Partida Rol por web

Me quedo boquiabierto mirando cómo la ciudad se alejaba bajo mis pies. Desde el cielo, la vista es incluso hermosa. Nunca había visto mucho más aparte de la granja y el pueblo... y ahora lo abandonaba todo. Había perdido mi hogar y cualquier relación. Sólo la conocía a ella, Susan.

- ¿También eres un monstruo? -Me la quedo mirando con atención. Su poder es mantenerse siempre joven-. Pero... ¿Podrás vivir para siempre, si no te matan? ¿Nunca envejecerás?

El deseo de toda mujer hecho realidad. Pues vaya. Y yo con jaquecas... no es justo. Al oírla, abro los ojos y la miro.

- ¿Resistencia? ¿Unirme a la causa? ¿Pero qué lucháis, qué coño pasa? -Comienzo a sentirme bastante molesto y enfadado, además de que me dolía la cabeza-. ¿De qué diablos hablas? No entiendo nada.

Así que es cierto... soy un monstruo. Soy diferente a los demás y por éso me odian. Hay más como yo, que no aceptan su destino y quieren intentar defenderse...

Me quedo mirando a la chica, esperando una explicación. Aún así, la decisión ya está tomada. Si se resisten, lo más probable es que sepan usar sus poderes. Tal vez, si estoy con ellos, aprendo a hacerlo... y así no me dolerá la cabeza.

- Prefiero ir contigo -Le digo, finalmente-.

¿-como vas a querer ir conmigo si no sabes a donde voy?.- pregunta la mujer y despues te da una colleja.- Esto es por llamarme monstruo. No soy un monstruo y tu tampoco, que puedas hacer cosas que el resto no puede te hace especial pero no malvado.

- El gobierno busca a los que somos como nosotros....

Me froto la nuca con la mano durante unos segundos, ya que como resultado de su colleja me pica. Por si fuese poco, éso ha hecho que me comience a doler la cabeza de nuevo. "Por favor, no". Por suerte, no son más que ligeras punzadas que vaticinaban fuertes dolores en un futuro immediato.

Me quedo mirando a Susan con tranquilidad, con algo de confianza. Algo en ella me inspiraba la confianza suficiente como para ir con ella sin siquiera saber a dónde, sentarme a su lado sin conocerla y no tener miedo. Ya no recuerdo la última vez que me sentí así en "casa".

- Seguro que es mejor que el sitio de donde vengo -Musito sombrío, al cabo de bastante rato. Es más, casi imagino que no sabrá ni de qué hablo, pero no importa. Es una simple auto-justificación. Vuelvo a mirarla-. Pero no me has explicado nada. Así que hay una resistencia de mo... de gente como nosotros, que luchan contra el Gobierno porque éstos nos quieren cazar, ¿verdad? Porque somos peligrosos y todo eso... Ya. ¿Y cuántos sois, qué hacéis exactamente?

Me miro las manos, entonces. ¿Y yo? ¿Qué podría hacer allí?

- Sólo tengo doce años... trece mañana, ¿qué puedo hacer en una Resistencia? -La miro, con curiosidad. Quiero que me lo cuente todo-.

- Nuestra resistencia, por el momento, se limita a uir y escondernos. No podemos hacer mas. Si hicieramos actos bandalicos aun nos tacharian mas de peligrosos. La opinion publica esta en nuestra contra asi que no podemos hacer gran cosa.

El helicoptero se aleja mucho de la ciudad.- De momento solo eres un crio, ya lo veo. Te he buscado refigio en una granja de las afueras. Es propiedad de un hombre que tiene dos hijos como nosotros. Esta sensibilizado con la causa... cuando le llame dijo que podria pasarte por un sobrino y podrias quedarte en la granja con ellos... Siempre que ayudaras en las tareas. Es un buen hombre, te gustara estar alli.

Chasqueo la lengua cuando oigo las palabras "huir" y "escondernos". Ésas no son cualidades mías, precisamente. Aunque... por otro lado... éso hacía exactamente al abandonar mi casa, ¿no? Huir.

Me pregunto qué barbaridades habrán sufrido, sufren y sufrirán los de mi "especie". Vaya, es interesante cómo han pasado a ser ellos y nosotros, ¿verdad? Los buenos y los malos. No tiene sentido. Nuestra mutación o lo que sea que hemos sufrido, no nos hace diferente. ¿Que hay asesinos mutantes? ¡Pues claro! ¿¡A caso no hay asesinos negros, blancos, chinos...!? No todos somos iguales...

Mi mirada está perdida en el horizonte, mirando hacia algún lugar donde ni siquiera presto atención.

- Me gustaría... me gustaría aprender a controlar mis poderes -Digo rápidamente, saliendo de mi ensoñación y mirando a la chica-. ¿Crees que allí donde iré podría hacerlo? No me importa trabajar en la granja, ya he vivido en una. ¡Pero he de aprender a usar mi poder! Es necesario, si quiero poder defenderme.

Y es que la dura realidad es que estaba indefenso frente al mundo entero. Por si fuese poco, si queremos acabar con ésta sangría de muertes mutantes, tendremos que impedir que sigan haciéndolo tan libremente.

Ella sonrie.

El helicoptero te deja cerca de un campo de maiz y vuele al cielo.- Vendre a verte, no te metas en lios.- dice elevandose.

Ves una linterna aciendote señales al fondo.

Bajo del helicóptero con únicamente mi mochila sobre un hombro, observando cómo Susan se enlairaba de nuevo y se alejaba de mí, abandonándome en éste lugar sin siquiera tener el detalle de acompañarme a conocer con los que iba a vivir a partir de ahora. Veo con la mandíbula tensada cómo alguien me hace señales desde lejos.

Miro hacia el otro lado. Sin duda, podría escaparme campo a través e ir a vivir mi propia vida, sólo. He leído mucho sobre gente como yo. Y también he visto muchas películas. Vivir en compañía no era nada bueno, era mejor vivir en soledad. Pero claro... soy muy pequeño y aún no domino mi poder. Así que...

No me queda más remedio que comenzar a caminar hacia la señal, a paso tranquilo y meditando sobre mi futuro. Está claro que deberé vivir aquí y trabajar en la granja hasta que tenga control de mi poder. En ése momento, y si la Resistencia no es un fraude, me uniré a la causa y abandonaré éste lugar.

- Hola -Saludo sin más, al llegar a la persona que me daba la "bienvenida". No espero un cálido saludo, ya que no soy más que otro monstruo.

Hola ¿Jason?.- dice un hombre alto, de aspecto fuerte y curtido, con tono amistoso.

Te tiende la mano.- Venga, sube a la camioneta, quedan unos kilometros hasta la graja. Me llamo John William, no se si Susan te habra dicho algo... Tengo dos hijos, una niña y un chico de tu edad, los dos son especiales, como tu. Viviamos en Detroit hasta que chicos comenzaron a descubrir sus habilidades delante de los vecinos, se que sienta al dejar todo atras y comenzar de nuevo.

Nosotros no tenemos muchas visitas, si alguien pregunta eres mi sobrino y mis hijos son tus primos ¿De acuerdo?

A cada paso que daba, el estómago se me encogía más y más. Ya podía ver al tipo que a partir de ahora me acogería, aunque su cara estaba en penumbra. La distancia seguía acortándose sin parar, sin saber qué otra cosa hacer salvo seguir caminando y meterme en un lugar que no conozco. Lo único que me impide echar a correr para alejarme de allí es el aprender a utilizar mi poder... aunque también podría aprenderlo en las calles. Pero ése no es un lugar seguro. No sin dominio, claro.

Cuando llego a la altura del hombre, por fin puedo verle la cara. Su voz es amigable, aunque su aspecto es de un hombre peligroso. Un hombre como mi padre. Me quedo mirando su mano con desconfianza. Sin duda, la comparativa de éste señor con mi padre ha provocado ésta sensación de inseguridad. Pese a todo, finalmente le estrecho mi mano para apartarme rápidamente.

- Usted... ¿No nos considera unos monstruos? -Pregunto, finalmente. Él no parece haber maltratado a sus hijos ni les ha disparado. ¿Por qué? ¿Por qué el mío sí? -Lamento decirle que dudo mucho que sepa cómo me siento -Murmuro, mirando la camioneta. Me lo pienso un buen rato, pero finalmente decido no meterme en la cabina, sino ir donde las mercancías. Desde ahí podré saltar si las cosas se complican con más rapidez.

No puedo evitar las comparaciones entre un hombre y otro, entre mi padre y el señor que me iba a acoger. ¿Y si resultaba ser una trampa? ¿Y si todo es una estrategia de mi padre? Nadie es tan tonto ni buen samaritano como para acoger a un monstruo en su casa por las buenas. Algo más debe haber. Por mucho que sus hijos sean otros monstruos, como yo... no, no es normal.

- ¿Por qué lo hace? ¿Por qué me acoge? -Le pregunto, decidiendo finalmente entrar en la cabina del co-piloto antes de que fuera a arrancar. No por mayor seguridad ni confianza, qué va. Es por educación-.

- Necesitas que te echen una mano. Es simplemente eso. Veras, si yo no estuviera no se que seria de mis hijos, me gustaria que alguien hiciera lo mismo por ellos. Creo que lo hago por eso.

Te dice hablando alto para que le escuches. Al llegar a la granja ves dos figuras esperando. El hombre tuerce el gesto.- Esos son los desobedientes de mi hijos, se morian de ganas por conocerte y se han olvidado que tendrian que estar duermiendo.- dice a modo de presentacion.

- Hola compañero.- te saluda el mas joven ofreciendote su mano.- Soy Daniel pero me llaman Dan titan.

- Yo soy Wen... perdona que no te de la mano pero es mejor asi, te lo aseguro.-dice la chica con una timida sonrisa.

El resto del camino lo hice completamente en silencio, mirando a través de la ventanilla. De vez en cuando notaba cómo ésta se movía ligeramente, momento en el cual miraba a aquél hombre, John, de reojo. No sabría decir si se había dado cuenta o no, pero al no mencionar él nada, yo tampoco lo hice. Seguí mirando a través de la ventana hasta que llegamos a una granja. Durante unos segundos, seguí en la camioneta, inspeccionando primero con la mirada antes de salir a lo desconocido.

Tras coger aire, intentando agarrar todo el valor del que disponía, salí del interior de la camioneta y me acerqué a las dos personas que me daban la "bienvenida". Receloso, me acerqué lentamente, paso a paso, hasta que el chico se acercó y se presentó, alargando su mano para que la estrechara... o no. Me la quedo mirando, dubitativo. Me había llamado "compañero". ¿El ser monstruos nos hace ser compañeros? Finalmente, alargo también mi mano y estrecho la suya, aunque con mucha inseguridad.

- ¿Dan Titan? ¿Por qué, Dan Titan? -Pregunto, sin poderlo resistir.

Desvío mi atención al oír a la chica, su hermana, quien se presenta también aunque no me "obliga" a darle la mano. Extrañado, decido no darle importancia al por qué no puede darme su mano. Ya en el colegio me había dado cuenta: las niñas eran idiotas.

- Yo me llamo Jason G... Jason, a secas -Era el momento de dejar de ser un GreenWood. A partir de ahora, seré Jason. Vuelvo a mirar a "Dan Titan" a la espera de que responda mi pregunta-. ¿Qué podéis hacer?

El chico sonrie contento con la pregunta. Toma una piedra del suelo bastante grade y al cerrar el puño esta queda pulverizada sin apenas esfuerzo.- Por esto, tio. No lo parecco pero tengo superfuerza. Hace un año que comenzo a pasarme pero era horrible, rompia todo sin querer y no podia dar la mano sin romper ningun hueso. Ahora lo voy controlando y es guay ¿Que puedes hacer tu?.- pregunta con una sonrisa.

Me quedo mirando cómo la piedra se convierte en polvo ante mis ojos, deslizándose poco a poco de su mano al suelo. Ladeo levemente la cabeza, a la vez que pienso que no tengo que meterme con él a menos que quiera una cara nueva... literalmente.

- Yo... No sé cuál es mi poder ni controlarlo -Elevo la vista para mirar la casa. Se parece mucho a donde vivía yo. Al fin y al cabo, casi todas las granjas de América eran igual, ¿no?-. Pero puedo explicarte qué se siente -Esbozo una leve sonrisa a la vez que comienzo a acercarme a él-. El dolor físico se puede superar, incluso curar, pero lo que yo hago va más allá... Como si alguien te apretase la cabeza con una máquina, de dentro a fuera. Sientes que te va a explotar, en cualquier momento y, de hecho, lo deseas. Deseas que acabe el sufrimiento. Tu pobre cerebro comienza a recibir daños, hasta que llega un momento que es irreversible y definitivo. 

Me giro, apartándome de ellos, disfrutando de mi relato. Vuelvo a encararlos, ahora con tranquilidad y apenas expresión en el rostro.

- Pero como os he dicho, no sé controlarlo y sólo aparece cuando me cabrean demasiado o se me intenta dañar. No puedo hacer nada físico, pese a que los cristales sí que sufren el impacto de mi poder y se rompen.

Miro a la chica.

- ¿Y tú? ¿Qué poder tienes?

El chico escucha tu relato con una sonrisa.- Como mola, cuando lo consigas dominar va a ser la caña.

Su padre le mira seberamente y el chico se rasca la cabeza disimulando mientras cambia de tema.- Ella es un vampiro siquico. Si te toca pierdes fuerzas y comienzas a sentirte como una mierda, te deprimes, te agotas de todas las formas que puedas imaginar y luego....

La chica se gira casi llorando y entra en la casa. Daniel recibe una colleja floja por su falta de tacto pero nada violento.

El granjero te dice.- Nadie te dañara aqui, este es un lugar tranquilo, si alguien te molesta dimelo.

- Éso espero -Le respondo, encogiéndome de hombros. En el momento en que logre controlar mi poder, nadie podrá hacerme nada. NADIE.

Ensimismado en mis pensamientos, apenas sí escucho el poder de la chica y, sin entender nada de nada, veo cómo ésta se va corriendo hacia adentro y el padre le pega una pequeña colleja a su padre. ¿Éso es una reprimenda? Así no va a aprender nada... o éso decía mi padre, claro.

Asiento con la cabeza ante la "promesa" de que estaré tranquilo ahí, aunque no estoy del todo seguro. Sigo pensando que algo en todo ésto no encaja. No sé si quiero quedarme mucho tiempo aquí...

Cuando entran en la casa, les sigo a unos cuantos pasos de distancia, mirando todo lo que se encuentre en su interior por muy inútil que sea el objeto en cuestión. Es diferente. Es realmente diferente a casa. Hay un aire como más... familiar. Tal y como era nuestra casa muchos años antes.

- Quiero aprender a controlar mi poder -Le confío a Daniel, en el momento en que su padre nos deje sólos-. ¿Crees que puedes ayudarme?

Los años han ido pasando de forma absolutamente tranquila. De hecho, mientras te has pasado horas y horas entrenando tu cuerpo y tus poderes (de una forma algo rudimentaria, pero agradable, por hacerlo en compañía) has llegado a pensar que podrías acabar llevando una existencia tranquila.

Dan se ha convertido en algo parecido a un hermano y Wen, bueno... de eso ninguno de los dos habláis demasiado, por no decir nada... pero las miradas son harto reveladoras para Dan, que acostumbra a troncharse de risa viendo cómo ambos os ponéis colorados cuando os sorprende mirándoos de ese modo...

Una mañana a finales de primavera, al poco de cumplir los 18, John te lanza las llaves de la pickup que utilizáis para ir a comprar al pueblo. Pese al paso de los años parece un hombre completamente feliz, como si teneros en su casa fuera la mejor de las recompensas...

Jason, pásate por el almacen de Al y carga un par de sacos de pienso para las gallinas, que casi no nos queda, y la lista de los comestibles que le di anteayer, que ya te lo tendrá todo preparado. Y luego te acercas a la ferretería del Sr. Oyasaka y te traes los botes de pintura que encargué para pintar el granero. Si hay algún problema, que me llamen, pero no debe haberlo, ya que tenemos crédito de sobra, ok?

El pueblo está a apenas 15 minutos en coche, pero entre que en la ferretería te hacen esperar porque hay bastante gente, y que a la vuelta pillas un trailer cargado de troncos hasta llegar al desvío que lleva a la granja, tardas bastante más de lo esperado....

Ya al enfilar la curva antes de llegar a la granja, notas que algo obviamente no va nada bien... Una columna de humo sale de detrás de los árboles, donde están los edificios que forman la granja donde has vivido los últimos años...

En cuanto llegas, el espectáculo es dantesco. La casa y el granero están destrozados, como si un tornado los hubiera convertido en basura solamente apta para palillos, y lo que apenas queda en pie está humeando...

Delante del granero hay algo en el suelo, cubierto por una manta. Unos metros más allá ves parada una Harley customizada como si acabara de salir de Easy Rider,y entre ella y lo que esté cubierto por la manta divisas a un hombre acuclillado, de espaldas a ti. 

Primero te parece que está mirando el suelo de una forma un tanto peculiar, pero de pronto, en cuanto te acercas, alza la cabeza como si estuviera olisqueando, o venteando... y sin tan siquiera mirarte te dice, con una voz acostumbrada a dar órdenes

Tranquilo, chaval. Yo no soy de los malos, y quienes han hecho esto ya se han ido hace rato...

Por mucho que miras, no ves ni rastro de Dan o de Wen...

Cojo las llaves con asombro, John me había jurado y perjurado que nunca más iba a permitir que cogiese su Nissan Pickup tras meterme de lleno por segunda vez en una zanja. La verdad sea dicha, Dan y yo nos habíamos pasado con la bebida y apenas recordaba la posición de los pedales. Total, ahí estoy yo, conduciendo la camioneta para hacer los recados del día como 'entrenamiento de cuerpo y alma'. Cuerpo por el trabajo, alma por la disciplina. Pfft. "¿Qué menos, ya que me han dado un hogar?".

Aparco a las puertas del almacén y salgo, cerrando con un portazo sin subir la ventanilla. Como siempre, voy en la camiseta de tirantes manchada con la grasa del puto tractor que siempre se está jodiendo. Doy la última calada al cigarro y lo tiro al suelo, pisándolo.

- ¡Al! -A la vez que le doy la mano, pongo la otra sobre su hombro izquierdo, agarrando-. ¿Cómo va éso? -Le suelto y entro para coger los sacos-. Recuerda el consejo que te di para tu problema de levantamientos. Si con una no puedes, que sean dos.

Tras un par de viajes, introduzco los víveres en la parte trasera, junto al pienso, y los cubro con la lona del Pickup. Enciendo otro cigarro, me despido de Al para ir hasta la ferreteria. Es desesperante, esperar en la cola. Y más con la prohibición de fumar. ¡Odio esperar sin fumar! Es peor que... que los entrenamientos de higiene de John, recogiendo montañas de mierda de los caballos.

Vale, sí, reconozco que preferiría ir a la cárcel y patear el trasero del malnacido, pero no se vive nada mal en la granja. Hablando de granja, ya casi estoy llegando por lo que he de ventilar la camioneta. John me mataría si se entera de que he fumado en su herramienta indispensable de trabajo. ¡Discipliina! Bla, bla, bla.

Entrecierro los ojos, sintiendo un mal en el cuerpo al notar algo que no encajaba. Piso el acelerador a fondo y hago la curva más rápido de lo que debería, entrando en el camino a la granja levantando arena y polvo. Freno, observando con estupor el destrozo, mirando a lo que sea que se mueve ahí, con las luces de posición y cruce encendidas. Bajo, sin apagar el motor y cierro la puerta, en el más profundo estupor... y con una llave inglesa del 15 en la mano.

Y entonces habla. Se dirije a mi. Me ordena.

- ¿Qué se supone que haces aquí? ¿Y... qué coño ha pasado aquí?

Vale, no era de los malos, captado. No voy a desperdiciar la tranquilidad que se respira en mis neuronas con alguien que probablemente sólo quería ayudar... o no atacar. Me acerco paso a paso, debatiéndome sobre si mirar o no. Me acluquillo y levanto la manta, para ver el rostro de John. 

- ¿Quién ha sido?

Odio que me arrebaten todo. Reconstruir una vida no es fácil.