Partida Rol por web

Kyo se revisó nuevamente las bandas y el estado de sus heridas actuales. Con el arreglo de antes, y ahora, el hecho de revisar nuevamente todas sus vendas, se dio cuenta de que, muy probablemente, por el momento solo se llevaría varios moretones y algún que otro corte, pero nada de gravedad, de hecho, pudo determinar que tanto sus músculos, como sus huesos, se encontraban en perfecto estado. Eso sí, notó que fuera en el lugar que estuvieran, no había ningún tipo de señal de red móvil, por lo que no pudo contactar con sus familiares.

Kain, por su parte, comenzó a pensar en mayor profundidad y repasar cada uno de los detalles de su plan, haciendo cálculos mentales, revisando las poleas, y viendo como el sistema de cuerdas que estaba realizando le podría ayudar a llegar al lugar que quería alcanzar. Por ahora, ya estaba seguro de que el sistema funcionaría, pero ahora tenía que ser capaz de generar la suficiente fuerza en el lanzamiento para lograr la altura requerida que había hecho para sus cálculos.

Algunas heridas ya no tenía sentido tratarlas más sin el tiempo, ubicación y otros elementos apropiados, necesitaba estar en una mejor situación y quizá conseguir unguentos naturales del bosque, si bien no era un especialista en ello, podría buscar incesantemente. Se sentía mucho mejor que cuando salió convalesciente casi de la carrera de antes. Ya ahora, tenía que únicamente seguir buscando alguna de esas condenadas hojas especiales para poder subir por la corriente, sin embargo esta vez se dedicaría a observarlas con cuidado si es que todavía había personas usándolas. ¿Tal vez podría ver si alguna caía desde arriba o algo? ¿O si estaban escondidas en algún rincón o fisura entremedio de este lugar? Era acertijo tras acertijo y a pesar de que le gustaban esas cosas, desafíos mentales y físicos... Era molesto. Tal era el contexto cuando las cosas eran puestas en tu contra y no desde tu propia perspectiva.

Suspiró sabiendo casi a ciencia cierta que no podría contactar con Shiho-nee ni con Neko-chan, pero era mejor así, no preocuparlas, ni nada. Esto era su propio haber, su propia aventura y prueba personal, y haría lo que fuese para mostrarse digno de su ideal, de todo. Aunque fuese... Bueno, prefería no terminar la epónima frase, no quería traer malos augurios. Se dedicó a lo suyo.

¡Puedo hacer esto! – Dijo mientras se sonaba los dedos, una vez puso en marcha su cabeza y confirmo que sabía cómo hacer la catapulta este volvió a llenarse de confianza. Ahora tenía que terminar de armar las poleas que le servirían para dispararse así que tendría que recurrir a toda su experticia y destreza manual para armarla y asegurarse de su potencia.

Kyo al salir de la cueva noto que, a lo lejos, en el bosque, se podía vislumbrar algunos árboles con las características hojas que había visto. Ahora bien, al entrar al bosque el panorama cambiaba mucho, puesto que este, al ser muy frondoso y selvático, costaba guiarse dentro de este, y no podías encontrar por ningún lado el camino hacia este árbol.

Kain comenzó a terminar las poleas, las cuales ya podía comprobar que estaban funcionando. Ahora, solo le quedaba una consulta en su cabeza, ¿La tensión superficial que estaba generando, sería lo suficientemente fuerte para poder llegar a donde quería ir? ¿Podría aterrizar bien, o moriría en el intento si chocaba con una roca? Todas estas preguntas le surgían en la cabeza mientras se preguntaba si estaba todo en orden.

Jin fue uno de los del último grupo que llegó al lugar volando con una hoja. Pudo ver que allí ya había al menos más de quince personas en el lugar, entre los cuales destacaba la niña de la hoz, el joven explorador y aquel hombre de color de malas pulgas. Al parecer muy pocos aprobarían la prueba, puesto que solo quedaban un par de horas para que atardeciera.

- ahí ahí, mira - dijo a Pipan señalando al tipo que caía como si planeara con una hoja - mientras sepa caer siempre de pie como todo gato no debería ser problema llegar volando - sus palabras procuraban demostrar al chico que no mentía, pues el muchacho no le había parecido muy convencido de que llegara primera volando.

Venga que yo de gato no tengo nada y también llegue de la misma manera.

Dijo Tiger sin siquiera voltear hacia donde estaban los dos chicos hablando.

Pero no te martirices chico que dar esos saltos de saltamónte tampoco es poca cosa, yo no podría al menos...

Pipan tiene una expresión confusa mientras escucha la explicación de cómo los otros han subido, que rápidamente da paso a la envidia por haberse perdido la oportunidad de hacer esa especie de parapente artesanal.[I]AAAAGH . Eso suena absolutamente increíble ¡¿y me lo he perdido por escalar directamente? ¿Me daría tiempo a.../I].

Entonces ve aterrizando a lo lejos a aquel tipo desgarbado y todo lo demás deja de existir de la impresión que le produce. Le aparecen, no chiribitas, sino auténticas ESTRELLAS en los ojos abiertos como platos, y enmarcada por los puños a la altura de la barbilla, se le forma una sonrisa de maravilla y entusiasmo casi infantil.

Jin bajó de la hoja luego de planear y bajar hasta el suelo, por un momento pensó que no resultaría el plan pero pensó que algo de suerte también debería ser parte del examen. Menos del diez por ciento de los que comenzaron estaban allí, y eso que era la primer prueba, vaya uno a saber cuantas más faltaban y seguramente serían más difíciles.

Entre los que vió, estaba el chico que escaló en primer lugar, pero también la niña de la hoz y el tipo que mantuvo el ritmo corriendo. ¿Cómo habrán subido ellos?

-Parece que estaremos esperando unas horas hasta el final de la prueba- le dijo a aquellos tres-¿La examinadora no está por aquí?

El hombreton aun sentado al pie del árbol simplemente movió su mano y señalo a la instructora que estaba a unos pocos metros.

Ahí la tienes.

Ok, revisa todo una última vez y a volar. – Se dijo Kain así mismo antes de empezar a revisar con cuidado las poleas, mientras analizaba la trayectoria que había elegido. Quizás si estuviera muy inseguro de sus cálculos mentales probaría a lanzar algo pequeño primero, pero estaba un poco asustado de que se le terminara el tiempo, claro que todo esto sería inútil si se estrellaba y moría por ello…  y es por eso mismo que decidió también recordar de nuevo sus prácticas de artes marciales sobre como caer aunque dudaba que fuera tan fácil la diferencia entre caer en un derribo o a una distancia normal que de una catapulta. Mientras pensaba aquello último no pudo evitar sentir un poco de escalofríos.

A este punto parecía que el joven monje moderno, o al menos peleador, desafiante del mundo y combatiente estaba siendo renegado por la Prueba misma, como si no fuese bienvenido, pero claro era a este punto que el cabrón era un hueso muy duro de roer, en exceso incluso, tanto que si la Asociación o lo que sea quería impedirle pasar la prueba les resultaba más fácil decir "no puedes hacer la prueba, Nagayama-kun" y listo. Todo esto calzaba con su filosofía de oponerse al mundo, de los poderes oprimiendo a los justos y los que se esfuerzan, etc., en cierta forma era apropiado. Tomó aire, reposó y tras buscar recuperar lo último de estamina, iría hacia el bosque, sin más, a buscar una de las hojas.

A ver si encontraba algo que lo desafiara, para variar. Así sí que sería justo.

Kain, tras aplicar sus conocimientos de combate, y artes marciales, unidos a su inteligencia, se dio cuenta que más o menos podría calcular la fuerza del impacto, como aminorarlo, y como asegurar de salir vivo de su invento. Se debía asegurar que la altura, así como la fuerza a la que saldría disparado y lo que se demoraría en llegar sería lo suficientemente fuerte como para llegar a la parte alta de la montaña, así como también asegurarse de que fuera lo suficientemente alto como para no chocar con una pared de la montaña, así como tampoco tan alto como para caer aplastado en la caída. Se subió y confió en la suerte, y en todo lo que había diseñado…y se lanzó.

Todo ocurrió para el en cámara lenta, el sentir como el aire cruzaba por delante del, como, el hecho de solo tener esa idea le volvía un loco y le daba una tremenda posibilidad de morir, pero aun así, lo había hecho…y no pudo evitar sonreír cuando notó como fue alcanzando la altura y velocidad deseadas.

Kyo avanzó y logró encontrar con cierta pericia el árbol donde estaban las hojas que buscaba. Al tomar una de estas notó porque eran especiales. Eran muy grandes, resistentes, a tal punto que ni utilizando toda su fuerza las podía romper, y eran tremendamente flexibles. Seguramente estas características permitían subir gracias a la presión del aire de la montaña. Cuando obtuvo una acorde a su tamaño, miró al cielo, y pudo percatarse de que ya era pasado de la media tarde, faltaba menos de una hora para el atardecer, y si no se apuraba, no llegaría al lugar.

El aterrizaje no fue como esperarías. No te golpeaste lo suficiente como para hacerte grandes heridas, pero te pegaste un buen porrazo. Tuviste que correr un rato, pero llegaste a donde estaba el resto del grupo. No había muchas personas, pero entre todos ellos, se encontraba la examinadora. Esta fue mirándolos a cada uno de ustedes y finalmente al cielo, y mirándolos dijo;

-¡Queda menos de una hora! Luego de ello partiremos al lugar de la segunda prueba. –

Dijo, mirándolos. El participante 37 acababa de llegar, ahora, la pregunta era si llegaría alguien más en el tiempo que quedaba.

Todo acaba, como todo comienza.

Una gota de agua en medio de un estanque y en su mente la respuesta clara. Esta poderosa obra de la naturaleza le recuerda en el fondo su amor por el mundo en contraste con su odio por como el mundo ha llegado en ser, en estricta pero conjunta diferencia, conexión inexorable, irremediable de la paradoja de la existencia. Tomó aire entonces calculando el tiempo, la posición del astro conocido como Solaris, el más pequeño del universo al menos sabido. Y a pesar de entender que ahora era todo o nada, que bastaba con no rendir suficiente para perder o rendir lo suficiente para seguir en esta prueba de mierda mal hecha a propósito y en clara contra con él mismo, o quizá el destino, al que siempre había opuesto por, admitíalo, gusto propio, sonreía. Un desafío.

- Bring it on!

Tomó la pluma inmensa a cuestas y empezó a correr por la jungla, teniendo entonces una idea. ¿Y si...? Era arriesgado, pero como cierto personaje de ficción con armadura encima se negaba a ser víctima de los dados de los dioses, por poco que pudiese cambiar de ese destino que le oponía a él y a todos, y que a algunos favorecía. ¡Enfrentar el mundo era su quid, sin más! Usó su propia aptitud física y dió varios saltos hasta buscar llegar a un árbol, en pos de lanzarse con el impulso de carrera, saltar aún más y usar la pluma como planeador para, aunque sea, poder llegar de vuelta a la cueva a tiempo. Era desesperado, pero era un intento que venía de su corazón de desafiante, de aventurero. Una vez ahí, correría con todo hacia la cueva sin pensar si llegó o no a tiempo, colocándosela como recordaba que lo hicieron los otros...

Y saltando.

Un salto de fe. Un final, un comienzo, seguro.

Tomó aire y fue por todo, como siempre, un puñetazo hacia adelante, siempre.

"¡Sea!"

A medida que pensaba esa simple idea, de que debía ser como fuese, un tema pasó por su mente, de días simples, felices entre todo, de un manga de sus favoritos, un manga en el que, justamente, el tema principal era enfrentar el destino y desafiarlo sin importar qué.