Partida Rol por web

Si ser extranjero... Quizás ser de Granada, como yo... A lo mejor yo entenderme mejor con él -Comento al resto del grupo en mi pobre castellano...- Ya saber que yo no solo curar bien, si no también hablar bien... O, por lo menos, ser convincente...

Véis como Lesar ,Mohammed y Fernando se acercan al misterioso extraño, les véis como se sientan y comienzan a hablar en voz baja. Mientras el extraño os mira varias veces.

Os acercáis a donde está el extraño. Con un gesto os invita a sentaros en las tres sillas que sobran en su mesa.

Gracias por la información, bella señora. Digo agradeciendo sus indicaciones.

Eso de que sabes curar es una suposición muy arriesgada, matasanos. Pienso ante las palabras del musulmán, pero sin atreverme a pronunciarlas, y con una ligera sonrisa en mis labios

Siguiendo a mi compañero infiel me acerco hacia el desconocido.

Tomad asiento por favor, Mi nombre es Eric- tiene un acento extranjero muy marcado.

Llevo varios meses viajando desde Francia hacia el monasterio de Montserrat y ahora que ya casi he llegado... - su voz suena muy fatigada-

Necesito de vuestra ayuda, el honor de toda mi familia depende de ello. Dios lo quiere! , por favor ayudadme, señores sólo vos podéis hacerlo. AH! pero esperad- el hombre parece delirar -

Llamad antes a vuestros compañeros, necesito de su ayuda también. No temáis, es una trabajo honrado y bien pagado.

Leandro ya se ha comido lo que habia en su plato (cuando tu hermano tiene la costumbre de comer lo que "sobra" en tu plato tienes que comer rapido) y echa una mirada a los compañeros que han ido a ver al extranjero de la otra mesa.

Señor Jaume, ¿no cree que deberiamos ir hacia aquella mesa?...Por si pasa algo, no es que sea simple curiosidad...

Lesar se encamina hacia sus compañeros,sin quitar el oido de tan extraño sujeto - eric - mientras mira por las mesas, en el suelo y en la barra en busca de algo que le pueda servir para escribir...camina atento,aunque con la cabeza en otra parte...sumido en su silencio pensando que seria de su amada...

 Jaume tras escuchar a su siervo asiente de forma ausente.

 - Esperemos que nos quiere comunicar Lesar y veamos si ese tipo merece nuestra atención.

El barón Wurst continúa dando buena cuenta de sus habichuelas, sin prestar mucha atención a todo lo demás, pues sus pensamientos estaban en otra parte, en un lejano pueblo de Castilla...

Tomo asiento en una de las sillas libres alrededor de la mesa y escucho las palabras del desconocido. Conforme a sus palabras, me giro y mirando a los compañeros que no se acercaron aún, realizo un movimiento con el brazo invitándoles a unirse a la conversación. En verdad tanto misterio está consiguiendo que tenga curiosidad. Seguidamente me giro esperando que continúe sus palabras.

Me siento, algo extrañado. Tal vez no haya entendido muy bien a aquel hombre, pero... ¿Que necesitaba nuestra ayuda? ¿La nuestra? ¿Por qué?. Sin no perder mucho tiempo, le pregunto, en mi castellano chapurreado más que hablado- Y... ¿Para qué necesitar a nosotros?. ¿Por qué nosotros? ¿Acaso conocer su merced a nosotros?.

Raro. Muy raro. Aquí hay gato encerrado...

humm.. ¿lleváis a un musulmán con vosotros? se empieza a reir pero por su cara parece que siente dolor al reirse.

Como acabo de decir, no hablaré más a que esté el resto. Y no, no os conozco. mira con aire despectivo a Mohammed.

Tras llegar a donde estan el resto de compañeros,les hago indicaciones para que me sigan hasta la mesa donde se encuentra Eric con los demas,antes de perder el hilo de la conversacion...

 Jaume miró con reparos al tipo al que señala Lesar.

 - No deberíamos juntarnos con gentuza de esta ralea. Si pretende dirigirse hacia nosotros que lo haga como es debido, no con señas para que vayamos nosotros a dar con él. Es impropio.- Dice con cierto desagrado. Tras una pausa prosigue con voz un tanto conciliadora.- Pero ya que soys vos, barón Lesar, podría pasar por alto parte de la mala conducta y despropósito de ese sujeto. Espero que no sea una pérdidad de tiempo...

Leandro observa gustoso como su señor Jaume se levanta para ir hacia la otra mesa. Ya empezaba a dudar que nunca lo harían y la curiosidad le carcomía por dentro.

Si es deseo del señor, habrá que ir junto al caballero de la armadura.

Me había quedado solo en la mesa. Menuda falta de respeto! Dejar comer solo a un hombre de mi rango y posición... Estos íberos...

En fin si, a todos les había picado la curiosidad, no se lo iba a impedir, aunque no le gustaba para nada mezclarse con gentuza.

Con digna actuación, dejo la sopa a medio comer y me levanto en busca de la mesa del desconocido.

Saluda con la cabeza a los recién llegados.

Como les decía a vuestros compañeros, os vengo observando desde que habéis entrado.

Veo que sois un grupo armado, y aunque veo personajes de linaje entre vosotros creo que no desestimaríais unos cuantos dineros.
Sois el grupo perfecto y necesito vuestra ayuda.

Veréis es que mi hijo Dominique hace unos años, vino aquí a purgar su vida pecaminosa. Me contó que había decidido viajar a España, concretamente al monasterio de Montserrat para limpiar su conciencia. Solo recibí un par de mensajes suyos. En uno ponía que se encontraba bien, que lo habían acogido amigablemente en el Monasterio.

En la segunda carta, me escribía que se había autoimpuesto una penitencia de ayuno total. Hacía tres semanas que no comía y había tenido diversas alucinaciones sobre mujeres desnudas que corría por el Monasterio de noche. Al día siguiente preguntaba a los demás monjes y la respuesta siempre era la misma, nadie había visto nada de nada. La respuesta lógica que se impuso era que todo lo que veía era de alguna manera el reflejo de su vida pecaminosa, que ahora se aparecía ayudada por su ayuno, que sin duda nublaba su visión y su pensamiento.

Un mes después recibí una carta con el sello lacrado del Abad del monasterio, en la cual me comunicaba que sintiéndolo mucho, mi hijo Dominique había muerto.

Al hombre se le quiebra la voz llegado a este punto. Veis como varias lágrimas asoman por sus mejillas. Tras unos segundos continua.

En la misma carta, me comunicaron que mi hijo, había entrado en un estado de locura, que no hacía mas que gritar cosas sin sentido y que en un arrebato de locura huyó del Monasterio gritando y sacudiendo los brazos como endemoniado. Poco después, varios frailes del Monasterio salieron en su búsqueda.

Era ya muy avanzada la noche y hacía un fuerte viento. Tras unas horas lo encontraron, con la ropa hecha jirones, los ojos en blanco y la piel completamente desgarrada. También contaba en la carta que estaba medio devorado. Los lobos, dijo el Abad.

Por favor, os lo suplico, necesito que investiguéis este asunto, no me creo que haya podido ocurrir esto con mi hijo. He llegado hasta aquí, pero me temo que mi camino se ha acabado, no puedo continuar.