Partida Rol por web

Brent estaba pálido y sangraba mucho. No quiso mirarse la herida para no perder el equilibrio. Hacia tiempo que no se sentía expuesto en una situación de esta peligrosidad. Normalmente en la ciudad los ladrones no te intentaban matar pues sabían que podían acudir otros guardias, pero aquí la cosa era diferente.

Tapándose la herida con una mano, blandió la espada larga para intentar terminar con aquel tipo, pero sentía que perdía las fuerzas y apenas pudo darle un golpe flojo que lo desvió sin problemas.

— Arggggg — exclamó de dolor al hacer el gesto del ataque.

Mis compañeros y yo andábamos inmersos en aquel encuentro, pero unos habían tenido menos suerte que otros. Ya sabía que aquellos dos fulanos tras el carro eran peligrosos con sus arcos, por lo cual habría que neutralizarlos cuanto antes. El lance anterior me había sabido agridulce, pero había que intentarlo de nuevo. Por tanto tomé de nuevo dos flechas y las lance a sendos arqueros, una para cada uno, como antes...

Eneris no sabia cómo Karel se había llegado a alejar tanto de su lado, en vez de mantener la cobertura y dejar que los enemigos se acercaran, había corrido hacia delante y al quedar expuesto había sido mordido por las flechas enemigas. 

Ella por su parte estaba atónita, y decidió que aunque la situación táctica no era la mejor, era el momento de hacer lo que había intentando desde el principio, ponerse a la altura de su compañero y cubrirlo de los ataques con su escudo. 

La mujer troto hasta ponerse al lado de su compañero, y levanto el escudo para interceder los golpes. 

Karel, se repone del flechazo recibido, y ataca con enorme potencia al que parece el jefe de los ladrones. El golpe es demoledor, y el ladrón tan solo puede gritar de dolor y retroceder. Aun más asustado cuando ve salir a Eneris de entre los árboles y avanzar hacia el poniendo su escudo para protegerla a ella y al enano.

Brent, tras un primer buen ataque emboscado, falla su intento de acabar con el ladrón cercano, Esta malherido, debido a la flecha que tiene en su costado. El ladrón trata de alcanzarle con su espada, pero falla.

Dalfrid vuelve ha utilizar su arco, fallando por poco al arquero 3, pero impactando en el 4, no le hace mucho daño, pero con la molestia le hará perder uno de sus dos ataques.

Finn avanza hasta las proximidades de Brent, y desde su posición ya puede ver a los arqueros enemigos. Panomenix transformado en zorro, recorre a gran velocidad el bosque, con la intención de rodear a los enemigos.

El arquero 3 dispara una flecha a Eneris impactando con precisión, y haciendo que esta quede inconsciente.

El arquero 4 dispara contra Dalfrid y la impacta causándole una fea herida.

Vuestro turno.

Finn ya podía ver a los arqueros. Intentó recordar el hechizo que había practicado tantas veces con su maestro, con la intención de arrojar proyectiles a uno de los arqueros*, uno que había tenido una puntería pasmosa y había herido a sus compañeros. Recitó las palabras que había leído y gesticuló complejamente en el aire, ordenando a las piedras impactar en su enemigo.

El golpe que le di al pimpollo fue demoledor, pero el malandrín resistió como un campeón. Debía de ser robusto, ya que normalmente ese golpe hubiera acabado con cualquier piltrafilla del tres al cuarto que solían ser estos mindundis. ¡Lo mismo era el boss, el jefe jefazo de la banda! Como no cayó, me lancé a por él para darle lo suyo.

-"¡Ven aquí majo, que tengo ración doble para darte!" Le grité.

En ese momento, una nueva flecha venía directa a dejarme KO, pero la valiente Eneris salió de la nada para interponerse entre el proyectil y yo, parándolo con su... cuerpo. Ésta cayó al suelo inconsciente, con la flecha clavada profundamente. La miré y volví la mirada al bandido, con los ojos rojos rezumando odio. El nuevo golpe fue bestial, un hachazo roba vidas, un aquí te pillo aquí te mato...

Brent se sentía desfallecer y apenas podía blandir la espada para intentar parar los golpes de aquel tipo a la desesperada. Sentía que se le escapaba la fuerza y hacía todo lo posible para sobrevivir, apoyado de espaldas a aquel árbol.

Tan solo si pudiera aguantar unos instantes mas, sus compañeros podrían ayudarlo.

Se sentía demasiado mayor para aquello.

Madre mia, que cansando era correr con esas patitas ¿Y así lo hacían siempre los zorros? pues no lo entendía. Pero ya no podía hacer nada al respecto. Las flechas volaban por encima mío y mis compañeros combatían con ansia y poderío. Casi me planteé pararme y dejar que siguieran ellos y simplemente probar a lamerme las.... Pero entonces uno de esos bandidos cayó y mi cuerpo se llenó de adrenalina. Y quería morder.

Aceleré mis pequeñas patitas y rodeé el carro para atacar al arquero que aun se mantenía a distancia y a salvo. Y en cuanto lo tuve a huevo salté sobre su brazo y hundí mis dientes en su brazo para no dejarle disparar. Le comencé a gritar improperios pero claro, era un zorro así que ahora era una cosa monísima gimiendo graciosamente mientras mordía a aquel desgraciado.

Esta vez parecía que mis compañeros golpeaban con gran fuerza a aquellos tunantes. Tras ver qué acertaban a sus cuerpos, me dispuse una vez más a tomar dos flechas y apuntar ahora a uno de los que estaban en vanguardia. Sin embargo, parecía que mis flechas se iban volando por doquier...

Karel destroza con su hacha al ladrón más cercano, casi lo parte por la mitad. Se salpica de sangre y vísceras, echando a perder su reciente último baño. Finn destroza de una pedrada al arquero 4, y Panomenix, transformado en zorro rabioso, carga contra el arquero 3, acabando con su vida.

Aunque Dalfrid falla sus dos ataques, estando muy cerca de herir a alguno de sus compañeros. Y Brent no logra acertar al bandido 2. Este se ve totalmente solo, acaban de caer sus tres compañeros, al jefe lo han partido, tira su espada al suelo y os dice a gritos que se rinde, que no le matéis. 

La pobre Eneris, yace inconsciente en el suelo, en un charco de su propia sangre. Aunque gracias a bloquear el ataque, que posiblemente habría ido contra Karel, ha sido decisiva en vuestra victoria.

Vuestro turno.

Escupo la sangre que me ha entrado en la boca y me retiro del cuerpo el asta que me sobresale del hombro. El dolor es bastante fuerte. Espero a que mis compañeros salgan ya de los arbustos y se ocupen del bandido que se ha rendido, y también de la pobre Eneris. Yo intento curarme mi herida lo buenamente que pueda.

-"Ayudad a Eneris y atad a ese malandrín." Grito.

Finn se alegraba de que hubiera terminado el combate. Apenas el ladrón restante se hubo rendido, fue a toda prisa donde estaba Eneris inconsciente, esperando que no estuviera muerta. Una vez que llegó a su lado comenzó a entonar un cántico con palabras que tenía bien conocidas, aquel era el primer conjuro que le había enseñado su maestro, en caso de que le sucediese algo. Esperaba lograr que su compañera se recuperase de sus heridas.

Brent se dejó caer usando el árbol como apoyo y empezó vendarse las heridas como buenamente pudo. Iba a decir algo sobre el tipo que se había rendido o al menos hacer una gracia, pero le dolía solo de pensarlo.

«Quien me mandaba a mi ponerme a pelear, debería haberme quedado escondido»

Salí de los arbustos una vez que hube escuchado que el tipo que quedaba en pie se rendía. Habíamos vencido, aunque en ningún momento habíamos tenido una ventaja clara. Tenía en el vientre una flecha clavada del lance, y me dolía demasiado como para poder andar. Guardé el arco y eché para un lado el carcaj en mi cintura para poder dar un paso hacia el camino. Una vez que estuve visible, vi desde la distancia cómo Finn lograba que Eneris volviera a la consciencia y entonces, ahora más tranquila, me arrodillé. Sabía que debía extraerme aquella flecha y luego vendarme lo mejor posible. Dado mi manejo del arco, ya había incrustado virotes como eso en algunos objetivos, aunque también los había extraído (aunque nunca de mi misma). Por ello, en la posición de rodillas (pues no podía sentarme o recostarme del dolor), agarré con fuerza la flecha en la base, tocando el vientre con mis dedos y hube de tirar. Lancé un grito de dolor y luego me dispuse a vendarme, lo antes posible... 

Al parecer, la flecha no había entrado del todo, y creo que pude pasarme por el vientre tres vueltas de venda, lo suficiente hasta la siguiente parada de descanso. Acto seguido me levanté con cierta dificultad y me fui hacia Eneris. Una vez a su lado, viendo todas aquellas manchas de sangre, me acerqué a ella y me interesé por su estado.

¿Estás bien, Eneris? Te desmayaste -le dije-, estos malnacidos casi nos merman...

Llevado por la emoción, mordí, desgarré y me convertí en una fiera... hasta que el hechizo de transformación perdió su efecto y volví a mi forma humana. Entonces todos pudieron ver como mi barba se sacudía mientras mordía un brazo y gruñía pero ya como humano. Al ver que ya era otra vez humano me puse de pie y me rasqué la nuca mientras sonreía.

- Animales, que locura ¿Eh? –

Entonces me giré hacia el enemigo para prepararme contra su respuesta... o no. Tal vez me había emocionado un pelín de más con mi ataque. Sus ojos me miraban acusadoramente.

- No me mires así que yo también me he asustao –

le golpeé con mi cayado.

- Bueeeeno, la cosa ya no tiene remedio. Supongo que le tocará hacerse un nuevo personaje... –

Levanté la cabeza de golpe ¿De donde había venido aquella frase? un escalofrío me recorrió la espalda pero preferí no darle más importancia. Entonces vi a nuestra compañera Clérigo en el suelo. Era un poco alocada y soñadora pero buena amiga. Nunca se fumaba mi hierba.

-¡¡ENERIS!!-

Salí corriendo en su dirección.

- Que nadie haga nada, yo me encargo de ella. –

Quité a Finn de un empujón aunque este ya había lanzado su conjuro.

- Deja, que tu no sabes -

Y cuando llegué hasta ella, cogí el saquito donde tenía mis hierbas, cogí una, me tapé la nariz y se la acerqué a ella.

- La resucitamuertos. Esto levanta al más pintado -

Y comencé a sacudirla frente a su nariz.

Eneris había abierto los ojos y aun oía las palabras de Finn en su cabeza, y se iba a incorporar cuando Dalfrid dijo que se había desmayado.

- Oh, qué lastima haberme desmayado. Tenia ganas de zurrar a esos tunantes.-

Sin embargo antes de que pudiera siquiera incorporarse Panomemix le puso un poco de estiércol bajo la nariz. Uno que olía especialmente mal. La cara de la dulce chiquilla paso de la candidez al modo asesino en una fracción de segundo.

- ¡Serás asqueroso, tío guarro!.- dijo al tiempo se incorporaba puño en ristre y daba una hostia al “¿druida?” Que lo sentó en la carreta varios metros mas atrás.

Y estuvo lanzándole improperios durante varios minutos, y a todos os parecía que de repente tenia la cebada más grande que el cuerpo y ojos gigantes animados. El caso es que se le paso darle las gracias al bueno de Finn que era quien realmente la había ayudado a despertarse de su desmayo.