Partida Rol por web

Finn empezaba a atar cabos. El bandido que se había disfrazado de conductor de carreta había dado aviso de algo en esa posta y había preparado una emboscada. La información que tenían de la posta anterior, más la de esta, sumada a la que les había enviado Berracus no dejaba muchas dudas. Compartió sus pensamientos con sus compañeros en la cena. Debían trazar algún plan para ver cómo encontrar a aquellos bandidos, y ver como recuperar el oro de ellos, que habían reducido a un grupo mejor preparado que ellos mismos. No sería tarea fácil.

El día siguiente los sorprendió con el ataque a la granja, y a sus compañeros se les había dado por ir más allá de su misión y jugarse la vida por algo que probablemente nada tuviese que ver con la carreta de los impuestos.

Finn sacudió la cabeza pero se dispuso a ir tras ellos. No era lo que se dice un experto en el arte de combatir, y de hecho se las vería muy mal si la cosa llegaba a eso, pero todavía podía hechar mano a sus otros recursos. Apretó con fuerza el medallón que colgaba de su cuello, y fue tras ellos, manteniendose en una discreta retaguardia.

Miré a la joven clérigo, que me pedía que fuera en cabeza armando bulla para que me llevara todas las flechas posibles de los enemigos que hubiera, mientras ella iba detrás, protegida con su escudo. Miré hacia adelante, hacia el camino que iba de derecha a izquierda y el campo que había enfrente de la posta.

-"Creo, jovencita, que primero hay que saber hacia dónde ir. Y puedes bajar el escudo, aquí nadie nos ataca." Dije sonriendo.

Ya estábamos casi todos listos para ir a donde quiera que tuviéramos que ir. No sé cómo Brent sabría llegar, pero tendría sus métodos, era perro viejo.

La noche la pasó Panomemix con una sonrisa de oreja a oreja y no fue por la hierba de antes sino porque de pronto veía más cerca el completar su misión. Tanto fue así que no puedo apenas conciliar el sueño por lo que decidió aprovechar la noche y trabajar (Por una vez en su vida). Cuando se hizo la mañana, sus compañeros ya estaban discutiendo cual iba a ser el siguiente movimiento y parecía claro. Todos se detuvieron un momento al ver al druida aparecer con lo que parecía una jaula del tamaño de un perro pequeño hecha de maderas atadas muy mala mente. Al ver todas las miradas sobre él, reaccionó rápido.

- Es para atrapar al malhechor una vez lo tengamos –

Y satisfecho con la respuesta, se la colgó a la espalda y se juntó con el resto.

- Yo podría convertirme en pajarillo y ver que nos espera más adelante por si fuera una emboscada. –

Era importante que si había un gamusino, estos brutos no lo espantasen.

Día 3 (17 de julio) antes del amanecer.

La petición desesperada de ayuda de los vecinos conmovió el corazón de los aguerridos aventureros, que fueron con ellos para tratar de ayudar. La negativa de los soldados a cualquier acción que implicase abandonar pueblo y posta, hicieron que fuesen muchos los comentarios negativos acerca de los soldados y la madre que los pario.

Valdecillo vivía de sus granjas, y estas, como no podía ser de otra forma, se encontraban fuera del pueblo. A distancias variables, pero algunas bastante distantes. En el pueblo había almacenes, negocios de carne y embutido, molinos y almacenes de grano. Así como diferentes profesionales y comerciantes de ganado, grano y sus derivados. Como habían podido ver algunos la anterior noche, muchos de estos negocios ya habían abandonado el pueblo, y de seguir así pronto lo harían el resto. Sin granjas y campesinos en sus alrededores, Valcedillo no podría sobrevivir. Su otro gran negocio era la madera que se talaba en los bosques cercanos a las montañas, pero este hace tiempo que se había abandonado, por la total falta de seguridad en esas tierras.

Vamos que iban muy contentos los pobres vecinos, no entendían como el Señor Ernesto no hacía nada, en breve tendrían todos que marchar de allí, y dejar atrás casas y negocios que habían tardado toda una vida en montar.

El alba os pilla de camino a la granja de Román, su hijo pequeño Javito es quien fue enviado por su padre al pueblo para pedir ayuda. El joven no puede contener las ganas de ayudar a su familia y echa a correr nada más divisar su hogar. La granja esta aparentemente bien, al menos no la han quemado. Pero ya más cerca, podéis ver bastantes destrozos, sangre y vísceras de animales que salen de los corrales y se extienden por el camino. Así como dos perros a los que han matado y destrozado. Queda alguna vaca, asustada que esta por los alrededores, por donde también se ven algunas gallinas. Varios cerdos han sido descuartizados, así como algún ternero. Los establos y corrales están vacíos y con restos de sangre. En la casa esta Nicolasa, la madre de Javito, que tiene en sus manos al pobre Roman, ensangrentado y sin vida.

En mitad de la noche escucharon ruido en los establos y corrales, y los dos perros comenzaron a ladrar. Román ordeno a Javito que con cuidado fuera hasta el pueblo a pedir ayuda, Mientras el cogía su hacha, y su hijo mayor Andrés un horquillo, Susana la hija se quedó con Nicolasa. Pero eran varios los hombres que estaban asaltando la granja y nada pudieron hacer. Román hirió de gravedad a uno de ellos, pero fue superado y muerto. Tan solo dejaron tras de sí a la vieja Nicolasa que no paraba de llorar, se fueron con muchos animales y grano, así como con Susana y Andrés. Tenían 2 carretas y eran unos 8, llevan varias vacas vivas con ellos. No hace ni media hora que se han ido. Nicolasa deja de llorar, para rogaros que liberéis a sus pobres hijos de esos ladrones asesinos.

Las vacas y las carretas, así como gotas de sangre de los numerosos animales despiezados, hacen que el camino seguido por los bandidos no sea nada difícil de seguir. Es como si se supieran seguros, sin nada que temer por unos pocos soldados, que no pueden dejar posta y pueblo desprotegidos.

Día 3 (17 de julio) alrededor de las 8:00 h. de la mañana, que, con muchas nubes en el cielo, podría turnarse lluviosa.

¿Qué hacéis?

Podía notar la excitación al recordar lo cerca que estaba de cumplir mi misión, el hormigueo en las manos, la adrenalina recorriendo mi cuerpo. Mientras caminaba me giré hacia todos.

- Pues si, seguro que son bandidos, me lo confirmaron la gente del pueblo ¡Y vamos a patearles el culo! –

Era importante que siguieran creyendo eso o espantarían al gamusino. La Jaula apenas pesaba por lo que la caminata no fue terrible. Justo cuando llegamos al lugar, estaba a punto de transformarme en pájaro cuando el chico que nos había traído aquí salió corriendo.

- ¡Pero que haces insensato! –

Intenté detenerlo, pero fue demasiado tarde. Por suerte (O por desgracia) una vez le seguimos a la granja, vimos una matanza de animales y una madre que lloraba desconsolada con el cadáver de un hombre en sus brazos y que confirmaba (para mi horror), de que eran simples bandidos (O no tan simples, porque tenían un genio a juzgar por el estado de todo que déjelos usted ir). En aquel momento dejé caer la jaula y pensé que debía dar consuelo a la mujer y el chaval.

- Que la muerte es dura no es una desdicha, si lo que de verdad importa es lo largo de mi pi... –

De pronto un relincho me interrumpió acallando el final de la frase. Pero poco más podría hacer. Entonces me giré hacia el pelirrojo.

- Bueno qué, supongo que ahora a tomarnos algo ¿no? -

La granja estaba echada a perder, sin ninguna duda.Las vísceras de los animales y los objetos y mobiliario diseminado hacían un paraje desolador. Ninguna canción podría salir ahora de mi laúd, en esos momentos.

Señora... Mis condolencias -le dijes la vieja Nicolasa-. Es momento de enterrar a su marido, pero también de que nos cuente cómo ocurrió todo -le aconsejé, apelando a los vecinos apeló a los vecinos allí congregados para que ayudasen-, ¿Cómo eran esos hombres y qué llevaban puesto? Me refiero a si llevaban armaduras como éstas -señale a las protecciones de mis compañeros, que llevaban armaduras de la guardia mejores que las mías-. ¿O eran simples bandidos? Todo lo que nos puedad decir será de ayuda...

Nicolasa, dejo de llorar por un momento y miro a la joven Dalfrid.-No señorita, no llevaban armaduras como de guardias, eran bandidos. Que aprovecharon la noche, para robarnos cuanto teníamos. Primero mataron a nuestros perros, luego a mi marido cuando trato de impedir que entrasen en la casa. Y tras atar a mis dos hijos, se pusieron a matar a todos nuestros cerdos y varios terneros. Llenaron dos carretas con el despiece de nuestros animales. Además se llevaron todo lo que había en la casa, así como varias vacas que no mataron. Eran esos terribles ladrones asesinos, que están asolando estas tierras.-Y continuó llorando por su esposo muerto y sus hijos secuestrados.

La doncella estaba que no daba crédito, ver la miseria y la muerte de una familia que a priori solo quería trabajar con dignidad le revolvió las tripas hasta el punto que tuvo que desandar sus pasos y respirar el aire de fuera de la finca.

Allí, encontró el rastro e iba a empezar a seguirlo cuando vio a Brent salir de las sombras.

- Mi estimado superior. No puedo estar segura de si estos bandidos que acechan en las proximidades son o no, los causantes de la desaparición de las carreras. Pues hace poco mas de 10 días que estas partieron hacia puerto chico, aunque ya sabemos que nunca llegaron.

Quizás lo sensato sea continuar el viaje y ver en qué punto se torcieron las cosas, pero vive la diosa, que el cuerpo me pide acabar con esta plaga, con este mal, que azota a las desdichadas gentes de Valdecillo. Y ni que decir tiene, que el hecho de tengan carretas, es quizás, lo mas llamativo de este grupo de bandidos.-

Cómo pidiendo permiso para seguir el rastro Eneris se quedo esperando una palabra o un gesto. Tenia ganas de localizar a los bandidos, y de seguirlos hasta su guarida, que sin duda estaba en las proximidades.

Llegamos a la granja guiados por algunos vecinos del pueblo, entre los que se encontraba el hijo menor del granjero. Lo que vimos allí era obra de gente sin escrúpulos, desechos de la sociedad, que mataban por placer no por necesidad. El chico salió corriendo hacia su madre, que sujetaba con ambos brazos a su tieso marido. Al parecer los dos hermanos habían sido capturados y llevados, al igual que mucho ganado. Miré alrededor, viendo la sangre por doquier, las vísceras tiradas por el suelo y mi rostro se ensombreció. Teníamos una misión, pero quién sabe si estos sádicos bandidos no estaban conectados con la desaparición del oro del conde. Agarré con fuerza el mango de mi lanza, poniéndose blancos los nudillos por la presión. Ante la estúpida pregunta de Panomemix, no pude menos que mirarle ceñudamente.

-"Creo que tus finas hierbas te han embotado el cerebro, amigo." Dije seriamente.

En estos momentos no tenía ganas de bromear y el comentario del gnomo no venía a cuento. No sabía qué pasaba por su cabeza, dado que siempre estaba divagando, pero era buen compañero de farra. Me giré al ver que Dalfrid intentaba consolar a la mujer y sonsacarle alguna información. A un lado, la joven Eneris parecía estar pasándolo mal por lo que se veía en los alrededores. Yo me alejé unos pasos y fui a investigar las huellas por donde se habían ido los bandidos. Al parecer eran unos cuantos y bien pertrechados, viendo la matanza. No hacía mucho que habían salido, así que si íbamos tras ellos los cogeríamos enseguida y desprevenidos.

Finn caminó en la retaguardia todo el camino, y también se mantuvo algo alejado mientras la mujer relataba lo sucedido, aunque escuchó atentamente. Luego se acercó a ella y le dio el pésame.

Mientras decidían que hacer, observó los destrozos y la ruta que con toda probabilidad habían tomado los asaltantes. Eran 8, y ellos 6. Además de la desventaja numérica, no confiaba del todo en que pudieran reducirles o derrotarlos, a los únicos que veía con ciertas dotes de combate eran a Brent y a Karel, y tal vez también Eneris, pero los demás, él incluido, no sabía si podrían ser útiles en una refriega.

Sin embargo, para eso estaban allí. Debían recuperar una carreta con impuestos que aparentemente habían robado unos bandidos, y estaban sobre la pista de unos bandidos que tenían una carreta. Si desoían aquella pista tan clara, Berracus los mandaría a ahorcar, no sin antes torturarlos un poco por diversión.

- Lamentandolo mucho -compartió con sus compañeros-, estoy de acuerdo con Eneris. Creo que deberíamos seguir la pista y ver si estos son los bandidos que robaron los impuestos. Con algo de suerte podríamos no ser detectados y tomarlos de sorpresa, ya que creo que en un enfrentamiento directo tenemos las de perder.

Brent que se había precipitado a medio escabullirse tras escuchar la voz de alarma, volvió junto a sus compañeros.

— Me parece sensato, ahora mismo esos bandidos es la mayor pista que tenemos y tendría sentido que hubieran sido ellos. Esa gente está acostumbrada al abrazo de la noche para cometer sus actos, quizá sea mas inteligente viajar de día y tratar de sorprenderlos así. Quizá hayan dejado algún rastro que podamos seguir.

Aprovechó para atarse el cinturón que lo tenía medio caído de haber salido con las prisas.

Escuché a la mujer su desconsolado relato, mientras Energía ya asomaba en ganas de rastreo de esos maleantes. Lo cierto es que lo que ella propuso y apoyaron algunos de mis compañeros era lo que yo pensaba: no había un minuto que perder. Tomé el arco y até bien a mí espalda el laúd, pues no eran momentos de chanzas ni canciones. Y no quería viajar más, fuera de noche y de día, sin mis flechas a mano.

También trataría de seguir el rastro, opino que es lo más sensato -añadí, mirando aún a la mujer-.

Día 3 (17 de julio), 8:40h

La mañana tan nubosa ha dado paso a una ligera lluvia. Tras dejar la granja, os encamináis tras las huellas dejadas por los ladrones. Dos carretas con dos caballos cada una, vacas y numerosas pisadas, así como algunas gotas de sangre, hacen que de momento estas no sean nada difíciles de seguir. Se alejan del pueblo y del camino, se dirigen hacia las cercanas montañas, a la zona boscosa que hay en sus faldas.

Tras un par de horas de viaje, llegáis a los bosques, pero descubrís que hay varios caminos. Serían los usados por los leñadores, que dejaron de usarlos precisamente por los ladrones. Las huellas continúan por uno de estos caminos que se adentran en el oscuro bosque.

Día 3 (17 de julio), 10:45h, lloviendo.

Tras un rato, os parece oír unos ruidos y algunas voces que llegan desde no muy lejos. Avanzáis con cautela y os encontráis con que una carreta se ha roto, y varios ladrones están tratando de arreglarla. Como están hablando muy alto podéis escuchar parte de su conversación:

1-“La madre que me pario, pero que le habéis hecho a la carreta inútiles. Se la he cogido prestada a Kukol, si se entera de que la he roto me mata. ¡Arregladla desgraciados!”-

2- “Tranquilo Manuel, mira que te dije que la estabas cargando demasiado, tenías que haber dejado algún cerdo. Y cuando Kukol se entere de que casi cortan por la mitad a su primo, lo de la carreta va a ser un asunto menor. De esta nos mata.”

1-“No me lo recuerdes que me descompongo. En que estaría pensando ese chaval, acercarse a un tipo con una pedazo hacha como esa, pa haberlo matao.”

Desafortunadamente, no todos sois lo suficientemente sigilosos y ellos también os han visto. Hay 4, dos sacan sus espadas y los otros dos sus arcos.

Eneris se mueve pegada a Karel como si de una sombra se tratase, dejando que él efectuara el primer golpe, y presta a interponer el escudo entre las flechas enemigas y su compañero.

Camina lenta pero firme en dirección a los bandidos, pues han de atajar la distancia entre ellos y los bandidos armados. Si quedan peleando en la distancia, y entran en cuerpo a cuerpo era mas improbable que atinara a desviar un ataque que fuera en dirección a sus acompañantes, cosa que no se podía consentir.

En unos pocos metros una voz mucho mas gruesa que la que usa para dirigirse a sus conocidos brota a sus labios invocando el poder y la protección de su diosa, y el símbolo sagrado en el escudo refulge dorado durante solo un segundo.

- Oh diosa de la verdad y el amor, escucha mi ruego. Para combatir a los enemigos de la verdad y la razón, solicito tu amparo.-

Sus ojos no se han desviado de los enemigos, pero ella al menos esta intentando facilitar las cosas a sus compañeros.

Lo dicho, se habían metido de narices en un combate. Aún no lo era, pero aquellos eran los tipos que habían arrasado la granja y asesinado a un hombre, no cabía duda. Así que con toda probabilidad no serían muy locuaces que digamos.

Finn no era lo que se dice un hombre de acción. Bueno, un mediano, pero para el caso era lo mismo. Pero tampoco estaba exento de ayudar. Sin embargo, ayudaría más vivo que muerto, así que intentó escabullirse hacia su derecha, bordeando la carreta por el lado que adivinaba que iba Brent, para dar apoyo desde allí cuando fuera necesario.