Partida Rol por web

-Supongo que sus hombres podrían encargarse de eso ¿no, jefe? -el senador había escuchado con atención las palabras del jefe de bomberos. La situación empezaba a ser desesperada.

Asintió a las palabras del senador.

-Sí, mandaré algunos hombres más a este piso para que nos ayuden a hacer un puente con cables.

Se retiró para hablar por teléfono.

Tras el rechazo de Duncan vuelvo a la barra donde Carlos sigue sirviendo copas... sin embargo me fijo en que efectivamente estoy hecho un asco... así que me saco la chaqueta y la dejo en una silla y le pregunto a Carlos... Carlos, ¿Donde estaban los baños?.. le pregunto.

Me doy cuenta de que llevo bebiendo como un cosaco y que he evacuado muy poco, al menos por debajo... los retortijones siguen atacando mis tripas y creo que me voy a ir por la patita abajo de un momento a otro...

-Están por allí, señor Simmons -dice el camarero señalando hacia uno de los rincones-. Si quiere podemos prestarle otra chaqueta. Hay bastantes en el guardarropa.

Luego de escuchar las malas noticias provenientes del vestíbulo el jefe de bomberos propone hacer un puente con cables hasta el edifico contiguo ya que su altura inferior es perfecta para el descenso hasta su azotea.

Teniendo en mente la posibilidad de otra catástrofe me anticipo al dirigirme hacia los presentes. - ¡Atención a todos! Existe otra forma de salir de aquí pero el jefe O´hallorhan necesita de la cooperación de todos. Para que todo salga bien deberán respetar el orden de la lotería o podríamos perder la última oportunidad. – prefiero interiorizar a los invitados sobre el peligro de saltarse el turno ya que las turbas son el mayor peligro por el momento.

Todos parecían alegrarse desde la ironía de la vuelta a la vida de Harlee. Aun mareado recogió la tarjeta de Roger y Miró a James Duncan con ojos de odio.

De esta no salimos muchachos. Podemos hacer dos cosas, bajar por las escaleras y quemarnos vivos como seguramente le haya sucedido al bueno de Günther o esperar a que tengamos una racha de buena suerte y consigan apagar el fuego antes de que nos devore a nosotros. 

De cualquiera de las maneras, creo que lo único sensato será beber para decidir quién de nosotros merecería ser el primero en salir por la vía de escape que se pueda crear. ¿Quién creéis que debería ser el primero? Por mis problemas de corazón, es evidente que yo debo de ir en primer lugar, ¿pero quién debería ir tras de mi?

Parecía que el personal a cargo de salvarnos el pellejo comenzaba a movilizarse, lo cual alivio mi malestar emocional ya que por lo menos una posible salida nos queda. Por suerte el momento humorístico del día estaba a cargo de Harlee que me miraba con cierta tirria, alzando la copa de champagne le dedico una mirada y mi mejor sonrisa. 

- Harlee, viejo amigo. Esto va por número, ve montando otro show como el de recién o ten paciencia ya que no estás de los primeros. Por cierto gran actuación, desconocía esa veta artística. Al parecer que un edificio se consuma en el fuego saca lo mejor de uno. Excelente. -  increpando solo con mi ironía ya que su mirada me incitaba a ello le respondo al viejo para luego observar que mi yerno estaba con problemas de cañerías. - Bebe como si murieras mañana y así quedarás. - suelto muy libremente sin dejar de apreciar el cálido confort del sillón. 

Ya cansado de mantenerme relajado con el champagne tomo la iniciativa. - A ver, los que tengan el número mas bajo por este lado y los altos por el otro. Hay que organizarse caballeros que no deseo incidentes como hace un instante con el helicóptero. - movilizaba a los invitados y los ordenaba según el número que tenían. 

Cogió el teléfono y habló con uno de sus hombres.

-Que un par de hombres consigan todos los cables que puedan y algunas mangueras. La idea es fabricar un puente que una este edificio con el contigüo. Si con dos hombres no basta, que vengan algunos más, aunque serán reasignados una vez traigan el material, la prioridad es seguir apagando el fuego.

Se pone al teléfono tu segundo al mando.

-Enviaremos gente también al edificio de enfrente para coordinarlo ¿No han llegado todavía los hombres que mandé? Envié a Newborn y Kenneth al Promenade. Me extraña que aún no hayan subido. Le diré a otro par de muchachos que suban. La cosa pinta mal, jefe. Más vale que os deis prisa. Ha subido hasta la 98. Entre la 81 y la 94 podemos estar tranquilos, ya no hay nada más que se pueda quemar allí. No se quién demonios ha hecho este edificio, jefe, pero está saltando por todas partes. Se quema de arriba a abajo. Desde el 38 al 60 está ardiendo por los cuatro costados. Los chicos no dan abasto. Tenemos muchas bajas.

Recuerdo mi numero de la lotería y la suerte de tener un numero bajo. Podría cambiarlo a otra persona si lo necesitase pero prefiero esperar. – Señor Harlee por favor aguarde su turno haciendo reposo. No soy médico para decidir sobre su “afección” pero le sugiero que espere sentado.  A los demás les pediré que cooperen según las palabras de Duncan. – luego de coordinar a los invitados aguardo a la llegada de los bomberos que había prometido.

Soy un hombre enfermo y parecen burlarse de mi. Tendrán sangre en sus manos. Coff, coff. Se lo garantizo. Las pesadillas no los dejarán dormir. Una vez sabemos que no hay niños a bordo, es evidente que aquellos que sufrimos de dolencias cardíacas deberíamos ir en primer lugar.

Evidentemente se trata del juego de los millonarios.

Harlee da una vuelta sobre si mismo con la sonrisa torcida. Tiene la cara contorsionada. Muestra su nerviosismo.

¡Para amasar una fortuna antes tienes que hacer harina a los demás! Coff, coff. Ya lo sabemos, ya lo sabemos.

Se agarra el pecho con su mano y sigue tosiendo mientras apura su copa.

-No debería beber tanto alcohol si tiene esas dolencias ¿No cree, señor Clairborne?

Están por allí, señor Simmons -dice el camarero señalando hacia uno de los rincones-. Si quiere podemos prestarle otra chaqueta. Hay bastantes en el guardarropa.

Pues sí, no sería una mala idea... Gracias Carlos... tu sí que me comprendes... le respondo al camarero.

Miro al resto de los invitados y miro el numerito que tengo en la mano... el 44, el puto 44... aquí hay doscientas personas y yo tengo el 44 y todavía sigo metido en esta ratonera... yo no sé que clase de organización tiene estos pero está claro que no funciona...

Ahora no sé que demonios se les ocurrirá, quizá una catapulta...o alguna otra tontería...

Jefe, ¿me puede decir por que número van? Es que como no hay un indicador como en la charcutería me pierdo... y me dá que ya se me han colado unas cuantas señoras... le pregunto a O'Hallorhan.

Otro helicóptero pasó frente a las ventanas del Promenade. Sin embargo esta vez no se dirigió hacia la torre de cristal, sino que aterrizó en el edificio de enfrente. Bajaron unos hombres que comenzaron a montar un armazón metálico en forma de silla...

Vaya, ¡por fin ha llegado la caballería! El alcóhol me ayuda a que las arterias se dilaten y así poder mantener un ritmo cardíaco más saludable señor senador Gary, por favor, no trate de herir mi dignidad con palabras de desprecio.

Harlee se levanta renqueante.

Una silla para un enfermo. Espero que entiendan que mi salida de este edificio es la que se debe realizar con mayor urgencia.

Dos bomberos más aparecieron en el salón Promenade. Estaban sucios de hollín y muy cansados. Aún así se acercaron a las ventanas que daban al edificio de enfrente.

-¡Vamos a tener que romper estos cristales! ¡Échense para atrás! -ordenaron a los invitados.

Con las hachas que llevaban destrozaron los paneles. Al instante unas ráfagas de fuerte viento amenazaron con tirar a los invitados más cercanos. El helicóptero se acercó de nuevo y con ayuda de un disparador, lanzó una gruesa cuerda al interior del salón. Al instante la ataron fuertemente para ayudar a trasladar el armazón hacia la Torre.