ser irrespetuoso. Un súbito cambio de actitud me confirma esta sensación.

Me aparto un poco del grupo y me concentro para ver si hay algo mas en el muchacho que lo que vemos a simple vista....¿Eres todo lo que vemos u ocultas algo?...... 

Con paciencia, espero a que el joven siga con sus preguntas y curiosidades hasta que, parece que se le escapa algo que no quería decir.

No te preocupes Leopold, mi nombre es Aenalor y nuestra intención no es alterar ni provocar ningún tipo de disturbio en la aldea.

Nos informaron que el viejo guardián del templo eterno había sigo encontrado muerto, hecho bastante extraño y que merecía el esfuerzo de ser investigado de una manera más profunda. Es por ello que nos dirigimos hacia allí con la esperanza de esclarecer este misterio y las posibles causas de su muerte. Ya el simple hecho de ver a estos pieles verdes tan cerca podría tratarse de un hecho significativo, y más viendo que no habíais visto a ninguno de su raza durante los inviernos que has cumplido.

Como ha dicho el caballero Sir Gerard, estaríamos muy agradecidos de que nos acompañaras hasta la aldea. Durante el camino te podré contar más cosas sobre esas criaturas que tanto te fascinan.

Espero mientras el muchacho lo piensa y el resto del grupo recoge las cosas de los pieles verdes.

Cuando estamos listos para continuar, vuelvo a mirar al joven

Entonces ¿nos ayudaras?

El joven Leopold optó por no responder a lo que Gerard le decía, al menos no en un principio. Fueron las palabras de Aenalor las que captaron por completo su atención y cuando éste menciono al guardián del templo eterno sus ojos se abrieron sumamente como quien se ve sorprendido ante algo que ni remotamente esperaría.

Sin decir nada, el joven se lavando centro su vista en el alto elfo, el enano Grii y el bretoniano como si buscara algo que le permitiera confiar en ellos. Aparentemente satisfecho de lo que había visto respondió a Aeanlor.

-Eres inteligente, algún día seré mejor que tú- y con ello girándose en redondo empezó a encaminarse hacia el bosque llamando con sus manos a todos. –Vamos, yo los guiaré, la aldea no esta lejos de aquí, habrá que internarnos un poco en el bosque, tomaremos el camino del río; será rápido. Ahh, guarden sus armas, especialmente sus hachas, a ellos no les gustará- aclaró señalando con sus manos a los altos árboles frente a ellos.

-Hablar sobre las criaturas del mundo suena divertido. Aunque preferiría que me contaras la historia de la muerte de ese guardián del bosque; pocas historias “misteriosas” conozco y quizá en esta hasta me vea involucrado si me mantengo cerca-. Comentó el joven sonriendo pero sin dejar en claro si conocía o no a aquel guardián, e incluso sus últimas palabras parecían ser un juego confuso de palabras.

El muchacho no parecía estar prestándole mucha atención, pero sí daba la impresión de estar conectando con Aenalor y, mientras eso les resultara útil, para Gerard estaba bien. Le devolvió la mirada a Leopold cuando este se fijó en él, el elfo y Grii, sorprendiéndose un poco por lo que dijo de golpe y contento luego de ver que les iba a guiar hasta la aldea. Habían tenido suerte.

Cuando les recomendó que guardaran las armas, LeBlanc optó por hacerle caso, aunque no creyera que a los árboles les fuera importar mucho. Con la espada ya envainada, sólo tuvo que asegurar la lanza en la silla de su caballo y de ponerse el escudo a la espalda. No llevaba más armas encima que pudieran ser destacadas y, desde luego, no llevaba hachas.

No podía negarlo, el chico estaba contento de ver que su viaje estaba llegando a su fin, al menos en lo que se refería a llegar hasta el bosque. Se habían estado haciendo algunas especulaciones de lo que le podía haber ocurrido al guardián del templo y, claro está, a lo que podía ser el propio templo en sí. Muchas respuestas que serían respondidas en breve.

A Grii no le gustaba nada ese joven. Empezaba a saber mucho del grupo y ellos aún no sabían casi nada de el. Así que se acercó a los integrantes de la compañía antes de partir y les susurró:

- Estamos actuando como necios. Un niño al que no conocemos de nada, y que nada nos ha contado sabe o puede imaginarse porque estamos aquí. ¡Por las barbas de mi madre que no me convence el crío ese! Así que vayamos con cuidado, y las armas bien cerca de vosotros, porque si nos conduce a una emboscada más nos vale estar preparados. - dijo mientras clavaba la mirada en cada uno de ellos.

Parecemos idiotas, al primero que nos encontramos en el camino le soltamos información valiosa...

Dicho esto, el enano montó en el carro "olvidandose"  quitarse el escudo del brazo y posó su martillo de guerra junto a él en el carro. Estaba más tenso que la cara de su padre cada vez que llegaba el recaudador de impuestos.

Negando con resignación a Grii Amigo mío, ese es tu problema. Que para tí todo el mundo trama algo en tu contra. Es un muchacho y le hemos salvado, a parte de vivir en la aldea que estamos buscando. Estar alerta es algo que todos deberíamos de estar en todo momento, pero en este precisamente no hay que estar "más" alerta. digo palmeando los anchos hombros del enano.

Acto seguido, agarro las bridas de mi caballo y me pongo al paso del muchacho Como te he comentado antes, poco te puedo contar, y para eso vamos, aunque creo que tú sí que nos podrías contar algo más sobre tí y la aldea, pues estando tan cerca del bosque deberíais de haber oído o visto algo extraño durante estas semanas.

A pesar de las palabras del enano, no podía creer que el muchacho fuera algo más de lo que parecía, o si lo era, no precisamnete una amenaza. Quizás fuera el hecho de que nuestro destino, tras un duro y largo camino, estuviera casi al alcance de la mano. Quizás tampoco fuera casualidad que el muchacho se nos hubiera aparecido ¿quién sabe?

Y dime ¿qué hacías por aquí, tan alejado de la aldea?
 

Poco atareada ya cuando me quitan el asunto del carro, termino el asunto de las flechas en los carcajs organizándolas con cuidado mientras unos y otros hablan. Me parece que Aenalor habla demasiado, chapurreando como un humano en vez de pensando con tranquilidad, pero qué sabré yo si Grii opina que hasta hablo demasiado, aunque no tenga ni idea de que estamos hablando de flechas, y que su manufractura es un hecho fundamental a la hora del vuelo, pues si bien un palo, una punta y unas plumas bien puede hacer una buena flecha, mal unidos puede significar la rotura de la cuerda o el desvío del impacto centímetros o incluso metros, dependiendo del disparo y de cómo está compuesto. Y los intentos del muchacho de tirar de mi para sacarme cháchara tampoco funcionan demasiado bien, mientras vuelvo a subirme a mi montura.

Sin embargo, el muchacho sí consigue llamar mi atención al observar fijamente a Aenalor y cambiar el tono y el porte que llevaba. Y considerando toda su conversación... tengo que darle un pequeño punto al recelo de nuestro enano hablador. Pero también creo que hay algo más, como parece estar pensando Resha por cómo se mueve, como en los viejos tiempos.

-Dinos, pequeño muchacho: ¿Quienes son los que habitan en Gihaf? Y sobre todo, ¿qué magia usas para conocer pocas historias misteriosas? ¿Quizá es la primera vez que te alejas de tu hogar? Dicen que el mundo es un libro cerrado, y quien no viaja sólo ha leído la portada.

Es una pequeña conmoción lo que había descubierto....¿Pero que diablos eres?......Una vez termino de concentrarme y la visión de mago abandona mis ojos, intento acercarme hasta Aenalor. Su situación con respecto al muchacho me echa mi intentona hacia atrás. Sujeto las riendas del caballo y camino en pos del resto de mis compañeros. Visto que el otro conocedor de las artes arcanas había ocupado el puesto junto al muchacho y que no podía presentar le mis dudas, decidí acercarme hasta Grii. 

- Grii, estate atento al chico. Hay algo en él que me da mala espina, no es todo lo que parece.

El enano no paraba de escudriñar el entorno desde su carro cuando Resha se acercó a el, y le dijo que no quitara el ojo de encima del chico. No debía ser el único que había sospechado que ese niño tenía algo extraño, así que devolvió las palabras a la maga con la intención de saber si se tenían que preocupar de algo.

- ¿Has sentido algo raro? ¿Tengo que preocuparme de algo?.

El joven melenarroja se puso mas tenso de lo que ya estaba pero no lo mostró, intentando parecer lo mas tranquilo posible para no alertar a nadie o que alguien pensara algo que no fuera.

- Dile a Aria que no deje de mirar entre los árboles a ver que puede encontrar. Sin duda ella es la que mejor vista tiene del grupo, y recemos porque esto acabe bien...

Ya habían tenido bastantes problemas relacionados con la magia en el pasado, y habían perdido a muchas personas, y ahora se veían perdidos en medio del bosque con un niño que bien pudiera ser cualquier cosa en vez de un niño...

Aelanor parece imbécil, se cree que en el continente todo funciona como en su isla, donde puedes contarle cualquier cosa a cualquiera sin problemas, pero esto es el mundo real, y aquí irte de la lengua te puede costar la vida. Si salimos de esta juro por mis antepasados que se llevará una buena reprimenda.

Angran acercó el carro mientras los demás conservaban con el muchacho, le preocupaba haberlo dejado mucho tiempo solo en aquel bosque. Mientras se acercaba con él no pudo sino compartir, en cierto modo y por mucho que le doliera, la opinión de Grii; aunque, por supuesto, no hizo ningún comentario al respecto. La naturaleza humana era dada hacia el chismorreo y sus intenciones pronto se habrían difundido por todas las poblaciones que pudiera haber cerca. Sólo esperaba que la versión del niño fuera lo bastante disparatada como para ser creía, aunque Angran no apostaría que fuera a ser así.

Angran pensó en esos árboles que se enfurecían con la presencia de hachas y no pudo evitar un escalofrío al pensar en árboles que cobraban vida. Nunca había visto uno, pero estaba bastante seguro de que existían, y la certeza del muchacho se lo confirmó.