Partida Rol por web

Margaret se detiene a examinar los crucifijos que adornan paredes y muebles pero no encuentra nada anormal en ellos. William sigue a Harry hacia la siguiente habitación que es el comedor. La habitación cuenta con todo lo necesario y además una larga mesa de caoba, un aparador empotrado y siete sillas. En la mesa hay colocados tres servicios de cubiertos que no llegaron a ser usados y una sopera. Harry levanta la tapa de la sopera y aparta la cara asqueado: en ella se pudre una sopa de arroz.

La habitación tiene otro par de ventanas que dan a la calle y no cuenta con puerta de acceso al pasillo, sino otro arco abierto hacia la siguiente habitación.

Harry traspasó el arco he hizo la misma operación que antes para que entrase luz en la habitación. Abrió la tapa de la sopera, no se sabe porqué, pero no lo volvería a hacer en su vida. - Este debe de ser el comedor y parece que la gente salió pitando dejándose la comida. Yo que vosotros cogería una cruz de esas que hay en el salón por si acaso. Algún motivo tendrá que haya tantas, igual se sentían protegidos. Cuando nos vayamos las dejamos en su sitio. No creía en esas cosas pero ya no sabía en lo que creer pues el ambiente de la casa le parecía muy extraño. Se encaminó hacia la siguiente habitación.

- Supersticiones- dijo Paul como única respuesta mientras se encaminaba detrás de Harry a la siguiente. Se mostraba agnóstico religiosamente, pero no confiaba en las cruces para ahuyentar a los espíritus. Demonios, quizá, si existían, pero fantasmas no. Sea como fuere, él ni siquiera sabía lo que se encontraría, ni lo que existía o dejaba de existir.

Ambos escucháis claramente un sonido de pasos que provienen de la planta superior, como si alguien estuviese caminando con unas botas pesadas. Os miráis entre ambos y luego a Harry y William que no parecen haberse percatado de nada.

"- Creerse protegidos... puede ser... pero aún así no fue suficiente, de lo contrario la familia no hubiese enloquecido- comento ante las palabras del Sr. Stampelton".

Con cierto desagrado, observo la sopera que mi compañero acaba de destapar... si algo es cierto, es que estoy muy de acuerdo en que no se vuelva a levantar esa tapa. Sin prestar más atención al comedor, me dirijo junto con los demás hacia la siguiente habitación.

Después de fracasar en el intento de encontrar otra entrada opcional, ambos decidís volver a la fachada principal y entrar por la puerta que vuestros compañeros han dejado abierta. Un largo pasillo que finaliza en una estancia se extiende ante vosotros. A vuestra izquierda hay tres puertas a lo largo del muro y a vuestra derecha dos. La primera de vuestra derecha se encuentra abierta y escuchais las voces de vuestros compañeros dentro.

La puerta corresponde al salón, que posee tres ventanas que dan a la calle. Las cortinas están descorridas y la luz entra por ellas dando un poco de vida a la estancia. Hay todo tipo de muebles y objetos corrientes, como una radio, un sofá, sillas anticuadas y estanterías llenas de baratijas. No podeís dejar de notar la inusual cantidad de cruces, vírgenes y demás parafernalia católica que hay presentes en la habitación.

Un arco abierto en uno de los lados del salón permite ir a la siguiente habitación.

En ella es donde están vuestros compañeros. Es el comedor y la habitación cuenta con todo lo necesario y además una larga mesa de caoba, un aparador empotrado y siete sillas. En la mesa hay colocados tres servicios de cubiertos que no llegaron a ser usados y una sopera donde se pudre una sopa de arroz.

Mientras estais en el comedor, Scott y Walter se unen a vosotros. Han estado merodeando por los exteriores de la casa y ahora han regresado.

Ambos escucháis claramente un sonido de pasos que provienen de la planta superior, como si alguien estuviese caminando con unas botas pesadas. Todos parecen haberse percatado de ese sonido excepto Harry y William.

- Señor Spencer, ¿escucha eso? Definitivamente hay alguien allí arriba, ¡tenemos que subir! -digo en voz baja para no asustar a nuestros compañeros, y me dirijo hacia la última estancia esperando encontrar allí una forma de subir a la segunda planta, ya que en el pasillo no encuentro escalera alguna.

Paro en seco mi carrera y esbozo una sonrisa:

- ¡Vaya! Que separación más breve...-y algo más serio, añado- Señores, ¿escuchan ustedes también algo arriba? Estaba buscando una escalera para subir -y miro apremiante a los demás, con la tal vez estúpida idea de que el sonido pueda desaparecer sin dejar rastro.

Paul mira hacia el techo. Pasos. Mientras tanto, sus dos compañeros vuelven a incorporarse al grupo.

- Justo ahora estaba diciendo que no deberíamos separarnos, sólo por si acaso. Al fin y al cabo, no tenemos prisa. Sí, he oido algo arriba. Deberíamos subir. Si hay algún intruso en la casa, o algo peor, deberíamos hacerle frente.

Algo más tranquila, al comprobar que se han unido a nosotros el resto de compañeros, miro ensimismada hacia arriba, mientras me tranquilizo al oír que no soy la única en percatar algo extraño en el piso superior. Definitivamente no sabemos ante qué nos podemos estar enfrentando, y si vamos juntos y unimos nuestras cualidades podemos desempeñar un mejor trabajo.- Sí, yo también lo he oído, deberíamos dirigirnos hacia arriba. Y... tal y como han abandonado la casa los antiguos huespedes, deberíamos prepararnos para encontrarnos con... cualquier cosa.

- ¿Qué pasa chicos?- Se dirigió a Scott y Walter.-¿Qué habéis encontrado por vuestro lado?. Nosotros venimos del salón. Lo más significativo es que está lleno de cruces y demás souvenires católicos y del comedor que se encuentra con la mesa puesta y la comida putrefacta. Los huéspedes debieron huir sin probar bocado. - Espero a que contestasen antes de subir hacia el piso superior.

No todos habían oído los golpes en el piso superior, entre ellos William que sin hacer caso a los demás pasó a la siguiente habitación. Era la cocina, con una ventana a la derecha y la puerta que daba al pasillo a la izquierda. Era una cocina normal y corriente con una nevera, una estufa de madera y un horno junto con una despensa poco surtida. Algunos de los alimentos eran todavía comestibles, el resto ha sido devorado por las ratas.

El resto debatía qué hacer a continuación con los extraños golpes. Aunque Walter fue el único con suficiente iniciativa como para salir al pasillo y llegar hasta el fondo de la casa. Allí había un pequeño recibidor. A la izquierda se encontraban unas escaleras que conducían a la planta superior mientras que a la derecha había otra puerta cerrada.

- Bueno, nosotros... hemos comprobado que aunque los huéspedes salieran corriendo, aseguraron bien la parte de atrás: las puertas y ventanas están cerradas a cal y canto y no se puede acceder al interior sin romperlas. Por supuesto hemos pensado que el señor Garrett no estaría muy contento si lo hiciéramos habiéndonos entregado las llaves... -miro a Scott con cara de circunstancia-. No hemos visto nada más.
¡¡Señor Kramer!! -levanto la voz pero sin llegar a gritar, pensando que podrá escucharme desde la habitación en la que se encuentra.- ¡Aquí están las escaleras, y el buen doctor opina que no deberíamos ir separados! ¿¡Vendrá con nosotros!?

Aunque intento no hablar demasiado fuerte, seguramente si hay alguien arriba me habrá escuchado. Pero que remedio...

Entro en la cocina sin más que ver algunos restos de comida, algunos que podrían pasar por el horno de la cocina, otros que más bien deberían arrojarlos a la basura y quemarlos. Llevo mi mano a la nariz y boca, no por haberme molestado un olor en particular sino por un simple acto reflejo al imaginarme roedores alimentándose por doquier. Un rastro de desagrado tiñe mi rostro al momento que me acerco a la salida que se encuentra a la izquierda, hacia el pasillo.

No alcanzo a salir y escucho la voz del joven Derrick que me llama. Al parecer un sonido en la planta superior ha puesto en alerta a los demás... mi interés por ver la habitación no me ha permitido percatarme del mismo.

"- Tal vez sean roedores- comento al hombre-. Se han dado un festín en la cocina y, por el estado tanto de la casa como de los alimentos y la higiene, no sería extraño pensar que hubiesen pequeños huéspedes- agrego con una semi sonrisa mientras sigo al grupo hacia arriba".

Paul se da un par de golpes en la barbilla con el dedo pulgar. Podían ser roedores, o podían ser gente sin techo que se hubiera acoplado dentro de la casa aprovechando que el vecindario la creía encantada. Eso mantendría a todo el mundo lejos y les permitiría vivir tranquilos, siempre y cuando no temiesen a lo sobrenatural.

- Y sí...- murmuró-, da igual.

Entonces subió con Kramer y el grupo la escalera.