Partida Rol por web

Cruzabais el patio de los reyes y estaba dilubiando, los rayos iluminaban las tétricas ventanas del edificio. Los estentóreos truenos parecían destrozar el mismo Monasterio, como si fuesen enviados por la furia de algún Dios incómodo por las visitas.

Una vez atravesado el patio, os encontrásteis en la gran basílica:

Iluminada por numerosas velas, se escuchaba, muy al fondo, una sombría melodía de órgano. El ambiente era húmedo y olía al incienso de la misa. La madera de ébano de los bancos de rezo crepitaban como si fuesen a detonar. A la derecha está el confesionario, su ventana cubierta con una cortina.

En el fondo el suntuoso altar, parecía preparado para la misa; un libro vetusto en el atril, un cáliz lleno de vino; a su lado un pergamino abierto, la pila bautismal manchada de sangre seca; en el suelo un rastro de gotas dirigía hacia un baúl cerrado.

Una moderada corriente de aire movía la llama de las velas y balanceaba las lámparas. Una puerta entreabierta a un lado del altar, al otro; una cerrada.

    Johana miraba cómo John caminaba en el altar, mirando con atención los detalles que allí había, mientras que ella caminaba con algo de temor y desconfianza ante los pequeños detalles que se encontraban ahí mismo, como las gotas de sangre o la melodía del órgano. Eso le llamaba sumamente la atención y, de repente, recordaba el lugar, como si hubiera estado allí antes; sin embargo, dudaba un poco de lo que sentía, pero claramente esa basílica le era bastante familiar, por lo que supo que debía dirigirse hacia el baúl. Se agachó para tocarlo, pero acercaba la mano en duda de ello, como si supiera lo que encontraría en su interior, pero no por ello se detuvo, y murmuró para sí misma -Qué haces allí dentro?- mientras su mano lentamente reposaría en la parte superior del objeto.

¿Que haces? - dice la voz de John detrás de Johana sobresaltándola cuando estaba abriendo el baúl.

Castos se encontraba registrando la sala en busca de restos psíquicos para saber si alguna entidad había pasado por allí o estaba cerca cuando se fijo en que Johana estaba andando como en trance hasta el baúl, fue entonces cuando por curiosidad se puso detrás de la mujer y le pegunto.

Viendo la cara estupefacta de Johana que le miraba agachada delante de él e intentando apartar la mirada de sus pechos, John prosigue - ¿Estas segura preciosa? La sangre se dirige aquí y puede que el contenido no sea muy... "agradable".

La concentración de John le daba indicios de que allí había algo no humano, pero no sabía qué, no podía confirmarlo; era como si hubiese alguien vigilando de cerca cada movimiento.

Johana tuvo un dejabú o algo similar, pensó haber estado allí en otra vida.

   Pero Johana no podía parar, pues era como si de verdad algo allí le estuviera llamando. Es por ello que apenas murmura a John -No sé...Hay algo...- y hace caso omiso de su advertencia, abriendo el cofre con ambas manos, aún a costa de saber que lo que ahí dentro había no sería para nada agradable.

Al intentar abrir el baúl comprovaste que estaba bajo llave.

Súbitamente en el órgano, que parecía estar en una sala de arriba, sonó un fuerte acorde desafinado; se escuchó el chirriar de una silla y seguidamente unos pasos que avanzaban con parsimonía.

   Maldición!! es lo primero que se cruza por la mente de Johana al darse cuenta de ese peculiar detalle. De repente, el ruido del órgano la sobresalta y de voltea rápidamente, sólo para encontrarse con unos pasos que se aproximaban. Ella quería creer que alguien venía, pero de algún modo estaba segura que era un "algo" lo que llegaría con tanta prisa, por lo que mira a John a ver si él está en condiciones de realizar alguna acción. 

La cara de John pasa a ser severa y con claros signos de preocupación - Vaya! - dice esbozando una sonrisa amarga - Parece que vamos a tener la visita de alguien... - Castor alarga la mano hacia la bella mujer que tiene en cuclillas delante suyo para ayudarle a levantarse - ¿Nos quedamos o mejor posponemos la cita?

Los ojos de John no pueden evitar el ir echando miradas hacia las escaleras que suben al piso superior, de forma un poco nerviosa.

    Preferiría quedarme y ver lo que pasa. Estoy un poco intrigada y tal vez esa persona nos quiera comunicar algo- contesta Johana en un susurro. La curiosidad le llamaba la atención, aunque se sentía un poco mal por lo que se venía hacia ellos; desconocía su verdadera naturaleza, pero no por ello se iría de allí con tanta facilidad. Procede a pararse y se queda de pie junto a John.

Se abrió la puerta de arriba y con ello una corriente de aire cálido y agradable. Asomó un niño de mirada resignada que comenzó a bajar las escaleras poco a poco, hablando consigo mismo: - Nunca me deja ver cómo trabaja, nunca me deja; nunca! Dice que está preparando algo para mí... pero que no es el momento.... Que mi sangre es sagrada... Que soy el elegido... Pero nunca, nunca! -

Se percató de vuestra presencia y se alarmó: - ¿Quién soys? ¿porqué estáis aquí? -

   Johana se quedó paralizada por unos momentos al ver bajar al niño por las escaleras, pues sabía que él ya no pertenecía al mundo de los vivos, por lo que ahogó su terror y lágrimas sólo por esa cálida aura que el pequeño emitía. Hasta cierto punto sentía lástima por él y no pudo evitar una sonrisa en devolución por tal sensación; sin embargo, al escuchar las preguntas del niño, sólo contesta -Nos hemos perdido- y mira a John esperando que él pueda ser capaz de conseguir respuestas certeras para ambos y para lo que estaban sintiendo en ese mismo momento.

Allí estaba delante de él, el primer contacto que hacía en el monasterio, y solo habían pasado quince minutos a lo sumo, asombroso...

Castor no salía de su asombro cuando Johana habló y le hizo volver al mundo de los vivos, tenía que empezar a trabajar, desde tiempos inmemorables, los exorcistas han utilizado todo tipo de vías para expulsar a los muertos, algunos la fuerza mediante la fe, otros como su tatarabuelo según descubrió mediante música, cuando encontraba el tono y enlazaba al espiritu con la música, dejaba de tocar y simplemente desaparecian,  John, en cambio, parecía tener la forma más rara y pesada de todas: hablar.

-Hola chico, como bien dice mi amiga nos hemos perdido, nos dirigíamos a la biblioteca porque nos comentaron que podíamos encontrar un libro que nos ayudara en nuestra búsqueda - "No John, aparta el miedo y céntrate" se decía - Pero... ¿Y tú? Se te ve algo enfadado, ¿Que te aflige mozalbete?

John no sabía si todas sus palabras españolas habrían sido las adecuadas, pero le parecía un buen comienzo. Aunque por si acaso sabía que su cruz sagrada estaba en el bolsillo interior de su gabardina, como siempre.

Al oir las contestaciones se despreocupó y se puso a hacer piruetas infantiles mientras bajaba las escaleras:

Mi tío está haciendo el mayor experimento del mundo pero no me deja verlo porque dice que todavía no ha llegado el momento, pero que cuando llegue yo seré el protagonista.

De pronto se escuchó gritar a una voz potente y grave desde arriba a lo lejos: - Carlos... Carlitos... Carlos ya puedes venir...! -.

La expresión del niño se colmó de alegría. - Es mi tío! me tengo que ir! Adiós -.

El niño salió corriendo escaleras arriba - Ya voy! -.

La severa mirada de Castor se cruza con la de Johana - Interesante... ¿Vienes? - Para acto seguido salir a toda prisa detrás del chico dejando una cierta distancia.

"Tiene pinta que este chica puede ser una de las claves, ¡No lo pierdas Jhonny!"

    Johana cruzó su mirada con John y supo que debía ir detrás del niño...Por otro lado...Escucha la voz del que parecía ser el tío del pequeño y no puede evitar sobresaltarse de tal modo, que hace uno o dos pasos hacia atrás, entonces se voltea y su  mirada coincide con el cofre cerrado con llave que estaba a sus pies. Sólo bastó con mirarlo un poco para que sus ojos se llenasen de lágrimas, como si supiera que allí dentro encontraría algo más que una simple respuesta; seguidamente vuelve su mirada a John y no puede evitar exclamar -Qué horror! Díos mío!- mientras coloca sus manos en su boca, intentando ahogar un grito de angustia y horror, pero vuelve en sí y, en vez de esperar a su compañero, se lanza a toda prisa detrás del pequeño, intentando detener algo que aparentemente había sucedido.

Jonh y Johana subieron las escaleras tras el niño. Al entrar por la puerta el niño les había despistado. Se encontraron en una sala ornamentada con frescos y retratos de temas históricos y religiosos, de los cuales pudieron percibir uno en el que estaba representada una imagen de un niño exáctamente igual al que perseguían, en el que había inscrito: Infante Carlos s. XVI. El niño de la imagen emanaba sangre real de las muñecas y los tobillos.

A la izquierda:organo, que hasta hacía unos instantes estaba sonando; a la derecha: armarios de los que destacaba uno con un cajón abierto. En frente: una mesa con manuscritos y una toga colgada en una silla, a su lado una puerta abierta.

    Supongo que se fue por donde la puerta está abierta, pero...Quién estaba aquí antes? Era un interrogante que Johana tenía en su mente al momento de llegar hasta donde el órgano. Su piel volvía a ponerse como si fuera de gallina y su curiosidad la llevó hasta la pintura del mismo niño, justo para ver que sangraba, entonces se vuelve hacia John -Esto es raro, creo que hicieron algo con este niño- y colocó sus manos de manera entrelazaba en su pecho, sintiendo un dolor por lo que veía. En lo que hacía a un lado la mirada, se da con el cajón abierto, lo que la lleva a acercarse y mirar lo que allí dentro se escondía. Si bien ella no tenía hijos, sentía un aire maternal con el pequeño, sin saber porqué, pero sentía que debía protegerlo a toda costa.

Johana escudriñó el cajón y encontró un crucifijo con una calavera, un collar de huesos y un manojo de llaves oxidadas del tiempo.

Interesante...- dijo John a la camarera mientras se acercaba a ella mirando los utensilios que había extraído del cajón.

Cuando se coloca al lado de Johana y extendiéndole la mano hacia los objetos le dice- ¿Puedo? A veces, los objetos pueden contener residuos de energía ya que fueron parte o el blanco de una fuerte emoción y esta energía, a veces, perdura durante siglos.

Castor ya lo había probado otras veces y alguna había funcionado, se concentraba en el objeto teniéndolo entre sus manos y podía adivinar si era algo importante. No perdían nada en probarlo un momento antes de proseguir con la inspección de la sala y continuar por la puerta abierta.