Partida Rol por web

El Despertar del Mal - II - La Máscara del Dios Viviente

I - Una larga travesía

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01/09/2015, 19:57
Director

UN POCO DE HISTORIA

La villa de Kassen no se diferenciaba mucho del resto de aldeas de la región de Lastwall. Era un lugar tranquilo, repleto de gentes de carácter afable que dedicaban sus vidas al campo, ya fuese cultivando sus propias tierras de labor o trabajando como leñadores en el gigantesco bosque de Fangwood.  Sus ciudadanos disfrutaban de su existencia alejados del bullicio de la tumultuosa Skelt, viviendo sin sobresaltos y concentrados únicamente en ser felices. Por supuesto, la villa, no siempre había estado allí. Aproximadamente ciento cincuenta años atrás , el aventurero Ekat Kassen, que había servido en el reino de Lastwall durante toda su vida, decidió que ya había luchado suficiente y era hora de establecerse en algún lugar para vivir en paz sus últimos días. Sus viajes le habían llevado a lo largo y ancho de toda la región alrededor del Lago Encarthan y, en sus últimos años, había acumulado suficientes riquezas como para invertir una parte considerable de su fortuna en la compra de un pequeño terreno en el interior del bosque de Fangwood, a orillas del río Tourondel. Pronto, aquel lugar se convirtió en una parada natural para aquellos que pretendían cruzar el río en su camino hacia la ciudad de Skelt.

Durante los siguientes diez años, la ciudad, que era entonces conocida como Kassen’s Hold, creció y prosperó enormemente, pasando de estar formada únicamente por casa solitaria a todo una villa con su propio ayuntamiento y un templo dedicado al Dios Débil. Aquella tranquilidad sin embargo no podía durar para siempre. Todo cambió cuando Assar Vergas llegó a Kassen’s Hold con una serie de mercenarios bajo su mando. Assar era un viejo compañero de Ekat y los dos habían viajado juntos durante algún tiempo antes de separarse poco después de su última aventura. Con el tiempo, el rápidamente empobrecido Assar, llegó a autoconvencerse de que Ekat lo había engañado llevándose la mayor parte del botín cuando repartieron sus últimas ganancias en común. Prometiendo grandes riquezas  a sus mercenarios, Assar hostigó la villa sin descanso durante dos largos meses. Hartos de aquella situación, la gente del pueblo logró localizar el campamento de Assar en una antigua cripta en lo más profundo del bosque. Ekat, con una edad considerable pero con el mismo coraje que le había caracterizado durante su juventud, decidió hacer frente él mismo a su antiguo compañero poniéndose al frente de numerosos ciudadanos que habían optado por tomar las armas.

La batalla que tuvo lugar a continuación fue terriblemente sangrienta y pocos de los hombres que acompañaron a Ekat volvieron para contar la historia. Assar fue derrotado y sus mercenarios puestos en fuga pero Ekat, lamentablemente, sufrió una herida mortal y murió dos días más tarde. En honor a su querido fundador las gente del pueblo decidieron enterrarlo tanto a él como a todos los caídos en el mismo lugar donde se desarrolló la batalla. Para tal efecto se construyó una gran cripta en la que depositaron su cadáver en un lugar de honor, dentro de un sarcófago bellamente tallado colocado sobre los restos de Assar, sus mercenarios y todos aquellos que perdieron la vida en aquel aciago día. Para evitar que aquel sacrificio cayese en el olvido encendieron una llama eterna sobre su lugar de descanso de modo que cualquiera que lo visitase hallase luz y calor en las tierras salvajes.

Con los años, la Cripta de la Llama Ardiente, que es como es conocida, se ha convertido en una parte importante de la historia de la villa, que ahora simplemente es llamada Kassen. La gente del pueblo ve la cripta como un monumento  a esos difíciles primeros años de historia de la ciudad. Cada otoño, algunos de los ciudadanos hacen una peregrinación a la cripta para traer al pueblo en una linterna encendida con la Llama Eterna, donde se conserva todo el invierno como un símbolo de la resistencia de la ciudad. La mayoría de los años el alcalde de la ciudad  y un grupo de dignatarios realiza esta búsqueda pero, algunas veces, se da la oportunidad a los más jóvenes para que tengan el honor de encender la linterna. Muchos ven ésto como el paso definitivo para ser considerados por el resto de ciudadanos como adultos; el sabor de la aventura antes de establecerse, conseguir un trabajo y contraer matrimonio.

Este año se había dado uno de esos extraordinarios casos en los que se enviaba a muchachos jóvenes a recuperar la famosa llama. Sin embargo, por las noticias que corrían por la villa, no todo había salido como se esperaba. Lo que debía haber sido una peregrinación carente de peligro acabó convirtiéndose en una lucha encarnizada por la supervivencia de cada uno de los que allí se dirigieron. Hubo que lamentar varias muertes entre los lugareños que se habían adelantado hasta la cripta para preparar desafíos sencillos para los jóvenes que debían llegar dos días después. Al parecer, una plaga de muertos vivientes, entre la que según los rumores se encontraba el mismísimo Assar, se había levantado de entre sus tumbas. Por suerte, junto a los tres muchachos que iban en peregrinación, también iba un soldado retirado el cual los ayudó a acabar con dicha plaga y a traer de vuelta, además de a los tres jóvenes,  a dos supervivientes que se las habían arreglado para ponerse a salvo en una de las cámaras de la cripta.

No se conocía qué fuerza había permitido que aquellos muertos vivientes se alzasen de sus tumbas ni con qué propósito lo había hecho. Secretismo y semblantes pétreos debido a la preocupación era lo único que uno podía obtener tanto de alcalde Uptal como del Capitán de la guardia Wisslo. Kassen, al tratarse de una villa pequeña, contaba con muy poca guarnición y el hecho de que se encontrase en el límite septentrional del reino, perdida en lo profundo del bosque, no ayudaba en absoluto a que los dirigentes de la nación centrasen demasiado su atención en los asuntos de poca relevancia que allí sucedían. Kassen debía ser autosuficiente, como lo había sido desde su creación.

Notas de juego

Estos hechos que se relatan han ocurrido hace una dekhana y media. (15 días)

Mapa de la villa.

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01/09/2015, 20:01
Director

UN POCO DE HISTORIA

La villa de Kassen no se diferenciaba mucho del resto de aldeas de la región de Lastwall. Era un lugar tranquilo, repleto de gentes de carácter afable que dedicaban sus vidas al campo, ya fuese cultivando sus propias tierras de labor o trabajando como leñadores en el gigantesco bosque de Fangwood.  Sus ciudadanos disfrutaban de su existencia alejados del bullicio de la tumultuosa Skelt, viviendo sin sobresaltos y concentrados únicamente en ser felices. Por supuesto, la villa, no siempre había estado allí. Aproximadamente ciento cincuenta años atrás , el aventurero Ekat Kassen, que había servido en el reino de Lastwall durante toda su vida, decidió que ya había luchado suficiente y era hora de establecerse en algún lugar para vivir en paz sus últimos días. Sus viajes le habían llevado a lo largo y ancho de toda la región alrededor del Lago Encarthan y, en sus últimos años, había acumulado suficientes riquezas como para invertir una parte considerable de su fortuna en la compra de un pequeño terreno en el interior del bosque de Fangwood, a orillas del río Tourondel. Pronto, aquel lugar se convirtió en una parada natural para aquellos que pretendían cruzar el río en su camino hacia la ciudad de Skelt.

Durante los siguientes diez años, la ciudad, que era entonces conocida como Kassen’s Hold, creció y prosperó enormemente, pasando de estar formada únicamente por casa solitaria a todo una villa con su propio ayuntamiento y un templo dedicado al Dios Débil. Aquella tranquilidad sin embargo no podía durar para siempre. Todo cambió cuando Assar Vergas llegó a Kassen’s Hold con una serie de mercenarios bajo su mando. Assar era un viejo compañero de Ekat y los dos habían viajado juntos durante algún tiempo antes de separarse poco después de su última aventura. Con el tiempo, el rápidamente empobrecido Assar, llegó a autoconvencerse de que Ekat lo había engañado llevándose la mayor parte del botín cuando repartieron sus últimas ganancias en común. Prometiendo grandes riquezas  a sus mercenarios, Assar hostigó la villa sin descanso durante dos largos meses. Hartos de aquella situación, la gente del pueblo logró localizar el campamento de Assar en una antigua cripta en lo más profundo del bosque. Ekat, con una edad considerable pero con el mismo coraje que le había caracterizado durante su juventud, decidió hacer frente él mismo a su antiguo compañero poniéndose al frente de numerosos ciudadanos que habían optado por tomar las armas.

La batalla que tuvo lugar a continuación fue terriblemente sangrienta y pocos de los hombres que acompañaron a Ekat volvieron para contar la historia. Assar fue derrotado y sus mercenarios puestos en fuga pero Ekat, lamentablemente, sufrió una herida mortal y murió dos días más tarde. En honor a su querido fundador las gente del pueblo decidieron enterrarlo tanto a él como a todos los caídos en el mismo lugar donde se desarrolló la batalla. Para tal efecto se construyó una gran cripta en la que depositaron su cadáver en un lugar de honor, dentro de un sarcófago bellamente tallado colocado sobre los restos de Assar, sus mercenarios y todos aquellos que perdieron la vida en aquel aciago día. Para evitar que aquel sacrificio cayese en el olvido encendieron una llama eterna sobre su lugar de descanso de modo que cualquiera que lo visitase hallase luz y calor en las tierras salvajes.

Con los años, la Cripta de la Llama Ardiente, que es como es conocida, se ha convertido en una parte importante de la historia de la villa, que ahora simplemente es llamada Kassen. La gente del pueblo ve la cripta como un monumento  a esos difíciles primeros años de historia de la ciudad. Cada otoño, algunos de los ciudadanos hacen una peregrinación a la cripta para traer al pueblo en una linterna encendida con la Llama Eterna, donde se conserva todo el invierno como un símbolo de la resistencia de la ciudad. La mayoría de los años el alcalde de la ciudad  y un grupo de dignatarios realiza esta búsqueda pero, algunas veces, se da la oportunidad a los más jóvenes para que tengan el honor de encender la linterna. Muchos ven ésto como el paso definitivo para ser considerados por el resto de ciudadanos como adultos; el sabor de la aventura antes de establecerse, conseguir un trabajo y contraer matrimonio.

Este año se había dado uno de esos extraordinarios casos en los que se enviaba a muchachos jóvenes a recuperar la famosa llama. Sin embargo, por las noticias que corrían por la villa, no todo había salido como se esperaba. Lo que debía haber sido una peregrinación carente de peligro acabó convirtiéndose en una lucha encarnizada por la supervivencia de cada uno de los que allí se dirigieron. Hubo que lamentar varias muertes entre los lugareños que se habían adelantado hasta la cripta para preparar desafíos sencillos para los jóvenes que debían llegar dos días después. Al parecer, una plaga de muertos vivientes, entre la que según los rumores se encontraba el mismísimo Assar, se había levantado de entre sus tumbas. Por suerte, junto a los tres muchachos que iban en peregrinación, también iba un soldado retirado el cual los ayudó a acabar con dicha plaga y a traer de vuelta, además de a los tres jóvenes,  a dos supervivientes que se las habían arreglado para ponerse a salvo en una de las cámaras de la cripta.

No se conocía qué fuerza había permitido que aquellos muertos vivientes se alzasen de sus tumbas ni con qué propósito lo había hecho. Secretismo y semblantes pétreos debido a la preocupación era lo único que uno podía obtener tanto de alcalde Uptal como del Capitán de la guardia Wisslo. Kassen, al tratarse de una villa pequeña, contaba con muy poca guarnición y el hecho de que se encontrase en el límite septentrional del reino, perdida en lo profundo del bosque, no ayudaba en absoluto a que los dirigentes de la nación centrasen demasiado su atención en los asuntos de poca relevancia que allí sucedían. Kassen debía ser autosuficiente, como lo había sido desde su creación.

Notas de juego

Mapa de la villa.

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01/09/2015, 22:27
Director

Tristes noticias sacudirían a Kassen y dejarían a su población en un completo estado de turbación tras la llegada de los cuatro compañeros escoltando a joven Dimira y al trastornado Roldare. La improvisada comitiva que los recibió a las puerta del pueblo, aparte de crecer a medida que se corrían las voces, no se disolvió hasta bien entrada la noche, y esto fue únicamente debido a que una intensa lluvia forzó a la gente a volver a sus casas. A medida que los familiares de los fallecidos tenían conocimiento de la desgracia que había azotado a sus familias más llantos se unían a los ya existentes. En un momento dado eran tantos los lloros que se escuchaban en las desiertas calles de Kassen que un viajero hubiese pensado que se trataba de un pueblo maldito.  Pocos quedaron ajenos a tamaña desgracia ya fuese por la pérdida de un pariente o por algún amigo. Nadie pudo permanecer indiferente puesto que Kassen, al ser tan pequeño, favorecía y prácticamente obligaba a relacionarse entre sus gentes aunque uno no lo desease.

Durante los nubosos y tormentosos días siguientes, propios de finales del otoño, se sucederían los homenajes a las víctimas y los enterramientos, aunque no fueron pocos los que hubieron de conformarse enterrando recuerdos de los fallecidos ante la imposibilidad de hallar sus cuerpos en las profundidades de la cripta. La fiesta del fin de la cosecha quedó desde entonces ligada a un aciago recuerdo que tardaría muchas generaciones en desaparecer. Grandes pendones negros ondearían a media asta largo tiempo en señal de duelo. La mayoría de los eventos de carácter lúdico quedaron suspendidos, excepto los orientados a los niños de menor edad a los que se trató por todos los medios de mantener ignorantes acerca de lo sucedido. Así pues, para cuando pasaron dos días, no hubo local o forastero que no se hubiese enterado de lo que en la cripta había pasado. No obstante, aunque todo el mundo conocía la versión de los hechos que que Dimira o Roldare trajeron con ellos, pocos conocían toda la verdad. Nuevas habladurías, a cada cual más rocambolesca, surgían en las tabernas del pueblo cada noche únicamente para ser sustituidas por otra más disparatada o ser olvidadas a la noche siguiente. Sólo contadas personalidades: como el padre Prasst, el alcalde Uptal, Arnama  y el capitán de la guardia Wisslo tuvieron acceso a la información acerca de la desaparición de los medallones. 

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02/09/2015, 19:52
Blessem - Sirviente en el Templo del Dios Débil

¡Venga Alé! ¡No te hagas de rogar! Cuéntanoslo otra vez cómo acabaste con Assar...por favor – Pidió entre pequeños saltos Blessem por nonagésima vez desde que Alétheia regresara al templo, doce días atrás. De nuevo, el muchacho se encontraba sentado con sus pies negros y con las piernas cruzadas sobre la cama de la Pitonisa en compañía de sus cuatro amigos: Niman, Ulmero, Thapise y Germino; de entre los cuales Blessem era el mayor en edad pero no así en altura. El inquieto grupo de pilluelos se encontraba cursando su primer año al servicio de Aquél Que Todo lo Sufre, aquella extraña orden clerical que alababa al Débil y que era tan poco común fuera de Kassen debido principalmente a los rumores infundados acerca de relaciones entre acólitos y sacerdotes. Las labores de los pequeños quedaban muy lejos de a las que los miembros de más edad se dedicaban. Básicamente, hasta que su madurez física y mental y sus aptitudes para la concentración y el sufrimiento no estuviesen más desarrolladas seguirían siendo meros pajes dedicados a las tareas de limpieza del templo. En los pocos ratos que éstos disponían para su esparcimiento, normalmente cuando el padre Prasst se retiraba a sus aposentos, solían dedicarse a escuchar conversaciones ajenas, intentar ganarse la amistad o aceptación de los mayores o a perder el tiempo con juegos que Alétheia dejó atrás hace mucho tiempo.

Después de una dekhana Alétheia volvía a encontrarse en buena forma. Las heridas sufridas durante el amargo episodio en la cripta, aunque habían sido sanadas por medios mágicos y no habían dejado en su nívea piel más que pequeñas cicatrices, tardaban tiempo en dejar de doler. El Padre Prasst en persona, así como los miembros de más edad, habían tratado a la joven con honores tan pronto apareció portando la Llama Eterna y conocieron las noticias que la muchacha y sus compañeros traían con ellos. No habían reparado en cuidados y concesiones hacia la Pitonisa, en  los que se incluía un aporte extra de comida, la posibilidad de ausentarse de las laudes, puesto que se celebraban muy temprano, y el permiso para estar en su cuarto sin ser molestada durante el tiempo que creyese necesario. No obstante, como quedaba visto con la presencia de los cuatro pilluelos, aquello no siempre era posible. De la noche a la mañana Alétheia se había convertido en la estudiante más admirada por los miembros más jóvenes y en la más envidiada por los estudiantes mayores, de quienes sólo recibía miradas de reojo y protestas ante los superiores por el trato preferente. Nada había hecho cambiar a los sacerdotes del Débil  acerca de su postura en el cuidado de Alétheia, lo que provocó que muchos de estos envidiosos ni siquiera dirigiesen la palabra a la joven.

Sin embargo, Alétheia, que no era tonta sabía aprovechar muy bien aquella hueste de pequeños incordios que tanto la admiraban. Gracias a ellos recibía regularmente y sin moverse de su cuarto información privilegiada tanto de sus compañeros como de sus superiores. De estos últimos, por ejemplo, sabía que habían tenido conversaciones acerca de ascender de rango en la orden a Alétheia, pero nada había quedado en claro.  Al parecer esperaban que el Padre Prasst se pronunciase sobre ello pero éste llevaba unos días muy ocupado. Según Thapise, que era quien mudaba las sábanas de la cama del Sumo sacerdote y vaciaba su orinal entre otras tareas, éste había viajado por dos veces a la cripta, por lo que Alétheia imaginaba tendría que ver con el tema del robo del engarce del medallón de Ekat Kassen y el del medallón de Assar por aquellos desconocidos. 

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02/09/2015, 21:13
Justina

La casa había vuelto a convertirse en un cementerio para la multitud de botellas de vino vacías que Rhylen despachaba sin cuidado hasta altas horas de la noche. Lejanos en el recuerdo se encontraban los cinco días de sobriedad que el veterano guerrero había cumplido a rajatabla desde que entrase en Kassen doce días atrás. Tras las exequias por los fallecidos en los dos días posteriores a su llegada, había recibido una visita del alcalde Uptal y del capitán de la guardia Wisslo en la que se le reconocía un título como salvador del salvador del pueblo por limpiar la cripta de muertos vivientes y por traer con vida a los tres muchachos que lo acompañaban y a Dimira y a su hermano Roldare. A partir de entonces se le concedía una renta de por vida de cinco monedas de oro mensuales para que mantuviese una vida digna en el pueblo. A todas luces la mano de Justina se movía entre las sombras esperando que el soldado retirado asentase la cabeza y se dejase de excusiones nocturnas a la taberna. Sin embargo, aquel dinero que debía haberse dedicado a cosas tales como hacer las tan necesarias reparaciones a la casa, a mejorar su vestimenta o su dieta alimenticia, acabó donde siempre, en el pozo sin fondo de la bebida. El salón, limpio e inmaculado desde que Justina lo limpiase en los cinco días que él estuvo fuera, volvía a ser un desastre. No obstante, era por una razón justificada, en opinión de Rhylen, pues lo hacía para no romper la promesa que había dado a las dos autoridades del pueblo de no beber en la taberna; ahora compraba la bebida en la taberna y daba cuenta de ella en su casa. Aquella petición por parte del alcalde y del capitán de la guardia respondía a su preocupación acerca que de Rhylen, en estado de embriaguez, pudiese revelar la información acerca del misterioso enmascarado fallecido en la tumba y sobre la desaparición del engarce del medallón de Ekat Kassen y del otro medallón, el perteneciente a Assar. Al parecer ambos hombres querían investigar más a fondo lo que había pasado en la cripta. Cuando partieron prometieron mantenerlo informado de cualquier hallazgo que realizasen pero ya habían pasado casi una dekhana de aquello y nadie había vuelto a llamar a su puerta a excepción de Justina y de Sigmund, quien llegó una tarde a pasar un rato con él pero se fue pronto al ver que Rhylen no estaba en las mejores condiciones para hablar.

El sol caía con pesadez tras los árboles que rodeaban Kassen dando un color anaranjado a los tejados y al cielo que se perdía en el horizonte. Era hora de ir a por más acopio de vino ahora que por fin Mirtan Colmera había terminado de dar golpes en el tejado. Parecía como si aquel maldito hombre no fuese a acabar la obra nunca. Ya se colocaba Rhylen el abrigo sobre los hombros para salir cuando unos golpes en la puerta precedieron a la aparición de Justina que abrió con una llave que Rhylen no recordaba haberle dado nunca.

¿Dónde vas? – Preguntó con el ceño fruncido y llevando las manos a las amplias caderas. Hazme el favor de asearte porque van a venir a verte.

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02/09/2015, 22:02
Arnama Lastrid

Días de tranquilidad y reposo llegaron tras su segundo viaje a la cripta y los subsiguientes enterramientos de los lugareños fallecidos. Armana, acompañada por Hostawen, había guiado a una comitiva de autoridades y de guardias a caballo hasta el santuario para recuperar los cadáveres y poder darles un entierro digno. Hostawen intuyó que algo más se escondía tras aquel viaje en tan numerosa compañía. Creía, y no le faltaba razón, que las conversaciones que ella y sus compañeros en la gesta de la cripta habían mantenido con el alcalde y demás mentores en las dependencias del ayuntamiento el día siguiente a su llegada habían despertado serios temores en más de uno. A nadie le gustó el hecho de que sólo desapareciese de la cripta el engarce del medallón de Ekat Kassen y el amuleto de Assar. Por supuesto, la historia que les había transmitido el espíritu del fundador del pueblo tampoco había tranquilizado lo más mínimo al alcalde Uptal y a los que allí se reunieron. “Hay que investigarlo más a fondo” – Fueron las conclusiones a las que se llegaron ese día. “Descansad que nosotros os informaremos” – Había sido la coletilla final con la que los habían despachado, y de aquello ya habían pasado más de diez días.

Armana se había negado a abandonar el pueblo y no había vuelto a hablar sobre realizar ningún viaje. Según ella, Hostawen sólo necesitaba descansar. Pero, en opinión de Hostawen, tras seis días de estar encerrada en la modesta casa, ya había descansado lo suficiente. Las heridas sufridas en la cripta hacía tiempo que habían dejado de dolerle y las pesadillas con no-muertos y el siempre esquivo unicornio hacía tiempo que no habían vuelto a repetirse. Para no caer en la desesperación que provoca el continuo aburrimiento, se había dedicado a amaestrar y entrenar a un nuevo amigo: un lobo que rehusaba separarse de la muchacha y que, al final,  había acabado adoptándolo y dándole el nombre de Rakna. Según las palabras de su mentora, “Son ellos los que te eligen a ti, y no al revés”.  Rakna demostró ser muy despierto e inteligente, puede que como resultado de haber pasado grandes privaciones cuando vivía con sus dos fallecidos compañeros de manada, y en pocos días comenzó a responder a las órdenes de la joven exploradora. En los extraños días que Armana desaparecía sin decir palabra, Hostawen merodeaba por los alrededores del pueblo caminando con el lobo y practicando trucos cada vez más complejos con él. Era como si con sólo una mirada pudiese entrar en la mente del animal y transmitirle sus deseos. Aquello favoreció la rápida comunión entre ambos y aunque Rakna ya no era un cachorro, comenzó a comportarse de forma dócil antes incluso que un perro.

Una tarde que Hostawen volvía a casa después de un largo paseo, se encontró con Armana esperándola en la puerta oeste de la villa, apoyada sobre un tocón solitario de un viejo árbol que había sido partido por un rayo años atrás. ¿No te dije que no te movieses mucho de la casa? – Preguntó tratando de imitar una voz malhumorada aunque sin mucho éxito.

 

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02/09/2015, 23:23
Hostawen

Tras la vuelta de la cripta los días se sucedían largos y monótonos, casi todo lo divertido estaba prohibido por Arnama. Quien en su día se había convertido en su primera valedora para lanzarse a cualquier actividad en la que esta se mostraba reticente, ahora parecía reacia. Incluso disgustada en algunso casos. Parecía que quería encerrar a la elfa en una habitación por siempre jamás. Hostawen no sabía como reaccionar y siempre miraba hacia abajo, se sonrojoaba o empezaba con una risa nerviosa.
Por suerte, no todo había sido malo tras aquellos días. Un lobo famélico y solitario parecía haber eregido a Hostawen como líder de su manada. Parecía que las ansías de supervivencia eran mayor que su instinto. Quizás fuese su instinto quien le instaba a entablar aquella extraña relación y pese a los infatigables intentos de Alétheia por espantarlo.
Para la joven elfa se había convertido en su pasatiempos preferido. Aquel lobo era sorprendente. En un par de días parecía haber recobrado su fuerza, seguía teniendo un aspecto débil, sin duda había pasado por largo tiempo sin comer. pero el pelaje parecía brillante y se caía en menos cantidad. Su cola ya no colgaba como un trapo, parecía un látigo que iba y venía con gran fuerza. Más por diversión que por afán de amaestrar al noble lobo, comenzó a ponerle divertidos juegos que parecía entender rápidamente. La elfa no dejaba de sorprenderse, le divertía aquel lobo singular y este parecía entrar al trapo en todo las interacciones con al exploradora.

Tres días habían pasado desde que no se internase en el bosque de Fangwood y no se había vuelto a repetir nada acerca de aquel extraño animal mitológico. Rakna siempre merodeaba para despertar al alba a la elfa, el hambre siempre le aprieta a esa hora, parecía que el lobo también echaba de menos la caza y la seguridad del bosque. Parecía que estaba prohibido pese a que el aspecto de la elfa era inmejorable, estaba tan guapa como antaño antes de dejar el pueblo, incluso más. Su vitalidad era patente en las carreras que hacía con Rakna, aquel lobo se estaba convirtiendo en un gran amigo, casi más que Arnama quien parecía seca y distante. Ya casi no hablaban y no le decía a donde iba. Ya no cazaban juntas, ni le enseñaba nada nuevo, sólo tenía prohibiciones y malos gestos. Eso cuando hablaba, claro.

El cuarto día la elfa aprovechó la ausencia de Arnama para internarse en el bosque de Fangwood. Casi siempre salía a la misma hora y volvía antes del anochecer, perfecto para salir a pasear. Hostawen enseñó a Rakna su lugar favorito del bosque. Un gran árbol que se eregía casi en el centro de una explanada. Un majestuoso cedro. Allí fue donde se obró algo que parecía imposible a la elfa. Un pequeño conejo apareció, Rakna parecía no haberlo visto al estar de espaldas. La elfa miró a conejor y dijo "ataca" el lobo se giró, miró al conejo y como si hubiese comprendido todo se lanzó a la carrera. Hostawen pensaba que era imposible que Rakna volviese, aún no estaba lo suficientemente fuerte como para alcanzar a un conejo y en caso de que lo cogiese ¿por qué iba a volver? Se daría cuenta de que peude cazar y sería libre. La exploradora se sentó en el cedro pensando en lo sorprendente que había sido aquello. Había dado una orden a Rakna y este había obedecido. Miraba las nubes disfrutando del magnífico día. No pasaría mucho hasta que un peso muerto cayese a sus pies. Al mirar Rakna tenía el hocico manchado de sangre y había depostiado un conejo a los pies de la exploradora. Las sonoras risas y el abrazo que le dio al lobo fueron sonoros, incluso un par de pájaros volaron al escuchar tales gritos. Era la primera vez que Hostawen abrazaba a Rakna y este no sabía bien como actuar, estaba sorprendido y totalmente fuera de sí. Nunca había tenido un ser más grande tan cerca, casi estaba asustado, pero a la vez tan calmado. Ya habían tenido contacto físico tras ganar algún juego, alguna caricia distante en la cabeza, pero esto era otra cosa totalmente. Consiguieron volver antes que Arnama llegase y por suerte para entonces el conejo ya se lo había comido Rakna.

A la mañana siguiente la elfa estuvo todo el día hablando con Rakna y este parecía comprender ciertas cosas de las que decía Hostawen. Su inteligencia era prodigiosa. A veces la elfa se reía de los gestos que hacía Rakna intentando prestar toda su atención a la exploradora y este parecía enfadarse. Lanzaba pequeño aullidos nerviosos, como si le disgustase la actitud de la elfa. Cuando tenían tiempo y con muchas repeticiones parecía entender y hacer lo que pedía la elfa, pero no era tan inmediato como cuando le dijo "ataca". Quizás fuese la pose y decisión que había tomado la elfa al dar aquella orden. Sin titubeos.

El duodécimo día bien lo recordaría tras un paseo por el pueblo en el que Hostawen compró cosas para su lobo como provisiones para ella, se encontró con que Arnamá la esperaba en la puerta de la villa. Parecía disgustada...

-Ya no soy una niña, Arnama...- dijo timidamente. Fue Arnama quien lanzó a Hostawen a realizar aquella prueba en la cripta, ahora era injusto que la tuviese recluida en su hogar sin poder salir. Aquella prueba como bien decían en Kassen, era una prueba para ganarse la mayoría de edad y para bien o para mal, Arnama tendría que aceptar que Hostawen era ya una mujer. Incluso hace dos lunas que había tenido su primera sangre.

Notas de juego

Si puedo enseñarle dos trucos serán "Ataca" y "Defiende"
·Ataca estaré una semana enseñándoselo.
·Defiende lo aprenderá como "truco adicional" y rolearé como lo aprende en el primer combate.

Compras:
140 flechas (7 po)
Armadura de cuero para animal (20 po)
(mañana miro más cosas)
 

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03/09/2015, 00:14
Rhylen Carsson

La llegada a Kassen, el que había sido hogar de Rhylen durante los últimos años, fue todo menos glorioso a pesar de la hazaña realizada por el viejo guerrero y sus jóvenes acompañantes. Llantos y desolación reinaban a lo largo y ancho de Kassen, la sombra de la muerte aparecía en cada esquina de un pueblo que lloraba la perdida del gran número de seres queridos. Esto sobrecogió, como no podía ser otra manera, el corazón del guerrero trayéndole a la mente los recuerdos de la dolorosa perdida de su esposa – Los seres queridos, jamás podrán ser sustituidos… jamás…, comentó con un tono entristecido a Justina cuando salió a recibirle con un cariñoso abrazo de bienvenida.

Con este sabor amargo, Rhylen volvió a caer presa de sus demonios del pasado. Al igual que con su esposa, el viejo guerrero hacía autocrítica pensando que podía haber hecho mucho más por evitar tantas muertes. El único refugio al que podía amarrarse era una vez más el alcohol, pero en esta ocasión enclaustrado en su casa, que poco a poco se iba adornando de nuevo con una decoración más parecida a la de antes de partir.

El hecho de quedar preso en su propio hogar podría suponer un alivio para el alcalde pero hizo un vago favor al anciano. Castigándose con sus dolorosos recuerdos y una dieta dantesca, Rhylen comenzó a perder parte de su cordura haciéndolo un ser, si cabe, menos sociable y tomando rumbo fijo a caer en un profundo abismo del que nunca podría salir...

Hacía ya una dekhana de su regreso, y como tantos días atrás, Rhylen vaciaba cada botella que le quedaba en casa. Borracho, emulaba como otras tantas veces la batalla con la horrible sombra de la cripta golpeando los muebles de su deteriorada habitación. Aquel combate le había marcado, hasta el punto de obsesionarle con pesadillas y con la necesidad de repetir cada día la batalla cuando el vino tomaba el control de sus actos.

Fue ese día, al quedarse sin suministros, y a pesar de estar en un estado alto de embriaguez, cuando se vio obligado a comprar provisiones. Tomó su abrigo para salir de casa, algo que era noticia, pues habían varios rumores de haberse presentado en la taberna en calzoncillos exigiendo más vino, y cuando se dispuso a salir, la siempre oportuna Justina hizo acto de presencia. – Jussssssssssshhhhtinaaaaaaa, gritó sorprendido al descubrirla tras la puerta, - ¿Verrrrrmeeeehhh?¿A mí?...¡Hip!, preguntaba a voces y tambaleándose…. – Huummmm, ehhhhhh…. ¡Hip!... ¡Puessss que esphhhherennnn! Lo primerrrrrro eeeeeesssss y….¡Hip!... y sabes que lo essssshhhh, continuó paseando el dedo índice por su cara, - lo essss…., claaaaaaaaro que lo essssshhh…. ¡Lo primerrrrooo, es lo primero!,¡Sí, eso esssh! ¡Hip!

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03/09/2015, 06:44
Hostawen
- Tiradas (1)

Notas de juego

Trato con animales para enseñar truco (Atacar) CD 20: éxito.

Lee las notas que te he dejado en la escena de creación de personajes.

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03/09/2015, 06:47
Justina

El semblante de Justina empalideció de tal modo que ni los fantasmas de los que hablaban las leyendas, leyendas que ya no eran tales para el veterano guerrero, la hubiesen diferenciado de uno de los suyos. ¡Por todos los Dioses Rhylen! - Exclamó la viuda tan pronto consiguió cerrar la boca. Rápida como una lagartija, la mujer entró en la casa y cerró la puerta tras echar una mirada fugaz al exterior como si alguien le siguiese. Sí...sé muy bien qué es lo primero... - Añadió resignada mientras echaba el cerrojo.

¿Pe... pero tú te has visto? No...no... claro que no te has visto, si aquí no hay quien vea nada. - Preguntó y se respondió a sí misma mientras se acercaba a encender una lámpara. Cómo tienes ésto...con lo limpio que te lo tenía... - Mascullaba entre dientes mientras trataba de forma desesperada de adecenatar lo imposible. 

Me he encontrado al alcalde Uptal acompañado por el capitán Wisslo, y me han dicho que van a  venir aquí a hablar contigo acompañados de más gente. - Comentaba mientras metía botellas vacías en la mochila que Rylen había llevado a la cripta días atrás y que presentaba enormes manchas de sangre y suciedad. ¿Pero cómo los vas a recibir así? - Se preguntó más para sí que para Rhylen. Hay que hacer algo... - Dijo más apurada que si se hubiese tratado de su propio hijo. La mujer buscaba con la mirada una jofaina. Hay que lavarte esa cara a ver si te espabilas... - Se dijo tomándola una vez la encontró y saliendo a la carrera por la puerta en busca de un barril con agua fría que había en una esquina de la casa y que recogía el agua de lluvia.

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03/09/2015, 14:20
Alétheia
Sólo para el director

En cuanto volvió a ver la silueta de Kassen recortada en el horizonte, Alé adoptó una pose ceremonial- cabeza alta, pecho hinchado como el de un palomo, pelo perfectamente colocado y un caminar parsimonioso pero seguro.- que no dejaba lugar a dudas de que disfrutaba de ser el centro de atención. La inocente doncella ni siquiera se había planteado que su llegada, aunque en un primer momento fue acogida con vítores y alegría, pronto se convertiría en pájaro de mal agüero. La victoriosa entrada de los jóvenes y su anciano guía se vio ensombrecida, como los siguientes días de otoño poblado de oscuras nubes cargadas de agua, a causa de la muerte de los aldeanos.

Casi agradeció al Débil la aparición de la lluvia que dispersó rápidamente a los curiosos vecinos. Algo enfurruñada por no poder disfrutar de alabanzas y de la dulce miel del éxito la Pitonisa se despidió de los que habían sido sus compañeros de aventuras, esperanzada en volver a verlos. Ahora no le quedaba otra que volver a encerrarse entre las frías, húmedas y sombrías paredes del templo del Débil.

Tras haber vivido todas aquellas excitantes aventuras la estancia en el aburrido entorno que suponía el templo se le antojaba insoportables a pesar de los pequeños privilegios de los que le permitían disfrutar. Ahora era famosa para bien y para mal. Como Pitonisa del Débil sabía perfectamente que eran gajes del oficio y, que para realizar bien su función, era importante que hablaran de una, ya fuera para bien o para mal.

Aún así había aprovechado bien el tiempo libre que tenía. Había escrito cartas de sinceras condolencias a los familiares de los fallecidos. Después de todo era su trabajo estar bien informada y conocía a todos y cada uno de ellos. Guardaba un sincero cariño por el pueblo al que había llegado como refugiada, enviada allí por su temerosa madre, como medida de protección contra el bastardo de su progenitor. Aunque Alétheia aún tenía miedo a la oscuridad, la pequeña aventura vivida le había hecho darse cuenta de que no podía huir o temer más a su padre.  Sonrió ligeramente, sola tumbada en su cama, mientras una idea se le pasaba por la cabeza.

 

Madre me envió aquí para ocultarme, para pasar desapercibida. Pero trabajaré duro, me haré famosa y cuando sepas de mi, Padre, vendrás a buscarme, a acabar lo que empezaste. Para entonces, seré tan fuerte, que junto Al Que Todo Lo Sufre, acabaremos con tu maldita existencia.

 

Parte del tiempo la había dedicado a leer libros de historia. El olor a cuero viejo de los libros de la biblioteca del templo le recordaba tanto al olor de la piel sudada del Sr Carsson que a veces, en la soledad de la habitación, sumergía la cabeza entre sus ajadas páginas y se dejaba a llevar, dando vueltas en la cama como una adolescente, húmeda entre las piernas, reprimiendo su deseo y mordiéndose el carnoso labio inferior ante el sentimiento de culpa que luego la abordaba.

 

¿Puede haber hombre más apuesto y valiente que el Sr. Carsson?

 

Le parecía la viva representación del Débil en este plano, a pesar de que su dios no era más que un saco de piel y huesos, encorvado y enfermizo, lo idealizaba como un atlético hombre de avanzada edad.

 

Disfrutaba también de las atenciones de los más sabios clérigos del Débil, que valoraban su gran intervención en la misión de recuperar la Llama Eterna. Adoraba al Padre Prasst y esperaba con ansias volver a tener una intensa conversación con su mentor. Mientras tanto se entretenía sonsacando información a Blessen y su cuadrilla de cotillas.

Se hizo la remolona, como si estuviese cansada de relatar a los chiquillos lo que había pasado. Todo lo contrario. Pagaba con ellos la frustración de no haber podido disfrutar de su momento a la llegada a Kassen, por culpa de Assar y las muertes de aldeanos, y se deleitaba en contar lo sucedido, siempre desde su alterado punto de vista sabiendo que luego los pequeños contarían sus aventuras, como pajarillos cantando con lso primeros rayos del sol, a todos los acólitos.

 

- Ains, está bien.- Suspiró la Pitonisa acercándose a su maza y escudo que reposaban apoyados en la pared de su habitación.- Cuando todo ya parecía perdido y nos rodeaban hordas de esqueletos de oxidadas cimitarras, imploré al Débil su intercesión, y todos y cada uno de ellos cayeron fulminados, convirtiéndose en polvo a mi voluntad.- Levantó  el símbolo del Débil para que todos pudieran verlo y, por qué no, temerlo también.- Después, tras curar las graves heridas de mis compañeros, me arrojé contra Assar el Maldito, insuflada con la fuerza de Su Senectud. Tal fue la fuerza de mi ataque que el no muerto no pudo soportarlo, cayendo al suelo e implorando piedad.- Imitó los movimientos realizados entonces, tirando al suelo al flojo de Thapise.- ¿Ves? Así fue.- Hizo una pausa para levantar la maza amenazante sobre la cabeza del crío.- Ya iba a aplastar su esquelético rostro con mi maza cuando…- Se paró elevando los ojos al cielo como si fuera a darle un ataque.-… ¡¡tuve una visión!! En ella Hostawen acababa con la vida de Assar con su lanza y, como bien sabréis ya, no es bueno contradecir al Débil.- Tendió la mano a Thapise para ayudar a que se reincorporase y le dio unos amables golpecitos en la espalda.- Y no fue la única visión que tuve en la oscuridad insondables de la Cripta.- Dijo misteriosa. Y era cierto. Si de algo le había servido la aventura era para darse cuenta de la atracción y necesidad que sentía para con su Dios. Quería volver a sentir su energía Divina dentro de ella. Allí, encerrada en el templo, no creía poder sentir lo mismo.

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03/09/2015, 17:59
Blessem - Sirviente en el Templo del Dios Débil

¿Ves? ¿Ves? - Preguntó por dos veces el pequeño Blessem mientras golpeaba con el dorso de su mano sobre el hombro de Germino. ¡Os lo dije! - Exclamó orgulloso. ¿Y qué más viste Alé? ¡No te pares! - Tras esto, y sabedor de que había elevado demasiado el tono de su voz, bajó la cabeza para hundirla entre los hombros y se llevó las manos a la boca. Por todos era sabido que los Sacerdotes del Extremo Decaimiento podían tener débiles cuerpos pero no sus oídos; éstos eran capaces de captar la respiración de un ratón. Sigue sigue... - Susurró intrigado al igual que sus compañeros de cama que adoptaron la misma postura que Blessem debido al interés que suscitaba la historia de la Pitonisa.

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03/09/2015, 18:12
Arnama Lastrid

Arnama asintió mientras una sonrisa amable se dibujaba en su rostro. Una actitud que tampoco era muy normal en ella. Sé bien que no eres una niña Hostawen, de ahí que debas comportarte como una adulta. – Comentó a la exploradora elfa mientras tendría su brazo por encima de los hombros de Hostawen. Lo siento, he estado muy distante estos días, pero tengo mis motivos. Las noticias que trajisteis son muy preocupantes, más aún de lo que nos imaginábamos. – Acompañando a la elfa, mentora y discípula caminaron hacia su modesta casa. De ahí que haya estado fuera de casa tanto tiempo. – Tras estas palabas la mujer miró hacia el horizonte para calcular la hora que era. -  Vamos, tenemos prisa, hay una reunión a la que debemos acudir. ¿Tardarías mucho en preparar una mochila para un largo viaje? – Preguntó en tono enigmático. Dijiste que eres madura, y como nosotros también estamos de acuerdo en que lo eres, creemos que es momento de que hagas un trabajo propio para alguien como tú.

¡Vamos Rakna! - Se dirigió al lobo para que las acompañase.

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03/09/2015, 18:30
Rhylen Carsson
Sólo para el director

-Jijiji…. ¡ji, ji, ji! ¡Hip!, reía tras la respuesta de la anciana, -¿lo sabeeessshh ehhhh? Claaaaaaaaaaaaaaro, claaaaaaaaro… tu eressssss muy lisssssssssstahh, continuó entretenido a la vez que reculaba hasta su cama por el abordaje de su amiga.

- ¿Upal?...¿y con más gennnnnte?, ¡Hip!... SI SON MÁSHHH CHIQUILLOSSSS PARA QUE LOS SAQUE A PASSEARRR… ¡DILE QUE SE VAYA!..., gritaba con la cabeza gacha y golpeando el aire con la mano, como si estuviese espantando moscas, - …YA HE PASEADO A JOVENES MUCHACHOSSSS BASTANTE POR HOY….¡Hip! Al oírse quedó pensativo y en silencio - ¿Por hoy? ¿Cuánto tiempo hacía ya desde la travesía por la cripta?, pensaba mirando al techo y rascándose la sien.

Ese momento de aparente calma lo aprovechó Justina para acudir a toda prisa a por todo lo necesario para poder asear y espabilar algo al viejo borracho. Cuando llegó, el cuerpo de Rhylen permanecía inmóvil, tendido sobre la cama con los brazos en cruz… o estaba muerto o durmiendo la mona. – OOOOOOGGGGGGGGJJJJJ….FIUUUUUUU…..OGGGGGGJJJJHHHH…FIIIIIIUUUUUHHHH, comenzó a sonar de forma estridente para alivio de Justina 

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03/09/2015, 20:37
Hostawen

La elfa se sintió reconfortada ante el cambio de actitud de Arnama. Y con agrado devolvió el gesto, había echado tanto de menos a Arnama. -¿Una reunión?- preguntó dubitativa. No dio tiempo a responder aquella pregunta Arnama ya volvía a las andadas. -Tengo casi todo preparado...- respondió rápidamente. Realmente no necesitaba mucho. Eeehm...si, si claro... Eso dije...- decía confusa y asustada por miedo a que sus palabras se volviesen contra ella. La elfa entró y rápidamente empaquetó un par de cosas. Le puso a Rakna su armadura de cuero y se fue.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Compras hechas y actualizo.

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03/09/2015, 21:45
Alétheia
Sólo para el director

Ahora que ya tenía la total atención de los críos, Alé remató la jugada.

- Vi muchas cosas...- Dijo con tonos grave y solemne.-... dentro de la cripta, en la que Assar había convertido el lugar de descanso de Ekat Kassen en un siniestro y tenebroso lugar, tuve varias Visiones.¿Entendéis qué significa eso? Fui tocada por el tembloroso dedo del Débil....la elegida...- Susurró estas últimas palabras, pero lo suficientemente alto como para que al menos Blessen pudiera escucharlo.- ¡Pero no penséis que  es fácil controlar su inconmensurable poder!- Elevó la voz tanto que los chavales pegaron un respingo, asustados.- Al principio sufrí de terribles dolores.- Poco a poco, como si se preparare para recibir a un ansiado amante, se fue desabrochando los botones de su escote para que pudieran ver bien su cuello, dejando entrever los turgentes pechos. - ¿Veis las marcas? acercaos.- Mostró a los jóvenes acólitos las cicatrices de su cuello.- ¿No veis la marca del Débil en la cicatriz? La Nudosa Mano que cuelga de mi cuello grabada en la piel.- Así trataba de condicionar a las jóvenes mentes que, teniendo tan cerca la suave y nívea piel de la mujer, y sus turgentes y exuberantes pechos visibles a través de la blusa desabrochada, no podrían pensar con claridad.- Servir al Débil supone un camino de dolor y sufrimiento, pero merece la pena, ¡claro que sí! 

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03/09/2015, 22:17
Justina

La mujer suspiró resignada. Como si Rhylen estuviese enfermo, la mujer empapó vendas que tomó de uno de los cajones de la cómoda y las empapó en agua. Tras ello, y con delicadeza, las colocó sobre la frente del guerrero. Con esto esperaba que fuese pasándosele un poco la borrachera a Rhylen mientras preparaba en el fuego de la cocina una infusión bien cargada que devolviese al hombre a la cordura y que a su vez sirviese para ofrecer una bebida caliente a los visitantes que esperaban quienes, según las palabras del alcalde Uptal, serían muchos.

Justina trató de adecentar la habitación como buenamente pudo en el escaso tiempo que tenía antes de que los misteriosos invitados comenzaran a llegar. Mientras lo hacía, con una orquesta de fondo compuesta por ronquidos tan estruendosos como truenos, la mujer escondía aquello que no podía sacar de la casa, por vergüenza y reparo de que la viesen cargando sacos de botellas vacías. No ya el alcalde o el capitán de la guardia, que conocían de sobra a Rhylen, si no sus propios hijos, con los que discutía enconadamente cada vez que el veterano guerrero aparecía en una conversación.

¿En qué cabeza cabe reunir a la gente en esta casa? – Se quejó a la vez que empujaba con el pie para ocultar debajo de la cama el saco con todas las botellas. ¿Por qué no se reúnen en el ayuntamiento, o en el templo de nuestro señor el Débil?

Terminada a marchas forzadas la ardua tarea de adecentar aquel anárquico lugar, la mujer salió de la casa en busca de sillas. Prefería no despertar a Rhylen y dejarlo que durmiese hasta el último momento. Sería mejor para todos.

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03/09/2015, 22:26
Arnama Lastrid

No hacía falta que lo llevases todo ahora Hostawen, creo que sólo vamos a una reunión entre amigos. – Dijo la exploradora ayudando a llevar la mochila de su pupila. Se adentraron más en la villa siempre manteniéndose alejadas de las calles principales como si quisiesen esconderse de miradas curiosas. Aun así, aquello no era difícil, pues al hecho de que los días eran cada vez más cortos debido a la cercanía del invierno había que sumar que el shock de la muerte de los aldeanos había dejado a la mayoría de la gente tan conmocionada que raros eran los que salían a la calle de no ser por necesidad.  Doblaron varias esquinas y Hostawen pudo entonces adivinar, por las pocas posibilidades de que se tratase de otra de las casas de las inmediaciones, que se dirigían a casa del señor Carsson.

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03/09/2015, 22:46
Arnama Lastrid

Cuando ambas mujeres se estaban a punto de llegar a la descuidada casa en la que vivía el señor Carsson se toparon saliendo de una de las casas cercanas a una mujer mayor. Se trataba de Justina Tolmentare, una viuda entrada en años quien según las habladurías estaba perdidamente enamorada del soldado retirado. Era una mujer de mediana estatura cuyo tronco se ensanchaba enormemente a medida que se aproximaba a las caderas. Vestía siempre de negro con un pañuelo de raso que le cubría siempre la cabeza y que sólo dejaba entrever un rostro de facciones cinceladas a martillo dominado por una amplia nariz y un sinfín de arrugas. A pesar de su poco agraciado aspecto y su mirada reprobatoria, se decía que era una persona de gran corazón y que el hecho de que fuese así lo arrastraba desde que se casara con su difunto marido, quien había muerto, para alivio de la mujer, de una coz propinada por uno de sus propios mulos.

¡Permítame ayudarla! – Exclamó Arnama Lastrid, la mentora de Hostawen, al ver cómo la mujer cargaba con dos pesadas sillas de asiento de mimbre. ¿Son para la reunión? – Preguntó mientras andaba hacia la casa de Rhylen. Abre la puerta Hostawen, por favor. - Pidió amablemente a la exploradora elfa.

No si ya puedo yo... - Se apresuró a contestar la mujer, pero ya era tarde. Arnama había arrebatado las sillas de sus manos y Hostawen abría la puerta de la casa. Lo primero que llamó la atención de la exploradora eran unos rugidos rítmicos que provenían del interior. Rápidamente los identificó como los ronquidos del señor Carsson puesto que durante los días que tardaron en ir y volver de la cripta había podido escucharlos durante horas. Cuando la muchacha abrió se encontró un salón oscuro en el que, aparte de una robusta mesa de roble con varias sillas, ardía vivamente una hoguera dentro de una chimenea de ladrillo con un puchero humeante. Sin embargo, sus ojos, al igual que los de Arnma, se dirigieron hacia un lateral de la estancia. Allí, sobre una cama alta de sábanas arrugadas, yacía bocaarriba el señor Carsson con varias gasas húmedas sobre la frente. 

¿Está enfermo? – Preguntó Arnama para salir del paso a la mujer que venía detrás, pues era evidente por el olor a vino que desprendía el salón que aquel hombre no padecía ninguna enfermedad física.

Sí hija sí, bueno…no enfermo enfermo. - Dijo entre carraspeos. - No se encontraba muy bien y le dije que se acostase un rato. Ya sabe, es un hombre mayor y le cuesta más tiempo curar las heridas. – Se excusó la mujer sin poder disimular la vergüenza que se le marcaba en las mejillas. ¡Y ESO QUE EL PADRE PRASST NO HA ESCATIMADO EN CUIDADOS Y REZOS! – Se apresuró a añadir en voz alta para a ver si así Rhylen lo oía y despertaba.

Notas de juego

La estancia, que está medianamente ordenada, está tan cargada y da un olor tan avinagrado que da la sensación de que el señor Carsson ha estado en su interior sin salir durante días. 

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03/09/2015, 23:20
Rhylen Carsson

-Huuueeewgggg!...dhkfhhghgsd…, gruñó el viejo cuando Justina alzó la voz. La argucia de la anciana por despertar a Rhylen había surtido efecto, aunque llevó su tiempo hasta que se dio cuenta de que se había quedado dormido.

Entre gruñidos y ronquidos, vaya usted a saber que era aquello, Rhylen se fue despertando aunque totalmente desorientado. Fue entonces cuando literalmente fue “haciendo la croqueta” en la cama hasta llegar al borde y caer de bruces con un sonoro golpetazo contra el suelo.

-¡¡Deeeeeemoooonioooosssshhh!!, blasfemó con la boca pegada al polvoriento suelo. Poco a poco se fue incorporando hasta quedar sentado en él. Los lavados de Justina habían provocado que el agua de sus canosos cabellos fuese mojando su cara y disolviese las primeras legañas en sus ojos. Esto le  provocó un gran escozor y le obligaba a permanecer con los ojos entre abiertos, en una lucha titánica por enfocar que ocurría a su alrededor.

Cuando por fin pudo ver con cierta claridad, pudo observar como Justina, acompañada de dos mujeres, una elfa joven y otra humana de poco más de treinta años, permanecían en pie frente a él con una expresión en el rostro difícil de definir.

- Jjjjummm, Hummm, ñiiiiah!, carraspeó un poco… - ¿Qué pashhha aquí…?¿Lesssh debo dinnerro señoritas?, preguntó con ironía aun sentado en el suelo. El viejo borracho ni siquiera había caído en la cuenta que una de aquellas mujeres era Hostawen.