Partida Rol por web

Me quedo un poco asustada y me recompongo la capa que quedó algo descolocada por el forcejeo; y seguidamente vuelvo la mirada atrás durante un breve instante, hacia la protección que me intentaban brindaban los caballeros. Dudando sobre qué hacer, miro altiva hacia el caballero de la armadura mientras respiro aceleradamente por el pánico y la tensión del momento. Pero doy un par de pasos atrás, sin darles la espalda.

No os hice ningún mal. Dejadme tranquila. digo nerviosa mientras me voy retirando.

 Viendo que esos miserables ya no representan problemas, y que varios de los tontos del salón ya no hacen jaléo regresa a su mesa con el acero de la espada bastarde desnuda. Por si alguien comete alguna estupidez como atacarle.

Pues Jan ve como estan sacando a la chica hacia la calle y que parece que finalmente se salen con la suya, asi que de nuevo intenta asestar un golpe al hombre que la lleva hacia afuera, puesto que el golpe anterior le salió fatal, esta vez intenta no gritar para no llamar la atención demasiado si de nuevo vuelve a fallar...

 salgo rápidamente a la calle con el laúd y la cerbatana cogidos de una sola mano y la otra mano se la ofrezco a la joven doncella diciendole: rápido, aprovechemos este momento y salgamos de aquí corriendo...

Mi mano se dirigía instintívamente hacia la del bardo, buscando una seguridad existente solo en mi subconsciente, pero alcanzo a comentar algo antes de que pueda agarrármela mmm... bardo... hay un problema alcanzo a decir cuando el hábil cantor me mira para seguidamente señalar con la cabeza hacia no los 4 mercenarios que quedan vivos sino hacia los 12 guardias de la ciudad y a los 6 ballesteros que nos apuntan con sus afilados pivotes y a su comandante a quién mis captores dedican una genuflexión.

El elfo asiente con la cabeza ante la desición de su amigo el bardo, a leguas se notaba que quería ligárse a la chica intentándo llevársela a un lugar aislado, el elfo no le iba a dejar fáciles las cosas

 -Creo que es lo mas prudente, alejemonos de esta situación, ahora que hay un cadáver no creo que la situación se mejore y se calme!!, por cierto bella dama, he venido a tu rescate, Mi nombre es Sedelon Alcanderlow Donanthelien Lunagris de awellomen, exiliado del clan hoja roja del bosque verde, y mi anhelo es saber tu nombre.

Luego chifla entre labios Osy, ven Un perro bien entrenado sale de la posada, cargando una mochila en su hocico.

Los "salvadores" de la mujer ven ahora lo mismo que ella, una docena de guardias con lanzas en la mano en una fila uniforme, con un escudo en la otra y un grupo de seis ballesteros detrás que apuntan ahora tanto al grupo que ya había salido como a los amables que se quedó mitad dentro y mitad fuera. Detrás de todos ellos se ve un hombre entrado en años con una armadura de mucho mejor calidad sin lanza, pero si una espada larga con cierta ornamentación y con una postura firme y segura. - Todos soltad las armas en este momento. - No grita, pero tiene esa forma de hablar que podría hacerse escuchar aun en el medio de un combate.

Los mercenarios que ya habían desenvainado sus armas y soltado, parecen conocer ya el procedimiento habitual y se quedan en el piso acostados, uno desde esa incómoda posición quiere hablar pero es callado por un gesto no amable de un guardia con su lanza. - Todos los involucrados en este altercado vendrán a la comisaria, no intenten tonterías porque el lugar está rodeado. - Se da vuelta y comienza a caminar, el mismo guardia que apuntó con la lanza al mercenario que intentó hablar, les señala al total de la gente que avancen.

Tu ataque falla estrepitósamente y por suerte para ti nadie se dio cuenta de ello.

Notas como el hombre vestido con túnicas ahora ayuda al caído a recobrarse y lo ayuda a ponerse de pie, le habla al oído y le da una bolsa con muchas monedas a tu parecer, este asiente con sinceridad y se une con el resto del grupo, pateando al compañero que estaba fingiendo haber caído en combate para no seguir recibiendo más golpes.

Tharas, al ver que los mercenarios salían de la posada, mira a su alrededor por si alguno se había escurrido y no había salido de la misma. Viendo que todos estaban fuera, se giró hacia su padre y le dijo.- Estoy fuera, vuelvo en un momento.

Tras esto, el elfo salió por la puerta con sus armas en alto. En su mente se dibujaba la acción: Salgo y como estarán luchando justo llego yo y, con la sorpresa de mi lado, seguro que me cargo a más de un infeliz.- ¡¡¡AAAAAAAHHHHHH, MORIIIIIID!!!.- grita Tharas mientras sale por la puerta de la taberna buscando a sus enemigos.

La cara del elfo cambia por completo. Frenandose en seco, mira a los ballesteros y a los lanceros y al capitán que los acompaña. Inmediatamente, tira sus armas al suelo y levanta los brazos.- Eehhhhhhh..... yoooo.... mmmmm.... soy de los buenos.- El elfo esboza una sonrisa bastante forzada a la guardia, esperando que crean su historia.

Aunque muy impulsivo, el Elfo aún tenía el sentido común suficiente para saber que no podía ponerse a jugar con la guardia de la ciudad, tira su espada al suelo y se pone de rodillas, mientras se quita el chaleco disimuladamente para ocultar la sangre que tenía impregnada.

-Señor pregúntele a la gente, fueron ellos los que intentaban secuestrar a la chica........

No terminaba de dar sus explicaciones, cuando los guardias se le abalanzaban para callarlo, con lo que el elfo hace caso fielmente.

Te sientas lo más calmado en tu lugar, más de uno nota que dejaste tu espada a la vista y les dejas en claro tus intenciones. Más de uno te vio como asestaste esos terribles golpes y no lo quieren sentir en carne propia. Pero una voz de mando se escucha a lo lejos, no entiendes bien que dice pero los comensales comienzan a querer salir algunos y otros se quedan en el lugar buscando la manera de poder irse sin ser vistos. Otros ya están buscando las escaleras para subir a las habitaciones y esconderse allñi, seguro que algo más habrán echo o quizás no quieran ser vistos por las autoridades, quien sabe.

tras unos cinco segundos iniciales de parálisis, con la mano que tengo libre cojo el sombrero y hago una reverencia en dirección al líder de los soldados, inclinando mi cuerpo y poniendo el laúd lo mas detrás mia que pueda sin dejar de ser estético...

 Sin ningún tipo de complejo, el norteño se queda sentado, con la espalda apoyada en el respaldo de la silla y bebiendo serenamente mientras su mirada se pasea por las comadrejas que escurren el bulto por aquí y allá. No tiene nada que esconder, ni de lo que avergonzarse.

 Con su talante tranquilo saca yerba de su falqitrera y empieza a llenar la cazoleta de una sencilla pipa de raíz, disponiéndose a fumarla tranquilamente.

 al sentir caerse la cerbatana de mi mano, rápidamente simulo un ataque de tos muy escandaloso con el cual, al llevarme las manos a la boca, suelto el sombrero para k vuele un par de metros hacia la derecha para intentar llamar la atención de todos los guardias que haya y que junto a que se esta cayendo la cerbatana por la parte de atrás no se den cuenta...

Jan guarda lentamente su maza , y se sacude las ropas, mira a su alrededor y ve la situación entendiendo que es absurdo resistirse, y que es absurdo por el momento intentar razonar con ellos. Pone cara de resignación suspira, mira como el bardo tira un sombrero hacia un lado. Jan sonrie, y piensa: estos bardos... siempre tramando algo...

Da un paso, y espera a ver que es lo que hacen los demás y continuar sin poner trabas, aunque no de buena gana desde luego.

Lamento que os hayáis metido en lios por mi culpa. Mi nombre es Zenobia, de Phaedra. Sabía que estaba mas a salvo que antes, al menos solo un poco. Pero me dí cuenta de que inconscientemente había desvelado mi procedencia al presentarme y al nombrar la oscura e impía ciudadela donde había nacido y quizás aquí no sería bien vista por nadie. Phaedra no era un lugar demasiado popular

No obstante me recompongo y me vuelvo hacia el hombre que capitanea a los soldados.
Señor, toda la taberna estalló en una batalla campal. Habría que detener a todos los que en ese momento estaban allí. Pero es algo demasiado trabajoso. Por favor, estos señores solo pretendían defenderme digo señalando con un gesto de la cabeza a los que salían detrás mio.

Y estos otros posiblemente tomaron alguna copa de vino de más y pretendían asustarme... y lo consiguieron por cierto, pero no ha pasado nada grave. ¿No podríamos olvidar este asunto? digo tras referirme a los sumisos matones que me daban mas pena que odio.

Tharas escucha a Zenobia. Luego mira al capitan y sonrie, mientras mueve la cabeza de forma afirmativa, corroborando con este gesto las palabras de la mujer.

No quería meterse en lios y menos con la guardia de la ciudad... ya se sabe, donde hay un soldado, pronto pueden haber cientos.

Esperando la respuesta del capitán el elfo miró a sus nuevos compañeros, que habían intervenido ayudadndo a liberar a la muchacha. Que grupo más variopinto. Pensó Tharas mientras observaba a los demás.

Parece que la función de uno de los guardias es indicarle a la gente que no hable y eso le hace saber a Zenobia que quiere comenzar a explicar lo sucedido. Les indican a todos que dejen sus armas en una pila ordenada y que comiencen a andar hacia la comisaria, la gente acata las órdenes sin chistar y poco a poco van viendo como el lugar está prolíjamente rodeado y ven unos cuantos guardias montados en caballos patrullando el camino que va desde la posada hasta la comisaria.

Ustedes hacen lo propio y dejan sus armas y van caminando sumisamente hacia ese lugar que algunos conocen y otros no. Una vez allí, se los va poniendo dentro de celdas que se llenan a más no poder, todas quedan colmadas y algunos quedan fuera del lugar, no es la suerte de ustedes, que comparten su estancia con demasiadas personas.

Las mujeres son las únicas que tienen celda propia y ahí prostitutas, mercenarias y demás caen en ella, pero al igual que con los hombres, están demasiado apretadas para poder pelearse siquiera. En todas las celdas están todos de pie y esta postura les hace sufrir unos dolores en las rodillas que no quisieran volver a sentir.