Partida Rol por web

Johannsen alzó también su jarra, y correspondió el brindis propuesto - Por nosotros! - y dió un generoso trago a su cerveza. Luego se concentró en su plato, y empezó a comer, despacio, intentando que el momento durase lo más posible, disfrutando cada bocado como si fuese el último, e intentando hacerle todos los honores posibles a aquel plato digno de la mesa del emperador.

El grupo comió a gusto el primer plato y Genoveva no tardó en servirles el segundo, un cordero que tal y como esperaban, también estaba para chuparse los dedos. Desde luego que no era el lugar para una comida de nobles, pero nadie dudaría de que esa mujer era perfectamente capaz de competir con los cocineros reales, una auténtica artista culinaria para un lugar tan vulgar como una simple taberna de puerto.

Les guiñó el ojo al servir el segundo plato y volvió a la cocina, dejando al grupo degustando la comida mientras seguían hablando de planes.

-¡Cariño! ¡Ya vengo con la cerveza que nos faltaba! Los investigadores ya habían devorado medio plato, cuando escucharon el gritó de un hombre de espeso bigote que entró por la puerta Menos mal que he ido yo mismo con el carro a buscar los barriles al puerto, esos vagos, nunca terminan de hacer bien su trabajo. Me han entretenido contando no se que historias de monstruos con aspecto de rata, que algunos borrachos han jurado ver en las entradas del río hacia el alcantarillado ¿Te lo puedes creer? Cómo si esas tonterías me fueran a quitar el enfado que tengo por el retraso con el que siempre andan.

El hombre entró dando grandes zancadas, y con paso firme y autoritario en dirección a la barra y las mozas que segían charlando ociosamente tras ella, se giraron repentinamente dando un respingo y mientras que una se ponía a limpiar algo detras de la barra que no alcanzaron a ver, otra comenzó a ordenar jarras en las estanterías.

Genoveva asomó la cabeza por la puerta y le respondió:

-Deberiamos dejar de contar con esa gente y hablar con otro distribuidor, esto empieza a ser muy molesto. Dijo con lo que parecía un rostro levemente enfadado, luego miró al grupo de investigadores y su cara cambió a otra más amable Por cierto, esos caballeros y esa dama de allí, han venido queriendo hablar contigo. Atiéndeles primero que son gente muy educada, luego hablaremos sobre esos gandules y que hacer con ellos.

Volvió a desaparecer tras la puerta, dejando al hombre a medio camino de la cocina, este se giró y miro al grupo con una mirada interrogativa.

Johannsen giró el cuello para ver al esperado recién llegado. Con un gesto muy poco correcto se limpió la grasa de los labios que el maravilloso cordero había dejado en el, y dandose cuenta de lo que había hecho, se volvió hacia la mesa, bebió un sorbo para ayudar a tragar y se volvió a limpiar, esta vez más decorosamente. Después se levantó e hizo un gesto acompañado de una sonrisa mientras tomaba una silla vacia, indicando a Torsten que se acercara a sentarse con ellos.

El estaliano se limpió meticulósamente los labios. Miró al mostachudo hombre y se levantó en un acto de pura cortesía. Acto seguido, dejó fluir "la sin hueso", con la verborrea propia de gentes de decoro y letras:

- Buenos días, señor Torsten. Primeramente, me veo en la obligación de felicitar a su mujer, por poseer un don envidiable. Sepa que los platos cocinados, pondrían en evidencia a más de un cocinero, cuyos platos he tenido el placer de paladear. -   Sin perder un segundo, continuó su parafernalia - Por cierto, nos hallamos aquí, porque deseamos entrevistarnos con un tal Leonard, ... ¿sabría usted algo de él?

Torsten miró al bribón con una cara muy seria, mientras avanzaba hacia la mesa haciendo crujir las tablas del suelo a medida que caminaba. Cuando se hubo acercado, una fina capa de sudor que todos pudieron ver brilló en su frente y la leve coloración de sus mejillas delató un esfuerzo físico hecho no hacía mucho.

Torsten respondió a De La Vega suavizando el semblante e intentado no ser rudo en su contestación:

-Gracias por el cumplido hacia mi señora, la verdad es que gran parte del éxito que tenemos es gracias a su buen hacer en la cocina. Todo el asunto de las comidas lo lleva ella y yo me encargo de organizar el resto de tareas de la taberna. Dijo, luego pareció pensar un poco sobre quien le habían preguntado y volvió a hablar Lo siento caballero, si fuera usted capaz de darme más señas, a lo mejor puedo ayudarle sobre la persona que buscan. En el puerto se mueve mucha gente y aunque estoy más o menos enterado de todo lo que aquí se cuece, no me quedo con el nombre de todo el mundo, se imaginará la cantidad de gente que suele pasarse por la taberna, especialmente durante las noches del fin de semana.

Dejó que la conversación fluyera y decidió no interrumpir, ya que Ruy había preguntado a Torsten.
Terminó de masticar un poco de delicioso cordero que aún quedaba en su boca para hacer un alto en la comida y poder así escuchar al viejo Torsten. Se limpió los labios también, más por imitación a sus compañeros que por educación, y se limitó a observar al tabernero.

Seguro que todas las noches muchos borrachos se encuentran en esta taberna. Esperemos que el viejo tenga buena memoria o que Baumer se haya encargado de llamar la atención lo suficiente.

Larymian imitó a Jekil, aunque después de limpiarse la boca separó su silla de la mesa y se acomodó más. Depués esperó a que la conversación siguiera su flujo, esperando a que les dijera de una vez donde estaba Leonard, o al menos donde podría estar.

Larymian suspiró sonoramente, se cruzó de brazos, y miró al enano con una mirada penetrante, del cual temía que metiera la pata con sus continuos eructos o su forma tan bruta de hacer las cosas.

No digas nada, no digas nada... No te levantes, solo di hola como mucho, no sin antes limpiarte la boca...

Gustav esperó a que Ruy prosiguiera la conversación, pero al rato, él mismo se dirigió a Torsten:

- Su nombre es Leonard Baumer, y viene de Marienburgo. Es (descripción dada por Hacket)...más o menos, y seguramente ande buscando trabajo ultimamente, de marino lo más probable, ya que sabemos que..."perdió" el último hace poco. No le suena alguien así? Ah, y parece ser que es bastante...aficionado a beber...más de una copa, ya me entiende...

 Joss dejó de comer por un segundo sin apartar la comida de sus labios, miró a Gustav de reojo y siguió devorando el trozo de cordero que tenía entre manos

parrece que este humano no se anda con chiquitas, me gusta gustav, je je, menudo juego de palabrras me ha salido

todos pudieron ver que al enano se le escapaba una sonrisa, a saber porque

Torsten escuchó las palabras de Gustav y se quedó pensando un momento antes de responderle:

-Bueeenooo... la verdad es que no estoy muy seguro. Le dijo Borrachos veo muchos al día, y aunque es algo general, no siempre le cuentan a la gente su vida cuando están bebidos, pero por lo que me cuenta... hummm, si, es probable que sepa quien es, además los que como yo son de un lugar desde siempre, nos fijamos rápidamente en las caras nuevas de la zona. Si es quien creo que es, ese Leonard ha pasado por esta taberna alguna vez y creo, que está trabajando en los muelles como estibador, aunque no lo se con mucha certeza.

Torsten lanzó una fugaz mirada en dirección a la barra y las mozas, que durante la breve conversación se habían relajado en sus tareas, comenzaron a realizarlas con la misma velocidad con la que se pusieron a ellas cuando este entró. Luego volvió a dirigir las palabras al grupo.

-Les recomiendo que vayan a preguntar al edificio del gremio y hablen con Demeter, es uno de los encargados de la organización de los trabajos del puerto, él sabrá decirles donde está. Díganle que van de mi parte y les atenderá en seguida, ¡No puedo dejar que hagan esperar a quienes saben valorar la cocina de mi esposa! Les guiñó un ojo y sonrío ante lo último que dijo.

Las declaraciones del señor Torsten estaban llenas de valor para las pesquisas del grupo. Ruy dio un buen sorbo a su jarra de cerveza y olvió a degustar la carne de cordero. Su carne era tan tierna, que se deshacía como gelatina cuando la paladeaba con su lengua... ¡¡Realmente impresionante!!

- Creo que deberíamos acabar con el festín... ¡¡El trabajo nos espera!!... y el buche a medio llenar, mantiene vivo el ingenio, los reflejos y el tesón de la espada... Si hiciera falta usarla. - expuso con su habitual sinrisa picarona a sus compañeros. Esas eran las enseñanzas de los Tercios Estalianos.

 pero si aun no estoy a medio llenar dijo el enano sin quitarse el cordero de la boca de hecho solo acabo de empezar

como un crio Joss giró el taburete dandole relativamente la espalda a Ruy, pensaba que si no le veia directamente era como si no estuviese haciendo nada. Continuó arrasando con el cordero

Jekil se limitó a escuchar. De nuevo tenían un nombre por el que preguntar y poder obtener información a cerca de Baumer. La situación empezaba a ser algo frustrante para el cazarrecompensas.

Otra vez. Otro hombre al que preguntar por Leonard. Más tiempo perdido; menos cerca las trescientas Coronas de Hacket. Espero que al final todo salga a pedir de boca.

No se dio cuenta pero, mientras divagaba entre sus pensamientos, su lengua intentaba hacerse con un poco de cordero que se había quedado atrapado entre sus dientes. Fueron los chasqueantes ruiditos de su lengua los que lo devolvieron a conversación.
Miró a ambos lados, no podía decir que se sintiera avergonzado por lo que parecía una falta de educación pero, una extraña sensación se apoderó de él y le hizo sentir incómodo.

Asintió ante las palabras de Ruy, él pensaba de la misma manera. Terminó lo que quedaba en su plato y apuró el vaso de vino.

Tras su respuesta, Torsten decidió que ya iba siendo hora de ponerse con las tareas de su taberna.

-Bueno caballeros, espero haberles sido de ayuda. Les dijo Ahora si me disculpan, tengo cosas que atender, de modo que les dejo terminando de degustar placenteramente la comida de mi señora. Espero volver a verles pronto por aquí. Y tras un saludo con la mano se dirigió hacia la cocina, solo para volver a aparecer acompañado de dos muchachos que lo acompañaron a la calle.

Un ruido de maderas, cascos de un animal y ruedas de carro avanzando proveniente del exterior, delató que los tres debían de haberse subido al carro en el que Torsten había traido la cerveza de la que había hablado. Con toda probabilidad, se dirigirían a descargar los barriles por la parte de atrás de la taberna.

La muchacha, al ver que tenían que pasear más por la calle, al descubierto, volvió a suspirar, pensando para tranquilizarse: Lo haces por trescientas coronas, Lary. Un poco más de esfuerzo.

Así pues, la chica volvió a acercarse a la mesa y acabó su comida, intentando no pensar demasiado en otras cosas mientras estaba en la faena, aunque sin éxito.

Ruy miró a Joss con rostro jovial, pues el enano era todo un personaje... el gran escritor de "Operetas y sainetes" Lipo de Vega, amigo de alguna correría que otra, firmaría por crear un personaje con tales rasgos para una de sus divertidas obras. Si algún día volvía a Magritta, se lo propondría. Pero ahora, la situación exigía otro tipo de lances, entre los que no se hallaban soportar la dura digestión de un enano hinchado de cordero y cerveza...

-  Mi barbudo amigo, creo que con trescientas coronas de oro, podrás ingerir toda una manada de corderos. Para ello, deberíamos proseguir nuestro trabajo, ¿no crees?

Tras el segundo plato, vino el postre: unas deliciosas cuajadas, que terminaron de poner punto final a una comida ya de por si excelente.

Les resultaba difícil pensar en la investigación que estaban llevando a cabo, una vez hubieron terminado. Con el estómago lleno y el paladar satisfecho, el cuerpo invitaba a una buena siesta digestiva a pesar de las horas que eran, pero el trabajo seguía estando pendiente, de modo que tras pagar y despedirse adecuadamente, uno a uno fueron enfilando hacia la calle, con el proposito de llegar al siguiente punto de la investigación y encontrar a Leonard, quien parecía escurrírseles a cada paso que daban para estar más cerca de hablar con él.

El puerto continuaba bullente de actividad, pero si bien antes de entrar en la taberna esta era más frenética, se notaba que la hora de la comida estaba cerca, y que todo el mundo se apresuraba por terminar las tareas encomendadas para el descanso del almuerzo, como pudieron comprobar al ver entrar varios grupos de trabajadores en las tabernas y restaurantes cercanos, además de en aquel del que ellos salían, mientras que el resto de compañeros se afanaban por terminar con lo que estaban haciendo para poder ir a reunirse con sus compañeros.

 buufff, porr las barrbas de mi abuela, voy a rreventarr. dijo Joss reclinando un poco el taburete y posando sus rechonchas  y trabajadas manos sobre su abdominada panza. Dió un último trago a su cerveza y la dejó en la mesa con un sonoro golpe y se puso en pie de un salto.

Que muchachos, hay que afanarrse, Leonarrd debe estarr muerrto de sed en cualquierr lugarr y yo prronto necesitarré otrra rronda.