Partida Rol por web

Antes de que se "haga de noche", y ante la mascletà que está organizando Rajoy, adopto la poco honrosa posición de cuadrupedia, cojo la escopeta del ex-presidente y repto en dirección contraria a la ensalada de tiros que se está organizando.

Asumo que no distingo a María al final del pasillo, y con la emoción del momento he dejado de prestar atención a Roberto.

Maria escucha el cristo que esta montandose en la parte delantera del supermercado y se incorpora agarrandose al encargado de mantenimiento.

- Tu te vienes conmigo!
 

Por sorpresa, coge al encargado de mantenimiento del cuello y se dirige hacia la salida de emergencia por si hubiera que escapar.

Y de repente todo el mundo se había empezado a mover freneticamente. Uno intentando escapar con un rehén, y el otro cavando su propia tumba. 

Lo que fuera a pasarle a Marc poco le importaba, de hecho, si con su muerte podía despistar durante unos momentos a los atracadores, Roberto estaría encantado. Pero lo que no iba a aceptar era que su única ancla con la ¿realidad? ¿pasado? se esfumará por la puerta de atrás. 

Agachado, corre como puede entre las estanterías de productos dieteticos y donuts sin gluten hasta llegar a la altura de la mujer y el guardia civil de mantenimiento.-Vosotros no os vais a ningún sitio sin mi.-sisea desesperado. Agarra al hombre del brazo y apuntando con la pistola a ningún sitio y todos a la vez, empuja la comitiva hacia la puerta.-Vamos joder.

Marilyn Manson - Killing Strangers

La fiesta se está terminando.

Los botes de humo que giran expulsando un humo blanco y denso son el preludio del fin. Todos los presenten lo saben, lo notan. Algo va a suceder, algo TIENE que suceder. A nadie se le ha ocurrido apagar la megafonía, los mensajes y cuñas publicitarias siguen sonando de vez en cuando. “Hoy en Mercadona, oferta especial de atún blanco en aceite de oliva. Pague dos y llévese el tercero gratis. Sólo en Mercadona ”. La escena debe ser graciosa para los espectadores que no se encuentran en el supermercado. Se deben estar partiendo de risa. ¿Verdad? Pero hay un cadáver enmascarado en el suelo,  no sabemos si está vivo o muerto. Y hay una mujer con uniforme de Prosegur agonizando un poco más allá, estertores finales como cantos de cisne. También una pobre mujer cuyos órganos se desparraman por el brillante suelo. ¿Qué une a estas tres personas que se han encontrad en este momento, en este lugar? La sangre. El líquido rojo-negruzco que se les escapa por las ranuras de su vida.  ¿Quién de ellos es culpable? ¿Quién inocente? Eso no importa. El humo se sigue extendiendo. Los gritos se mezclan, se confunde, se amplían y distorsionan.

Rajoy llega hasta sus dos compinches trastabillando y cayendo al suelo. Zapatero gesticula con la mano izquierda mientras agarra a Aznar con la derecha. “Él mismo se lo ha buscado” dice alguien. Rajoy se levanta y mira a todas partes, apuntan a varios clientes con su arma de forma aleatoria. ¿Está buscando algo? “No podemos dejarlo aquí” se queja alguno de ellos. Zapatero acerca su cara a la de Aznar, le señala la puerta del almacén. “Se lo ha buscado, es un puto psicópata”. Aznar mira hacia la entrada oeste, mira hacia el almacén. “Ya está muerto joder”. Parece que se ha tomado una decisión, hay quórum. Los tres corren hacia la puerta del almacén, casi no se les puede distinguir por el humo.

Algo aparece atravesando el marco de las dos entradas, casi como si fueran espejos de azogue. Los primeros avanzan tras un escudo de metal, con cuidado. Detrás de ellos un sinfín de figuras oscuras, con cascos y gafas de protección, los siguen, sus manos izquierdas en el hombro del compañero delantero y un arma presta a disparar en la derecha. No hacen ruido y su silueta se recorta y desaparece entre el humo. La gente está tosiendo. Alguno se agachan para ayudar a los clientes tirados en el suelo pero lo mayaría sigue avanzando con cuidado.

Los tres presidentes del gobierno han cruzado la puerta del almacén un par de segundos antes de que entrarán las unidades de asalto. Marc ha sido el último en verlos antes de que desaparecieran detrás de las filas de estanterías y pasillos. Y entre todo el caos, el humo y la violencia algo capta su atención. Algo dentro de su cabeza le dice que mire hacia una dirección concreta. Y ahí está. De detrás de la última caja alguien se yergue despacio. ¿Cómo es posible que pueda estar viendo eso entre tanto humo? Parece que esa persona está agitando la mano, como si estuviera saludando a Marc. Entonces salta por encima de la caja y comienza a correr hacia Marc. Pasa por delante de los policías que acaban de entrar en el supermercado, no parece que le interese a nadie, esquiva a varios clientes tirados en el suelo sin que estos giren la cabeza para mirar. Ningún agente le da el alto, nadie le dispara.  Sigue corriendo hasta alcanzar a Marc, que sigue tirado en el suelo, pero pasa de largo sin detenerse. En ese momento Marc, por fin, puede ver claramente de quién es la misteriosa figura. Es María, que ha girado brevemente la cabeza para lanzar un beso a Marc mientras pasaba a su lado. Es María, pero hay algo raro en ella, algo que no está bien. Uno de los policías saca de su ensoñación a Marc, le está apuntando con un subfusil directamente a la cabeza. “SUELTA EL PUTO ARMA O TE VUELO LA CABEZA”     

María y Roberto están raptando al encargado de mantenimiento que intenta convencerlos de que lo suelten, sin éxito. El pobre hombre tartamudea, casi está llorando. Se dirigen hacia la salida de emergencia, parece que lo van a conseguir. Detrás de ellos sólo ven ya una nube de humo que lo cubre todo y gritos informes que salen de esa bola de gas blancuzco. Pero algo capta su atención, algo les obliga a girar y mirar hacia atrás. Y entre la nube de humo blanco pueden distinguir una sombra, una silueta de alguien que corre hacia ellos. Todo ocurre muy rápido. María sale de entre esa neblina dando saltitos y abalanzándose a una velocidad sobrehumana hacia la puerta de emergencia. Antes de cruzarla se detiene por un segundo y saluda con la mano despidiéndose. Es entonces cuando Roberto y María pueden ver la expresión burlona de su cara, el brillo de malicia infantil en sus ojos  antes de desaparecer tras la puerta.

En lo que tardáis en parpadear el supermercado y todos los que estaban en él han desaparecido, volvéis a encontraros en la escena del accidente en el cruce de carretera bajo el cielo nocturno. Se escucha un grillo. Los tres conductores siguen yaciendo en el suelo, rodeados de sangre. Marc tiene una escopeta en su mano. Roberto una pistola. 

Mierda, lo sabía.

El agente lanza un suspiro de cansancio.

Otra vez el puto Cris Gil.

Algo va mal. De uno de los coches llega un fuerte ruido, casi no da tiempo a ver el humo y las llamas.

Los chispazos de los coches incendian la gasolina vertida sobre el asfalto. El fuego se extiende rápidamente provocando una gran explosión cuyas llamas engullen a todos los presentes.

Trent Reznor and Atticus Ross - "I Can't Take It Anymore

FIN DE LA ESCENA