Partida Rol por web

No es que estuviera muy conforme con mentir, pero a fin de cuentas tampoco lo harían uniformemente. Thomson era a lo que se dedicaba, y por lo poco que leía en los periódicos (nunca se centraba en los artículos amarillistas sino en el apartado de sociedad y política) creía que sería una posibilidad más que aceptable. Y el bueno de Jerry era el que probablemente mejor conocía a aquella clase de gente con la que él mismo, debía admitir, apenas se había cruzado. Más allá de algún apretón de manos anónimo en reuniones oficiales de policía, cuando uno de los grandes se jubilaba o se destinaban fondos privados

Así que asintió quedamente, y decidió que trataría de abrir la boca lo menos posible. Su jerga, más habituada al aspecto policial del asunto, posiblemente no encajaría con lo que alguien pudiente pudiera esperar de un reportaje sobre su lujosa vida

Leverett sopesó la propuesta del periodista. 

-Me gusta su idea-dijo al fin-Quizá tres periodistas sería un poco excesivo para un reportaje, pero él no tiene porque saberlo. Así que podemos intentarlo. No se me ocurre nada mejor. Venga, enséñenos cómo se hace. 

Cruzaron el camino que conducía a la entrada de la casa a través del verde césped y llamaron al timbre de la casa que resonó con un metálico tintineo en el interior de la mansión. Unos instantes después, la maciza puerta de madera se abrió y un mayordomo del servicio de la casa apareció en el umbral estudiándolos de arriba a abajo y comprobando en el momento que al menos dos de ellos no vestían con la adecuada etiqueta como para pertenecer a aquel barrio. Eso hizo que la barbilla del mayordomo se alzara y que les mirara como si él mismo fuera el señor de la mansión.

-¿Qué desean los señores? - Preguntó con el tono melódico de aquellos que tomaban como forma de vida los modales y el protocolo que regían en las más nobles casas de la alta aristocracia.

Cuando le contaron aquella pantomima que se habían inventado sobre que eran periodistas que venían a hacer un reportaje, el mayordomo los miró con detenimiento y algo en la forma de actuar de Thomson le convenció de lo que decían podía ser cierto. Les invitó a pasar y les acompañó a un recibidor.

-Esperen aquí mientras aviso a las señoras. - Dijo antes de desaparecer por una de las puertas.

Se encontraban en una sala junto a la puerta de la entrada, decorada suntuosamente de manera bastante similar a lo que pudieron ver en las fotos, aunque no era exactamente la misma decoración. En la parte contraria a la puerta de entrada había unas escaleras con un enorme pasamanos que daban acceso a la parte superior, y otras puertas que daban a otras estancias de la planta inferior, probablemente la cocina y las estancias de los criados. El techo del recibidor estaba coronado por una gran lampara de araña que colgaba sobre sus cabezas y unas columnas similares a las del exterior que se encontraban bajo las escaleras permitiendo de ese modo que el recibidor tuviera más espacio.

Thomson suspiró con alivio. Sus credenciales le abrían tantas puertas en una proporción similar a las veces en las que le echaban de patitas en la calle. No a todo el mundo le gusta tener a un periodista husmeando en sus asuntos. Sin embargo, tenía la corazonada de que esta vez les dejarían entrar. Los miembros de la alta sociedad prefieren alardear antes que esconder sus trapos sucios. Y, en el caso de que algún sabueso se pasase de la raya, siempre tenían un pequeño ejército de abogados al pie del cañón.

—Bueno, os dije que nos dejarían pasar. Nuestras anfitrionas son de lo más amables.

Con un gesto aparentemente distraído, se dedicó a examinar la sala.

Mientras esperaban Leverett esperó pacientemente mirando a su alrededor. A veces los pequeños detalles dicen mucho de una persona. 

Una persona acaudalada acostumbrada a tratar con marchantes de arte, probablemente tuviese alguna obra de arte destacable expuesta en el recibidor para sorprender a las visitas. Esa clase de ostentación que tanto gusta a los diletantes de alta sociedad. Además estaba esto del ¿hormigón pretensado?...¿o cómo era aquello? Ni idea, pero intentó fijarse en las paredes a ver si el material del que estaban hechas era semejante a las de la foto. 

Lo que no acaba de encajar en todo ello es cómo una persona pudiente y de renombre en la ciudad, podría mezclarse con aquella ralea. Edward Andrassy, Flo Polillo, Rose Wallace, Frank Dolezal, el Lester´s...existía una barrera social y cultural infranqueable entre esos dos mundos. 

Pensó que quizá el asesino hubiese visto en estas personas a individuos insignificantes que nadie echaría de menos. Pero si ese fue el caso, no pudo estar más equivocado. 

El mayordomo bajó al punto y les indicó que las señoras les atenderían en unos minutos, mientras las esperaban les invitó a pasar al salón, y les preguntó si deseaban tomar algo. No tardó mucho en aparecer de nuevo con una bandeja con té, café y una jarra de limonada. El salón estaba presidido por una gran chimenea y las paredes estaban llenas de cuadros, cabezas de animales trofeos de caza, y otras decoraciones similares que acumulaban una gruesa capa de polvo. Sobre una ventana francesa colgaba el único objeto de la casa libre de polvo: el cuadro de Aioli.

Las señoras de la casa eran N.K. y P.J. van Schaen, hermanas gemelas, vestían con elegancia, una completamente de negro y la otra de blanco. Ambas llevaban el mismo corte de pelo, con un flequillo cortado a mitad de frente en línea recta y una pequeña melena que no llegaba más allá del cuello. Al contrario de lo que esperaba Thomson, el recibimiento fue poco caluroso. Las dos se mostraban inquietantemente frías y poco receptivas a atender visitas.

-¿En qué podemos atenderles? - Dijo una de ellas, no sabrían determinar si N.K. o P.J., pues aunque el mayordomo las había introducido no había tenido a bien señalar cual de ellas era cada una, e igualmente, si lo hubiera hecho no hubieran podido diferenciarlas cuando una se sentó en un gran sillón y la otra se situó justo a su espalda.

Leverett seguía manteniendo un perfil bajo. No estaba en su terreno, así que prefirió dejar que fuera el periodista el que llevase la voz cantante. Por su parte sacó una libreta para tomar notas, como si este fuese su comedio en el equipo. 

Thomson no se dejó intimidar por el gélido semblante de las gemelas y planeó mentalmente la mejor forma de iniciar la falsa entrevista. Para él resultaría pan comido, especialmente teniendo en cuenta que realizaba ese mismo procedimiento continuamente.

—¡Ah, señoras Van Schaen! Muchísimas gracias por su hospitalidad. Verán, somos reporteros de The Plain Dealer, y estamos encargados del próximo artículo de sociedad y cultura. Nuestra intención es que uno de los platos fuertes de la sección sea el espectacular bajorrelieve de Alioli. Por supuesto, a nuestros lectores también les interesa saber datos anecdóticos respecto al entorno y a los coleccionistas, pero sin entrar en detalles demasiado personales, por supuesto. Somos un periódico serio. Nos bastarán un par de anécdotas, a lo sumo. Nada que no quieran contar. Prometemos no importunarlas demasiado.

Thomsom recibió más frialdad y hostilidad por parte de las hermanas de la que se esperaba al planear su historia sobre los reporteros amarillistas interesados en la vida de los ricachones de Shaker Heights. Tuvo que hacer gala de toda su labia y charlatanería aduladora para evitar que las hermanas van Schaen llamaran al mayordomo y los echasen de allí a patadas. Con mucho esfuerzo logró mantener su interés y lograr que se quedaran a escucharle.

-¿Y qué desean saber? - Preguntaron las hermanas al unísono.

Las dos mantenían puesta una mirada desinteresada en el periodista, sin dejar de observar a Taylor y Saltonstall también. Se notaba cierta impaciencia en ellas, como si esperaran resolver aquel encuentro cuanto antes. No estaban muy receptivas a tener visitas en su casa, y Thomson no entendía porqué milagro no le habían despachado ya, pero debía aprovecharlo.

Thomson trataba de disimular su nerviosismo. No era la primera vez que se enfrentaba a entrevistados duros de roer, pero aquella sensación de estar en un gran congelador que le atenazaba la garganta se llevaba la palma.

Pensó rápidamente en los datos que necesitaban, procurando no quedarse en blanco. Si daba un paso en falso, habrían perdido un tiempo muy valioso.

—Quería saber si conocen la historia tras el cuadro. No me refiero a la vida y obra de Alioli, no. Hablo de la criatura plasmada en el bajorelieve. Una criatura propia de la mitología griega. Una familia con un gusto tan exquisito, también poseerá una formación envidiable. ¿Qué me dicen del comprador de la pieza? ¿Era un apasionado de la historia y cultura grecolatinas?

Leverett asintió a las palabras de Thompson mientras sostenía la libreta.

-..y si no fuese mucha molestia...¿podríamos ver el cuadro?-se atrevió a decir con aparente timidez-.

-Ahí lo tienen. - Dijo una de las hermanas señalando hacia la ventana francesa sobre la que colgaba el cuadro del Remolino de Aioli. -La imagen representa el Remolino de Caribdis, un monstruo de la mitología griega como bien dice. Destruyó el barco de Odiseo.

En la fotografía que tenían del dossier encontrado en casa de Frank Dolezal solo aparecía la esquina inferior izquierda del cuadro, pero no cabía duda que se trataba del mismo que tenían ante ellos. Era el mismo que Saltonstall había visto en el libro de su profesor.

Las hermanas miraron el cuadro con cierto desdén, aquella que había hablado parecía aburrida de tenerlos allí y les explicó aquello mientras se miraba las uñas. La otra les dirigió una mirada que indicaba que tenían mejores cosas que hacer que estar allí y que la visita debía concluir rápidamente.

-Fue nuestro hermano quien compró el cuadro. A él le gustaban estas obras sobre la mitología griega. Hace años que no sabemos de él. Ahora si nos disculpan. - Hizo un movimiento con la mano mientras se levantaba del sillón indicándoles la salida.

Forzando un poco la situación Leverett se acercó a verlo. Intentó comprobar si la ubicación era la misma que aparecía en las fotos de Dolezal. 

-Una obra magnífica, sin duda alguna. Es dinero bien invertido. Les felicito.
 

Cuando las gemelas salieron de la habitación, el mayordomo apareció inmediatamente en ella entrando por la puerta del servicio y les indicó con un gesto la salida, dispuesto a acompañarles hasta el recibidor y despedirlos con amabilidad pero sin dar pie a que nadie pudiera remolonear en el camino a la salida.

El viaje a la mansión de los van Schaen no les había aportado mucha información nueva, puesto que las gemelas eran frías y reservadas, a pesar de haberles concedido aquella pequeña audiencia que apenas duró unos minutos. Al menos podían haber visto el cuadro y confirmado que Orem  van Schaen había sido el comprador del mismo. Ya que en la mansión no era muy habladores, siempre podían recurrir a las fuentes periodísticas para recabar mayor información sobre la compra del cuadro, que fue tan sonada en su momento como había confirmado Thomson, o recurrir a los contactos de Saltonstall entre la alta sociedad para saber que se rumoreaba sobre los van Schaen. El grupo también tenía otros hilos pendientes de los que tirar, como el bar conocido como La Sirena o visitar el Ayuntamiento para informarse sobre los tipos de construcciones, entre otras.

Al salir por fin pudo de nuevo ser él mismo. Eso se engañar, al menos a esas esferas, era un imposible para su férrea moral. En cualquier caso habían sacado información valiosa, a su juicio, y que quién sabe a dónde podría conducirles

-¿Qué opinan, caballeros? Investigar la compra de Orem Van Schaen es un buen hilo del que tirar, y también buscar información sobre el tal Odiseo, algo más en profundidad. Podríamos acudir siempre a la Universidad y preguntar. Algo me dice que estamos ante un culto -por mucho que Merylo y sus casos cerrados opinaran lo contrario. Allí se movía algo más, ignoraba qué era, pues jamás había oído hablar de semejantes asuntos, pero algo olía mal

Leverett no insistió más y se dejó acompañar a la salida.Ya fuera de la mansión intercambió impresiones con sus compañeros. 

-Si, lo cierto es que me ha sorprendido la aparente normalidad con la que nos han atendido-reconoció Leverett-Esperaba más reticencias. Sobre Odiseo, les puedo contar lo que me dijo el profesor McDowell. Bueno...sabrán que Odiseo es Ulises y como su propio nombre indica, es el protagonista de la Odisea. Como ya les había comentado, bajorrelieve que se ve en otra de las fotos, representa a Escila atacando su barco. Así que tenemos representaciones de dos bestias marinas, Escila y Caribdis, atacando el barco de Odiseo. 

Leverett sacó su libreta para consultar sus notas antes de seguir.

-Recordarán que Odiseo fue maldecido por dejar ciego a Polifemo, otro hijo de Poseidón. Supongo que el dios de los mares tenía motivos para estar enfadado con él. Pero no creo que podamos obtener mucho más de la mitología. Como mucho, si lo desean, podemos cotejar posibles desapariciones de embarcaciones en la zona de Messina. Pero no sé de qué forma esto nos va a acercar al asesino. Creo que lo más apropiado es investigar a Von Schaen. Y luego está lo del ayuntamiento. 

Jerry asintió, no quería confesar que apenas recordaba las obras de Homero de lo que había estudiado en el instituto y que hasta hace dos días Caribdis le sonaba a marca de cerveza.

—Estoy de acuerdo, vayamos a la universidad. Esas gemelas me han dado algo de repelús, agradeceré visitar un ambiente menos tenso. Menos mal que tengo cierta experiencia con las entrevistas. Con el talante que se gastaban, era evidente que se mostrarían menos reticentes ante un artículo cultural que a la prensa rosa y amarilla. Gracias por seguirme tan bien el juego.

El grupo de investigadores decidió que su siguiente paso fuera ir a la universidad para obtener más información sobre la escena que representaba el cuadro. Saltonstall no tenía ninguna duda de que el profesor McDowell les atendería encantado, pero no sabía que conexión podía tener investigar tan a fondo aquel asunto con los asesinatos. De todos modos, obtener mayor cantidad de información al respecto no estaba de más.

Tomaron un taxi para regresar de nuevo a Cleveland y le indicaron la dirección de la Universidad Western Reserve, la mejor institución de enseñanza superior de Cleveland. Ya se encontraban cerca de la universidad cuando se escuchó un violento golpe en el techo del vehículo, como si una pelota contundente o un una gran bola de granizo hubiera caído encima. A continuación le siguió un golpe igual de duro contra el parabrisas que añadió una nota de cristal roto a la percusión que comenzó a sonar a partir de ese momento con más golpes contra el vehículo. Parecía como si un grupo de granujas se estuviese dedicando a tirarles piedras. Pero pronto vieron con horror que no era así. Había sangre en el cristal del vehículo. El conductor soltó una maldición y detuvo el taxi, pudieron ver a través de las ventanas como una gran cantidad de pájaros muertos caían sobre ellos. Las aves estaban resecas y correosas, se asemejaban a palomas, pero eran algo distintas a las palomas que habitualmente veían en los parques. A su alrededor, en la calle, las aves continuaban cayendo en silencio.

'¿Pero qué demonios...?'
El joven Taylor, por razones obvias, no se aventuró fuera del vehículo, pero asistió con asombro al hecho de que incontables aves estuvieran literalmente cayendo del cielo como si las hubiera fulminado un rayo. Miró a sus compañeros con una cara de extrañeza que dejaba palpable que no entendía nada de lo que estaba sucediendo y que, por supuesto, era consciente de que aquella no era natural y que quizá tuviera algo que ver con lo que estaban investigando

Y es que ya habían pasado por algo así antes. Recordar el destino de Willy el Manco no le ayudó precisamente a templar los nervios, pero al menos esto no era tan... brutal. Apretó los puños con fuerza, y procuró tranquilizar al resto. -No salgan del coche, podrían sufrir un golpe severo -no se lo decía únicamente a sus compañeros, sino también al taxista. El número de pájaros en el cielo era limitado, tarde o temprano aquello terminaría, pero estaba claro que fuera lo que fuera lo que estuviera ocurriendo en la ciudad, con aquel caso, se escapaba a todo lo que hubieran conocido anteriormente. Y para ser honestos, sentía que todo aquello no había hecho más que empezar

Leverett se hizo un ovillo para intentar protegerse cuando comenzaron a sucederse los golpes. Al cabo de unos segundos levantó la mirada para ver el parabrisas lleno de sangre y observar con horror como seguían lloviendo pájaros. Todo a su alrededor estaba lleno de cuerpos inertes y sangre. Esa visión de algo incomprensible y horroroso, acabó por doblegar su mente y estremecerle por dentro. 

-No...no se les ocurra abrir la puerta. Pero...¿por qué?¿Qué les ha pasado a esos pàjaros?