Partida Rol por web

A la Maca le puso un poco nerviosa que el tío no se dignara a mirarla, pero tuvo que aguantarse. Para tranquilizarse dio otra calada antes de seguir hablando.

-Pues mira, resulta que sí. Y estamos bastante mosca con todo el asunto del asesinato. Creo que tu sabes en que andaba metido mi abuelo ¿no?- dio una última calada al cigarrillo y lo tiró al suelo, aplastándolo con el tacón de su zapato.

- Nadie sabía a ciencia cierta en que estaba metido tu abuelo. Como se suele decir: cuando íbamos él ya venía de vuelta. Pero te daré un consejo...- se detuvo mirando una carta que tenía en la mano, un tres de bastos - deberías dejar el asunto. No creo que tu abuelo te aconsejase que te metieras en sus cosas... No creo que estéis preparados...

Dejó el tres de bastos al lado de los otros naipes. Formaban un círculo de 12 cartas. Tolito miraba fijamente el mazo que tenía en la mano como si dudase en sacar la siguiente carta.

Antes de detenerse en Tolito, la mirada de Elías había examinado escrupulosamente el interior del vagón. La guarida de un mago solía ser como una artera tela de araña, una trama de ficción o sorpresa: pulsando ciertas cuerdas se obtenían determinados efectos. Y allí estaba el hombre, un crisol de carisma revestido de mundanidad, como no podía ser de otro modo. Repartía las cartas mugrientas sobre algo que le servía de mesa; Elías apreció su técnica mientras la nieta del Gallego emprendía un tosco interrogatorio. Así que aquel tipo leía el futuro… Imaginaba que se trataría de una especie de mentalista.

-¿Preparados? Mira tío, ya se que todo este asunto es muy chungo, los símbolos del cementerio, el tío de las garras... Joder, ¡se me ponen los pelos como escarpias! ¿sabes?- la Maca buscaba algo en el bolso mientras hablaba- Pero el Gallego era mi abuelo y no me da la puta gana de dejarlo hasta que sepa que coño le ha pasado. Y se que tu tienes algo que ver en todo este lío. ¿Que coño iba a hacer mi abuelo? Tu estuviste con el poco antes de que le mataran ¿verdad?- finalmente encontró lo que buscaba. Sacó el caramelo de menta y se lo metió a la boca, mientras se quedaba cruzada de brazos esperando la respuesta del mago sin techo.

Tolito todavía dudo un momento antes de sacar el decimotercero naipe. Lo miró con disgusto y lo situó en el centro del círculo formado por los demás. Era el rey de espadas. Suspiró como si aquello fuera un mal augurio y, por fin, levantó la vista para mirar a Macarena directamente a los ojos:

- Tu abuelo sabía lo que se hacía y, pese a todo, acabó como acabó. No es un buen augurio para los que siguen sus pasos.- la mirada del indigente recorrió a todos y se detuvo en Elías - Tú has visto cosas que no crees y juegas con la magia de los niños. No sabes todavía lo peligroso que puede ser todo esto pero lo intuyes ¿verdad? ¿Por qué quieres jugar de nuevo con fuego?

No sonreía mientras hablaba y su tono de voz no era condescendiente, si no más bien el de alguien realmente preocupado.

“Vaya, vaya, vaya, así que vos tenés las tareas puestas al día… Pero yo también sé dónde indagar acerca de vos, suburbial gurú”, pensó Elías, subyugando la punzada de miedo con la soberbia propia de su gremio.

No quiso eludir el responder a aquella pregunta, retórica, admonitoria o fuese lo que fuese. Dedicó una mirada severa a los jóvenes. A continuación, terminó de subir al vagón y caminó hasta Tolito. Quitó el polvo ligeramente con las manos a unos fardos antes de sentarse emitiendo un largo suspiro. Entrelazó las manos en el regazo y, simulando una pose de recato, adelantó el cuerpo. Pestañeó veloz y reiteradamente, en un remedo de inocente seducción. Aquel gesto resultó desconcertante, como una mueca súbita en el rostro hierático de un samurai. Habló con suavidad:

- Yo sólo trato de ayudar a estos jóvenes, Tolito. Pero me gustaría que, más allá de esos consejos tan valiosos, nos contases qué se siente al ser uno considerado el Juan Bautista de Carabanchel – rió discretamente y sacudió la mano derecha en el aire, como quitándole gravamen al sarcasmo, mientras que con la izquierda se hurgaba en uno de los bolsillos de la chaqueta. Encontró lo que buscaba y lo arrojó sobre el rey de espadas: se trataba de una carta de tarot: el ahorcado. Representaba a un hombre grotescamente colgado de un pie, con la rodilla doblada y los brazos cruzados por su espalda. – Anda, ilústranos, ¿por qué asesinaron al Gallego de esta forma?

Tolito, por primera vez durante toda la conversación, no reprimió un gesto de sorpresa al ver caer el arcano en medio de las otras cartas. Aún así recuperó rápidamente la compostura fijándose ahora con más detalle en Elías. En su voz se notaba ahora una cierta camaradería, quizás respeto:

- La cuestión no viene a ser tanto por qué si no quién. ¿Ves la carta? Es la postura en la que encontraron al Gallego. No te voy a preguntar como lo sabes o de donde la has sacado, cada uno conoce los secretos de sus trucos. Al Gallego lo mataron siguiendo un ritual. Y te diré una cosa: creo que él sabía que lo iban a matar.

Miró un rato largo la carta del ahorcado antes de continuar:

- Has entrevisto cosas amigo pero la pregunta clave es ¿estás seguro de que quieres ver más?- se volvió hacia los otros - Y lo mismo os pregunto a vosotros. Vuestro abuelo era alguien muy poderoso, mucho más que cualquiera que haya conocido antes... Y mirad como acabó... ¿De verás tenéis el valor para seguirlo en el sendero donde él mismo se ha perdido? Hay cosas que es mejor no tocar si no se saben manejar...

La tensión del ambiente y el respeto que imponía la grave vos del Tolito, hizo quitarse a Agustin sus lentes y dejarlos caer con su brazo, mostrándole las ventanas de su alma... como si ya no tuviera nada que perder y así responder afirmativamente a la pregunta del Tolito

-Es mi turno de preguntar...
posicionando sus ojos en los del viejo

-Que significa ungido y porque tres veces??

Macarená observo el intercambio de frases entre el argentino y el vagabundo intentado reprimir la cara de sorpresa. Entonces habló Agustín... y a la Maca se le ocurrió algo.

-¿Le diste la Extremaunción?- desechó la idea- Supongo que no, esto tiene pinta de mucho más... oscuro. Un asesinato ritual. ¿Crees que fue voluntario? No parece propio del abuelo. ¿Que gente podría hacer algo así?

Tolito suspiró dando a entender que la elección escogida por el grupo no era la que él recomendaba, aunque en sus ojos había comprensión. La naturaleza humana busca siempre el conocimiento aunque sea a costa del peligro:

- Nuestros rituales nada tienen que ver con la Iglesia Cristiana. Ni con ninguna Iglesia conocida. Son anteriores a la religión y al mismo hombre. Tu abuelo sabía que alguien lo iba a matar pero quería jugar una última carta antes de que sucediera. Era un hombre previsor. De lo que yo sé no estaba dispuesto a beber de nuevo en las fuentes del olvido. No estáis iniciados y no puedo deciros más a ese respecto. Hay otras cosas que sí puedo deciros. A vuestro abuelo no lo mataron aficionados ni fue algo casual. Ni siquiera yo conozco el verdadero significado del ritual de su muerte. Quien quiera que lo hiciese es un hechicero poderoso.

Se levantó y comenzó a recoger las cartas con calma, casi con cariño. Por un momento se quedó mirando el arcano del tarot. Lo cogió y lo observó con curiosidad:

- Es un arcano auténtico, de la baraja de Kobalah.- sus ojos se entrecerraron eximando al Elías - Esto no lo venden en las tiendas de magia, ni creo que lo puedas pagar. ¿Como llegó a tus manos?

Un sudor frío le anegó el cuerpo, casi como si lo acabasen de sacar chorreante de las aguas del Estige. Y aún le aguardaba el flamígero caudal del Flegetón, al parecer: la unción, la extirpación de sus pecados y de sus miedos por medio de la cirugía desafecta del Hades. Pero, ¿debía tomarse todo aquel discurso en serio? ¿Por qué no podía rastrearse ningún resquicio de impostura bajo el grave semblante de Tolito? Si tomaba su mano y se dejaba guiar hacia la verdad de lo que le sucedió al Gallego, ¿no habría vuelta atrás? ¿No habría vuelta atrás? ¿Ya no habría vuelta atrás?

Involuntariamente, como en un rapto de desespero, Elías se pasó las manos por el rostro. Los cercanos a Exiquio preguntaron alguna cosa. Las preguntas de Tolito volvieron a recaer sobre él.

-No sé qué baraja es ésa que mencionas; la encontré por casualidad tirada en el suelo de un vagón de metro – respondió. Se giró un tanto para mirar a Macarena, a Agustín y a Ricardo y sentenció: - Mejor saber que no saber, Tolito. Explícanos hasta donde puedas, haznos ese favor. Pero, podríamos invitarte a cenar, ¿sabes? Charlar en algún otro lugar más relajado.

- La casualidad no existe,- dijo Tolito tendiéndole el arcano mayor a Elías para devolvérselo - es solo una parodia del destino. Alguien la dejó para ti entonces. Yo no os puedo ayudar, no estáis preparados. Esto no es como ir a vuestros colegios, no se puede ver a través de la Mentira como si se estudiase física o química. Hay que creer, y todavía no estáis preparados para eso.

Miró hacia la estación: un tren acababa de llegar.

- Son tiempos de cambio. No me queda nada por hacer aquí. Secretos.- miró al grupo que permanecía fuera del vagón - Encontraréis secretos y misterios. Los secretos son un veneno que quema por dentro porque no los puedes contar. Los misterios son verdades que están ocultas pero algunos conocen. Lo que le ha pasado a vuestro abuelo es un secreto. Lo que os depara a vosotros vuestra búsqueda es un misterio. Si alguien puede saber algo sobre secretos y misterios en Carabanchel es el Portugués.- se giró nuevamenente hacia Elías - ¿Lo ves? Nada es casualidad. Lo conoces ¿verdad? Sí, veo que sí. Su jefe desapareció hace tiempo y ahora se ha hecho cargo del negocio. Id con cuidado, no hace falta que te recuerde que no son buena gente.

Elías tragó saliva. Conocía al Portugués, claro que lo conocía. Era el lugarteniente de Aldecoa en los tiempos que el argentino regentaba el Samaria. Con su jefe desaparecido se habría hecho con todo el negocio del esoterismo y la magia negra. Al igual que su maestro tenía fama de ser una alimaña, un hombre dispuesto a todo y sin escrúpulos. El Portugués venía del negocio del narcotráfico y la trata de blancas. Un tipo duro hecho en los arrabales de Lisboa a base de golpes, traición y navajazos. Las ciudades más bellas ocultan los reflejos más siniestros.

Su faz se tornó lívida. Carraspeó y dijo con algún esfuerzo:

- ¿Nos envías a un mafioso en busca de respuestas? No nos ayudas demasiado, Tolito. –Elías tendió la mano para que aquella especie de hierofante le devolviese la carta, tan preciosa al parecer, y repuso: -Explícanos al menos en qué consistía ese rito de unción que le practicaste a Exiquio, cuál era su cometido, por qué no quería olvidar. Danos algo más. ¿Quién demonios es Ahasverus?

Había urgencia en el último tramo de su parlamento: temía que Tolito se fuese a esfumar de un momento a otro como un aprendiz adelantado de Houdini.

Tolito, lejos de esfumarse, se dirigió a paso lento hacia el andén cercano. Los otros indigentes se estaban levantando en ese momento en dirección a uno de los trenes de carga que parecía a punto de salir. Como en las viejas películas americanas parecían dispuestos a saltar al vagón en cuanto se pusiese en marcha.

- No puedo explicártelo ni vosotros entenderlo,- contestó misteriosamente a la pregunta de Elías - pero algo podéis sacar en limpio si os entrevistáis con el Portugués. Tienes algo que puede interesarle,- señaló con la cabeza la misteriosa carta del Tarot - eso puede comprar algunas respuestas. Ten cuidado de que no te la pueda quitar antes de contestar.- sonrió de medio lado - Pero tú en eso ya eres perro viejo. La vida ya te ha enseñado mucho más de lo que has querido aprender.

- Yo también conozco al Portugués... Trapichea con farlopa a gran escala para los yuppies y también tiene parte del negocio del Jaco a medias con un clan de las Barranquillas... Es cierto que dicen que se las da de brujo... ¿¿Ese joputa ha tenido algo que ver con lo del abuelo??

- Cuidado con la boca, alevín, que te pierde. No se te ocurra acusarle de nada si no tienes forma de asegurar tu culo... El Portugués no es de los que perdonan un insulto o permite que un chaval se le suba a las barbas...- se detiene un momento para mirar al grupo - Esta partida tiene una baraja complicada. No enseñéis todas las cartas de una vez o no viviréis para jugar una nueva mano.

-Un mafioso narcotraficante al que le va la magia negra. Joder, ese tío lo tiene todo ¿eh? En vaya movidas estabas metido, abuelito.

La Maca miró a sus acompañantes jugueteando después con el caramelo que tenía en la boca.

-La verdad es que estoy con Tolito, esto es mucho para ser casualidad. ¿los dos conocéis al Portugués y además tu has encontrado una carta mística que le puede interesar? Cuanta coincidencia... Aquí hay algo muy chungo, y quiero llegar al fondo. No se vosotros, pero yo quiero ir a ver a ese Portugués. Si él puede arrojar un poco de luz en todo esto a mi me vale, por que parece que el tahúr no puede enseñarnos nada más.

Sus gafas, vuelven a cubrir sus ojos, mientras afirma con la cabeza el comentario de Maca...

-Asta los mafiosos han cambiado su forma de ser desde la ultima ves que estuve por aquí...

Mientras le pega una ultima y profunda mirada a los ojos de Tolito, para luego darse vuelta enfilando de nuevo asía la estación, mientras las piedras crujen ante sus pasos

Tolito se despedía mientrasc caminaba para reunirse con los demás indigentes:

- Id con cuidado. Y si seguís en esto tenéis que estar muy dispuestos a creer. Tenedlo en cuenta. No hay peor ciego que el que no quiere ver.