Partida Rol por web

Se hizo de noche. Hacía un poco de frío, pues ya sabías que en las noches caribeñas en alta mar hacía frio. Sin embargo ibas bien preparado, y pocos contratiempos (si el clima se portaba bien), podía acaecerte.

Sin embargo, en mitad de la noche dejaste de remar. ¿El porqué? Divisabas un punto de luz en la lejanía. El punto de luz cada vez era mayor a medida que te alejabas de la isla (y por tanto, te acercabas a él). No obstante, parecía una lejanísima estrella al ser una partícula en la inmensidad del mar.

¡Un barco, por dios, que sea un barco!
Libero mi cuerpo de entre la hierba seca que cubria mi cuerpo del frio, enciendo mi linterna, seguido apunto hacia el cielo y disparo. Dirijo la vela hacia el haz de luz.
Un barco, por dios, que sea un barco..

Hacer señales de manera competente: 2 exitos de Destreza.

De momento no conseguías ver nada. Era un punto de esperanza en la oscuridad inmensa, total.

Hiciste señales con la luz. El candil estaba en alto y pasabas al mano varias veces por delante del mismo para hacer intermitente tu foco lumínico. Segundos despues, increíblemente, el punto lumínico se hacía más grandes, al tiempo que repetía las mismas señas que le habías hecho: se hacía intermitente.

La luz se está acercando. Puedes darte cuenta, una vez de día, que es un barco... La corriente, el viento y tus remos te llevan hacia allí.

¡¡¡Un barco maldita sea, un barco!!!!

JAJAJAJA, Comienzo a danzar en la barca provocando que esta este a punto de volcar.

¡Salvados! ¡¡Estamos salvados!!

Intento distinguir la bandera desde la lejania con escaso resultado mientras zarandeo animadamente mis manos.

La bandera ondeaba tanto que era imposible que percibieses qué distintivo llevaba. En breves instantes el barco estaba a tu altura.

Tu barcaza bien construida y montada parecía ahora un simple trozo de madera ante aquella corbeta militar. Las corbetas del caribe eran propias de flotas españolas o inglesas, poseían una gran cantidad de cañones que  lanzaban palanquetas y metralla (es decir, estaban preparados para la guerra en el mar).

Sin embargo, al acercarte por la inercia de las olas, no portaba ningún emblema de la corona castellana o el imperio británico.

En esos momentos, Ekaitz comenzó a asustarse. Revoloteaba muchísimo, y saltaba de un lado para otro. Entre tanto movimiento, cosiguió deshacerse de sus ataduras, pisándolas con una de las patas y con la ayuda de su pico. Instantes después echó a volar. No pudiste hacer nada. Echó a volar hacia la corbeta, y parecía haberse posado en la cubierta. Sin embargo, como te encontrabas en tu barca justo al lado del casco de dicha corbeta, no sabías qué había allí, tu vista no alcanzaba.

Guardo silencio, espero haber con quien me e encontrado antes de decir nada, puesto que si son piratas habra una historia y si son ingleses o españoles habra otra que contar.

Maldita sea, bastante fortuna es el ser naufragado como para encima pensar que an de ser aliados.

Un marino estaba en cubierta. Se acercó y enseguida dio una voz que pudiste oir. Llamaba a otros marinos... Ahora podías vislumbrar la bandera ondeante... al verla te causó una gran impresión, y resoplaste complacido... por fin estabas en buenas manos.

Esa corbeta era de construcción procedente del viejo mundo. Sin embargo una voz que te resultaba común te habló desde arriba.

Eh! tu, ¡bonita mañana! ¿verdad? Ja ja ja... -luego te lanzaron una escala. ¡Vamos! no tenemos todo el día... ¡Trepa!

Era uno de los barcos del convoy personal de Edward Teach, Barbanegra (tu jefe...). Esa era su voz. Era él mismo:

¡Por los perros del infierno!
Capitán, no sabe todo lo que nos a pasado, el resto sigue vivo, o lo estaba cuando les deje.

Intento subir a trompicones por la escala cargando unicamenet con las joyas del baul.

Maldita sea capitan, una isla maldita, una maldita isla maldita.

Las palabras no adquieren orden ni coherencia ante la emoción que embarga mi mente.

Sosiega, jóven... le dijo Teach mientras subían a pulso la escala donde estaba Novaresa agarrado.

Traedle un manta, ¡vamos! -ordenó luego. Aún me acuerdo de ti. ¿Novaresa, no es así? Ese loro tuyo es inconfundible...

Instantes después, ante las palabras de "isla maldita" del náufrago, Barbanegra se emocionó...

¿Cuántas veces he oido esas dos palabras? Mmm... el sol o la falta de agua dulce ha debido enervar tus sesos... Ja ja ja. -y comenzó a reir a carcajadas, y el resto de marinos le acompañaron.

Os aseguro que no, observar mis provisiones

digo señalando freneticamente la barca, un escalofrio frenetico recorre mi cuerpo.

Señor. Criaturas malformadas, espiritus endemoniados. No se que misterios esconde esa isla pero le aseguro que daria cuanto tengo que es mi vida por no regresar jamas.
La tripulacion se perdio en las montañas pero quiza aun sigan vivos.

Observo sus caras de incredulidad.

Habia un barco encallado, y un espiritu alli encerrado, no se que decian de haber matado a un negro y el resto de el grupo fue en busca de la luz y yo...

Me apoyo en un madero pues estoy confuso y mareado.

Os ruego que lo comprobeis, señor.

Dejo caer las joyas.

Esto es vuestro, lo era antes y lo es ahora, como agradecimiento por haberlo recuperado, os lo ruego.

Hummm...  no le creía. En absoluto. Era la típica historia que cuenta un borracho en plena taberna, para hacer visible la atención del resto de piratas, o la mujer más guapa. Sin embargo, parecía un tipo agradecido, y me dio un pequeño obsequio.

Espíritus, monstruos... entiendo -dije a Novaresa. Verás... hace poco seguíamos el rastro de una luz, la cual, desde que te vimos, desapareció... Era una luz lejana en el horizonte, y estaba allí de noche y día... La verdad es que íbamos en la dirección en la que te encontramos hacia esa luz... hasta que vimos el brillar de tu candil...

¿No habrás bebido demasiado? En fin... Ah!, por cierto... una de las bricbarcas de mi convoy se perdió en roatán. ¿Estabas tu a bordo de ese barco?

Luego miró al resto de la tripulación

¡Traedle unos malditos huesos de carne, está hambriento, sabuesos!

Me dejo caer en el suelo.
La luz, la maldita luz.
Haber, dejarme que os cuente paso a paso.
Llegamos a esa isla náufragos de vuestro barco perdido hará una semana, encontramos un barco encallado y criaturas de un aspecto que jamas Dios habría engendrado, huimos del barco que estallo en mil pedazos producto de la tormenta que asolo estos mares hará cinco o cuatro días.

Entonces, en vista de que nada hacíamos en la costa ellos decidieron ir en busca de la luz, yo...
...Yo me quede con un compañero vigilando las cosas de la isla, entonces sonaron disparos en lo alto de la montaña.
Mi amigo corrió hacia allí y decidimos que yo solo fuera a buscar ayuda, después de todo contra mas días pudiese sobrevivir mas oportunidades habría de salvar al resto.

El resto de el tiempo lo yebo a la deriva, si la luz se a apagado no se porque demonios puede ser.
Rezo porque sigan vivos.

Uhmmm...! Hablas en plural de todas esas aventuras... ¡Entonces era una luz en una isla! Nuestra primera impresión es que debía ser un faro de antorchas que...

en esos momentos paré de hablar, y volví a replantear la historia.

...que... ¿¡y dejaste a su suerte a tus compañeros!?

¿A su suerte?

A mis compañeros les di armas, comida, agua.
Todo eso me encargue de conseguirlo yo estando apunto de morir mientras el barco se hundía, no señor no los deje a su suerte, pero una vez en la isla ¿Que era yo? Acaso podría haberlos salvado de cualquier peligro con esta vista cansada y un alfanje oxidado.

Miro al suelo con ira.

No señor, no los abandone, intente darles la oportunidad de sobrevivir, si mi interés fuera únicamente sobrevivir... ¿No callaría?, ¿No diría que soy el único superviviente?

Y dices que está maldita... mmm? Ja ja... ¡Genial!

Luego giré mi cuello hacia la parte de la popa...

¡¡Oficial de mando!! ¡¡Rumbo a estribor!!

Sin duda iríamos allí. Ya desde un principio teníamos la duda sobre aquella luz, ahora tenue. Y ahora habíamos encontrado a uno de nuestros piratas varados, describiéndonos tal sitio como un  posible lugar de aventuras. Fascinante. Además... debíamos salvar a los otros marinos...

En esos momentos le volví a mirar, y comencé a "acicalarme para el gran baile".

Si vamos a ir al infierno, muchacho, vestiremos como el peor de los diablos...

Entonces comencé a prender unos palos pequeños con una candela...

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Años después, cuando estabas en una taberna de cualquier rincón del caribe, escuchaste en una de las esquinas una historia acerca de un famoso pirata: Edward Teach, "Barbanegra". El que lo contaba decía lo siguiente:

"...y antes de lanzarse a la batalla se colocaba cerillas encendidas bajo el sombrero. Eran largos palillos de arder lento, hechos de cuerda de cáñamo mojado en salitre y agua de sal. El efecto resultaba aterrador. Su cara, con los feroces ojos y el pelo enmarañado de la barba, estaba enmarcada en humo y a sus presas les parecía talmente un demonio salido del infierno. Su parecido con algún tipo de pirata demoníaco quedaba completado con una bandolera con tres pistolas cargadas y amartilladas para el disparo y por las pistolas, dagas y alfanjes adicionales que portaba alrededor del cinturón..."

Luego sonreíste.

(esta parrafada final es un epílogo para explicar lo que hacía Barbanegra en tu presencia, años antes).

Bueno, con vuestro permiso, señor, me da la sensacion de que hace meses que no veo una cama.

Apoyo mi cuerpo viejo y cansado mientras busco a Ekaitz con la mirada mientras el Capitan y demas tripulantes comienzan una especie de rito, comun para ellos y aterrador para mi.
Pese a todo intento dominar mis nervios para no ofender a mi anfitrion.

Era un ritual visual, nada esotérico o demoníaco. Con ese humo saliendo de sus cabezas, sus enemigos solían acongojarse... y con razón.

Te mostraron una cama, en uno de los camarotes. Prometieron también cuidar bien de Ekaitz. Cuando estabas tumbado sobre un maltrecho colchón, el barco ya tomaba rumbo hacia la isla. Regresabas.

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Ahora quizá tardaré algo más que de costumbre en postear (a no ser que lo hagas tu). Esto es debido a los acontecimientos de los otros piratas compañeros. saludos.

¡Levanta holgazán! -dijo el propio Teach que había llegado a tu camarote a despertarte en persona. ¡Hemos llegado! JA JA, ¡tu preciosa isla ahora es nuestra! Sube a cubierta ! JA JA...

Luego desapareció de tu camarote.

Cuando subiste a cubierta, ya recuperado y nada hambriento o sediento, pudiste comprobar cómo estabas en la misma playa en la que partiste hacía poco. Muchos de los marinos de Barbanegra había tomado ya la playa: algunos permanecían en la orilla de la misma y otros se habían internado poco a poco en ella. Parecían establecer una posición segura, una vigilancia, un perímetro de seguridad.

Tras hacerlos otros tantos exploradores marinos se internaron con filibustes en la selva, dispuesto a explorarlas. La luz a la gran altura de la isla se había apagado por completo.

No te preocupes amigo, -dijo Edward Teach aun en cubierta mientras mirábais los avances de sus leales, los encontraremos... y saldremos con el oro o la muerte por medio ! JA JA JA... -parecía un poco loco...

Ekaitz,mientras tanto, se echaba una siestecita en la lona de la vela principal.