Partida Rol por web

 Miro al hombre con los ojos entrecerrados, pero no digo nada, el hombre está borracho y no vale la pena empezar una pelea por unas palabras ebrias...

Héctor, sorprendido por la situación y por la respuesta del supuesto profesor, dijo:

-Espere un momento, quisiera hablar con usted.

Si el supuesto profesor se para, Héctor le preguntará si no le recuerda de Madrid.

Si no se para, Héctor tratará de retenerlo, sujetándolo por el brazo, hasta que esté dispuesto a hablar.

Al ver a Héctor acercarse a aquel hombre, movió su silla a una posición donde pudiese escuchar mejor aquella conversación.

Los asuntos de los demás... son asuntos de los demás, y yo no soy "demás". Hoy es un dia estupendo para no meterme donde no me llaman, asi que mi café y mis pastas requieren de mas atención para ser disfrutadas con propiedad

De repente se interrumpe la música por gritos y empujones. Una nube de humo se extende por el suelo y se oyen unos disparos muy próximos...

Luis dio un brinco en su misma silla, asustado por los disparos que escuchó. Luego miró a la mujer que estaba sentada con ellos, quería ver cuál era su reacción. ¿Realmente sabría lo que estaba sucediendo en aquel momento? Seguro que estaba metida en el ajo...

 Me levanté alarmado y miré, tratando de vislumbrar lo que pasaba:

 - ¿Que ocurre?.

Miré en dirección al ruido como un imán

¿Y eso?

 - ¡Están usando gas tóxico, tenéis que iros!. - Repondí, mientras me agarraba un trozo de mi camiseta, me lo arrancaba para mojar el pedazo en agua y hacerme una mascarilla, para tratar de socorrer a las personas.

Sin preocuparme mucho más si aquello era cierto o no, hago caso de las palabras de aquel hombre y me marcho de allí a toda prisa. No pensaba quedarme a comprobarlo.

Eso es... ¿gas?...

¡Gas! ¡Fuera todo el mundo de aqui!

De un trago me bebo el café y cojo las pastas con la otra mientras salgo corriendo en la dirección contraria. En mi es casi instintivo eso de no dejar comida.

¡Vamos! ¿No me habeis oido? ¡Todo el mundo fuera de aqui!

Entre la nube de gas veis aparecer unas extrañas figuras, con mascaras antigas como las de la Gran Guerra y pistolas.

- ¡Matad a los rojos! Encontrad a... ¡Allí está!- el que parece el jefe señala en vuestra dirección.

La mujer austriaca se cubre la cara con un pañuelo y se aleja.

Hazme una tirada de fuerza para llevar a brazos un hombre a lugar seguro.

 Con mi máscara improvisada, corrí a llevar en brazos un hombre a lugar seguro....

Los enmascarados se disponen a disparar sus armas contra la multitud.. ¡y contra vosotros!

El ataque me pilló totalmente desprevenido. Estaba pensando en mi tierra, y en como lo que había dicho aquella periodista se parecía, y mucho, a lo que los más pesimistas del Sindicato predecían.

-¿Pero que cojones pasa?- grité mientras me agachaba y me ponía de cuclillas. Llevé mi mano a los bolsos de la chaqueta, pero a aquella ciudad no había llevado nada que me ayudase a luchar.

Oí a mis compañeros de mesa gritar. A la gente de alrededor dar alaridos de terror y muchas pesadas y carreras. Yo me quedé un momento inmóvil, pensando en que hacer. Lo que tenía más sentido, desde luego, era huir. Estaba punto de hacerlo cuando oí que alguien no muy lejos gritaba "Matad a los rojos". Entonces, algo dentro de mi se encendió. Tal vez el instinto de supervivencia, aunque deseaba romperles la crisma a los que fuesen capaz de perpetuar ese ataque, estaba solo y lo más razonable era marcharse.

Me tumbé en el suelo y empecé arrastrarme en dirección contraria justo cuando empezaban los disparos.