Partida Rol por web

  Jhanya sin haberse cambiado aun llevando sus pieles gruesas recién adquiridas aun bajo el brazo y la lanza en la otra mano observa la carreta viendo el mejor lugar donde dejar la lanza siendo mas bien poco practica de transportar.
 

-¿Quiere que primero investiguemos si los rumores son verdad o tiene otra cosa en mente para nosotros?
 

Dijo una vez estuviera en su lugar ocupando el mínimo espacio posible.
 

La paladina miró confundia al señor de la casa ¿ya nos vamos? quería bañarme para poder estrenar la armadura...

Cuando todos suben al carruaje éste se pone en marcha a la orden de Ianster, Saul el mayordomo no los acomapaña, tal vez deba cuidar él mismo de la casa y de la Goliath que cayó enferma en el viaje en barco. Luego de unos instantes el joven noble comienza a hablarles:

- No pretendo que desde este instante me consideren su jefe, tampoco es mi intención serlo, digamos que yo sólo soy un cliente que les paga para que lo ayuden, pero ustedes tienen libertad de expresión y acción, si en algún momento quieren realizar un trabajo por cuenta propia o no estan dispuestos a hacer lo que yo les pido, sean tan amables de informarmelo y buscaremos la solución más apropiada. Ahora mismo nos dirigimos hacia la gran ciudad de Viragzo. El camino es corto pero puede ser peligroso si se viaja solo, por eso viajaremos todos juntos. Por suerte la carreta es suficientemente grande para todos. En Viragzo deberán hacerme un favor, deben ir a la biblioteca de la ciudad y buscar tres libros, yo les daré los títulos en cuanto lleguemos. Mientras tanto yo le presentaré mis respetos al gobernador de Viragzo y veré que puedo averiguar sobre el asunto del dragón y demás información sobre la zona.

Luego de esas palabras Ianster saca un rollo de pergamino de su bolsa de viaje y lo extiende sobre una pequeña mesa que sirve de soporte dentro del mismo carruaje.

- Para que estén mejor orientados les mostraré el mapa de la isla. Nosotros nos encontramos aquí mismo - señala el punto que corresponde a la ciudad de Sario con su índice - y en este momento nos dirigimos a Viragzo - recorre con su dedo el camino trazado entre las dos ciudades - como podrán ver, Anning se encuentra muy lejos. Nuestro camino será largo, pero estoy seguro de que será de gran provecho para todos.

Poco a poco la situación se me antojaba cada vez mas rara. una extraña mezcla entre diplomacia y medias verdades que resultaba incómoda. En un momento de discreción, no puedo contener compartir mis idas con mi compañero - Sir Alexander Hellingew de Roghteainen du Alastur, ese tipo es peor que aquel bardo loco que nos cruzamos en la sierra de Dundar Occidental. Me pone nervioso, ya solo le falta que se ponga a cantar esa canción del oso y el macaco.

Observo el mapa, pero rápidamente deja de genera me interés, en cambio eso de los libros ... - A ver si nos entendemos ... ¿ esos libros nos los van a dar o los tenemos "que pedir" ?.

   -No entiendo muy bien lo que dice pero si lo que necesita de nosotros es que le llevemos lo que pide es nuestro deber hacerlo ¿Les molesta que me ponga aquí la ropa de piel? En el mercado los guardias no me dejaron cambiarme de ropas.

  Dijo señalando el fardo de pieles preocupada de lo que dijo del viaje peligroso ya que se sentiría mas segura con eso puesto.
 

Sonrío amistosamente a la paladina, aunque algo extraño pasa y me pongo un poco rojo sin saber por qué. Me subo a la carreta y me siento al lado de ella, hacía afuera para poder gozar del viento y la sensación de libertad.

Escucho las palabras del noble y entiendo que será un viaje largo en el que podremos hacer más que estar sentados y no hacer nada. Me gusta pues como me he dicho a mí mismo, nunca daré la espalda a algún inocente que necesite mi ayuda, por lo que me tranquiliza saber que Ianster no pondrá problemas a ello.

Miro el mapa y me sitúo en él, para así saber cuanto viaje tenemos por delante. Me gusta la idea de viajar mucho, pues así conoceré mucho del mundo y eso es algo que siempre me ha fascinado. Deseo ver montañas otra vez, sentirme aunque sea solo un poco como en casa... si es que alguna vez pude llamarle así a algún sitio.

Cita:

Por favor ... - Empiezo con un samblante serio, un gesto que pretende ser exageradamente cortés y dejando un hueco para que pueda actuar con comodidad. - ¿ Quien soy yo para negarle algo a una muchacha que se cambie de ropa ?

Asrai tendió la mano a Ianster. – ¿Me dejáis verlo con más detenimiento por favor?- Una vez lo tuvo en la mano lo estudio con detenimiento.

La petición de matar dragones no era muy halagüeña. Decía que los dragones rojos eran los más fuertes de su especie, y que eran grandes como casas, y momentos más tarde les pedía que lo mataran.

Chasqueo la lengua con desaprobación mientras seguía con el mapa.

La situación no se daba como Xageny esperaba, estaba claro que deseaba asearse antes de partir y además no le agradaba la idea de viajar en una carreta. Siempre había viajado a lomos de un corcel, siempre. No compartía los gustos de la nobleza por utilizar esos aparatosos vehículos. Hubiese preferido ir a pie. Le quedaban muchas cosas a las cuales acostumbrarse. Ascendió con un semblante de disgusto que se diluyó rápidamente, la habían educado de forma que no estuviese molestando a los demás con sus inquietudes y problemas constantemente, así que prefirió disumular.

Como el tiempo escasea, voy a tener que colocarme la armadura sobre estos harapos apestosos... ojalá la peste no se le pegue. Tiempo al cual comenzó a sacar las piezas de la exquisita coraza y a colocársela sobre la ropa que había traido durante todo el viaje. Si bien la carroza era espaciosa, sus movimientos molestaban a los que estaba cerca de ella, como Ericus que se había sentado a su lado. Disculpad-ups-perdón... claramante colocarse los armamentos en ese momento era una mala idea, sin embargo continuó con tenacidad.