Partida Rol por web

El Eterno Retorno

Escena de Juego

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02/06/2020, 12:35
Director

Año de 135... Es media tarde, y tú y tu buen compañero de andanzas, Jonás de Malayerba (que así se hacía llamar él mismo), habíais dado el alto a una carreta con dos buhoneros (matrimonio, para más señas), para sacarle los pocos cuartos que tenían (amén de otros objetos de valor que no fueran dineros en sí). Y tal que estando amenazándoles tú con las hachas y Jonás con su bracamante, que tras la loma donde estábais surgió una comitiva de unos doce hombres: cinco de a caballo y siete soldados a pie; y guardaban entre ellos una carroza tirada con dos caballos que bien podría venir allí el rey de Castilla... El caso es que no hubo tiempo a "hacer sisa ni negocio", pues varios soldados, azuzados por las órdenes de su superior, salieron en vuestra busca para tratar de deteneros. Y portaban unos lanzas y otros cuchillos, y al vernos nada más que saliste a correr, al igual que Jonás. Detrás de vosotros comenzaba la sierra de Ávila, y allá que os dirigísteis.

Quiso la mala fortuna y mal tipo que Jonás resbalara en un pequeño lodazal en la que hundió la boca, en la cuneta de la vereda. Y tal que así se echaron encima dos de los hombres, y llegó otro a caballo y le propinó con la espada un golpe (no por la parte del filo, sino plana), en la cabeza, que lo hizo desplomarse desmayado. Otros cuatro corrieron tras de tí, montaña arriba, pero tú ya llevabas suficiente ventaja como para que comenzara a aparecer el suyo resuello en sus alientos.

Tras la subida de diez minutos, andabas algo desorientado (eufórico al saber que, al parecer, le habías dado esquinazo a esos tipos). Sin embargo, uno no podía confiarse del todo. Enseguida te viste a cierta altura, inmerso en un frondoso monte (lo cual no era del todo malo, al fin y al cabo...).

Notas de juego

Comenzamos.

Lo mismo que la otra vez: hagamos los diálogos y la narración sin formato alguno.

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02/06/2020, 12:46
Fulgencio el "hachas"

- Puerca suerte - dijo Fulgencio en voz baja a la vez que lanzaba un escupitajo al suelo. Al Malayerba ya le podía dar por muerto, pues si alguna máxima tenía su negocio era la de que cada uno velaba por sí mismo, que con los compañeros igual te repartías con ellos el botín que te rajaban el cuello por la noche por cuatro perras, pero nunca arriesgabas tu pellejo por el suyo.

Fulgencio, o Gencio "el hachas" como le llamaba Jonás, por su pericia con las mismas, echó una mirada rápida para atrás y se internó en la espesura. A esas alturas de su vida y con todas las almas que había subido al cielo o bajado a los infiernos no confiaba en otra cosa que en sus brazos para enfrentarse a los peligros y de sus piernas para huir de los mismos. Que los campesinos rezaran, que él pensaba correr hasta que le estallasen los pulmones o pusiera unas leguas entre él y sus perseguidores.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tiro "descubrir" por si veo a mis perseguidores por detrás. Los vea o no, Gencio se interna en el bosque corriendo por su vida.

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02/06/2020, 17:49
Soldados

Cuando miraste hacia atrás, viste las cabezas de cuatro soldados, cubiertas por sus gorros de cuero, moviéndose entre rocas y espesura. Tal vez tú te conocieras mejor el terreno, o quizás estabas más acostumbrado a ellos, porque parecía costarles un poco subir. Les tenías cierta ventaja, pero supiste que no debías confiarte.

-¡Volved berraco! -gritó uno de ellos-. ¡Si te entregas no te cortaremos en pedazos, tan sólo te amarraremos la lengua a los tobillos! ¡No corras!

Por tales palabras, no con buena dedicatoria precisamente, que decidiste no parar, y seguías subiendo pisando en las piedras y evitando las hierbas para no caer en resbalón. El sol poco a poco declinaba, aunque aún debían quedar un par de horas de luz. No mucho después, sintiendo el aliento de los soldados tras de ti, viste a más de cien varas, detrás de unos árboles, la silueta de una
persona que le hace signos para que le siguieras. Parecía alguien de corta estatura. La figura antes de que pudieras tú corresponderle con alguna seña, echó a correr detrás de unas grandes rocas, sobre un montículo. Entonces volviste a oír a tus persecutores aproximarse monte arriba.

Notas de juego

Con tu proxima intervención, si quieres, puedes hacer una tirada de Descubrir (fácil +25%)

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03/06/2020, 08:32
Fulgencio el "hachas"

- ¡ Sí, sí, parad un momento y bajad las armas y entonces vuelvo ! - mintió Fulgencio. A ver si había algún tonto entre los perseguidores y conseguía sacarles algunas varas de distancia mientras ellos paraban y Fulgencio seguía.

En cuanto vio la figura que le hacía señas, se dirigió rebufando hacia ella, que ya de perdidos al río y lo que le esperaba delante no podía ser mucho peor que lo que le esperaba detrás. Las piernas le ardían, el pecho le ardía, pero los de detrás no iban mucho mejor por lo que oía, así que sólo necesitaba aguantar un poco más que ellos, o encontrar algún atajo o senda oculta como la que esperaba le pudiera proporcionar esa persona misteriosa.

- Tiradas (2)

Notas de juego

La tirada de descubrir la paso (es 70 o menos y saco un 14, pero no sé por qué en el sistema ponía sacar "más que" en vez de "menos que").

La he vuelto a hacer en oculto (esta vez poniendo "menos que") por si acaso tenía que ser oculta, que nunca me queda claro qué tiradas son ocultas y cuáles no.

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05/06/2020, 10:47
Soldados

Las piernas te pesaban, te ardían. Ibas a traspiés, tratando de dar la mayor zancada posible a cada paso. Los de atrás seguían en su empeño para tratar de satisfacer a quien dio la orden de perseguirte. Sin pensarlo demasiado, seguiste a la figura que te había hecho signos con la mano a modo de invitación. Al levantar la vista y escudriñar a conciencia, te diste cuenta que tal figura era la de un niño (por lo que pudiste apreciar, aún en carrera, es que era un jovenzuelo muy rubio). El caso es que no había más veredas allí que la que tú podías imaginar en tu mente, asi que tampoco había mucha guía sobre el terreno que seguir.

Tras unos segundos, alcanzaste la posición donde estaba el muchacho, y luego avanzaste por el sitio donde se perdió, tras unas grandes rocas. Cuando llegastes a ellas y las superaste, se abría otro claro delante de tí, en plena sierra. Encontraste en él las ruinas de una antigua ermita, allí dispuestas, soportando todo tipo de eventos climatológicos. El lugar no era sino un vestigio de una época no muy lejana, ahora llena de cascotes, musgo y arbustos en su interior. Te detuviste un instante para coger aire, y al levantar la vista observaste al niño, situado ahora en la entrada del edificio. Éste volvió volvió a hacerte señas de invitación, y después se perderá en el interior corriendo.

- ¡Fideputa, ven aquí! ¡No me hagas subir más o esparciré tus tripas por el campo! -gritaban algunos de los soldados-.

Notas de juego

Superaste las dos tiradas ;)

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05/06/2020, 15:44
Fulgencio el "hachas"

Gencio no dudó ni un segundo; quedarse fuera equivalía a una muerte cierta, y no había abandonado a sus queridos hermanos a manos de ese malnacido caballero para nada. Agarrándose con la mano su dorado colgante*, entró de un salto en la ermita siguiendo a ese muchacho de dorados cabellos mientras echaba un último vistazo atrás.

Allí dentro esperaba poder encontrar un sitio en el que esconderse, o encontrar alguna salida. (entiendo que no es necesaria, pero si fuera necesaria tirada, hazla por mi, gracias).

Notas de juego

(*) puse la historia de los "hermanos" de Fulgencio y del colgante en el apartado "Historia" de la ficha.

(**) Mira atrás para divisar si sus perseguidores están a la vista y por lo tanto le verán entrar o no.

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05/06/2020, 18:49
Soldados

La venganza había que servirla antes o después, y no era menester quedar sin ella tus cinco hermanos mayores. Por eso que, pretendiendo que el colgante de diera suerte o ánimos, te adentrasete en las ruinas de esa ermita. El sol ya estaba cayendo, y en breves se haría de noche. El muchacho debía estar dentro, y justo bajo el dintel de la entrada, cuyas puertas de madera aún seguían en pie, te giraste y viste que los tipos armados llegaban. No sabías si te habían divisado (y tampoco quedaste allí para cerciorarte); tan sólo te internaste, y muy en el fondo sin saber porqué.

- ¡Allí está, se ha metido en ese edificio de cochambre...! ¡Todos a mí! -gritaba uno de los tipos-.

Una vez en el interior las zarzas y el musgo se habían apoderado del interior del pequeño templo santo. Los bloques de piedras derruidos hacia dentro daban constancia de lugar ruinoso y a la vez peligroso (de nuevos derrumbes). Ninguna ventana había sobrevivido a los cascotes caídos sobre sí, por lo que la única fuente de luz que entraba era la de la propia puerta de acceso. El lugar, habiéndolo de describir como para ser dibujado en plano, se componía del ala de la iglesia y lo que debía ser, antaño, el ábside. Derruidas estaban las escaleras y torreón, en un lateral. Como único vestigio superviviente quedaban algunos bancos, maltrechos y podridos, desperdigados por doquier.

Bajo una hornacina vacía, de la que no quedaba ya ningún santo o Virgen, aguardaba el niño, sentado sobre uno de los bloques de piedra de la bóveda caída sobre sí. El cielo no se veía, no había ninguna abertura para el escape o la entrada. El muchacho, visiblemente tenue por la poca luz que entraba, te hizo una señal aún sentado, llevándose la mano y el dedo índice a los labios, como para que guardaras silencio. Luego sonrió.

Y mientras estabas encandilado en esta situación algo surrealista, las puertas de la ermita se cerraron de golpe... ¡¡¡PAAAMM!!! ¡¡¡PAAAMM!!!

Dos severos portazos hicieron que la entrada se clausurara y quedaras a oscuras. Luego escuchaste el restallar de un gran cerrojo procedente de la misma, y fue cuando entendiste que en esos momentos estabas atrapado. A los pocos segundos, las voces de lo soldados se oyeron más cercanas, y comenzaron a golpear la puerta con sus puños y a dar patadas.

-¡¡Sal de ahí!! -te gritaron- ¡No tienes escapatoria posible!

Golpeaban y golpeaba, gritaban y gritaba. Pero no eran capaces de entrar. La ermita estaba clausurada. Al niño no lo veías, pues estabas en completa oscuridad.

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06/06/2020, 21:45
Fulgencio el "hachas"

Gencio rió largamente tras oír el cierre de las puertas y los gritos de fustración de sus perseguidores. No sabía cómo, pero parecía que milagrosamente se había salvado de ser ajusticiado por sus crímenes. Mientras reía fue mirando a un lado y a otro. Bueno, mirando es un decir, puesto que no podía ver nada ya que al cerrarse las puertas había quedado a oscuras.

-JA,JA,JA, ja...ja....ja..." Al darse cuenta de que se había quedado en la más absoluta oscuridad, fue disminuyendo el volumen de sus risas, y su frecuencia, de tal modo que ya eran tan espaciadas que Fulgencio ni sabía por qué seguía haciéndolas si pareciera que los de afuera no lo oyeran y si algo quedara allí dentro casi mejor que no le oyera. Fue en ese momento que se dio cuenta que su salvador, que era un niño no podía haber cerrado las puertas con tanta fuerza de ninguna manera mundana, y que si fuera obra de milagro o magia, pocos favores le debía el cielo a estas alturas de la vida, por lo que se temía algo mucho más siniestro y con olor de azufre.

Por ello con una voz bastante más nerviosa, casi implorando, llamó al niño que había guiado sus pasos hasta la ermita - Niño, niñito de dorados cabellos, hazme un favor y enciéndeme un candil, que en aquesta ermita no veo... ni la punta de mis hachas. Esperaba que esa velada amenaza pasara inadvertida al inocente niño pero ahuyentara a posibles atacantes.

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06/06/2020, 23:40
Director

Las risas, tal vez nerviosas, habían pasado al silencio tras unos segundos en calma y oscuridad. Los tipos gritaban ahí afuera, pero tú estabas a salvo. Al principio no reparaste en ello, pero enseguida algo en tu mente hizo que te sobresaltaras un poco: en realidad las puertas se habían cerrado solas*, clausurándose con un severo portazo por sí mismas (el niño de cabellos rubios no había intercedido para nada). Entonces llamaste al niño que te había guiado, tal vez como un inocente juego para él, hasta ese lugar (y tal vez evitado que te hubieran capturado, o no).

Notas de juego

*Releyendo mi último post me he dado cuenta de que no te narré que las puertas se cerraron solas.

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06/06/2020, 23:41
Niño

- ¡Tssss! -dijo entonces el niño, cuya voz te hizo saber que estaba sentado sobre el bloque de piedra mucho más cerca de lo que te había parecido, casi a tu lado-: ya viene...

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06/06/2020, 23:41
Director

Acto seguido, tras aguardar unos segundos en los que no sabías qué podría ocurrir, advertiste una serie de golpes, espadazos, gritos y alaridos guturales mas allá de la entrada de la ermita, justo detrás de ella. Oíste cómo los soldados que te perseguían sucumbían al otro lado, como si alguien hubiera acabado con ellos. Notaste en tu interior que algo los había aniquilado a todos ellos, ¡y en un instante! Entonces las puertas se abrieron solas de nuevo, moviéndose sólo el cerrojo que las mantenía clausuradas, y pudiste ver la luz de nuevo colándose en la entrada. Claro que, advertiste algo más: el joven de cabellos rizados miraba a la entrada, con los ojos abiertos y sin mostrar ninguna mueca en su rostro, señalando al exterior con su dedo en alto.

Al mirar lo que señalaba desde el interior te percataste de un tremendo charco de sangre bajo los cuerpos de tus captores, ahora lacerados en heridas mortales. Tras un par de pasos hacia la entrada para ver mejor lo que había pasado notaste algo más.

A todos ellos les falta la cabeza.

Notas de juego

Haz una tirada de Templanza para no perder la compostura ante tan terribles muertes.

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07/06/2020, 13:31
Fulgencio el "hachas"

A Fulgencio le temblaron un momento hasta las canillas al ver tamaña carnicería de hombres a las afueras de la ermita. Casi vomitó al darse cuenta de que les faltaba la cabeza. Sin embargo consiguió reponerse convenciéndose a si mismo de la normalidad de la situación: -Gencio, el infierno ya lo tienes ganado por los muchos inocentes que has matado durante tu mala vida. Ahora en vez de el final que te merecías tienes aquí delante tal vez una nueva oportunidad de conseguir tu venganza.

De esa manera se giró de nuevo al niño e intentando ocultar su temor y controlando el temblor de sus piernas le dijo con voz caramelosa - Niño, niñito, ¿Es amigo tuyo el que ha hecho esto? Os estoy muy agradecido puesto que esos hombres eran muy mala gente y venían con aviesas intenciones. ¿Tal vez incluso me podríais ayudar a acabar con la vida de otro mal hombre que asesinó a mis hermanos?

- Tiradas (1)

Notas de juego

De las puertas yo pensaba que Fulgencio estaba mirando a otro lado cuando se cerraron por lo que no había visto si había sido el niño o no. Por su lógica el niño no podía hacerlo por la fuerza que requeriría, por lo que se temía algo de magia negra (puesto que no pensaba que con su mala vida el cielo se fuera a dignar a hacer un milagro por él).

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09/06/2020, 10:15
Director

El niño levantó sus cejas, apretó sus labios y negó con la cabeza ante la pregunta de la autoría. Pero el jovencito no soltó palabra alguna. Dio un respingo, piernas hacia delante, y tras levantarse de su asiento de piedra echó a correr fuera de la ermita, perdiéndose en entre los árboles de la sierra. No cabía duda de que ese muchacho, hubiera hecho lo que hubiera hecho (o tal vez no), te había conducido a una salvación. Quedaste con la duda sobre la pista de quien pudiera hacer aquello a tus hermanos.

Notas de juego

El niño se ha marchado, perdiéndose en la vegetación de la sierra. Te dejo un post por si quieres hacer algo en la ermita; en caso contrario seguiré narrándote. Tú me dices.

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09/06/2020, 16:32
Fulgencio el "hachas"

Fulgencio vio pasmado como el niño le ignoraba directamente y abandonaba la ermita, pero no quiso forzar la precaria situación actual y no movió ni un dedo mientras el niño se iba.

Una vez a solas de nuevo, se dedicó primero a registrar la ermita y luego a registrar los cuerpos de sus perseguidores, que una buena armadura o unas monedas nunca estaban de más en aquellas míseras tierras.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Hago una tirada de descubrir oculta for si fuera necesaria. Nuestro protagonista rebuscará primero en la ermita a ver si localiza algo y después registrará los cuerpos de sus perseguidores para saquearles lo que tengan que pudiera ser de provecho para venderlo luego. Con la situación que se le viene ahora, sin compañero y buscado por robo, más le vale tener algo que vender para no morirse de hambre.

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10/06/2020, 14:03
Director

En la ermita en ruinas nada encontraste. Entre sus bloques caídos y la maleza crecida allí no había nada de valor, tan solo piedras, musgo y ramas. El caso es que una vez en la entrada, te agachaste para registrar los cuerpos de los tipos. Los soldados no eran de buena alcurnia (por su aspecto antes debieron ser mercenarios o bandidos, tal que tú, o quien fuera a saber). No llevaban bolsas de monedas, pero uno de ellos gastaba en su cintura un bonito cinturón con remaches como de plata y hebilla también plateada, que tal vez debía valer entre cinco y diez maravedíes. También recogiste sus cuchillos, uno de ellos poseía un filo alargado, un bracamante bastante bien cuidado.

El caso es que, una vez afuera, tras recoger tales pocas pertenencias, la noche se vino encima. Caminaste sobre un terraplén junto a la ermita, tratando de discernir, desde lo alto de la sierra donde te encontrabas, algún punto de luz al que poder dirigirte, o tan siquiera si alguien más te seguía. Pero no fue así. Entre los árboles, abrigado bajo las estrellas, viste a lo lejos y través de los árboles un punto de luz solitario, tal vez el brillo de un castillo o una posada aislada, a una legua o algo menos.

Notas de juego

Con tu próximo post aclárame si tratas de regresar colina abajo (hacia el punto del asalto) o vas hacia el punto de luz, a casi una legua en la dirección contraria.

Por cierto: apúntate "cinturón de unos 10 maravedíes", dos cuchillos (1d6) y un Bracamante.

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11/06/2020, 08:41
Fulgencio el "hachas"

Gencio se guardó el botín. Ya lo cambiaría por comida o por algún otro favor cuando lo necesitara, y parecía que lo iba a necesitar porque tendría que rehacer su vida durante un tiempo. Le habría escrito una nota de agradecimiento al niño si supiera leer y escribir, pero no era el caso, por lo que con un quedo -Gracias chaval- y con un cuchillo de regalo de los perseguidores, por si el niño lo podía necesitar, dejó el asunto de la ermita por zanjado.

Inicialmente, por inercia, sus pasos se dirigieron de nuevo de donde había venido. Entonces pensó que a esas alturas Malayerba ya debía de haber cantado de lo lindo y los soldados deberían de estar buscándole por todos los crímenes cometidos y algunos más que se habría inventado el bribón por salvarse de la horca. Por ello, se giró lentamente hacia la luz que había visto.

Con mucha precaución se acercó a esa luz. Podía tratarse de su salvación o de una trampa así que con mucho silencio y observando y escuchando con cuidado, se acercó a la misma.

- Tiradas (3)

Notas de juego

De nuevo me he equivocado. Sigilo sería un éxito (he sacado un "3" por lo que es un crítico porque debería ser "menos que" y no "más que" que me pone por defecto). Descubrir y escuchar las tiro en secreto.

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11/06/2020, 13:36
Director

Decidiste partir hacia las luces. Estaban a una legua, o tal vez algo menos, por lo cual te tocaba andar bastante. El caso es que ahora andabas por la sierra tranquilo y a la vez nervioso. Tranquilo porque ya no te perseguía nadie, y nervioso porque era de noche y podías trastabillarte por las pendientes y con los peñascos; Tras una hora, fue entonces cuando llegaste a un claro entre un frondoso hayedo en el que te metiste. Tal claro parecía una pequeña "isla" en el mar de árboles y troncos que había a su alrededor. Nada más acceder a él, con el sigilo que a conciencia hubiste de concretar*, notaste que la zona estaba envuelta en un terrible y extraño calor. Además, el sonido de las alimañas cercanas era muy perceptible. 

Además, hubo algo que te intrigó, y te acercaste a ello muy muy despacio: tres cabezas colgadas pendiendo de un árbol, sujetas cada una mediante una cuerda y un gran clavo. Estaba claro que eran las cabezas de los soldados que te perseguían horas atrás. Casi bajo ellas, sobre un peñasco, había una figura sentada sobre la gran mole, casi en el medio del claro. Tu vista pronto se acostumbró a esa oscuridad y pudiste verlo: era el jovencito de cabellos rubios. Sólo lo veías de espalda.

Notas de juego

*Guardo aquí tu tirada de sigilo, tu crítico (las otras las he aplicado en la narración). Gracias a él, podrás acercarte, si quieres, al muchacho sin que éste se de cuenta (o puedes hacer lo que quieras, obviamente) :)

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12/06/2020, 10:44
Fulgencio el "hachas"

Fulgencio se acercó en silencio al muchacho con una pícara sonrisa en su cara. No era por nada que en otra época le habían llamado "El gato". Siguió acercándose hasta que posó su mano sobre el hombro del chico. Quería que viera que también podía sorprenderlo con algo, y le dijo - Mozuelo, estába yo buscándote en la ermita. Hasta te dejé allí un cuchillo en agradecimiento por haberme salvado de los hombre malos.

Después hizo una pequeña pausa y le preguntó -¿Qué haces aquí sólo, en una colina tan calurosa? Veo que habéis traido las cabezas de los hombres malos. ¿Quieres que te ayude en algo o prefieres que siga mi camino? Ya sabes que te debo un gran favor.

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12/06/2020, 11:57
Director

¡CUAL SERÍA TU SORPRESA CUANDO POSASTE TU MANO! ¡Pues tu mano no descansó, no tocó hombro ninguno, sino que atravesó la tierna figura del infante, como si allí no hubiera nada, como humo o vapor, pese a que le veías! Entonces tu corazón comenzó a palpitar a mucha velocidad, demasiada*.

El muchacho se giró, entonces, al escuchar tu suspiro ante tal tamaña sorpresa. En su rostro había sonrisa, al menos un ápice de sosiego en aquel claro tenebroso, con las cabezas colgadas de cuerdas pendiendo de una gran rama...

Notas de juego

*Lanza 1d100 por IRR. Si no superas la tirada ganarás 1d10 de IRR (y lo perderás en RAC).

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12/06/2020, 11:58
Beneazel

-No lo necesito, pero gracias -dijo con agradecimiento, y su voz era clara y limpia-. Me llamo Beneazel -añadió, y aún no podías creer que hubieras atravesado su cuerpo con tu mano-. ¿Cómo te llamas tú? ¿Y qué haces en este lugar? -el joven se giró, y ahora quedó sentado con las piernas entrecruzadas, hacia adentro, con los hombros clavados en sus rodillas y la cabeza sujeta a sus dos manos, en señal de interés hacia tu persona. No sabías pues si era más terrorífico aquel muchacho, aparentemente inofensivo, o el lugar en cuestión.