Elisabeth no dijo nada cuando Tom puso encima de la mesa los negocios. Era una oportunidad desde luego, pero no esperaba que fuera hacerlo justo en ese momento. Por el momento el conde mostraba cierto interés, aunque bien podía ser más por educación que otra cosa. La mujer decidió quedarse callada por el momento, viendo como avanzaban los acontecimientos.
Thomas sabía que era arriesgado, dado que el conde no tenía su mejor humor, pero también pensó que agradecería desviar el tema de conversación y ocupar sus pensamientos en cuestiones mundanas.
Carraspea un poco y saca del bolsillo de su chaqueta, una pequeña cajita, muy bonita, de talla asiática con diversos pictogramas. La pone sobre la mesa y la abre en dirección a Robert:
-¿Alguna vez ha visto esta flor, señor Lees?- pregunta mostrando el capullo redondo y cerrado de la flor de opio.
-Sinceramente, no se como lo haré . Debo ver a un hombre al que di refugio en San Bart hace años. Es un.. Médico o algo similar. Sea como sea no voy a seguir consintiendo los desmanes de los que sois objeto. Esta vez no habrá exilio. Si vuelvo a inclinarme será para el hacha del verdugo-
Bess sonríe con resignación -Tengo sentimientos igual que tu. Creo que si fuera un diablo no sentiría pena o soledad, o alegría o interés por mis amigos; amigos como Robert, que se han mantenido fieles en el tiempo. Primero fueron su abuelo y su padre. Estas aquí porque creyó que vuestra obra serviría para sacarme un tiempo de la oscuridad donde me recluyo-
Mira vuestras manos cogidas durante unos minutos en silencio, hasta que vuelve a hablar sin levantar la mirada. -No creo ser un ángel tampoco. Tengo miedo Catherine, llevo más de cuatrocientos años en este mundo.. tuve una madre mortal y ya no recuerdo su rostro. No me atrevo a tomar cariño a nadie porque tarde o temprano se ira..si soy un ángel, entonces el castigo por serlo ya es insoportable-
Queda en silencio. Inmobil cómo sólo un inmortal puede hacer. Durante ese tiempo sólo se oye el débil crepitar de la chimenea y tu propia respiración. Cuando finalmente vuelve a mirarte, vuelves a ver un rostro sereno.
-Perdona, esta no es la reina de las lilas que esperabas-
Catherine sonrió a Bess
- Tienes razón, esta no es la Reina de las Lilas que esperaba, es mucho mejor... - en su mente nunca fue real, ahora si lo era. En su mente era inalcanzable, ahora se le hacía cercana. Por supuesto, mucho mejor.
Robert observa la flor. -Sinceramente no, aunque no soy un entendido en flores. Más disfruto de su compañía que de su estudio. ¿Alberga algún misterio?
De vez en cuando desvía la mirada hacia Marlowe. No es una expresión hostil, sino.. expectante.
-También tengo defectos Catherine. Ya los descubrirás. - Por el comentario parece que Bess da por hecho que vuestra "amistad" no va a ser de una noche.
-Debería bajar, se lo prometí a Robert. ¿Me acompañas?- Elizabeth se levanta y camina hacia la puerta.
- Todos los tenemos - dijo, quitándole importancia
Asintió y acompañó a Bess
Al salir de la habitación, ves a un hombre a poca distancia. Vestido con gastadas ropas de viaje parece estar esperando.
-Bowers, he dejado unas cartas, ¿Podrías hacerte cargo?. El hombre asiente en silencio. -Señora, hace casi una semana ya- Su voz es casi un susurro, rota, y parece que tiene dificultades para hablar.
-Lo sé, creo que puedo aguantar un día más - Elizabeth pone su mano en su antebrazo y le mira con afecto. Sin más palabras seguís en dirección al jardín.
-Bowers es mi guardian, es un hombre seco y de trato brusco, pero te acostumbraras enseguida-
- Caballero - le dedica un saludo al pasar a Bowers
Acompaña a Bess, sin perder el hilo de las referencias a la continuidad que no deja de mencionar
- ¿Una semana de que? - pregunta abiertamente, antes de terminar imaginando por sí misma... aunque la pregunta ya estaba lanzada
-Una semana que llege aquí- La respuesta es tan rápida y segura que sin duda es verdad. Aunque es obvio que no se ajusta al contexto de la conversación con el tal Bowers.
No pregunta más, se limita a acompañarla hasta reunirse con los demás.
Elizabeth permanece silenciosa mientras caminais. Cuando os estáis acercando a los demás; Thomas esta hablando con Robert y parece que le muestra algo. Elizabeth Wood no participa en la conversación aunque está cerca. Marlowe está separado de ellos, sentado con una copa en la mano.
-Dime, Marlowe y tu? No añade más, aunque el tono no deja lugar a dudas sobre el tipo de relación por la que se interesa
- No - Catherine no puede evitar sonreír a la pregunta, otros tantos se habrían quedado con la duda pero nadie lo había curioseado tan directamente... al menos no con ella. Y lo cierto es que ni siquiera le había molestado que lo imaginara... quizá tampoco le molestaba imaginarlo ella misma, quizá fuera eso.
-Esta flor se llama opio. La he traído de las lejanas tierras de oriente y posee unas cuelidades únicas. Es una planta que, cuando se fuma como si fuera tabaco, tiene la capacidad de curar la mente cansada, tranqulizar los sentidos y dar paz al alma durante varias horas. Estoy seguro de que tendrá buen acogida entre los galenos y la gente que como usted y yo, tenemos demasiados asuntos en la cabeza y no nos dejan descansar. Es mejor que el alcohol, puesto que su efecto dura menos horas y no trae dolor de cabeza a la mañana siguiente.-le explica, ahora saca su cofrecillo con la pipa y las semillas secas todo preparado para fumar- En las tierras chinas, los sabios la utilizan para entrar en contacto con sus ancestros y pedir consejo en las situaciones difíciles.
-Si todo eso es cierto, esta flor vuestra tendrá muchos clientes en estos tiempos. Aunque no se si me interésa entrar en contacto con mis ancestros, menuda decepción se llevarían jajaja-
La llegada de Catherine y Elizabeth de Argyle interrumpe la conversación. Marlowe se levanta y hace una pronunciada reverencia
-Señora-
Elizabeth responde a la revencia con una ligera inclinación de cabeza.
-¿De que estáis hablando Robert? Ya sabes que me fascinan las novedades.. Se acerca para examinar la flor. -He enviado unas cartas, mañana iré con vosotros a Londres en la barcaza. Estoy harta de carruajes-
Será un verdadero placer que nos acompañe, Lady Elisabeth- responde. Podía ser interesante aquella situación... y bastante entretenida para ver como actuaba el conde- en cuanto a la conversación... Tom ha sacado a relucir al Conde un negocio que lleva entre manos.
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Elizabeth se acerca a la mesa. -¿ Un negocio de flores? No conozco esta.. ¿De dónde procede? Y por lo que parece tenéis intención de inhalara.. Queda pensativa mirando la flor
-Ricardo me habló de una planta que consumían ciertos individuos en palestina, y al parecer tenía cualidades extrañas que afectaban a la mente. También la fumaban-
Catherine no parecía tener demasiada confianza en los comentarios que había escuchado al llegar
- ¿Qué clase de cualidades extrañas?