Partida Rol por web

“¿De verdad sois tan diferentes? Venís de un mismo hogar, mas reñís como enemigos. No sois mejores que el mal al que perseguís.” Lorine arquea una ceja ante estas palabras y, cuando la anciana deja de hablar, una pregunta anida en su cabeza, pero no loga transformarse en palabras porque las palabras de Clobi se interponen. Mientras el hombre interroga a la vieja, Lorine acaricia la empuñadura de su espada. Y la sangre derramada por su padre regresa a su memoria. “Venís de un mismo hogar…” La muchacha entrecierra los ojos. El Jinete de la Tormenta es, para ella, un maldito. Un demonio. “No sois mejores que el mal al que perseguís.” Y la idea de ser un igual, un semejante con él es algo que le sabe absurdo. Con todo su odio, ella jamás derramó la sangre de otros. Y menos aún de inocentes. Solo tiene un objetivo: destruir al maldito… o morir en el intento. Lo más probable... Se sabe condenada por ese odio, pero… ¿Madita como él? Niega con la cabeza mientras retrocede muy lentamente hacia la hacienda de Giufré. No. Quizá esté condenada, pero no soy un demonio. Entonces, aquella muda pregunta regresa a su cabeza, pero muta en otra. ¿Acaso…?

Unas pocas yardas más atrás, aguarda a Clobi, mientras observa a aquella andrajosa y extraña anciana. Y aquella pregunta aletea en su mente.

La joven se para cuando Priscila le da alcance.

- No, no quiero que me toque...- dice entre sollosos-Mi...mi nombre...es Marie...

El jinete se acercaba a vosotros al galope, su velocidad era increible, Phoe lanzo un hechizo contra él, pero fallo en su intento. Mientras tanto Jereme se preparó para lanzar un virote de su ballesta, pero la gran velocidad de jinete hizo que no le diese tiempo, para colmo, la lanza del Jinete atraveso el cuello de Jéreme matandolo al instante

No se sabe si la anciana escucho o no las palabras de Clobi, pero hablo igual

- Ella se hizo su amiga, pero él no era un hombre santo, ni gentil, ni virtuoso, y estaba lleno de ira. Él la amaba. Oh, sí, en verdad la amaba, la amaba con una pasión violenta y encendida, pero no podía entender su devoción. La amaba por lo que veía en ella, no por lo que era

Después de eso la anciana vuelve a balancearse y a canturrear

Esta bien Marie, no le dejare acercarse a ti, le digo mientras le hago señas a Remigius para que se aleje. 

Ves no se te va a acercar si tu no quieres que eso pase, aunque el podría curar tus heridas mejor que yo,

me acerco hasta donde esta ella, ven vamos a sentarnos, necesito que me digas quien te hizo daño y en que dirección se fue, para que mis amigos puedan ir a buscarle, mientras yo me quedare contigo y te ayudare a curar esas heridas.

Trato de llevarla a algún lugar donde nos podamos sentar.

La lanza atraviesa de golpe mi cuello y no logro reaccionar más que un leve resoplido soltando mi ultimo aliento, dejo caer la ballesta que a esta altura ya no tenia ninguna utilidad, mi muerte estaba escrita y nada podía hacer ya para impedirlo. Falle en mi tarea de proteger a los magos, no pude protegerme a mi mismo si quiera -ARGH!- 

El filo de la lanza alcanza un punto letal y pierdo la vida de inmediato, mi cuerpo cae como saco de arena al suelo, inerte y sin alguna reacción, dejando la sangre esparcirse por la hierba.

No por primera vez, Remigius tuvo que reprimir las ganas de patear a un posible paciente por la estupidez que muestra. Remigius había sido educado para atender a los enfermos, criado con los textos de los grandes médicos clásicos. Y siempre, siempre, la gente veía sólo su tez morena y su pelo hirsuto y salían huyendo del "moro malo". Tendría que esperar a que Prisila calmase a la chica y la convenciese de que se dejase atender.

Tomás mira a Remigius y nota su indignación. Te entiendo, Remigius, te entiendo, a mi me resulta igual de indignante la ignorancia de algunas gentes - piensa. Paciencia Remigius, tendrás tu oportunidad. Tus valiosos conocimientos no caeran en saco roto!- le susurra. Al ver que de momento no podía ayudar, Tomás se mantenia expectante y observaba alrededor. No sería bueno que les sorprendiera alguna criatura.

Clobi espera a que la anciana deje de hablar para luego despidiendose de ella dirigirse hacia Lorine... Lorine, deberiamos marcharnos.

Lorine asiente a las palabras de Clobi y, sin más, se echa a andar hacia la hacienda de Giufré, tras el rastro llameante. Una pregunta aletea en su cabeza, pero no se transforma en palabras y la muchacha se aleja veloz.

Aquella muchacha parecia aterrada, supongo que aun sigue en estado de shock, es un estado totalmente entendible para alguien que no está acostumbrado a ver un suceso paranormal, como pudo ser tener un encuentro con el jinete de la tormenta. Supongo que mi presencia y/o comunicación con ella seria inecesaria, pero no puedo mantenerme despreocupado por su bien estar por más que quiera salir en busca de aquella criatura que amenaza la vida.

-Nos ocuparemos de quiebn te hizo daño niña, deberias dejar que te atendamos..- Digo en forma desinteresada, pero mis ojos revelan mi verdadera intención de asegurar su vida.

Clobi ve como su compañera se aleja del lugar y sigue sus pasos firmemente.

La joven niega enérgicamente ante la idea de que alguien que no sea Priscila se le acerque.

Entre sollozos empieza a hablar...

- Atacó a mis amor. Temo que le haya matado. Mi pobre Brien. ¿Le habéis visto? Me estaba viendo en secreto con el buen Brien, un paje del castillo. Hacía poco que estabamos bajo el Árbol de los Enamorados cuando, de reprente, se alzó una tormenta. Entonces un neo jinete descendió de entre las nubes sobre un corcel que escupía fuego y emanaba terror.

Derribó a Brien y temo que le haya matado. Luego me cogió y se me llevó.

No recuerdo más hasta que me tiró en medio de este barrizal, gritando "¡No eres ella!" Empezó a dar vueltas a mi alrededor sobre su montura, cada vez más cerca, quería matarme. Parecía disfrutar con mi miedo. Pisoteó todos los adornos de la fiesta e incluso profanó la imagen de Santa Fabia

Ya me creía perdida cuando cogía algunas flores de entre el barro para rezar a Santa Fabia. Él miró hacia mi, soltó un gruñido que parecía una risa y después un grito. Luego se marchó.

Fue hacia la hacienda de Don Guifré

Estais a medio camino de la Hacienda cuando veis a Jeremé en el suelo cubierto de sangre que le sale de la garganta. Phoe, mientras de pie, esta en guardia, pues delante de ella se encuentra el Jinete de la Tormenta

Jereme!!!... exclama Clobi corriendo hacia el cuando ve al grog tumbado sobre el suelo sobre un gran charco de sangre que mana de su garganta.

¿Quien ha hecho esto?... pregunta con la mirada perdida y visiblemente enojado mientras mantiene al grog sobre sus manos. Sabia que no iba a tener respuesta por lo menos por parte de Jereme. 

Clobi no habia reparado en la presencia de Phoe, pero cuando lo hace se da cuenta de que su postura en guardia no augura nada bueno. Poco despues y mirando mas alla de Phoe se da cuenta de que el jinete de la tormensa esta justo en frente de ella.

Clobi agarra fuertemente su arma y se dirige hacia el jinete con la clara intencion de darle muerte con el filo de su hacha.

No es el batir de alas de los cuervos de la parca, ni el manantial carmesí que mana de una garganta, ni la furia hecha grito… No. Ella solo tiene ojos, oídos y manos para aquella terrible y diabólica silueta. Años macerando todo el odio que se cuece en su sangre. Un odio visceral que ahora emana en un único y desbocado grito. Un alarido de guerra que resuena más allá del bosque, una llamarada de ira, una plegaria quizá.

¡Aaaaaaaaaaiiiiiiuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu! El aullido de una loba herida de muerte. Porque ella lo sabe: no puede vivir sin vengar la sangre de su padre. Y ahora, al final del camino, la muerte (su propia muerte) está frente a sus ojos. Su carne puede temer, pero ella no. Ya no. Más que un grito, es su vida la que escapa de sus labios.

Unas yardas detrás de Clobi y Phoe, la muchacha extiende el arco y apunta hacia el demoníaco jinete que se encuentra frente a ellos. Los ojos clavados en el maldito, la furia clavada en el pecho. ¡Aaaaaaaaaaiiiiiiuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu! Aúlla, otra vez.

Impaciente quizá, Lorine se enfrenta a su propia muerte.

Con que Santa Fabia, Tomas, ¿sabes de casualidad quien pueda ser y si su adoración perjudique o moleste al jinete?

Esta bien Marie, tranquila, ya todo paso, mis amigos y yo estamos aca para acabar con ese demonio.

me giro un momento para hablarle a mis compañeros.

Vosotros, deberíais alertar a los demás he ir a esa hacienda, no debemos permitir que hiera a mas gente inocente.

me giro para seguir hablando con Marie.

No temas, que tu prometido debe estar bien, ya nos encargaremos de buscarlo, pero primero déjanos curar tus heridas, si no lo hacemos podrías cicatrizar mal y no queremos que eso pase, ¿cierto?

-Sabeis donde a ido el resto del grupo, solo alcance a ver que se fuerón con esa grog llamada Lorine, su obsesión con el jinete le costara el cuello de ella y el de los impulsivos que vayan tras ella.- Digo dando vistazos sobre mis hombros

-No esperemos más y vamos a la hacienda, no deben estar muy lejos.- digo avistando los cascos llameantes impresos en la tierra.-