Partida Rol por web

Cuando el coche empezó a circular por el barrio, los investigadores observaron que se trataba de un barrio de edificios nuevos, la mayoría oficias y comercios, los cuales habían sustituido a las antiguas casas decimonónicas, siendo la propiedad en cuestión la única residencia privada restante del barrio. Quizá viniese de ahí su valor inmobiliario.

A aquellas horas de la tarde, sobre las siete (casi la hora de cenar), el vecindario se encuntraba casi desierto. Tan solo había algunos transeúntes y un viejo vendedor ambulante de puros y diarios.

Con la entrada sembrada de malas hierbas, la casa era una chalé de ladrillo que daba a la calle y que poseía un pequeño patio posterior. Era una casa decimonónica de dos pisos, con un frontal más estrecho que el laterial, construida a lo largo.

El coche patrulla se detuvo frente a la casa. Los investigadores observaron la casa desde las ventanillas. Aunque pudiera parecer una majaderia, parecía que la casa trataba de esconderse entre las sombras de los edicifios contiguos.

Vincent aparcó el coche en frente de la casa, desconectó el motor y se apeó para abrir la puerta a sus dos pasajeros que iban en el área trasera destinada a los presos. Echó un vistazo a la casa en cuestión, las plantas habían hecho presa del hogar como si de cicatrices verdes en un rostro anciano se trataran. La puerta se hallaba en un lateral y una verja de aspecto más bien oxidado les daba la bienvenida.

-Voy a preguntar a los vecinos si vieron algo raro, tengo que seguir el protocolo habitual.- Anunció a sus compañeros mientras se encaminaba al vendedor ambulante. De paso descubriría si su jefe era el que se encontraba detrás de las denuncias o alguien más estaba preocupado por aquella casa, desde luego tal como está sería más facil derribarla y hacerla de nuevo.

Cuando llegamos, Jason observa la casa desde el coche, mientras espera a que el Sr Vincent le abra la puerta. Seguidamente baja del coche, y tras colocarse el sombrero y la gabardina, contesta: 

-Está bien, yo me adelantaré con el resto que quiera entrar. Supongo que al Sr William le habrán facilitado la llave del hogar.

Acto seguido, Jason se dirige al recibidor. Por el camino, observa los siniestros ventanales. Detrás de éstos se esconde una oscuridad absoluta... una oscuridad en la que se podría esconder cualquier peligro.

Sube las escaleras de madera del porche, crujido tras crujido. Finalmente, llega a la vieja, ornamentada y astillada puerta. En ésta, el picaporte cuelga inerte, esperando las visitas. 

Observa la cerradura. No tiene señales de haber sido forzada, sin embargo, sí que tiene ciertas marcas alrededor. Parece que el antiguo inquilino le gustaba venir bebido a casa... No acertaba con la llave a la primera.

[Al fin, inserta la pesada llave en la cerradura y empieza a girarla. El sonido del mecanismo interior se le graba en la cabeza, como un martilleo con eco. El mundo se ralentiza, nota su respiración, sus latidos amartillando los oídos, el sonido de sus compañeros a su espalda. TINC...TLIS... TOC. La cerradura cede, y la puerta se abre con un suave crujido un par de dedos.

Del interior sale una corriente de aire polvorosa y fría, que le erizan los pelos a Jason. Éste espera a que sus compañeros estén preparados antes de seguir avanzando e internarse en el oscuro y escalofriante recibidor...]

El agente Malloy llegó al vendedor ambulante. Se trataba de un hombre de edad avanzada, que tenía un pequeño puesto donde vendía puros y periódicos.

-Buenos días, señor agente. ¿El Boston Globe, quizá? -le dijo el vendedor con una sonrisa.

El detective Watson insertó la pesada llave en la cerradura y empezó a girarla. El sonido del mecanismo interior se le grabó en la cabeza, como un martilleo con eco. El mundo se ralentizó, notó su respiración, sus latidos amartillando los oídos, el sonido de sus compañeros a su espalda. TINC...TLIS... TOC. Aunque la cerradura cedió, la pueta no se movió ni un ápice. Parecía atrancada.

Vincent abrió la puerta trasera para que James pudiera salir. James, como siempre, había estado pensando historias que escribir mientras el coche patrulla les llevaba a su destino. Esta vez, pensaba en esas desconocidas personas que habrían viajado donde él estaba sentado. Sus actos, sus motivaciones. 

Cuando por fin bajo del coche, se sentía delicadamente triste. Aunque no era un escritor pesaroso, los relatos que habían aparecido en su mente sí que lo eran. Se colocó su sombrero de nuevo y simplemente siguió a su amigo Jason mientras asentía a las frases que sus compañeros decían.

Tras comprobar que la puerta estaba atrancada, Jason observó la cerradura mas de cerca. Intentó ver a través de ella, pero la oscuridad era absoluta.

Finalmente, sacó una pequeña bolsa de cuero en la que tenía guardado su kit más estimado. Con las ganzúas en la mano, despejó la mente de todos pensamientos y se dispuso a introducirlas.

Mientras hurgaba con sus instrumentos en las entrañas de la cerradura, y con el oído agudizado en la labor, se dedicó a observar de lado el porche, por si encontraba alguna prueba a la vista.

Vincent le respondió con una sonrisa. -Casi buenas noches diría. Me han pedido que investigara un poco la casa de al lado, al parecer ha habido incidentes. ¿Sabe algo?

Salimos del coche patrulla, y mientras el agente se dirige a interrogar al mercader el resto nos acercamos a la puerta principal de la casa. El detective con un ruido mecanico que retumbó en las paredes de la mansion, consigue abrir la puerta y girar el pomo, pero parece atrancada... veo que se dispone a forzar la puerta con su equipo de ganzúa sin comprender exactamente que es lo que va a realizar, y le detengo ligeramente alarmado antes de que empiece. 
 

Señor Jason, me temo que no es un problema que tenga que ver con el funcionamiento de el picaporte, supongo que se habrá dado cuenta, lo digo puesto que no sería del agrado de mi tio encontrarse el pomo destrozado o estropeado, sin un motivo de peso que lo justifique, téngalo en cuenta.

Voy a tratar de entrar por la puerta de servicio, puede que este accesible.Le pido el manojo de llaves de la hacienda al detective, y me dispongo a rodear la casa atento a cualquier detalle.

–Bueno, no es que el viejo Dooley se entere de todo, señor agente –dijo el vendedor–, pero ya sabe, éste es un barrio del que uno puede esperar cualquier cosa. Bien lo sabe la policía, después de aquella redada, a tan sólo unas manzanas de aquí.

–No se preocupe, sr. McGregor –dijo el detective Watson–, sólo voy a echar un vistazo.
Tras comprobar bien la cerradura, vio que nada impedía abrir esa cerradura. Con ayuda de sus herramientas, Jason comprobó que había cuatro cerrojos que atrancaban la puerta desde dentro. Era imposible romperlos desde fuera sin reventar la puerta.

William rodeó la casa, a través del jardín lleno de maleza descuidada y de árboles caídos, y observó una puerta de servicio en el lado izquierdo. Tenía dos cerraduras, y él sólo disponía de una llave. La introdujo y giraba, pero la puerta seguía cerrada. Mierda, pensó.

-¿Qué redada? ¿Puede contarme algo al respecto?.- Volvió a preguntar mientras anotaba los nuevos descubrimientos para contrastarlos con la central al volver a al oficina.

-Vaya, pues... No sé, pensaba que ustedes lo sabrían -titubeó el señor Dooley-. Aunque la verdad, nunca vi nada al respecto en los diarios. Pues... verá -añadió bajando la voz-. Yo creo que eran una especie de secta, adoradores de Satanás o algo... La verdad, me alegro de que les parasen los pies. Dios sabe qué podría hacer esa gente, tanto pecado y demonismo... Es aquí cerca, la verdad.

El vendedor le indicó con unos gestos el lugar de la redada, pero desde allí no se veía.

-Adoradores de Satanás, había leído que algunos cultos empleaban drogas alucinógenas con las que afirmaban tener las visiones que poseían, puede que secuestraran a las víctimas y a base de una exposición prolongada a la droga derivara en su internamiento en el sanatorio mental -pensó el agente-. Sería conveniente ver si hay indicios de su uso en la vivienda antes de andar presionando a esos adoradores.

-Entiendo. Muchas gracias por su colaboración -agradeció a su interlocutor.

A continuación se dirigió a la vivienda, en la entrada tras haber cruzado la verja solo se encontraban dos personas: los señores Watson y Joyce, ni rastro del señor McGregor, se encaminó hacia ellos mientras les preguntó por el ausente:

-¿Dónde está el señor McGregor?

-Ha ido a intentar entrar por la puerta de servicio - le comenta al policía al momento que aparece William por la esquina de la casa - y parece que se ha encontrado con el mismo problema que yo. Los anteriores inquilinos instalaron más cerrojos, pero éstos son interiores... Aún más extraño es que siguen puestos, lo que quiere decir que, o hay alguien en el interior, o salieron por una ventana y ésta sigue abierta, o existe una salida desconocida...

>¿Qué opinan deberíamos hacer, Mr William?- pregunta Jason llevándose la mano al mentón.

James, taciturno, había estado observando la situación. La casa, en aquellos momentos le parecía impenetrable. Su amigo Jason, que tantas veces le había contado sus aventuras en casas ajenas, no parecía muy contento con la puerta que tenía que abrir. También observaba por la esquina a William, intentando interceder con la puerta de servicio, donde parecía que obtenía el mismo resultado que Jason. Fue entonces cuando llegó Vincent.

Tras la contestación de su compañero y gracias a ella, James, que se había notado algo inactivo en los últimos compases, encontró algo en lo que podía concentrarse, así que se encaminó a investigar las ventanas que rodeaban la casa para intentar encontrar alguna pista.

-En ese caso si tratáis de entrar cometeríais allanamiento de morada. Cosas de la ley.- Añadió mientras se encogía de hombros

-Dejádmelo a mí que soy agente de la ley y estoy protegido si veo causa probable para entrar.- Propuso mientras pulsaba al timbre de la vivienda. El primer paso era identificarse y si no había respuesta estaba autorizado para forzar la puerta por causa probable.

Si observáis bien, las ventanas del piso de abajo están todas claveteadas con listones de madera, desde dentro.

Al no obtener respuesta el agente se alejó de la puerta mientras les indicaba al resto que hicieran lo mismo. Se sacó el arma y gritó a quienquiera que estuviera en el interior como el protocolo dictaba:

-¡Policía, voy a entrar!

A continuación pegó una patada en la entrada para intentar forzarla, la puerta se movió por la patada pero no tuvo éxito. Aquel final le hizo enrojecerse.

Los esfuerzos del grupo parecían infructuosos. Parecía imposible penetrar en aquella casa.

-Pues parece ser que de incursión rápida de 15 minutos nada, ¿eh? -apuntó William.

-Las puertas cerradas a cal y canto, las ventanas claveteadas... Esto no pinta muy bien... Pero bueno, ahora es el Sr McGregor el que habla por el dueño de la casa, ¿qué deberíamos hacer? -pregunta Jason

James no sabía que pensar mientras esperaba la contestación de William. Pero aun así dio su opinión.

- Entremos por la puerta de servicio, creo que será más fácil de romper, y el arreglo no será tan caro.