Partida Rol por web

Supuse que el que no me respondiera quería decir que daba por finalizada nuestra conversación, así que asentí a su mirada y luego me puse en pie.

- He de volver a atarte antes de marcharme... - En realidad si fuera por mí no lo haría, pero con todas las ganas que sabía que tenía de salir de ahí, no podía asegurar que no fuera a pasarle nada a quien le tocara las guardias. - Por favor... - Le señalé al lugar donde había estado atado.

Me marcharía y le dejaría tranquilo hasta que alguien más le reclamara, a fin de cuentas, ya le había dicho todas las opciones.

 ¿Y si me niego?-Dijo mirandola con una sonrrisa picara y tentadora. Despues  solto una breve carcajada y estiro las manos, a fin de cuentas no parecía que quisieran matarle si no no se hubiera despertado aquel dia.

Al escuchar aquella pregunta sonreí hasta yo, conteniéndome para no echarme a reir, cosa que hubiera hecho bastante a gusto, pero me parecía un poco de mal gusto hacerlo, aunque acababa de decirle que tenía que dejarlo atado, que eso era sin duda de peor gusto aún.

- Vaya... yo pensaba que querías jugar... - No pude reprimir el reirme ya tras mis palabras, aunque al ver como me daba sus muñecas me acerqué a él sin miedo, ya había tenido mi espada en su posesión y no la había usado, no tendría sentido que fuera a intentar nada ahora.

 Cuando ella extendió sus manos para atarle el se levanto, la cojio de la muñeca y la empujó para desequilibrarla colocandose tras ella. Inmovilizandola por un instante. Ella podía soltarse si queria, solo tenía que echarse hacia delante y el no podria sujetarla de aquella manera.

-¿Jugar? Suena tentador, pero no se si mi captora me lo permitira-le dijo ironicamente, sin dejar de sonrreirla, tratando de seguirla el juego que ella misma habia iniciado.

Se escuchó un sonido de sorpresa proveniente de mis labios, pues aunque sólo estaba tratando de hacer una broma cuando había dicho aquello, parecía haber hecho que el hombre reaccionara.

- ¿ Esto es una buena idea? - No lo sabía, pero por alguna razón me apetecía ver cómo terminaba todo aquello o qué era lo que podía ofrecer a parte de las ganas de pelear y la sinceridad con la que me había respondido.

- Tú verás, pero si me gusta demasiado te arriesgas a no poder competir con los demás porque podría solicitarte para mí y si me gusta muy poco puede que pierdas todos esos puntos que has ganado momentos antes...

En mi respuesta no había ninguna negativa, quizás, porque aquello me apetecía desde que había sentido sus labios en los míos hacía un rato.

 Je-rio Jorund sin soltarla- no parece que confies mucho en mi. Quizas no te guste esto y prefieras verme derrotado en vuestro juego...-La agarro mas decididamente, juntando un poco mas su cuerpo al suyo.

- ¿ Confianza? Le estoy dando la espalda a alguien que podría romperme el cuello fácilmente... - sonreí intentando girar un poco la cabeza para que me pudiera ver el rostro divertido, aunque por el tono de mi voz ya podía percibirlo. - Quizás sea que primero has actuado y ahora tienes algo de miedo a las represalias..

Estaba tratando de provocarle, aunque podía ser que me saliera mal, pero había notado como su cuerpo se acercaba más al mío y eso, me hacía aún tener más ganas de saber hasta dónde podía llegar aquello.

- ¿ Será capaz de llevarlo hasta el final?

No lo sabía, pero estaba más que dispuesta a comprobarlo.

 No me refiero a ese tipo de confianza-dijo soltandola pero sin separarse de ella- ¿Miedo? No creo. Desde que me atrapasteis me di cuenta que podia morir en cualquier momento, es solo... que no me gustaría tener que matarte. Y tampoco veo en que me podría ayudar aquello. Aun asi... veo que aunque te he soltado no te alejas de mi. No era lo que esperaba, pero eso me agrada-dijo bajando la voz en aquellas ultimas palabras, quizas algo mas seductor.

Una mujer toco tu puerta.- Agatha, se esta haciendo tarde. ¿Vas a pasar la noche con el exclavo? Sabes que tienes derecho a probarlo si quieres pero si no quieres puedes devolverlo a la celda o atarlo al raso para probar su aguante.

Tus hermanas han dejado libre la sala de torturas... por si te interesa.-Añadio antes de irse, dejando junto a la puerta una cesta con frutas destinada a la Agatha.

Estaba escuchando las palabras de aquel hombre, que comenzaban a sonar incluso seductores cuando la puerta se abrió y vi entrar a nuestra líder, por lo que hice un gesto con la cabeza a modo de saludo.

- Gracias. - Fue toda mi respuesta esperando a que se marchara y entonces me di la vuelta, para mirar a aquel hombre a los ojos. - Si me prometes que no escaparás estando conmigo te propongo una buena cena y una cama cómoda y caliente para esta noche... - Se me veía en la cama que no estaba bromeando y que no era mi intención dejarle con la miel en los labios.

- Sólo otra condición... De aquí a mi hogas deberás parecer un esclavo obediente.

Esperaba que entendiera el por qué, que no lo estaba haciendo por humillarlo.

 Jorund sonrrio y se separó un poco de ella. 

- Te puedo prometer que no escapare y lo que es mas, que no te mataré. Pero no te puedo prometer que me haga pasar por un perrito faldero. La cena y la cama caliente son un buen incentivo, pero no puedo hacer eso. Te seguire si lo quieres atado, pero no aceptare ninguna peticion que me haga rebajarme. Soy un cazador y lo seguire siendo aunque duerma sobre fria piedra.

Negué con la cabeza, con una sonrisa en la boca.

- A lo que me refería es que no llames la atención delante de las demás, sino esperarán que tome represalias y no quiero tener que hacerlo...

Por algún motivo me sentiría muy incómoda y violenta teniendo que hacerle más mal del que ya le habíamos hecho.

- No te lo estaba ordenando, puedes elegir si venir o quedarte aquí, aunque si te lo he propuesto es porque me agradaría tu compañía esta noche.

No sabía si empezaba a ser una mala idea esto de ser tan sincera, porque me sentía un poco estúpida en aquel momento, al decir aquellas palabras.

 Jorund se mordio la lengua para no decir ninguna ironia sobre la carcelera que quiere tener al esclavo en casa. El tambien lo deseaba asi que dijo lo siguiente:

- Si en el tramo que haya de aqui hasta tu casa hago algo indigno eres libre de despellejarme la espalda a latigazos pues estaria faltando a mi palabra.

Despues se volvio ha acercar mirandola a los ojos fijamente, hasta quedar pegado a ella casi tocandose nariz con nariz, mantuvo su vista unos segundos antes de mirar hacia bajo, donde había juntado las muñecas para que lo volviera a atar.

Mantuve la sonrisa dibujada en mis labios y ante su cercanía, a pesar de ver que me tendría las manos, me estiré un poco hacia arriba para ser esta vez yo quien lo besara, aunque me tomé la libertad de meter mi lengua en su boca, sólo porque me apetecía muchísimo pobar su sabor.

- Entonces vámonos. - Susurré después, mientras ataba de nuevo sus manos y sin añadir nada más saqué la espada de mi funda para aquel peculiar teatro que tendría que hacer en el recorrido que llegaba hasta mi casa y le señalé la puerta. - Creo que es mejor que vayas delante mía.

Una vez nos acercamos a ella, di un grito a la mujer del otro lado para que nos abriera.

- Ya puedes abrir la puerta, vamos a salir de la celda!

Eso sí había sonado en un tono muy autoritario.

Nadie os pone impedimentos para llegar a donde quereis ir.

Algunas mujeres que se cruzan con vosotros miran a Jorun como si fuera un trozo de apetecible carne pero aun no habia pasado la iniciacion y ninguna se atreveria a tocarlo.

Entrasteis en la cabaña de Agatha, no era muy lujosa, escasos muebles de madera entre los cuales destaca una cama cubierta por pieles de animal para cobijarse.

Mi casa simplemente era acogedora. No era demasiado grande y tenía cosas normal, incluso menos de las que tendría cualquier otra mujer, pero no necesitaba más para vivir y acostumbraba a ser bastante escueta con las decoraciones. Al entrar cerré la puerta tras nosotros y luego las ventanas, pues sabía lo cotillas que podían llegar a ser.

- Ven, te soltaré. - Me acerqué a él y solté todas sus ataduras. - Puedo calentar agua si te apetece un baño caliente en lo que hago algo para cenar.

Al menos cumpliría lo que había dicho que haría, pues era de esas personas que preferían guardar silencio a mentir.

- En esta casa eres libre de hacer lo que te plazca.

Sentía no poder darle más libertad que esa, pero por el momento tendría que conformarse. Además, se habría percatado al igual que yo que en el camino las mujeres le miraban como si fuera un dulce.

Jorund se estiro mientras le soltaba y miro la cas aun rato. Buscaba posibles salidas, posibles armas que usar para defenderse, pero nada de eso iba a ser util. No tenia pensado escapar y menos cuando se le ofrecia agua caliente y comida. Pese a todo no pudo reprimir el comentario.

-Vaya ¿asi que seras tu mi esclava?-Pero no dejo que le contestara, su rostro tenso fue suficiente-No quiero que lo seas aunque agredecere la comida y ese baño caliente...si lo compartes conmigo...-le dijo acercandose a ella y rodeando su fina cintura con un brazo.

Estaba pensando una respuesta que no sonara demasiado mal a eso de ser su esclava, pero antes de que se me ocurriera qué decir exactamente, su brazo rodeó mi cintura acercando nuestros cuerpos y levanté la mirada para clavarla en la suya, cambiando mi anterior expresión por una sonrisa más que complacida por toda aquella situación.

- Compartiré contigo ambas cosas y espero que alguna más esta noche...

Podía notar el calor de su cuerpo tan cerca del mío que tuve que contenerme aunque no sabía si deseaba hacerlo.

- Aunque si me vas a dejar tan cerca tuyo igual no llegamos ni a calentar el agua...

 Jorund rio con las palabras de la joven. La estrecho fuertemente con su brazo y empezo a besarla jugando con sus labios y su lengua. Auqel juego habia los había llevado hasta alli y estaba deseando hacer eso desde hace rato. La idea de la cena se le fue de la cabeza, aunque su estomago rugia en silencio. Continuó besandola  pasando sus manos por su cuerpo, apretandola firmemente y acariciandola a la vez...

No necesitaba nada más para saber que en aquel momento no hacía falta ni un baño ni una cena, sino responder a aquellos besos que tan bien me sabían y a aquellas caricias. La verdad era que aquel hombre no llevaba puesta demasiada ropa encima y mis manos, acariciaban su desnuda espalda mientras no dejaba ni un segundo su lengua, pues ardía en deseos de que todo aquello sucediera desde hacía un rato.

Para aquel entonces, ya había olvidado el juego de quién era amo y quién esclavo, pues ahora tan sólo había en aquella habitación un ombre y una mujer, bastante deseosos de yacer juntos.

Mis manos siguieron su recorrido hasta llegar a sus nalgas y las apreté con fuerza atrayendo aún más su cuerpo al mío, tanteando en aquel momento si era de los que le gustaba tomar la iniciativa o debía de hacerlo yo.