Partida Rol por web

Totalmente inseguro y con mi sombra asustándome cada dos por tres por los reflejos de la antorcha, avanzo unos cuantos pasos, tan lentamente que parece que pasen horas. Al ver esa sala destartalada me escondo rápidamente tras el muro y asomo la cabeza con cuidado...todo parece en calma... pero no me fio ni un pelo, esto podría ser peligroso, quizás había alguien acechando!! así que vuelvo para atrás.

Lo cual me lleva a retroceder mis pasos en la otra dirección.

El corredor desciende una leve pendiente durante veinte metros hasta que acaba en una encrucijada de caminos. En el suelo del cruce hay el cadáver de otro caballero de Stumlad, no más que una armadura con un desmembrado esqueleto en su interior. El aire es aquí viciado, con un leve hedor a materia en descomposición.

El corredor lleva hasta una pequeña sala de cuya pared norte cuelgan una serie de tapices. Las telas han perdido el color por el paso de los años, pero aún muestran imágenes de altos reyes elfos en diferentes momentos históricos. Así, reconoces a Benthor y Crishal, reyes de Litdanast, en el día de su boda hace más de 13 siglos. En otro tapiz se reconstruye la extraordinaria aventura de Bieldor, el príncipe elfo que cruzó el continente hasta el límite occidental y el mar. En la imagen, el apuesto elfo reposa enfermo en los brazos de su madre Crishal, víctima de una terrible fiebre tras regresar de su larga expedición. Recuerdas la leyenda sobre cómo el príncipe encontró a los salvajes hombres, que habitaban en cavernas, y les instruyó en el uso del fuego y los metales. Miras la triste expresión de la Reina, preguntándote si hicieron bien los elfos al educar a los salvajes, ya que sus descendientes fueron los responsables de la destrucción de este lugar. Sin perder ni un momento más, abandonas la estancia y regresas por el pasillo.

El corredor desciende una leve pendiente durante veinte metros hasta que acaba en una encrucijada de caminos. En el suelo del cruce hay el cadáver de otro caballero de Stumlad, no más que una armadura con un desmembrado esqueleto en su interior. El aire es aquí viciado, con un leve hedor a materia en descomposición.

Con la espada desenvainada, avanzas por el corredor, de cuyas paredes cuelgan fantasmales antorchas. Tras recorrer una decena de pasos, giras un recodo hacia el este y te encuentras ante una sala que ha sido completamente saqueada. Numerosos estantes y muebles yacen destrozados, con el suelo cubierto de libros y hojas esparcidas por todas partes.

Entras en la habitación y empiezas a buscar en el caos reinante. Por lo que parece, se trata de una pequeña biblioteca, con volúmenes escritos por sabios e historiadores de los tiempos antiguos, libros y libros sobre los más diversos temas, sin que sepas cuáles pueden serte de alguna utilidad. Tras una breve búsqueda, estos son los que encuentras:

-Libro de venenos: Un libro con consejos para fabricar venenos y sus respectivos antídotos.
-La creación de Dalannast: Habla sobre los días antiguos, cuando Benthor y Crishal eran los reyes en Litdanast, y de cómo su hijo Bial partió hacia el bosque occidental para crear un asentamiento que acabaría dando lugar a la ciudad de Dalannast. Bial fue el primer monarca del nuevo reino y recibió el sobrenombre de El Sabio por su gran generosidad y sabiduría.
-Los secretos de los pájaros: Es una guía sobre aves, con una descripción detallada de numerosos animales.
-Mapas del oeste: Es un gran atlas, con mapas de vastas extensiones entre Shalanest y las montañas Kehalas. Creado por los exploradores en los días antiguos, contiene cantidad de información interesante, aunque puede que las rutas hayan cambiado mucho desde aquellos tiempos. En uno de los planos, encuentras los primeros nombres que se le pusieron a la ciudad: Celeth, ciudad de piedra, y Eanoh, la joya de occidente.

Pierdes mucho tiempo en encontrar estos libros y no sabes si será seguro permanecer tanto rato en esta sala.

Aquél ir y venir me tenía en ansias. Por suerte parecía que entendía un poco más las palabras de la puerta, ya que quizás con pronunciar los nombres que había leído en el arco y recordado tras ver el muro me bastaría para cruzarla... PERO!! eso no era garantía de nada, ¿Y si me equivocaba?? el miedo y la duda me reconcomían así que decidí volver a la sala destartalada con tantos libros por el suelo.

Armándome de valor, cosa difícil porque mi sombra volvió a asustarme tontamente exactamente en el mismo punto que antes, me metí en aquella sala y empecé a buscar cosas. Y efectivamente aquello fue una biblioteca. Menos mal que me había pasado años en la biblioteca real aprendiendo lenguajes, si no, no habría sido capaz de detectar libros de calidad y tratarlos con cuidado. Eran libros viejos!! 

Me guardé los que pude, aunque tras ojear el libro de la Creación de Dalannast lo desheché. Ya me habían quedado todos los nombres claros para pronunciar frente la puerta.

Me quedé con el Libro de venenos, los secretos de los pájaros, y los Mapas del oeste. Pero lamentablemente no me quedaba espacio en la mochila!! Trasteé la mochila pensando en qué podía quitarme de encima... Estaba demasiado distraído con los libros... el tiempo pasaba mientras decidía que hacer con ellosPierdes mucho tiempo en encontrar estos libros y no sabes si será seguro permanecer tanto rato en esta sala.

Te quedas un buen rato rebuscando entre los libros tirados y amontonados sin ton ni son por la estancia.

Estaba sacando y poniendo cosas en la mochila. Esos libros tenían que caber! de un modo u otro!

Otro rápido examen y encuentras los siguientes libros:

-Joyas y gemas: Es un libro con conocimientos generales sobre mineralogía y piedras preciosas.

-He, la Diosa del Jardín: Se trata de una serie de poemas dedicados a esta diosa menor, Señora de las Flores.

-Dailnud, Pelo de Nieve: Se trata de la biografía del segundo monarca de Dalannast, Dailnud Pelo de Nieve, hijo de Bial el Sabio.

-Alia, hija de Crishal: Se trata de una recopilación de canciones que loan la belleza de la princesa elfa.

Gall era una rata de biblioteca. Se sentía más seguro con la mente en los libros que con la idea de salir ahí fuera.

Pero eran demasiados libros. Aunque uno de ellos me confirmaba otro de los nombres leídos en el Arco. Bien, bien... el arco no era una trampa!... 

Sigues rebuscando entre los libros hasta que encuentras un grueso tomo encuadernado en cuero blanco. En un principio no parece ser más que otro libro de historia, entonces descubres que trata sobre la construcción de la tumba del rey Ahe, hijo de Dailnud, último señor de Dalannast. Pasas las amarillentas páginas con cuidado, pues muchas se convierten en polvo apenas las tocas con tus dedos. El libro explica el proceso de creación de un gran subterráneo, orden del propio Rey, que se convertiría en su tumba y la de toda su guardia real. Su mujer, la reina Elis, también sería enterrada con ellos tras una gruesa puerta de piedra. Varias páginas son ilegibles, aunque hallas un párrafo que atrae tu atención. En él se dice que hay varios pasajes secretos construidos en la tumba que llevan a nuevas cámaras. No encuentras nada más de interés en el libro, por lo que no pierdes más tiempo y sales al pasadizo.

El corredor desciende una leve pendiente durante veinte metros hasta que acaba en una encrucijada de caminos. En el suelo del cruce hay el cadáver de otro caballero de Stumlad, no más que una armadura con un desmembrado esqueleto en su interior. El aire es aquí viciado, con un leve hedor a materia en descomposición.

Ante aquella reveladora información, quizás hubiese un túnel oculto que me llevase directo a mi destino! aunque siendo realistas era demasiado absurdo. Era más probable que simplemente fuese una salida exitosa de aquél lugar.

Así que sin dudarlo fui recorriendo la dichosa tumba y buscando por todas las paredes hasta encontrar algo que coincidiese con el pasadizo que mencionaba aquél libro!

-Los libros son mi salvación! como siempre!! - estaba más animado, y aunque de vez en cuando me asustaba al re-encontrarme algún que otro cadáver, busqué en las paredes como un loco.

Te pones a buscar pasadizos secretos en la encrucijada, pero no detectas nada, así que continúas tu camino hacia el norte.

El corredor lleva hasta una pequeña sala de cuya pared norte cuelgan una serie de tapices. Las telas han perdido el color por el paso de los años, pero aún muestran imágenes de altos reyes elfos en diferentes momentos históricos. Así, reconoces a Benthor y Crishal, reyes de Litdanast, en el día de su boda hace más de 13 siglos. En otro tapiz se reconstruye la extraordinaria aventura de Bieldor, el príncipe elfo que cruzó el continente hasta el límite occidental y el mar. En la imagen, el apuesto elfo reposa enfermo en los brazos de su madre Crishal, víctima de una terrible fiebre tras regresar de su larga expedición. Recuerdas la leyenda sobre cómo el príncipe encontró a los salvajes hombres, que habitaban en cavernas, y les instruyó en el uso del fuego y los metales. Miras la triste expresión de la Reina, preguntándote si hicieron bien los elfos al educar a los salvajes, ya que sus descendientes fueron los responsables de la destrucción de este lugar. Sin perder ni un momento más, abandonas la estancia y regresas por el pasillo.

Posas tu mano sobre la piedra de la pared, buscando algún tipo de pasaje secreto. Nada sucede, pero de pronto escuchas un repiqueteo a tu espalda. Te das la vuelta y ves aparecer por el pasillo una gigantesca araña de abultado estómago y largas patas peludas. La monstruosa criatura chasca sus mandíbulas impregnadas en veneno antes de lanzarse sobre ti.

- NNNNNNNNNOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!! - grité.

Y entonces, presa del pánico CORRÍ. Corrí de un pasillo a otro de aquellos que había recorrido ya y corrí hasta la biblioteca y corrí hasta la entrada y salí y entré y volví a correr. -IIIIAAHHHHH!!! - La araña me persiguió por toda la mazmorra como si fuera una especie de juego de pilla pilla mientras intentaba devorarme clavándome aquellos colmillos horribles y enormes.

Si había algo vivo en aquella mazmorra, e incluso alrededores, no cabía duda que había oído el escandalo y el griterío que sucedía dentro de aquella mazmorra.

Sacudía la espada, el puñal, la antorcha, cualquier cosa que fuese posible cada vez que la tenía demasiado cerca. La expresión desesperada de Gall, histérica y lagrimeante, no cesó hasta que la araña dejó de moverse.

(o hasta que me acabase con él)