Partida Rol por web

El cuchillo acelera de manera repentina, describiendo una recta descendente que pasa por el costado de Rachel Hemingway. Mientras el cuchillo vuelve a elevarse hasta otra de las esquinas superiores de la sala mientras ejecuta extraños giros movido por una mano invisible, la blusa de la periodista se tiñe de un nada halagüeño color carmesí.

Apenas si me doy cuenta cuando el cuchillo ya ha hundido su hoja en mí, mi blusa torna en un color carmesí indicando que me ha hecho más daño del que me habría gustado admitir, siento que mi cabeza empieza a irse, resiste no te desmayes ahora...

Me apoyo en lo primero que veo, cierro los ojos y pongo toda mi fuerza de voluntad en no caer inconsciente, lo logro a duras penas, pero lo logro.

- ¡Rachel! - Exclamó al ver que el cuchillo se hundía en su piel.

Había fallado el bateo. Había obtenido el primer strike y eso había provocado una grave herida en su compañera. No se lo perdonaría fácilmente y si moría no lo olvidaría nunca.

- ¡Cuidado, vuelve! - Gritó al ver que de nuevo aquel cuchillo animado volvía a cargar contra ellos. - ¡Apartaos!

De nuevo trató de batear. Strike dos. Aquel cuchillo era mucho más rápido que él. Veía complicado salir de allí sin heridas sangrantes.

- ¡Salid de aquí! - Les advirtió a sus compañeros.

La situación de nuevo empezaba a irse de madre. Estaba claro que la casa estaba encantada, jamás habría creído algo así pero era más que obvio y debía asumirlo. Ahora simplemente pensaba en salir de la casa para nunca volver, pero antes de ello debían solucionar la papeleta que tenían entre manos. Optó por hacer caso a Gumshoe y salir de allí pitando, aunque su intención no era huir: iría a una de las habitaciones de arriba, creía recordar haber visto un sofá y su intención era coger uno de los cojines para hacer de pantalla y tratar de detener el mortífero cuchillo

Cubrirme estaba bien, pero ese cuchillo iba a seguir ahí danzando hasta que hiciésemoa algo con el. Busco algo donde meterlo, una sábana, saco o algo por el estilo. Algo que lo hiciese más manejable para que Artie pudiese batearlo con facilidad.-¡PAdre, reze algo para que esa cosa pare!

El Padre Jonah, a quien la actriz saca de su ensimismamiento, comienza a recitar con los ojos cerrados un salmo ininteligible. Mientras el Dr. Bedford corre como puede escaleras arriba en busca de un cojín.

De nuevo en el sótano, Anna mira a su alrededor y encuentra una tapa metálica de un cubo de basura que instintivamente coge a modo de escudo justo cuando el cuchillo hace una nueva acometida.

El filo del cuchillo despierta un miedo atroz en Anna, que imagina su cuerpo atravesado por aquel cuchillo empujado por una fuerza invisible, y muriendo ahogada con su misma sangre en un sucio sótano olvidado. Por instinto, se protege tras la tapa metálica casi sin mirar y no acierta a interponerla en la trayectoria del cuchillo.

No podía volver a fallar o quedaría eliminado. Tres strikes significaban una eliminación directa del partido, aunque en ese caso, la eliminación podía ser de la vida. Tenía que hacerlo. Recordó sus años de instituto jugando al béisbol. Nunca fue el mejor bateando o corriendo, pero tampoco el peor. No podía volver a fallar. De su acierto posiblemente dependiera la vida de alguno de ellos. Un fallo significaba muerte y no iba a permitirlo.

El cuchillo esta vez iba directo hacia su posición. Si fallaba se clavaría en su cuerpo. Agarró con fuerza la palanca, apretó los dientes, fijó la mirada y esperó al momento justo y entonces descargó un poderosos golpe contra aquel objeto volador con ansias asesinas y... ¡Tuvo éxito! Artie Gumshoe golpeó el cuchillo y este salió despedido en dirección opuesta. Esperaba que eso fuera suficiente para anular el hechizo que lo mantenía como con vida propia.

- ¡Buen bateo! - Exclamó. - ¡Cuidado ahora! - Les advirtió al resto. No estaba seguro del resultado que obtendría tras su acierto.

El cuchillo golpea la pared, rebota toscamente y cae al suelo, abollado e inservible. Ahora no parece más que un exótico cuchillo viejo y oxidado.

El Padre Jonah se apoya abrumado sobre el hombro de Artie. Sus largos años de rezos, estudios y gestionar la fe de simples mortales no le han preparado para esto. Se siente tan débil como un recién nacido en manos de un joven veinteañero.

- Crux Sancti Patris Benedicti... - Reza con la voz ahogada de quien le falta todo el oxígeno del mundo. - Crux Sacra Sit Míhi Lux...

Mientras, el Dr. Bedford regresa al sótano con un cojín.

- Tranquilo, pater... - Le dijo Artie al sacedote tratando de conseguir que se sentara sobre algo lo bastante estable como para que aguantara su peso. - Es de lo que le hablamos. Algo malo, muy malo está pasando en esta casa. Ya lo ha visto...

En el momento en que el doctor apareció con el cojín bajando las escaleras Artie recordó que Rachel había resultado herida. Asegurándose de que el padre no iba a perder el conocimiento, corrió junto a la señorita Hemingway y se agachó junto a ella. 

- Dejame ver eso... - Dijo agarrando un pañuelo que portaba en el bosillo de la camisa. - Está limpio. Igual habría que hacer presión en la herida. ¿Te duele? - Miró al señro Bedford. - Warren, asegúrese de que ese cuchillo no hace daño a nadie más. - Y entonces se dirigió a la señorita Vixen. - Anna, ayúdame con la herida.