Partida Rol por web

Esa misma noche (del día de la primera entrevista con Lorenzo) Ruth pasea por el pueblo. Recorre varios bares, se deja ver algo... La actuación de Lorenzo no la ha convencido. Quizá si saben que está por ahí, si la sucede algo puedan avisar a alguien...

Ruth busca un joven con quien pasar la noche. No le cuesta encontrarlo, pese a que este pueblo es pequeño las cuevas rupestres no están lejos y, aunque no muy desarrollada, si hay algo de cultura de turismo, así que también hay gente dispuesta a satisfacer o satisfacerse de los turistas.

Los bares en Oxkutzcab son más bien cantinas. Bares pequeños pintados de colores llamativos por fuera y por dentro, con mesas de madera. No hay ningún hombre que te llame la atención aunque la mayoría te lanza piropos pensando que no los entenderás, ya que tienes pinta de gringa. Hasta que llegas a una de las cantinas y ves a un hombre en la barra. Él también ha notado tu presencia. Es el hombre más guapo que has visto en el lugar. Está sólo y tiene pinta de que no es del pueblo. Luther, sin embargo, no tiene tanta suerte. Hay una mexicana con rasgos indígenas que le hace arrumacos y caricias, pero él está molesto y no sabe cómo quitársela de encima. A ella le hace gracia su expresión de mala leche. 

Os conocéis. El hombre de la barra se llama Gabriel. Trabaja de temporero en una granja cerca del yacimiento donde vas. Le cuentas qué es lo que vas a hacer allí y él se siente muy interesado. Después de una velada agradable regada por el tequila y la cerveza, pasáis la noche juntos en el hotel. Es un tipo bueno y simpático y le parece divertido tu acento. 

Cuando te marchas a la mañana siguiente te pregunta que cuándo vuelves y le dices que en una semana. Él se siente triste pero esperanzado. Le ha encantado esa noche de sexo apasionado contigo. Dice que pasará cerca de tu coche todos los días para ver si todavía sigues allí. "Cómo son los latinos, cómo le regalan a una el oído", piensas. 

Esa mañana cruzas con el Jeep los bosques y campos de la bella comarca de Oxkutzcab en Yucatán. Te cruzas con carteles de madera desgastados por la intemperie que indican en qué dirección están las cuevas de Lol-tun.

Vas mirando el mapa que tienes para ver la ruta hacia las nuevas cuevas sin nombre, para girar en la bifurcación adecuada. El camino cada vez es más agreste, eso indica que es poco transitado por coches. Fue una buena idea adquirir un Jeep. Después de un tiempo, llegas al fin del camino. Hay una improvisada verja abierta y un cartel reciente en el que pone "No pasar" y un símbolo de obras. Lo atraviesas con el coche, entrando en la zona. Ves ahora el complejo de ruinas. 

Hay movimiento de gente. Un grupo de achaparrados y morenos mexicanos montan una especie de campamento rudimentario en la hierba frente a las ruinas. Según te vas acercando con el Jeep te das cuenta de que son indígenas. No hay ningún occidental, ni siquiera parece que tengan los estudios adecuados. Tal vez los expertos se encuentren en el interior de las ruinas. 

Cuando aparece tu lujoso vehículo, uno de los indígenas le hace señas a otro, apuntando con el dedo hacia donde estás. Parece que avisando de tu llegada. 

Ruth conduce todo el camino sonriente. Luther también podía haber conducido, pero ella tiene más experiencia con las normas de circulación (o la ausencia de ellas) y el estilo de conducción de mexico, así que prefiere tomar el volante.

Internándose en la selva, el camino se hace cada vez más agreste. Sabiendo que la experiencia de conducción de la joven tampoco es demasiada, Luther le pide el mando del volante, por precaución. Ruth, por supuesto, se lo deja sin problema, ya que así puede ver el paisaje.

Una vez llegan a la verja, Ruth sabe que está cerca de su destino. Luther, sé que no tengo que repetírtelo, pero si vieras que entro en una cueva y no regreso en 1 ó 2 días, avisa a alguien para que manden un equipo de rescate. Podría haber sufrido una caída o algo así.

Al llegar a la zona, la ausencia de extranjeros la extraña. Siquiera debería haber alguno que supervisara a los indígenas, pero ni eso hay. Un indígena hace gestos a otro, la han visto. probablemente pronto llegará alguien a recibirla...

El otro indígena te mira. Hablan entre ellos y continúan con sus tareas. Nadie viene a recibirte. Parece como si ellos no tuvieran ni voz ni voto. 

Aparcando el coche, Ruth salta del mismo, al mismo tiempo que le tira las llaves a Luther.

Voy a ver si encuentro a alguien, dice en alemán al rubio guardaespaldas.

Sin más, se dirige hacia la entrada de la cueva, con el corazón latiéndole muy deprisa. No ha cogido su equipo, no va a entrar en la cueva, sólo espera ver a alguien...

Si en las cuevas no encontrara a nadie, preguntará a algún nativo, usando su español chapurrero, si hay alguien y donde puede encontrarlo.

Te acercas al complejo de ruinas (a la de la puerta, que es más llamativa, mismo.) pasando entre los nativos que están preparando un par de tiendas de campaña. A través de la puerta del antiguo edificio no ves a nadie. Cruzas la puerta y ni siquiera consigues ver la cueva.

Avanzas un poco más, andas por la zona, pero no ves a nadie ni tampoco la cueva, sólo las antiguas ruinas mayas, un bosquecillo al otro lado, algo de maleza, el suelo cubierto de hierba y el cielo azul despejado. 

La muchacha entra en la construcción. Mirando en torno a ella, se fija que la construcción es parecida a otras en las que ha estado. Tampoco en ellas se veía la cueva a simple vista, pero mirando un poco podías adivinar donde estaba. Así pues, empieza a mirar las runas que hay dibujadas en las paredes, buscando los dibujos que se asemejan a aquellos que recuerda de las cuevas que visitó en Mexico.

Siguiendo las antiguas runas y tallas gastadas por el tiempo, logras ver lo parece un agujero bajo una losa. Realmente sería muy generoso llamar losa a ese sillar de piedra. El agujero está producido por la rotura del sillar de al lado. De hecho, de no haber sido por la rotura de semejante piedra no existiría ésta entrada. Puede que lo haya destrozado alguien o que haya sido una circunstancia de la antigüedad del edificio, pero está claro que no ha sido natural. 

El agujero es igual de grande que el resto de los sillares y se introduce hacia abajo a ras del suelo por debajo de las losas. Por lo tanto, para entrar, habría que reptar. Cabe una persona de sobra aunque también se podría intentar romper más sillares. Tarea complicada. 

Al agacharte para mirar, un fresco aire llega hasta tu cara. Por tu experiencia sabes que eso indica que hay comunicación con el exterior en algún punto. Por cómo huele el aire, a oxígeno, húmedo y caliente, ese punto no debe de estar lejos. Igualmente lo ves todo negro. Sólo está iluminado un pequeño tramo hacia el interior por la luz que entra por el agujero. 

Tras agacharse sobre su abdomen, Ruth mira por la abertura. No se ve a nadie, pudiera ser que no hubiera nadie dentro. De todos modos, no puede meterse ahí sin su equipo de espeleología.

¡¡¡Hay alguien dentro?!!! grita a pleno pulmón. Si no recibe respuesta, simplemente saldrá y preguntará a los nativos por los jefes de la excavación. En caso de recibir respuesta, esperará hasta que salgan donde ella está.

Lo único que oyes es el tímido eco de tu voz. 

Ruth frunce el ceño, pero no va a arriesgarse así en una cueva. Decide salir y, dirigiéndose a uno de los nativos, le pregunta en español:

Gente de excavación donde está?

Cuando te ven llegar hasta ellos, algunos ríen cuchicheando después de haberte oído gritar en la cueva. Cuando les preguntas, dos de ellos se miran entre sí y luego te miran con cara de extrañeza, mientras los otros dos hablan y ríen mientras montan una tienda. Cuatro hombres en total. Uno de ellos te contesta.

-Somos nosotros, señorita. Allá no hay nadie más. -Dice señalando hacia las ruinas.

Vosotros encargados de excavación? La mujer se extraña, y luego mira a las ruinas. ok, que experiencia tener? La mujer mira a los tipos, esperando ver a alguien que parezca tenga estudios universitarios.

El hombre que antes reía por lo bajini, ahora ríe sin pudor. El nativo que te habla, alza las cejas en un gesto que mezcla pena y sorpresa. 

-Nosotros somos sus guías y porteadores, señorita. La encargada es... -mira a su compañero, como indeciso por lo que va a decir. ...Usted, ¿no es así?, eso fue lo que dijo el patrón. 

Entiendo, tenía entendido que venir más... gente. De acuerdo, acabad de montar campamento. Mañana empezar investigacion.

La mujer vuelve al jeep, y habla con Luther, cosa que ellos no pueden entender (a menos que hablen alemán). Parece que seremos los únicos occidentales aquí. Tendrás que estar atento cuando yo me vaya, ellos no te van a entender. Las cosas son como siempre, dos días sin noticias mías y ve a buscar ayuda, vale? mañana bajaré a ver qué encuentro.

-Si, Miss Achenbach, descuide. Aunque no me gusta mucho ésta gente. Tampoco me gusta su maldito olor. -Te responde con su acento austriaco. -Así que ésta es la razón por la que ha sido tan barato el trato... Maldito cara de chucrut. Ya veo donde ha ido a parar el dinero. Odio a los políticos. -Comenta con un rayo de lucidez que no es propio en él. 

A mi tampoco, Luther, a mi tampoco. Por eso te pido que estés atento, muy atento.

Camina hacia los indigenas y los mira. Luego, con un gesto, les pide atención:

Alguno conocer cuevas? Haber visitado cuevas antes? Saber como hacer escalada cuevas?

Uno de los nativos se incorpora y te contesta.

-Yo he entrado junto con Juan. Conozco un poco el interior, no hay peligro. Pero la experta es usted, señorita.