Partida Rol por web

Me apresuro a elegir una de las habitaciones justo en frente de los extranjeros; reviso el contenido de la misma, me siento sobre el montón de paja, asiento con la cabeza y vuelvo a salir al centro de la chabola para contemplar a los extranjeros con una mueca de desagrado, mientras espero a que Lira elija su habitación.

Cuando los hijos de Kilombo dejan a Kanu en la habitación comunal, este les dirige un sencillo pero sincero agradecimiento por la hospitalidad, confiando en que se lo harán llegar a su padre. 

Tras ello el joven nativo comienza ha realizar una serie de rituales para ganarse el favor de los espíritus del hogar, pidiéndoles que lo mantengan a salvo mientras habite esta nueva morada, a la par que expulsa a los malos espíritus. Tras un buen rato de canturreos y plegarias entra en una de las habitaciones, probablemente la que quede libre, deja sus escasas pertenencias y sale para hablar con los otros invitados.

-Hola, me llamo Kanu y soy aprendiz de shamán de la tribu Sauda, ¿Como os llamáis?- pregunta de manera genérica con la intención de conocer a sus vecinos y, probablemente, compañeros en la misteriosa búsqueda que les aguarda. 

-Elijo la habitación más cercana a la de mi hermana y la reviso a fondo, después salgo al centro de la cabaña para encontrarme con el resto.

-Lira, Mafumbo.- esas dos palabras y una ligera inclinación de cabeza son toda mi respuesta a la presentación del joven chamán

Las palabras de Kanu me sacan de mi estado de mi reflexión, giro la cabeza y me acerco a él con paso tranquilo mirándolo fijamente a los ojos hasta quedar a unos diez centímetros de distancia; tras lo cual, ando a su alrededor sin dejar de contemplarlo de arriba abajo de forma descarada hasta volver a estar enfrente de él, entonces le dedico una sonrisa tímida que no queda reflejada en mis ojos y me vuelvo a alejar contoneándome ligeramente.

Ante la actuación de la mujer, el muchacho se siente algo incomodo y recula un poco, pues su contacto con las mujeres ha sido poco y desconoce las tradiciones de las otras tribus... aunque también podría estar intentando ponerlo nervioso adrede, cosa que por ahora, la mujer que antes han llamado "Nira" o "Lira" está consiguiendo.

Cuando acabáis de preparar e inspeccionar vuestra habitación, los extranjeros siguen en sus habitaciones, parece que tardan algo más. Finalmente uno de ellos sale, el delgado y os mira con una sonrisa, parece que sincera, en la boca. Esta vez va sin la armadura y sin camisa, y os asombráis de su musculatura. De hecho, a diferencia de los músculos prietos y bien definidos de los cazadores autóctonos, los músculos de este hombre son grandes e hinchados. Pasa de largo y se va a la habitación del otro extranjero y empiezan a hablar en un idioma desconocido para vosotros.

Algo os interrumpe, un sonido bien conocido y alegre. Los tambores se empiezan a escuchar, y con los tambores seguramente habrá algún baile para los más y las más jóvenes. En efecto, cuando miráis hacia atrás empezáis a ver movimiento en el pueblo.

Sorprendida miro hacia el origen del ruido, inicialmente mi gesto es de acritud por lo acontecido recientemente; pero finalmente la curiosidad se sobrepone a la reticencia. Avanzo hasta la salida de la chabola, me giro dirigiéndole una mirada interrogante a Lira y acto seguido salgo al exterior y me acerco al origen del sonido trotando levemente.

Dedico un gesto a mi hermana para que se adelante y vuelvo a mi habitación.

Una vez en mi habitación cubro mi cuerpo todo lo posible para evitar roces accidentales y salgo de la cabaña en dirección al sonido de los tambores para observar los acontecimientos.

"¡Por el Sagrado Espíritu de Lomboe y sus 87 camadas! Que maleducados son todos aquí, ¿Por qué no se habrán presentado?" se dice el joven para sus adentros sorprendido de solo haber recibido un árido saludo de una de las mujeres que parecen ser hermanas. Mira a su alrededor, a las otras habitaciones y piensa "¡Y que pretende esa mujer presionándome de esa manera! bufff no se si habrá sido buena idea dar mi palabra de embarcarme en esta aventura".

El sonido de la música lo saca de su ensimismamiento -¡Un baile! siempre he querido ir a uno- dice a modo de pensamiento en voz alta, y sin pararse a pensarlo dos veces el muchacho sale corriendo en dirección a los festejos.

A pesar de lo que todos esperábais, la celebración se hace fuera de Babuka, aunque conseguiis guiaros fácilmente por la luz y el humo de la hoguera y el sonido.

Cuando llegáis, hay unas 30 personas alrededor del fuego, sentados. 5 de ellos, los más jóvenes bailan y juegan alrededor del fuego, cuando os ve llegar, Kilombo hace un gesto para que os acerquéis. En el suelo hay estiradas unas esteras de esparto, y Kilombo os señala con una sonrisa las esteras. Parece que los jóvenes se lo están pasando bien alrededor del fuego, y parece que los demás se regocijan viendo a los jóvenes disfrutando.

Detras de la gente hay fruta fresca y jugosa para que el azote del calor no os pegue demasiado duro, y alguno de los presentes ya tiene alguna fruta en las manos. 

Kanu avanza con la mirada perdida en los juegos y en la celebración. Todo le resulta muy nuevo y estimulante, pero decide contenerse un poco, ya que no conoce las tradiciones de la tribu, y hace caso a Kilombo. Busca algo de fruta y va a sentarse en una esterilla bien cerca de la hoguera para no perderse detalle.

Al darse cuenta de que se esta comportando como un crío, intenta endurecer su gesto y mantenerse serio, pero le cuesta horrores y siempre acaba boquiabierto con los juegos de los muchachos mas jóvenes de la tribu. Tiene ganas de participar y le cuesta disimular su ansiedad.

Nada mas llegar a la zona de los festejos me quedo mirando el fuego; su cercanía es suficiente para sentir su acogedor abrazo, las ganas de aproximarse mas y bailar al rededor de él crecen dentro de mi. Es entonces cuando reparo en la presencia de los jóvenes bailando. Las señas de Kilombo terminan sacándome de mi breve periodo de ensoñación.

Tras unos breves instantes decido sentarme en una de las esteras y observar con atención los festejos. Fijo mi mirada en los jóvenes bailarines y espero la llegada de mi hermana.

Al ver a los jóvenes bailando mi primer impulso es ponerme a bailar con ellos. Pero al ver a Kilombo que nos señala las esteras, decido que mejor será sentarse, por el momento. Hago un gesto de saludo a Kilombo, y me siento de manera que pueda ver bien a los bailarines. Casi inconscientemente, mi pie derecho se mueve al ritmo de los tambores, y sonrío feliz de participar en una fiesta así.

Cuando llego a la celebración y veo a mi hermana junto a Kilombo enfrascados con la fruta yo también cojo una pieza y me siento a su lado.

-Buena celebración, parece que disfrutan de corazón.-

Kilombo sonríe ante el comentario de Lira y se levanta. Todo el mundo se gira hacia su líder, excepto los niños que siguen jugando. Con un par de palmadas, Kilombo consigue atraer la atención de los más nerviosos y hacer que le escuchen.

- Como todos los del pueblo sabéis, hoy es una noche algo especial. Pero antes de seguir con la fiesta, me gustaría dar la bienvenida al pueblo a los jóvenes Kanu, Lira y Nira y la tribu Alvini, que han venido a ayudar, cada uno a su manera, con el problema de la caza. Y así pues, celebremos esta noche y hagámoslo con ellos.

Kilombo se vuelve a sentar y los tambores se reanudan. Unas cuantas personas se levantan a coger fruta, entre ellos el extranjero gordo, mientras el otro extranjero mira a Kanu, Lira y Nira. La tribu Alvini no han venido todos, pero hay unos cuantos entre la multitud.

Los niños reanudan también sus bailes alrededor del fuego. Mientras las miradas de unos jóvenes se centran en las recién llegadas Lira y Nira y cuchichean.

Mantengo la vista fija en el extranjero que nos observa durante unos instantes; le dedico una mirada áspera y giro el cuello contemplando lo que me rodea.  Al percatarme de la actitud de los jóvenes no puedo contener una tímida sonrisa que se transforma en una carcajada que consigo contener tapándome la boca con la mano. Me inclino hacia Lira sin dejar de mirarlos fijamente y le susurro al oído.- Hermana, ahora entiendo porque se han ido las serpientes de este lugar;  se aburrieron de comer gallinas, míralos ¿no hay ningún hombre en este pueblo?...voy a por algo de fruta.

Estiro los brazos y arqueo la espalda, tensando mi musculatura para desentumecer las articulaciones. Me incorporo lentamente y me desplazo hasta la fruta mas cercana, caminando de forma provocativa, acompasando mis movimientos con el ritmo de la música.

Kanu no se percató, o no quiso percatarse, de la mirada de los extranjeros ya que estaba demasiado atento a las palabras de Kilombo. Cuando este les da la bienvenida, Kanu entiende que le están dando permiso y se une a los bailes. Enseguida alta a la vista que no es un bailarín ni mucho menos, pero le pone toda la energía que puede e intenta aprender rápidamente los pasos.

Los chicos rápidamente acojen a Kanu entre sus filas, enseñándole los pasos y, sin un aṕice de maldad o picardía, criticándole sin compasión cuando lo hace mal. Y a pesar de ello, más gente se une al baile, sale algún chico más que acompaña a Kanu en su aprendizaje del baile y alguna chica también. Parece que la fiesta se empieza a animar.

En cuando Nira se levanta a por fruta, uno de los jóvenes se dirige hacia ella, intentando parecer seguro, y le habla.

- Hola chica, de qué tribu eres? Yo soy Akumu de Babuka.- dice esperando causarle allguna impresión.

Por otra parte Valens se acerca a Kilombo y le dice algo, entre el jaleo armado y la música, no se escucha, después de la breve conversación, se levanta y se aleja hacia la cabaña donde descansaréis esta noche.

Hago una leve reverencia con la cabeza cuando Kilombo presenta a la tribu Alvini a todos, y sonrío. Después, la fiesta comienza a animarse, así que me levanto y ofrezco mi mano a Nuru. - Vamos a enseñarles a los de Babuka como bailan nuestras tribus. - y la saco a bailar.