Partida Rol por web

GABRIEL:
Ves que hay una muchacha de unos 20 años con ropas de obrero. Está manipulando la cerradura con una ganzua.

 Me aparto de la mirilla y susurro a mis compañeros, mientras me escondo detrás de un sofá:

 - Es una chica vestida de obrero, pero podía ir armada...

Podeis pasar el pestillo para impedir que abra la puerta.

Venga, abramos la puerta ya dijo Quintín ya algo histérico. Estoy harto de esperar aquí.

Quintín se acercó a la puerta y le dio una patada desde un lado, sin ponerse frente a ella.

¡¡EH!! ¡¡EH!! gritó a la vez que aporreaba la puerta con el pié ¿Quién va?

La chica se pega un susto.

- No grites, co*o, que vas a despertar a los vecinos! ¿Qué hacéis aún ahí? Hoy es el Gran Día!- explica entre dientes.- Soy Aurora, venga, dejadme pasar, gañanes.

Y con un último giro de la ganzúa, abre la cerradura ella misma discretamente y ve a Quintín:
 

- Buenas, "Bakunin*", me dejas entraaar?

 La madre que lo pario, miro furioso a Quintín, mientras abro la puerta y entro a la chica dentro, para cerrarla de nuevo y encararme con ella:

 - ¿Quien eres y que haces aquí?. ¿Sabes algo de lo que le ha pasado al doctor?.

¡eh! ¿Cómo que Bakunin? dije mosqueado. No me gustan los rusos...

Me aparte para que entrase la chica: Aurora.

¿El Gran Día? ¿Que es eso pregunté, tiene que ver con las cosas raras que hacemos?

Gabriel se me adelantó y empezó a acosarla.

Eh, tranquilo amigo. Deja que se explique.

Vaya, creo que después de todo no resulta ser ningun peligro.

Timidamente voy saliendo de donde me escondo para saber qué está pasando.

A Quintin: - Prefieres a los alemanes, Karl Marx? - No se qué le ha pasado al doctor. Pero sí se lo que nos puede pasar si no nos movemos todos... En ese momento se oye una fuerte explosión a lo lejos. - Ha empezado el golpe militar.

Por toda la Ciudad Condal, las fuerzas enemigas de la República se ponen en marcha para acabar con el joven experimento democrático. De las guarniciones repartidas por la urbe salen los regimientos con las armas preparadas. Sus oficiales van confiados. Antes de la República llevaban años aplastando cualquier tipo de huelga, protesta y disidencia sin ninguna dificultad. No creen que las izquierdas puedan oponerse a sus cañones y sus coches blindados. A la salida de un cuartel, un niño les llama fascistas y les tira una piedra. Un oficial no vacila en dedicarle el primer disparo de la jornada. Directa de su pistola Luger, regalo del cónsul de Alemania. Excelente arma, por cierto, se dice mientras enfunda el arma humeante. Debemos comprar más, se dice contemplando el cuerpecito retorciendose. Un joven soldado se separa de la formación para vomitar.

- Arrésteme a ese imbécil cuando terminemos.- ordena al oficial a un sargento mientras enciende un cigarrillo. El ruido de lsa botas sobre el pavimento pinta una sonrisa en su rostro. Hoy es un uno de esos días en los que no dejaría de sonreír. Pronto los regimientos de las diferentes fuerzas sublevadas convergirán sobre la plaza Cataluña, asaltarán la Generalitat y otros organismos oficiales y tomarán la ciudad. No se espera gran resistencia. Quizá los catalanistas y los anarquistas den algún problema, pero pocos. Y si las cosas bien mal dadas... Bien, tiene varias sorpresas en la manga.

Cuando abrí la boca para contestarle a la chica un fuerte ruido me hizo cerrarla y dar un pequeño brinco hacia atrás.

¿Golpe militar?- dije sin ser muy consciente de lo que decía. ¿Un golpe de estado? ¿Eso dices? mientras hablaba me iba enfadando. Mi corazón empezó a ir más rápido, llevando mi sangre Roja y Sindicalista a todos los rincones de mi cuerpo.

¡Tenemos que salir! ¡Hay que defender la república! ¡La libertad! dije ocioso. Miré a mi alrededor, buscando algún tipo de arma, desde un hierro de atizar la cocina hasta una escopeta. Pero lo único que había como arma eran los libros, ya los utilizaras para enriquecer las mentes de la gente o como arma arrojadiza.

 No dije nada, me limité a ir a la cocina y coger el cuchillo más grande que había, mientras, como soldado de la república, me disponía a defender todo aquello en lo que creía. Nunca había creído demasiado en Dios, pero hora parecía que él había querido que me pasase todo aquello para prepararme para lo que se avecinaba... Si quería destruir a la República, esos golpistas tenían que pasar primero por encima de mí...

 Volví con mis compañeros, con mi arma improvisada, y con un brillo peligroso en los ojos:

 - Haced lo que queráis, yo voy a matar alimañas...

- Así me gusta! Venga vamos.- la chica os guía escaleras abajo, a las calles desiertas. Suenan las sirenas de varias fábricas. La hace sonar la CNT para llamar a sus afiliados a la lucha. Se ven grupos de hombres con escopetas y algunos rifles. La chica os lleva a una calle donde civiles y policías (Guardia de Asalto y Mossos de Esquadra) están montando una barricada con coches y muebles. Se les ve nerviosos. Uno de los agentes está enseñando a los anarquistas cómo se acciona un fusil de cerrojo. Un chaval trae un mosquete de cuando napoleón iba al colegio, que ha "sacado" de una tienda. Pregunta cómo se usa. Provoca risotadas, pero un sindicalista le da un copón: son revolucionarios no ladrones!

Una explosión levanta adoquines de la calle y os echa a todos al suelo.

- Fuego de mortero.- lo identifica Gabriel.

Caen más proyectiles con desigual fortuna*. Tras cinco minutos de bombardeo que deja varios muertos, se ve llegar al enemigo des de el fondo de la avenida, cubriéndose en los portales y disparando sus fusiles. Los republicanos empiezan a responder al fuego, pero se agachan cuando empieza a disparar una ametralladora.

 Empieza a llover fuego por todos lados, pero tengo suerte y logro esquivar la metralla de los morteros. A cabo de un tiempo dejan de bombardearnos y comienza a avanzar la infantería. Acto seguido, una ametralladora les da cobertura, así que trato de ponerme a cubierto y trato de descubrir la ubicación del arma y una manera de llegar hasta ella...

En cuanto empiezo a oír la lluvia de metralla me agacho instintivamente, quedándome en cuclillas: no es al primera vez que oigo ese ruido y sé que lanzarse al suelo con los brazos sobre la cabeza es igual de peligroso que quedarse de pié.

Veo a compañeros sindicalistas armándose y preparándose para defender la libertad. Algo por mi empieza a calentarse, el corazón me late deprisa, es el honor y el valor. Se me erizan los pelos de la nuca como cuando escucho La Internacional.

Tras la metralla me pongo en pié y decido ir a ayudarles, a hacer lo que pueda. Sea lo que sea. Cuando me estoy acercando unos gritos me advierten de un peligro, y oigo y rápido y doloroso sonido de cientos de balas por segundo. Cuando me incorporo veo los cadáveres de varias personas, algunos casi niños. Me enfado tanto que chillo, me pongo en pié aun con los libros en la mano al grito de:

¡¡POR LA REPÚBLICA!!

Cuando mi voz acaba en un grito me siento ardiendo. Desprendo tanto calor que los libros que llevo empiezan a arde como si fueran soles. Pego un salto por encima de los sindicalistas armados, colocándome sobre el capó de un coche. Lanzo los libros con toda la fuerza que puedo, es casi como si llevaran una estela, como si fueran un cometa. Uno impacta de lleno contra un militar armado, que estalla en llamas gritando. El otro no me fijo, estoy colérico y no puedo controlarme. Lanzo sin mirar llamaradas por las manos, hacia el frente.

Cuando la adrenalina me empieza a abandonar me siento algo mareado y me caigo del capó. Me pongo en pie y me resguardo en uno de los portales. Intento buscar a mis compañeros con la vista, pero la tengo algo nublada.

Necesitarías una tirada de PErcepción/2 para localizarla, luego una tirada de Acrobacias con un -20.

QUINTIN

Esperabas que de tu mano brotaría un chorro de llamas, pero de tu mano brota literalmente una tromba de fuego que engulle por entero a tu objetivo. El soldado rebelde no tiene tiempo ni de gritar antes de ser consumido por las llamas. No sólo él: su casco empieza a derritirse, la madera de su fusil se convierte en pequeños carbones, la munición que llevaba en bandolera estalla en una pequeña traca, como de petardos de sanjuan...

Todos los presentes quedan momentáneamente anonadados por la "demostración" de Quintín. PEro alguien en el otro lado grita:

- ¡Un lanzallamas! Fuego a discreción contra el cabrón barbudo!

Una rociada de balas se precipita sobre ti, pero todas chocan contra tu parapeto, arrancando lascas de piedra.. O eso crees. Bastante tienes encogiendote para cubrirte.