Partida Rol por web

No creas que no lo he pensado amigo, y tienes razón en que lo mejor es hacer estas cosas en pareja. - indico a Wolfgang mediante el lenguaje secreto - Además el que distrae siempre puede entorpecer dismuladamente a la víctima si se percata del cortabolsas. Pero como dices, no nos interesa llamar la atención; supongo que te has enterado de que se busca a un tal Cleodovesio y su compinche, no se si me entiendes... Veamos primero si podemos equiparte con algo decente sin tener que aligerar bolsas. Desde luego si lo hacemos mejor que no se enteren los otros, sobre todo el santurrón - termino con un guiño.

Las extrañas letras del alfabeto humano son una incógnita para mi, asi que miro el gran olmo con desorientación, ya que no entiendo ni una sola de sus consignas. Al parecer, hay dos que si entienden de esto: Jahannes y Rainer.

Al cabo de unos momentos, Johannes nos dice que reza en cada cartel.

-Podríamos intentar prestar oído a la tal Brigid. Pero al parecer sólo hay dos trabajos interesantes, a mmi modo de ver: el de Oldenhaller, y la búsqueda e información de los dos prófugos. Aunque, este segundo trabajo, se dice que no se conoce la descripción física de los mismos, asi que bien difícil se nos presentaría.-digo con un dejo de lamento, luego de escuchar la lectura de los avisos que nos ofrece Zimmerman.

Un trabajo así sería una buena medida para mis habilidades. Cazar animales o presas inteligentes es bastante parecido...aunque ciertamente no cenaré con los segundos...

-Vamos entonces al mercado, y luego vayamos a la mansión del tal Oldenhaller. ¿Alguien sabe dónde se halla el mercado, y la Oldenhallerstrasse? ¿Es esa la dirección que lee en el cartel, no?-pregunto finalmente.

 Verifico mis armas, desenvainando la espada y verificando su filo y condiciones generales. Servirá ciertamente. Mi arco está en perfectas condiciones, ya que lo mantengo impecable por ser mi principal elemento de trabajo. A continuación, palpo con cuidado mi cinto, en donde guardo las escasas coronas de oro que me quedan.

Necesito un trabajo urgente, o deberé largarme a los bosques.

El olor de miles de almas viviendo juntas en moradas de piedra, echando sus necesidades a la calle, no puede menos que sentirse. Pero aquí, en la plaza mayor, los olores de la ciudad se hacen un poco menos evidentes, y respiro con menos dificultad. Ya comienzo a añorar los lugares salvajes donde me he criado. Lugares ahora desbordados por los pieles verdes, me recuerdo. Con un estremecimiento, vuelvo a donde estaba: en el medio de la ciudad de Nuln, huyendo aún del horror. 

Debo reponerme, debo juntar medios...debo...no se que debo hacer. Intentar olvidar, al menos por ahora.

Recorrís algunas calles del mercado donde frutas verduras y carnes se venden. Entre las voces de la multitud oís el choque de hierro y yunke, y siguiendo el sonido llegáis a una herrería.

¡Oh sí señores! ¡Sed bienvenidos a mi herrería! Fabricamos armas de excelente calidad. ¡Pasen y vean!

¿Qué se les antoja? ¿Una espada tal vez? Las tengo para todos los gustos y bolsillos, hechas de buen hierro de las Montañas Grises ¡Oh, y también tengo del recién inventado acero tileano! Pasen y cojan lo que guste. No hay ninguna prisa.

¡También fabrico flechas maese elfo! No son como las de los Lorien, ¡pero atraviesan piel de jabalí con facilidad!

-¿Flechas? Déjemelas ver, buen herrero. Yo tengo ya algunas, pero las flechas siempre escasean.-le digo al herrero , en respuesta a sus palabras.

Observo las flechas que me muestra el herrero. Ciertamente, no son hechas por artesanos élficos ( enanos, que he visto excelentes trabajos de ellos), pero cumplirán con su cometido.

-Pues bien, deme diez flechas.-le digo, luego de examinarlas con ojo crítico.

Antes de llegar a la herrería, digo a mi compinche- podemos probar a robar un par de bolsas. De momento, no llamaremos mucho la atención con eso. El dinero nos vendrá bien a ambos. No obstante, mejor esperar a salir de la herrería. Si pasa cualquier cosa, prefiero estar armado. Y sí, cuando robemos, mejor hagámoslo sin que los demás nos vean. No quisiese saber la reacción del clérigo si nos viese robando. En fin, con sus cuadriculadas ideas, no creo que consiga nada. Ahora, disimula. Que parezca que no estamos tramando nada. No quiero ni siquera que sospechen. Es más, no me gustaría ni que supiesen que tenemos nuestro propio lenguaje y código. Creo que será más útil para nosotros que no sepan que tenemos un código a que lo sepan.

Ahora, disimula...

Entro a la herrería, y su interrior me fascina. Cantidades incontables de armas cubren las paredes del lugar, haciendo que mi vista se pierda entre los filos y las empuñaduras de las herramientas de defensa y ataque.

Cuando bajo de mi nube de afiladas espadas y relucientes escudos, miro al herrero, y con una sonrisa, le digo- ¡A las buenas amigo herrero!. Verá, estoy buscando un arma que vaya a juego por mi porte y estilo, que, como podrá ver, tengo a espuertas. Ahora mismo, mi única arma es esta daga, embotada y oxidada, -digo mostrando mi vieja daga- que, aunque valiosa; no es muy útil para defenderme. Había pensado, en adquirir una de esas espadas de duelo, ya sabe, un estilete, un florette... Depende del sitio y del lugar lo llaman de muchas maneras. ¿Qué me dice?, ¿tiene algo de eso?. No me gustaría tener que ir a otro sitio a buscarla, este lugar me ha fascinado desde el principio, y usted me ha caido simpático. ¿Qué, tiene alguno?

Diciendo esto, sigo mirando las paredes llenas de armamento fascinado...

Antes de llegar al mercado, respondo a Wolfgang:

- Me parece bien, que esto quede entre tu y yo. Vayamos a buscarte algo de hierro con lo que defenderte entonces.

Camino al mercado todavía sorprendido por las palabras del elfo, que parece no haber relacionado a los prófugos con sus compañeros, es decir nosotros. O eso espero.

No, si todavía tendremos que vigilar que el elfo no nos clave una flecha en las espalda. - pienso con sorna.

Cuando estemos en un sitio más privado habrá que sacarle de su confusión.

No tardamos mucho en encontrar una herrería donde comprar nuevas armas. Eldarendil y Wolfgang entablan conversación con el herrero, ambos dispuestos a adquirir nuevo material.

Un arco no me vendría mal, preferiblemente un arco corto, que pueda ser llevado a la espalda sin que dificulte mucho mis movimientos. Pero por ahora esperaré, el dinero escasea y prefiero reservarlo para un caso de necesidad.

Mientras los demás realizan sus compras, me entretengo admirando las armas expuestas.

¿10 flechas? Sí, señor serán 2 chelines de plata...

También tenemos espadas al precio de 10 Coronas, con un pomo excelente y guardamano, no como el de las armas de esgrima por supesto pero sí detendrá otra espada antes de que le corte. ¡Oh, se me olvidaba! Esta mañana he acabado un par de lanzas, de 8 palmos de longitud, magnícas para mantener a ralla a malechores y bestias.

Todo lo que ustedes deseen...

¿Espadas eh?... Ya las veo. Parecen bonitas, en especial esta -digo señalando una de la pared- parece fuerte y robusta, ideal para mi. ¿Puedo probarla?. No es que dude si está bien hecha o no, solo quiero ver que tal se adapta a mi mano la empuñadura. No quisiese comprarme una espada que a la hora de la verdad no me fuese muy útil por no tenerla adaptada a mi mano. Así que si me lo permite, la descolgaré de la pared. Tampoco busco algo muy pesado, prefiero que sea liviana pero que me permita parar antes que pesada e inmanejable... Al menos para mí.

¡Tenga cójala! Si presta atención podrá oír como el filo corta el aire, ciertamente es una buena espada, no de las mejores que he hecho desde luego, pero sí que tiene un gran acabado y un poderoso filo, sin desdeñar la punta por supuesto que en una esapda todas las partes son letales...

Esto no es nada con lo que encontraria en mi Middenheim pienso apesadumbrado

Compañeros, veo que teneis aun un tiempo aqui y ya que yo no necesito nada hasta que no consigamos algunos Karls os ruego me perdoneis un instante. Voy al Altar de Ulric que me indico un buen señor antes. No tardare mas que lo necesario para rendirle cuentas y las plegarias del dia. No puedo ceder ante mis deberes, debo hacerlo para ser Sacerdote. Espero lo entendais. Si tardo demasiado... ya sabeis donde localizarme... digo mientras recojo mis cosas y me encamino hacia el Altar de Ulric de la ciudad.

¡Que Ulric le acompañe en la Batalla! le digo con un gesto al Herrero y me voy

Dejo caer las dos piezas de plata sobre la mano del herrero, y guardo cuidadosamente las flechas en el carcaj. A continuación, me pongo a observar a Wolfgang, que parece estar muy interesado en la panoplia de armas. Finalmente, se decide por una espada de hoja algo ancha y corta, una buena espada por lo que se puede ver, sin ser una verdadera artesanía de calidad.

Al decirnos el ulrita que se iba al templo a rendir honores, asiento con la cabeza, y me quedo con Wolfgang y Johannes, en silencio, esperando a que finalicen sus compras.

Caminando y preguntando a los que por allí andan llegas hasta un pequeño santuario a Ulric del tamaño de una casa de dos pisos, es un buen lugar, es una estructura algo vieja aunque está cuidada y limpia. El busto de un hombre se erige a la entrada. Un epígrafe reza lo siguiente:

Valeroso Josef Von Hersen, sacerdote de Ulric, azote de orcos, protector de pobres.

Dentro del recinto una hoguera arde en un elaborado recipiente de mármol, la calidez y el olor a incienso es evidente. Dos sacerdotes algo mayores que tú limpian el lugar, al verte te saludan.

Saludos hermano menor, pasa y regocíjate en la casa del señor del invierno, él te guiará por el campo de batalla y te permitirá alcanzar la gloria en nuestra Orden. ¡Pasa y ven a rezar con nosotros!

En nuestro lenguaje superchuli, le digo a Johannes Sigmar nos sonríe. El clérigo se ha ido. En cuanto salgamos de aquí, podemos probar suerte con cualquier transeunte que parezca rico y opulento, de esos que se creen más importantes por llevar su bolsa colgando del cinturón, como si no les importasen los ladrones. Recuerda, yo lo distraeré, y cuando tengas oportunidad, le cortas la bolsa. Espera, me había olvidado del elfo. A ver si puedo distraerle para que nos deje solos y podamos hacer un buen trabajo sin tener que despistarle...