Partida Rol por web

un simple viaje en tren a nueva york, pero el terror acecha incluso en al más pequeña esquina

el viaje alfín había empezado, el tren habría parado en un par de estaciones, pero desde ahroa el viaje era directo a nueva york, afuera había una tormenta peor que la anterior, parecía que el cielo estaba a punto de derrumbarse sobre el mundo, las luces y los ruidos asustarían al más duro de los hombres, en el vagón hay unas cinco personas, todas tienen pensamientos en su cabeza, algunos terroríficos incluso, hacía mucho rato que no percibian señales de vida ni del guarda ni de ningún otro vagón, parecía que estuvieran solos en él tren, pero todos teneis la sensación de estar siendo observados...

Aun me acordaba de la terrible imagen del desconocido con mascara y de las palabras que habia proferido, Cthulu,¿que significaria todo aquello? para olvidarme un poco de ello hecho una mirada a mis compañeros de tren, apenas cinco personas que raro que hay tan poca gente pense

En uno de los sillones traseros, se acurruca un hombre maduro, parece que rondara los 40 y algo, pese a que su figura es alta, se muestra una figura delgada y que no parece estar en mala forma para la edad que tiene. Abrigado con un abrigo de piel de una calidad más que dudosa y con unos pantalones de pana, se abriga lo más posible, debido al frio vagón en el que viaja. En la cabeza lleva un sombrero de fieltro negro impide que se le vea los ojos. Al poco de ponerse en marcha el tren de la estación, el hombre mira a su alrededor viendo a los demás viajeros y con un gesto de duda levanta los hombros. Al final resignado al ver la poca gente que hay y que parece que cada uno continuara el viaje por su lado, saca un libro de aspecto un poco anticuado y se pone a leer. Cada ciertos minutos levanta la cabeza y busca con sus oscuros ojos los de otro viajero, como si tuviera ganas de iniciar una conversación.

Helen era una mujer alta, que aparentaba ser de unos 35 o 40 años y aunque era hermosa a primera vista luego de un momento uno pensaba que tal vez es demasiado delgada, algunos dirian "consumida". Iba vestida con un abrigo de piel marron que iba los hombros y llegaba hasta el suelo y lucia ademas un coqueto sombrero, el conjunto la protejen del frio.

Fue hasta el fondo del vagon y al ver que uno de los asientos del fondo estaba ocupado decidio irse a la otra columna de asientos. Estaba cansada pero no se sientia a gusto durmiendo en un tren por lo que abrio apenas la ventana para que el frio del exterior la revitalizara para lo que restaba del viaje, luego de unos minutos cerro la ventana porque no queria incordiar al resto de los pasajeros.

Saco una pequeña libreta y reviso unos datos que tenia en ella y debes en cuando le daba unos golpecitos con un lapiz mientras cerraba los ojos y fruncia el ceña esto es demasiado complicado

Hacia la mitad del vagón, en el lado derecho, junto a la ventana, con actitud algo inquieta por lo desapacible del tiempo se encuentra un hombre de mediana edad, ojos oscuros y pelo negro salpicado por unas pocas canas casi únicamente en las sienes que lo hacen interesante. Media sonrisa, mirada tranquila y penetrante. Juega con su sombrero en la mano, uno de esos tan clásicos de la época, de fieltro azul marino, combinando perfectamente con el color de su traje. Observa a otros dos ocupantes del coche en el que viaja, muy distintos, absortos en sus pensamientos, pero intrigado por las extrañas circunstancias que rodean todo aquel asunto, con tan poca gente en el tren, quizá el multimillonario había decidido comprar todos los billetes, era un tipo muy excéntrico aparentemente, finalmente se dirigió a ellos:

- Perdonen, no quisiera interrumpirles, mi nombre es Francesco Paolini y me dirijo a Nueva York como ustedes. ¿Me considerarían un entrometido si les pregunto si su viaje tiene algo que ver con el señor Correact?

Efectivamente tiene que ver con el senor Correact, al menos en mi caso, ha solicitado mi opinión como experto en un asunto un tanto...peliagudo digo mirandole de arriba abajo ¿y si no es de fiar, hasta que punto le podre contar a este hombre? 

Edgar se sobresalto al oir el nombre del misterioso hombre que le había enviado la carta, con gesto de curiosidad se quedo mirando fijamente al hombre que había realizado la pregunta, y ante el estupor de Edgar, otro hombre se dirigió al vagón y afirmó que si había llegado al tren por ese hombre, el tal Correact y es más mencionó un asunto peliagudo.

Hinchandose de valor y al ver que podía adquirir algo de información sobre ese misterioso hombre Edgar se puso de pie-

En mi caso también he sido requerido por ese hombre. Y lo que me resulta aún más sorprendente yo recibi una extraña carta que mencionaba tal y como ha dicho aquel individuo un peliagudo asunto.

Hay alguien más en el vagón relacionado con esto? Alguno de ustedes sabe relacionado con ese nombre?

Helen estaba demasiado concentrada en su libreta para prestarle atencion a lo que estaban hablando la gente que estaba en el mismo vago nque ella pero cuando repitieron el nombre del su empleador empezo a prestarles atencion Disculpen caballeros alguno de ustedes nombro al Señor Correact? Es que estaba muy concentrada en unas notas mias y me parecio que alguno de ustedes lo ha nombrado. Por cierto mi nombre Helen Du Bois. 

Perdonen mi mala educación, parece mentira pero se me había olvidado presentarme, mi nombre es Edgar Price, es un placer conocerles, parece ser que todos hemos sido requeridos por dicho hombre. ¿Parece un tanto extraño verdad? Y que casualidad que nos hayamos reunido en el mismo vagón. Alguien conoce al señor Correact personalmente o tiene algún dato relevante de él? Yo la verdad es que solo he averiguado que es un hombre muy rico, y poco más.

Es normal que se refieran a la muerte como un tema tabú y utilicen el eufemismo "asunto peliagudo", ya lo hacen en multitud de sociedades humanas, aunque en otras incluso se rinde culto a ella, pero eso es otra cuestión que no nos ocupa ahora. Teniendo en cuenta que todos hemos sido solicitados por este caballero y que únicamente nosotros viajamos en este vagón me parece innecesario que hablemos con tapujos. Llamemos al pan, pan, y al vino, vino, señores, y nos ahorraremos malentendidos. Estamos de camino a Nueva York para investigar una muerte porque el señor Correact piensa que le seremos de más ayuda que la policía. Por mi parte soy un humilde profesor universitario que no entiende

 Pues llevas toda la razón, no me acordé cuando posteé.

+1

la verdad ya le habia tomado cariño al pj...ni un punto de cordura llego a perder!

Bueno nos estamos viendo en otra partida!.