Partida Rol por web

En invierno el frío que se puede acumular en un lugar oculto entre las cañerías y el bajo de una bolera puede ser realmente matador. Pero Zuit lo había arreglado con una caldera de alta potencia que estaba seguro de que explotaría en cualquier momento, porque cuando la encendía producía un insano zumbido al que ya se había acostumbrado. Pero llevaba cinco años diciendo lo mismo y hasta hoy no había explotado. De vez en cuanto había una fuga en algún tubo oxidado, o la puerta golpeaba repetidas veces contra el pestillo como si alguien estuviera llamando desde el interior de la caldera. Pero no había hecho “¡campum!” y todo su local había salido en llamas como el de Drania, y eso era bueno hasta cierto punto, porque algún día lo haría.

En tres días el invierno había arrasado San Francisco y una fina capa de nieve empezaba a acumularse en las aceras. Eso, y una marea de lluviosas nubes que hacía que el cielo estuviera siempre encapotado. Era realmente frustrante a veces, pero así todos tenían una excusa para no salir de casa.

Zuit se despertó por un estruendoso ruido que hizo su caldera. La puerta se abrió un puñado de brasas saltaron del interior en todas direcciones, cayendo sobre la manta, la chatarra… Lo de la manta era preocupante porque empezó a prender enseguida e hizo un agujero. Menuda manera de despertarse.

Se despertó agitado y escudriñando en todas direcciones, una de las brasas le alcanzó la mano y le provocó un alarido de queja. Pues si quera buena forma de despertarse.

No obstante, había habido mañanas peores. Zuit lanzó un prolongado bostezo y se cubrió los ojos rojos con sus gafas protectoras (se sentía más cómodo cuando las llevaba). De un salto salió de la cama para arreglar, entre las brumas del sueño, la caldera.

Ya cuando se hubiera despertado dedicaría sus esfuerzos a cosas más importantes.

El pestillo había cedido por el calor y había saltado todo. No le costó mucho conseguir una pieza de repuesto que atornillar en cinco minutos. Así aguantaría por lo menos hasta… la hora de la cena.

Zuit se desperezó y fue a la habitación que hacía la función de cocina, comedor y medio taller. A veces hasta él mismo olvidaba dónde estaba cada cosa o qué era cada lugar. Pero no era un sitio insalubre o inhabitable. Bueno, quizás a un sidhe se le caería la piel si entrara ahí del susto. Pero no a él. Había sitios mucho peores en los que vivir en la ciudad, y a él le gustaba. Era original. Seguro que ningún nocker tenía tan magnífico taller. Cuando llegó a la nevera abrió la puerta y contempló que solo tenía cervezas. Error: esa era la nevera de las cervezas. Solo cervezas. Se dio la vuelta y fue hasta la otra nevera, la de la comida. Tampoco es que tuviera mucho, pero había varias cajas de leche que calientes seguro que le sentaban bien con el frío que había en aquellas galerías.

Mientras desayunaba en un gran boll lleno de cereales y leche, la puerta del piso sonó con tres golpes secos y firmes. Había un timbre. ¿Por qué no llamaban al timbre?

Zuit se crujió la espalda y el cuello antes de ir abrir. Por el camino se vistió más formalmente: un mono azul de trabajo debajo de un jersey de lana negra y una gabardina marrón. Con ese frío que hacía todo era poco. Y ya de paso, aunque le costará esperar más tiempo del deseado a su madrugador visitante, recogió su tesoro zurrón y un cañón de metralla artesanal.

-¡Ya voy! ¡Ya voy!

Dijo mientras pasaba por la puerta secreta que había en el baño de su piso e iba recargando con pólvora y clavos largos su arma (nunca se sabía) Antes de llegar a la puerta se quedó un par de segundos observando varios royos gruesos de alambre de espino dejados en el porche, tenía que haber recubierto la sala de ordenadores con ellos hace una semana.

En fin, ya no había tiempo.

-¿Quien es?

Al otro lado de la puerta se escuchó un suspiro y una risita infantil.

- Si no abres Rumour va a salir corriendo hacia la puerta trasera y puede que le explote algo en el pie y entonces te odie para siempre. Y Keot se enfadaría mucho- susurró Oliv al otro lado de la puerta.- Está convencida de que se conoce el camino.

-La última perdió una mano, creo recordar...

Zuit, más tranquilo, se metió el cañón en uno de los bolsillos y se encendió un puro fino al tiempo que habría la puerta.

-¿Qué hay? Señoritas.

Al abrir la puerta la Infantil, que iba cogida de la mano de Oliv, pegó un salto y se colgó del cuello de Zuit (que tampoco era muy alto). Vestía con un largo chaquetón raído que le llegaba hasta los tobillos y cuyas mangas le quedaban demasiado grandes.

- Oliv no me ha dejado ir por el otro camino. Pero ella no sabe que yo me lo sé entero. ¿Has hecho cosas nuevas? ¿Me vas a hacer la pistola de clavos en pequeñito?- preguntó emocionada.

Hacía varias semanas que Keot no llevaba a la Infantil por allí, y a ella le emocionaba aquel lugar tan lleno de cosas nuevas. Le fascinaba. Hacía varios meses que había pasado su crisálida y todavía no comprendía muchas cosas, pero no paraba de preguntar, por lo menos a la gente que a Keot le caía bien. Zuit era uno de ellos, y Oliv otra. Con el resto del mundo Rumour era la persona más desconfiada del mundo.

Entonces la niña se descolgó del cuello del goblin y salió corriendo agitando los brazos.

- No toques nada, Rumour- dijo a tiempo Oliv, para que lo escuchara.- Buenos días, Zuit.

Saludó entonces con una extraña sonrisa. Esta vez llevaba dos orquídeas en el pelo y un grueso chal de lo que parecía tela de araña. Se quitó una de las flores y se la enganchó a él en el tirante del peto azul. Solía hacerlo siempre que se pasaba por allí. Decía que era un sitio muy deprimente y sin color.

- Teón y Keot me han mandado venir para pedirte un par de recados. Y ya de paso para que vieras a Rumour. Creo que Caín encontró pistas sobre los Hunters.

Antes de terminar la frase ya había entrado en el piso de Zuit, sin permiso.

-¿Sabes? Leí por ahí que las viejas hadas tenían que hacer un favor al propietario de una morada antes de osar entrar en su casa.

Zuit dio una calada a su cigarro y sonrió con confianza. Se giró para gritarle a la Romour.

-¡Nena! Siéntete libre de tocar cualquier cosa. ¡Eso si! Luego no te quejes si algo te toca a ti.- Hizo un ademán a Oliv para que le siguiese a la cocina.

Una vez ahí puso una cacerola de agua a hervir, esperando las noticias de la chica

- Acabo de regalarte algo que no explota ni puede causarte pérdida de miembros, algo desconocido para ti. ¿Te parece poco favor?

La chica siguió al goblin haciendo resonar sus zapatos por el lugar y se sentó en una banqueta después de asegurarse de que no tenía nada raro que fuera a activar algún tipo de trampa. También se escuchó a Rumour trastear en algún lugar, ignorando por completo las advertencias de los mayores.

- Creen que los Hunters están sobre la pista de Little Hollywood, demasiado cerca. A demás Caín ha dado con otro foco de Humo Negro que tiene muy mala pinta, y creen que están relacionados. Así que quieren hacer una incursión esta semana y necesitan tu ayuda. Son unos almacenes que están debajo de unas oficinas del centro.

Oliv se quitó el chal y lo dejó sobre sus piernas, después rebuscó en un bolso gótico que llevaba y sacó un plano que extendió sobre la mesa.

Zuit les echó un vistazo atento mientras arrojaba al agua un bote de metal cerrado herméticamente.

-¿Y qué hay que hacer exactamente? ¿fuego, humo, rehenes?

Sus ojos examinaban el plano buscando posibilidades. Y las había, como en todo.

Oliv contempló el tarro con interés durante unos instantes antes de volver a prestarle atención a Zuit.

- En principio abrir una “puerta” desde las alcantarillas, desconectar unas cuantos sistemas de seguridad y… Armamento “por si las moscas”. Kika está tanteando terreno. Quieren que sea algo sutil, fingir como que es un robo ya que las oficinas están encima de una sucursal bancaria.- se inclinó sobre la mesa y empezó a garabatear en el plano con un lapicero que se acababa de sacar de… ¿de dónde?- Han hablado de entrar por aquí y tirar desde este conducto. Estación de Nieblas queda un poco lejos y quieren estar frescos para el asalto. Hay que conseguir datos de ordenadores y Lady Iris quería mandar a Frank, pero Teón le dijo que antes trabajaría con Dauntains. Así que seguramente vaya Karala.

Un estruendo como de algo rompiéndose sonó no muy lejos de aquella habitación. Oliv miró hacia el lugar y no le dio importancia.

Zuit soltó una risa sardónica.

-Bueno, confiar en los nocker nunca da buenos resultados. Ya me entiendes, siempre preocupándose en la forma y no en el resultado.

Cuando consideró que el tarro llevaba el suficiente tiempo lo sacó con unas tenazas y lo destapó con una mano envuelta en una manopla sucia. Olía a jabón líquido; era realmente eso.

-Entonces: abrir una entrada, un sabotaje electrónico y cubrirlo todo. Más el apoyo logístico, claro. Me parece bien.

La sluagh entornó sus ojos negros hacia el goblin y se inclinó sobre la mesa para mirar más detenidamente el tarro. Olía a jabón, pero no le cuadraban las cosas.

- ¿Por fin vas a ducharte? ¿O es que vas a limpiar este antro?- murmuró con una sonrisa socarrona.

- No, no; es para Rumour.

Y mostró una sonrisa de oreja a oreja detrás de esas frías gafas de químico. Algo de desquiciado, genio y loco había en su rostro. Un goblin a fin de cuentas.

Sacó de el armario más cercano una botella de cristal rellena de un líquido verde, olía a gasolina, y un embudo. Dejó deslizar el jabón por él, provocando una mezcla pringosa que procedió a agitar con una cucharilla larga de metal.

Mientras Oliv contemplaba con interés a Zuit, Rumour apareció en la cocina con un cepo para ratas y un animal atrapado en él, con varios clavos atravesando su cuerpo y evidentemente muerto.

- Mira, Oliv. Estaba detrás de un armario y la cacé. Es un regalo para Ziut- se acercó a la mesa y la dejó encima. El goblin pudo ver su nombre “tatuado” en el vientre del animal despellejado.

- Muy bonito, Rumour. Creo que él también te está haciendo un regalo.

-¿Si?- la niña pegó un brinco y fue hasta donde estaba el goblin mirando con curiosidad- ¿Qué es? Huele a jabón y gasolina. ¿Puedo meter a la rata ahí? ¿Lleva ácido?

Zuit se tapó la boca, sorprendidísimo.

-Oh, Romour, no tenías que haberte molestado.- Zuit se rió alegremente.- Una menos...

Y se frotó las manos mirando a la botella.
 

-Esto es Napalm criatura, ¿quieres que prendamos la rata?

Cogió a la rata y la puso sobre una bandeja oxidada de cocina, sobre el fregadero, tras lanzar le un chorro generoso de Napalm encendió una cerrilla y la dejo caer. La rata prendió asombrosamente rápido, con una llama que ennegreció la bandeja, derritiendo el metal.

La habitación se inundó de un olor desagradable a la vez que el un humo desagradable se extendía.

- Prueba a lanzarle agua.

- Alaaaa- exclamó la niña.

Se puso de puntillas y abrió el grifo del agua esperando a ver lo que ocurría, y al ver que no se apagaba, cerró y volvió a probar. Entonces se mojó la mano y salpicó a Zuit para comprobar que era agua, y se quedó contemplando la rata unos segundos más hasta que su cuerpo se calcinó.

- Ya no hay regalo. ¿Y ahora cómo vas a apagar el fuego? Huele muy mal.- dijo arrugando la naríz.- ¿Me puedo quedar con un poco de eso? Seguro que Keot me deja tirárselo a Frank.

Zuit se encogió de hombros.

-Nunca se me ocurrió aprender como se apagaba, es esperar a que se consuma.

Pero el napalm no era una sustancia que se consumiese fácilmente. El humo y el olor se intensificaron haciendo la estancia insufrible, pero Zuit tenía sus gafas protectoras y ese tipo de olores le ayudaban a dormir y los sluagh...

Bueno, pues eran sluagh.

Poco a poco el fuego fue remitiendo.

Oliv se levantó de la silla y recogió el plano de la mesa al ver que la estancia se llenaba de humo. Después le hizo un gesto a Rumour para que fuera a su lado y la Infantil fue dando saltitos.

- ¿Podemos ir a otro sitio a cerrar el trato?- comentó la sluagh un tanto incómoda.

- ¿Puedo coger otra rata? ¿Te importa que cace ratas de tu casa, Zuit?- preguntó entusiasmada- Por fiiii