Partida Rol por web

Den Iffier detestaba cuando los demás rechazaban oportunidades de convertirse, y peor aún, después de haberse demostrado que solo la luz del señor de las llamas podía vencer el mal como lo hizo con los otros.
Haz que vea la luz! Purifícalo! Limpia esas blasfemias y dale la vida como sirviente tuyo o como ejemplo!

Y que se arrepienta antes de ver otra vida en las llamas, si es tu voluntad.

Apoyada en la balaustrada de la galería superior del patio, observo las prácticas de los soldados. Trato de analizar sus gestos y averiguar qué movimientos van a realizar antes de que los hagan: paradas, ataques, bloqueos, fintas, esquivas… Soy mujer y nunca podré combatir como ellos, pero hay algo atractivo en la lucha de espadas, en el combate entre hombre y hombre.
Cuando la mano se posa en mi hombro, me giro rápidamente, asustada.
-Ah, sois vos… -digo, mirándole de arriba a abajo-. Muy bien, enseguida iré al salón –le doy la espalda y me apoyo de nuevo en la balaustrada. No quiero hacer esperar a mi padre, pero no me han gustado los modos de este soldado, así que observo durante un rato más el entrenamiento de los hombres en el patio. Tan sólo un momento, el suficiente para hacerle sentir incómodo.

Los guardias se detienen al lado de la pira y el cautivo continua gritando -El guerrero  os traerá vuestro  justo castigo y el Desconocido os  llevará  a su reino, ¡monstruos adoradores del  fuego!. U no de  los guardias encaja un golpe con el pomo de su espada en la espalda del hombre, el cual se retuerce de dolor. A continuación el otro guerrero tapa la boca del viejo septón con una vieja tela y comienza a encadenarlo a una estructura de madera.

El adepto que dirige el ritual hace caso omiso a esos preparativos y se vuelve a dirigir al público que lo observa.

“Aléjanos de la oscuridad, oh, Señor. Inflama nuestros corazones para que podamos recorrer tu camino luminoso. R´hllor, tú eres la luz de nuestros ojos, el fuego de nuestros corazones, el calor de nuestras entrañas. Tuyo es el sol que calienta nuestros días, tuyas las estrellas que nos guardan en la noche oscura... Señor de la Luz, defiéndenos.”

Todos los fieles reunidos en la sala de las catacumbas de RocaDragón responden a la vez- ¡Señor de la luz ,protégenos!  

La noche está oscura y llena de terrores. Dice Den en voz baja, luego de dar la respuesta a la oración del adepto mayor. En realidad el pomazo no era necesario. Se acerca al acusado y le dice al oido El señor de la luz es misericordioso con quienes se convierten, recuerde a Stannis Baratheon, quien a pesar de haber perdido a casi toda su flota en la bahía de Aguasnegras se hizo más fuerte a través de R'hllor y llevó su ejército y la luz del señor en su espada para vencer a aquellos espectros de la noche en el largo invierno.

Iffier mira a los ojos del hombre, esperando que entre en razón y vea que ni los siete, ni los antiguos o el dios ahogado ayudaron realmente a salvar a Poniente.

Observas como uno de los adoradores se acerca al cautivo y le susurra algo al oido mientras el resto de los presentes continua con sus salmos y oraciones. El hombre preso se queda parado durante unos instantes y a continuación trata de dar un cabezazo al incrédulo adepto que se le acercó mientras grita incoherencia con la boca tapada.

El sacerdote que dirige el ritual se acerca al nervioso septón y grita a su lado -¡esta noche sacrificaremos a un hereje en las llamas del Señor de la Luz o acojeremos a un nuevo miembro en nuestro seno, en nuestra hermandad! -Con su mano baja la tela que tapa la boca del septón y le pregunta en voz alta -¿renuncias a tus dioses y aceptas al verdadero señor?

El hombre parece quedarse pensativo tras escuchar tus palabras, su cuerpo se relaja y te mira fijamente a los ojos.

Con un fuerte zarandeo el viejo septón trata de librarse de los hombres que lo sujetan para darte un cabezazo en el rostro. Por suerte para ti los guerreros lo sujetan con fuerza y logras esquivarlo a tiempo.

El sacerdote que dirige el ritual se acerca al nervioso septón, apartándote de su lado con un suave toque en el hombro, y grita a su lado -¡esta noche sacrificaremos a un hereje en las llamas del Señor de la Luz o acojeremos a un nuevo miembro en nuestro seno, en nuestra hermandad! -Con su mano baja la tela que tapa la boca del septón y le pregunta en voz alta -¿renuncias a tus dioses y aceptas al verdadero señor?

Creo que la respuesta será evidente- piensa Atreides mientras no pierde de vista al septon. Dudaba mucho de que el hombre renunciase a sus creencias, incluso sabiendo que podía salvar su vida. Empero, la religión era un sentimiento poderoso que podía movilizar a las personas e incluso obligarlas a llevar a cabo acciones que uno nunca llegaría a plantearse. Todo depende del grado de fe del individuo. Y el septon tendría un amplio grado de fe en los siete dioses, y no renunciaría a ellos así como así, aunque le costase la vida. 

Perdonadme mi señora si mi tono de voz le ha molestado o mi petición ha sido brusca -te comenta inquieto el guerrero -El Azor Ahai me ha pedido que la lleve a su presencia lo antes posibles. Han llegado noticias, noticias desconcertantes de Desembarco del Rey. Lord Gendry quiera verla inmediatamente -informa el soldado mirando al suelo con nerviosismo y prudencia.

Sonrío satisfecha sin darme la vuelta.

-De ahora en adelante más os valdrá recordar que yo no soy uno de los hombres a los que comandáis, sino la hija de vuestro señor -digo, girándome hacia él y mirándole con dureza-. Pero quedaréis perdonado si accedéis a adelantarme de qué desconcertantes noticias quiere hablarme mi padre... -le muestro una agradable sonrisa y le tomo del brazo-, mientras me acompañáis al salón.

Ya en la puerta escucha al mayordomo de que debe de acudir a la reunion.

Ella le da las gracias enseguida voy, es un usted muy amabler por venir ya iba a bajar.

Arya ve que observa el cuarto desde fuera, no la importa  por que no tiene nada que valga mucho.

Cuando me hace las preguntas le miro le sonrio y le digo he viajado hasta donde alcanza la vista y mas alla. Lamento que siempre haya estado aqui en este muro de piedra metido.

Pero mire nunca es bueno esta fuera y nunca tener un lugar fijo, asi que eso es lo bueno y lo malo de un montaraz, que tiene una casa pero no la tiene no se si me entiende.

Arya lo deja ahi en el arie coje la capa y se dirigue a la puerta para ir a al reunion.

Voy a la puerta y la cierro detras mio, y me pongo al lado del mayordomo.

El señor de la luz es misericordioso, más no libre de venganza. Den saca una marmita con un líquido verde y repite el ritual que hiciese su abuelo hace tantos años ante Aerys II, empapando cuidadosamente al septon en combustible de fuego salvaje, sin salpicar ni una gota en el suelo o en los soldados.

Te ofrecí el corazón de la vida, pero ahora escoges las llamas de la fuerza de nuestro señor!

Entras en la habitación donde se lleva a cabo la asignación de la misión de los montaraces. En la estancia se encuentran tres guerreros de la Casa de la Luz sentados en una mesa y frente a ellos un semicírculo formado por otros seis montaraces.

Uno de los guardias te saluda al entrar con un gesto de la mano -debe ser la montaraz que faltaba, Arya Sunlight, ¿no es así señorita?

Vuelvo a pedirle disculpas por mi descortesía mi señora -te contesta el guerrero mientras os dirigis a vuestro destino -aunque me gustaría complacerle totalmente siento no poder darle demasiada información, solo he escuchado palabras sueltas -te comenta.

A continuación el guerrero se detiene suavemente y se gira, mirándote a los ojos. El hombre se sonroja levemente al estar cara a cara contigo pero aun así acerca sus labios a tu oido y te susurra -he escuchado que algo le ha acontecido a la reina Daenerys, algo nada bueno. Nadie debe de enterarse si tu padre no lo consiente. Debes guardar el secreto.

Tras susurrarte eso al oido el guerrero se aleja de ti nervioso y te dice en voz alta -aunque estoy seguro de que tu padre te contará todo esto con muchos más detalles cuando nos reunamos con él.

Sonrío para mis adentros al verle sonrojarse.

Es divertido que un hombre que se ha enfrentado a poderosos guerreros se desarme ante una chica de diecisiete años… ¿Será que hay más poder en los ojos de una mujer que en la espada de un enemigo?

-Muy bien –digo, volviendo a tomarle del brazo y reanudando el paso hacia el salón-. Sois un buen caballero, mi padre hace bien al teneros entre sus campeones. Escuchemos qué es lo que tiene que decir.

Observas como uno de los adeptos saca de su túnica un pequeño frasco con un líquido verdoso y empapa al septón con su contenido. El hombre se revuelve una vez más aunque sin ningún resultado.

Jamas renunciaré a los verdaderos dioses, malditos pirómanos -grita el viejo con fanatismo -mis hermanos cortarán vuestras cabezas y vuestra falsa religión se perderá en la oscuridad de la historia -grita soltando una risa maniaca.