- Precisamente por lo siniestro que era. - sonrió mirando a la joven - Vamos a la Pérdida, no se vosotros pero a mi me cruje el estomago de hambre... - continuó mirando por el retrovisor al ex convicto - El registro lo llevan acabo los forenses. - terminó tarareando su canción favorita.
El coche aparcó en el callejón cercano a la Pérdida. El bar estaba abierto y si bien no era lo que se puede llamar una casa de comidas el buen Braulio siempre tenía una olla de callos para servir en las tapas. Los viejos conocidos, como Domingo, tenían la potestad de pedir que le sirviesen un buen plato si el hambre apretaba. Así que allí estaban los cuatro en el fondo del bar, a solas - Braulio discretamente retirado en la cocina - comiendo un buen plato de garbanzos.
- El tío ese; ¿Es el mismo que te ataco Ricardo? - preguntó llevandose una buena cucharada a la boca y masticando satisfecho mientras observaba a sus acompañantes.
- Pues sí,- reconoció Ricardo repuesto de su impresión inicial - ese cabrón era el que rondaba la calle alrededor de la pensión. Cuando fui allí la primera vez estaba algo... bebido. Ayer no me fui directo para casa,- confesó mirando a su prima - y después pensé en ir hasta la pensión, pero era muy tarde. Al llegar allí vi al tipejo ese en el portal y me dio la sensación de que hacía algo raro en la cerradura... Cuando me acerqué para ver que pasaba simplemente se dio la vuelta y me metió un tajo con las putas manos de tijera... Escapé algo acojonado...- reconoció finalmente - Vale, me cagué... Hostias, ya lo habéis visto. Yo no tengo las pelotas cuadradas del madero, ni una pistola... Ni siquiera una navaja...
Como si hubiera recordado algo al decir esto último le devolvió la excelente navaja de mariposa a Agustín.
- Gracias tío, menos mal que no me hizo falta.
- Es lo lógico, - asintió al joven agitando la cuchara frente a él - yo también me acojoné no te creas. - sonrió volviendo a hundir el cubierto en el plato - Pero a mi edad y en mi trabajo, pocas cosas me hacen echarme atras. - continuó llevandose los callos a la boca - Y a tí; ¿Que te ha pasado? - preguntó tras marticar y tragar señalando al otro.
Comenzo a comer del plato de callos, tenia bastante hambre y el golpe aun lo acentuaba mas, era una manera de mitigar el dolor por unos instantes. Entre cucharada y cucharada escuchaba las palabras del madero y del nieto, entonces el poli parecia dirigirse a el..
-¿ hablas conmigo?..
Miro al resto, en un intento de disimular
- No me ha pasado nada, solo una mala caida, con unas friegas como nuevo. Y ya puestos, decidme una cosa, supongo que os habreis detenido a mirarle las manos a ese tio, despues de tumbarlo, me intriga la manera en que se debia sujetar las cuchillas a las manos.
- No estaban sujetas amigo mio... - suspiró volviendo a llenar su cuchara - Surgían de ellas. - terminó comiendo placidamente.
- ¿Surgian de ellas?, acaso quieres decir ¿que eran parte de el?
Su tono no mostraba sorpresa, mas bien curiosidad.En realidad, no sabia por que , pero lo esperaba, se hubiera decepcionado si asi no fuera. Se llevó otra cucharada de callos a la boca, dejando resbalar un poco del caldo por la comisura de sus labios, que recogió con su lengua, antes de medio sonreir y mirar a sus compañeros de mesa.
Basicamente si; - suspiró tras masticar el alimento - Nunca había visto algo igual... - susurró volviendo a comer.
La Maca pinchó un trozo de chorizo del plato de Domingo.
-Joder tío, ¡tienes las pelotas de acero! ¿Que le salían de las manos? ¿Y eso no te extraña? Yo alucino. Esto no es normal, seguro que buscaban algo del abuelo...- Maca bajó la voz- ¿el libro quizá?- dijo mirando a los dos jóvenes.
Los ojos del policia chispearon levemente - ¿Libro? - preguntó sorprendido - ¿Que libro? - volvió a preguntar dando un trago a su cerveza.
-Hemos encontrado una nota en la habitación del abuelo.- La Maca sacó la nota y la desplegó frente a Domingo con cuidado, para no mancharla de chorizo.
-Habla de un libro, que pensamos podría ser el que comentó aquel argentino. El caso es...- miró a ambos lados para asegurarse de que no había oídos indiscretos, bastante habituales en las tascas- que el yayo me dio la llave de un apartado de correos antes de que lo mataran.
- ¿Te refieres a aquello de la magía y esas pantochadas? - preguntó gesticulando levemente - Tras los ultimos hechos, soy menos esceptico en estos asuntos; - suspiró tras beber de su copa - Te acompañaré al apartado de correos, si quieres. - sonrió limpiandose las manos con la servilleta - Ahora he de irme a trabajar; ¿Quedamos a las cinco aquí? - preguntó señalando la mesa.
La Maca se encogió de hombros quitandole importancia al ofrecimiento.
-Claro, a las cinco.
La verdad es que aquello le venía de perlas, no tenía ninguna gana de ir sola a recoger lo que fuera que había en aquel apartado de correos. Y aquel tipo tenía una pistola.
- Bien, a las cinco pasaremos mi compañero y yo a recogerte e iremos a ver que hay allí. - asintió con una sonrisa - Te diría de esperar a mañana... Pero se que entonces ibais a ir sin mi y, - señaló en direción a la pensión - no quiero que os pase nada. - continuó levantándose - Nos vemos a las cinco. - se despidío de los jovenes. Pagó a Braulio la comida de los cuatro y se marchó a trabajar pensativo.
Cuando Domingo se marchó Maca pidió un carajillo a Braulio, cuando este se lo trajo comenzó a revolver el azucar y dijo:
-Bueno chicos... ¿Y nosotros que hacemos?
Antes de irse Domingo había leído la misteriosa carta que le refería Macarena:
Cita:
Querido amigo,
seguramente te extrañará recibir una carta desde Holanda sin remitente. No te culpo. Todos estamos perdidos en un laberinto del cual no tenemos pistas, aunque por lo que parece tu empiezas a intuir algunas. Sigue el camino que te has marcado. No es el azar lo que te llevó hasta el 'Unaussprechlichen Kulten' y su lectura. En esta vida, como comprenderás pronto, nada está más marcado que el camino de retorno. Sin embargo debo advertirte que se aproximan tiempos difíciles para ti y para el mundo tal y como lo conoces. Abandona Madrid cuanto antes y cruza la frontera a Francia. Confía en las palabras de este desconocido que, sin embargo, te conoce tan bien como a su propia sombra.
No puedo contarte más por el momento. No estás preparado para saber más puesto que los carceleros te encontrarían. No menciones esta carta a nadie, ni les comentes el curioso hecho de que sepas leer alemán aunque nadie te lo haya enseñado. Con el tiempo descubrirás muchas más cosas sobre ti mismo que ni siquiera imaginas.
Un saludo desde las sombras del camino,
El Precursor.
¡Menudo galimatías! ¿Qué significaría todo aquello? Tendría tiempo de pensarlo mientras iba para la comisaría para entrar a cubrir papeleo...
Faltaba darle la nota a Domingo. Voy a abrir una escena llamada Papeleo para Domingo y continúa allí. Aquí ya lo podéis desmarcar en los siguientes mensajes.
-El tipo argentino de ayer... me dejó su teléfono. Parecía que él si que sabía de estas movidas y era amigo del abuelo... ¿Y si lo llamo? Si encontramos el libro estaría bien tener a alguien que sepa de estas cosas, ¿no?
Olicitó otro carajillo, pero de ron, a la vez que despidio al madero. Tras eso, mientras movia la cucharilla en el vaso, el nieto habló de llamar a otro tipo, el argentino.
-Por mi bien, no tengo planes mejores..
mientras daba un sorbo, notando como el dolor aun persistia.
- Mmm... de acuerdo.
Mientras Maca y Agustín quedaban en la mesa el Chapas se dirigió hacia la barra de bar, desde donde marcó el número y se puso a hablar.
Jeje... ¡un cable para el pobre Griffinest, que ya debe estar criando telarañas! ;)