Partida Rol por web

la muchacha, que te miró de arriba a abajo, pues no había visto un árabe en su vida, tan solo acertó a decir: "el catalán, el catalán", y se metió a su casa. Sus padres estaban allí.

Abdalá suspiró. Pero esta vez no iba a dejarlo asi como así, aunque fuera por echar otro vistazo a la muchacha, además ya estaba cerca o al menos eso esperaba ya que si alguien era conocido por "el catalán" es que no debía haber muchos mas por allí. Se acercó hasta el dintel de la puerta y preguntó a las personas que había dentro.

-¿Dónde puido encontrar al catalán?

Tras introducirte en las dependencias de don Blasco, comenzaste a toparte con cridos y algún soldado, que seguían allí, consternados. Don Blasco y Marina estaban en su despacho, con la puerta cerrada. Sin dilación alguna preguntaste quién era esa tal criada, la de nombre Caniga, y enseguida los presentes te llevaron hasta la enorme habitación donde estaba. Al parecer, en esa gran sala descansaba el muchacho. Allí, una mujer de aspecto más que cuarentón (muchos años más) parecía barrer el lugar. Paró su tarea nada más verte entrar allí.

Bien te hubieran dado un estacazo en la cabeza, pues adentrarse en la casa de cualquier aldeano, no siendo el señor al que sirven, previa charla con la hija del cabeza familiar, habría sido lo más común, lo más usual. Y al asomar el gaznate por la maltrecha puerta de madera, un hombre zarrapastroso vístes, que sería el padre de la joven, mirándote de abajo y arriba y no creyéndose aún que fuera un moro de quien realmente hablaba su hija segundos antes, cuando nada más entrar les contó cómo la asaltabas a preguntas.

De no ser por lo que dijistes, cuando oyeron nombrar al "catalán", bien pareciera que te hubieran echado de allí a patadas.

¿El catalán...? -se preguntó para sí el aldeano, que parecía bien saber quién era ese tipo-. Vive no muy lejos de aquí, pero... -e hizo una pausa larga, miró a los soldados que ya se iban marchando al final de la calle y continuó-. ¿Ha lido alguna? ¡O es que tiene que ver con el hijo de don Blasco! ¡Madre mia! -ya se estaba montando su propia "película", él solito-.  ¿Habla usted de "el loco"? -te preguntó como si ese fuera realmente quien decía ser-. Si, Miquel "el loco" creo que vos se refiere... Al final de la calle, como le digo: muy cerca de aquí, por donde doblan el recodo aquellos soldados...

E hizo un gesto con el cuello señalando en la dirección del final de la calle, y sin previo aviso te cerró la puerta en las mismísimas narices.

Abdalá se quedó pasmado con aquel torrente de información. Así que Miguel el Loco...no sabía si reir o llorar su suerte pero a lo hecho pecho, pensó y se dirigió al lugar señalado por aquel hombre. Pero buena señal era aquella pues si aquel pobre hombre había atado cabos con el hijo de don Blasco es que no podía estar muy lejos la respuesta de aquel embrollo y pronto lo descubriría.

Te acercabas cruzando la estrecha calle, pisando el barrizal que tenías bajo los pies. Un vez a la altura de la ultima casa, notáste que ésta estaba cerrada. Intentaste empujarla un poco para ver si abría, pero no hubo manera. Una vieja, desde la puerta de enfrente y a escasos metros, te miraba desde la puerta con clara indiscreción.

El Loco no está, si lo está buscando... -llego a decir con voz ronca-. Ayer noche salió como huyendo, o al menos muy deprisa... Alguien llegó a noche, una mujer... ¡alguna fulana, de nuevo! Asi que, señor, poco encontrará ahí..., se fueron al monte.

Empezabas a entender que los aldeanos, aparte de trabajar de sol a sol, les gustaban los rumores como a un niño un caramelo.

Esa soy yo... -respondió la mujer-. Sé, se quién es vos... ¿¡Que yo se algo!? -se sorprendió la mujer indignadísima por tus palabras-.

Y es cierto que el poco cuidado del don Diego se lo transmitió a la criada, pues andúvole creyendo que él la hacía responsable de algo con eso del "me han dicho que usted sabe algo...", pues no le habían comentado acerca de la la vieja criada supiera algo en realidad... error garrafal ¿Será posible? ¡Qué descuido!

Me ofende vos, sin duda... -y se dirigio a ti, cabizbaja, dispuesta a salir por la puerta-. Justo antes de hacerlo, te echó una última mirada de desacato, de ira, pues la tal Caniga supuso que el caballero la apuntaba como parte responsable de lo que le hubiera pasado al hijo del Vizconde. Te quedaste allí pasmado, habiéndole transmitido un rumor a aque que el rumor mismo habla.

¿Al monte? ¿Estais segura siñora?-le preguntó inquisitivo. Si había huído por algo sería. Se giró rápidamente en busca de un guardia puesto que no tenía tiempo que perder- ¡Guardia! Haced llamad al caballero Don Diego López que está al servicio del Vizconde, decidle que es urgente que se reúna conmigo en aquel monte.¡Rápido!-le dijo antes de dar media vuelta y salir corriendo en aquella dirección.

La mujer, muy compungida, aun habiendo ido detrás Diego López, no consiguió nada, sino que se metió a la cocina a hacer sus quehaceres. En éstas que entró por la puerta, algo exhausto, un soldado de los de Pomar, que venía a paso ligero, muy ligero diría yo, casi corriendo.

Es el árabe, señor Diego -te dijo-. Es de urgencia que le llama, que vaya a ese monte frente a la aldea, al monte Aio -y es que así se llamaba el monte que había junto a la población-. Dice que se reúna con él en el lugar, me ha mandado a decírselo. Yo puedo guiarle... ¿está ya preparado? -el muchacho parecía impaciente por marchar-.

Un muchacho que pasaba por allí, soldado todo él, se hizo eco de la llamada y petición de Abdalá.

Si, señor -dijo-, llevaré a don Diego al monte Aio -que era asi como se llamaba el monte junto a la población-. Quedaremos en la falda de la montaña. Y corrió como la pólvora, si ya hubíerase inventado, y veías cómo subía a grandes zancada el sendero arriba. Luego entró en el castillo

¿Subes ya al monte?

Fue en éstas que Abdalá, tras haber cogido la senda que subía al monte Aio, oyó cómo dos pares de pasos venían tras de si al cabo de unos minutos, subiendo también. Era Diego, acompañado del soldado al que ordenó ir a buscarle. Ya era casi mediodía (si, os había pasado el tiempo en escasísimo tiempo) y ni rastro del muchacho. Al menos Abdalá parecía tener alguna pista, aunque, sin embargo, poco pudo contarles, pues justo cuando se reencontraron, desde uno de los árboles que copaban el monte un sombra saltó contra vosotros, justo delante del camino, impidiéndoos el paso.

Parecía un hombre ataviado de muchísimo pelo en todo su cuerpo, y ¡ay Señor!, que no llevaba dientes e su boca, sino que tenía pico como de ciconia. Y no tenía brazos, aunque podíais verle unos cuernos sobre la cabeza ¿Habríase visto algo igual? El soldado que os acompañaba pegó un respingo y enseguida tomó su lanza, dispuesto a lo que sea.

لعنة!*-Exclamó Abdalá en su propio idioma, sorprendido por la aparición de aquel ser tan extraño, a la vez que retrocedía unos pasos. Pero actuó rápidamente como tantos años de practica le habían enseñado y sacó una flecha que puso en el arco y empezó a tensarlo con la intención de traspasar a tan vil engendro.

Iba D. Diego escudo en mano montado en su caballo , junto con el soldado ven a Abdalá tras el camino. Cuando iban a encontrarse, un monstruo salto desde un árbol , bien feo era el monstruo pero a D. Diego no le impresionó. Acostumbrado a batallar con moriscos , este parecía solo un poco más feo , así que me acerque a él con  mi caballo por el lado que llevaba el escudo, mientras iba desenvainando mi espada, justo cuando estoy a su altura golpeo con mi espada.

¡¡¡GRRRRRRRRR!!! El hombre emitió un piar que cotenía un grito, o tal vez fue una tremenda voz a modo de pájaro, ¿quién sabe? El caso es que abrió sus garras y se lanzó contra uno de vosotros.

Ente ataca con garras y esquiva. (luego especifico a quien ataca).

¡Atrás bestia inmunda! -acertó a decir con recelo el joven soldado que os acompañaba mientras le ponía por delante la lanza-.

El soldado esquiva y ataca.

Iniciativas:

Ente peludo: 27

Abdalá: 26

Soldado: 16

Diego: 21 (-12 puntos por armaduras)

He de recordar que pelear a caballo hace reducir el % del arma con el que ataques al % que tengas en Cabalgar (AGI). Ejemplo: si yo tengo 85% en espadas y 40 enCabalgar, si quiero atacar con la espada sobre caballo tendré que tirar con el % de Cabalgar (a no ser que sea mayor que el de espada).

En tu caso Diego, puedes atacar con la lanza de caballería, convirtiéndose la acción en "carga a caballo", lo cual sería una acción extendida (usas las 2 acciones), y tiene gran .daño.

Asi que, Diego, te dejo que reformules tus acciones (si quieres, por supuesto).Abdalá: tu cargarías flecha y lanzarías, sin más (en ese caso no podrías alejarte).

Aquella cosa, mitad hombre mitad pájaro (y sin duda siervo de Satanás, ¿que otra cosa si no?), alzó sus brazos como un águila prepara sus garras contra un conejillo mientras ya planea y desciendo, casi saboreando a su presa segundos antes de cazarla. Acto seguido, se abalanzó sobre el soldado con sus enormes uñas para tomar su pierna, emitiendo un sonido terrible.

Abdalá tensó el arco y manteniendo la calma disparó una flecha contra la temible criatura y fue a dar contra una de sus abobinables alas. Jamás había visto un ser como éste que, lleno de furia, los quería matar allí mismo. Pero pájaro o demonio Abdalá sabía como conseguir una presa y no se dejaría vencer fácilmente.