Partida Rol por web

Arthur se había quedado pasmado, incapaz de reaccionar: por suerte, Luna consiguió deshacerse de los dos soldados. Para cuando fue capaz de hacer algo, tenían un alemán muerto, otro inconsciente, y un camino que despejar.

—Muy bien, yo me ocupo de ellas— respondió a Jason mientras se subía a una de las motos, con intención de apartarla del camino — La mancha de sangre la podemos tapar con más nieve.

Janet se acercó a Jason y al alemán al que estaba atando, y palmeó la cabeza de este último como diciendo 'si tuviera dos pelotas de pin-pon ahí abajo, probablemente yo también estaría encogida'. En verdad era un gesto de superioridad, para hacerle ver que estaba en manos de ellos cinco y que cualquier otra estupidez la pagaría con la muerte. En cualquier caso ya conocía el destino de su compañero así que tras lo sucedido, patada a los bajos incluida, esperaba no encontrar demasiada resistencia

-¿Entiendes bien el inglés? -preguntó, con marcado acento germano (ahora sin disimular), arrodillándose para que pudiera ver su cara inflexible y gélida. Había amenazado a Luna, y eso no lo iba a tolerar. Sentiría lo mismo si lo hubiera hecho con cualquier otro de sus compañeros, pero aquello le había tocado la fibra
Es posible que su inglés no fuera fluido, pero si podían mantener una conversación con el Tarzán ario en ese idioma todos podrían participar y oírlo, y así no tendría que traducir constantemente

El alemán alza su rostro con una mueca de desprecio, aunque tras un breve arranque de tos por el golpe aún reciente en el estómago, forma una sonrisa burlona y exclama: - Sucios perros amerricanos... ¿Le vale así de bien, señorrita?

Mientras Arthur movía las motos y Janet interrogaba al nazi Jason empezó a tapar las huellas del altercado, incluida la nieve manchada de sangre.

- Pancho, encárgate del cadáver. Igual lleva algo útil, y seguro que podemos usar su ropa para infiltrarnos -

Después de decir esto se hirguió y observó la nieve. Iba a ser difícil ocultar todo el desaguisado, pero con suerte alguien que fuese en un vehículo a cierta velocidad no repararía en ello.

Con la bota, Jason tapa los restos de sangre. Pronto quedarían ocultos entre la tierra, las hojas, la nieve y las piedras.

Luna había ido a por sus cosas. Con el arco en la mano se sentía mucho más cómoda, más ella misma. La muchacha respiró mientras se lo ponía a la espalda y se enfundaba el cuchillo a la cintura. El fusil de francotirador lo cogería al marchar. Pero necesitaba su arco.

—No creo que sirva, aparte, tampoco voy a dejar un cadáver en bolas en la nieve. Aunque sea un jodido nazi, está muerto, y los muertos merecen un mínimo de respeto— respondió a Jason antes de volverse al nazi e increparle agachada a su lado— Tú, seguro que no quieres "que te respete", así que dime. 

Luna miró a Janet, no sabía muy bien que preguntarle, eso se lo dejaba a ella, pero ya que había empezado, no podía dejarlo así, de modo que continuó, esperando no cagarla.

—¿Dónde está el tipo al que secuestrasteis? ¿Qué coño hacéis en ese castillo?

- Un alemán no responde ante usted. - Dice con desprecio, y acto seguido regala una repugnante sonrisa de suficiencia a Luna.

—Tiene que joderte que una india negra haya podido ella solita con dos hombretones "de la raza superior"— Aunque la  chica sabía que había podido hacerlo gracias a sus compañeros, no pudo evitar soltar aquello para herir su orgullo. Lo del cuchillo tenía que haberle jodido especialmente. Luna sonrió con tanto desprecio como el propio alemán, pero no dijo más. Janet le sacaría lo que fuese; estaba convencida. 

Pancho coche rápidamente al hombre que había mandado con el Señor, buscando armas o cosas útiles en aquellos momentos. Después se acercó a Luna y al rehén que tenían bajo su custodia. Puso la palma de su mano apoyada en la espalda de la chica de modo un tanto paternalista tras ver que se había frotando el cuello. 

-¿Estás bien? Se que eres dura, pero el tipo parece fuerte. 

Se quedó a su lado esperando respuesta mientras crujía sus nudillos y preguntaba a Janet desde su posición. 

-¿Crees que le podría sacar la información a puñetazos? Incluso podríamos hacer un trato con él, una pelea. Si ganamos nos da la información, si no se puede ir al castillo. Aunque no creo que acepte, mucho hablar de raza superior y en el fondo son unos cobardes sin palabra. 

Jason se dirigía con curiosidad hacia las motos de nieve cuando escuchó a Pancho.

- Hey, pilla - dijo sacándose el táser del bolsillo y lanzándoselo a las manos a su colega - por si queréis seguir trabajándole la entrepierna hasta que cante.

Sin esperar respuesta se fue hacia las máquinas que Arthur había terminado de apartar del camino.

- Molan, ¿eh? - le dijo a su compañero meintras resistía el impulso de ir a por un destornillador - Igual tienen algún compartimento...¡eh!, ¿alguien ha mirado en las mochilas de los pavos estos? - preguntó de repente.

Arrugó el ceño, pensativa. El tipo parecía duro, y quienes poseen ideas fuertes tienden a mantenerlas y no doblegarse. No dudaba que tanto Pancho como Arthur podrían molerle a palos fácilmente, y hacerle mucho daño, e incluso Jason y Luna. ¿Pero eran torturadores? Y no se lo preguntaba en lo tocante a la moral, pues maquiavélicamente hablando el fin justificaba los medios (sobre todo si te apuntan con un arma), sino en cuanto a que no poseían conocimientos de la anatomía humana como para pulsar las teclas adecuadas. La tortura, sin lugar a dudas, era un arte. Siniestro, primitivo, pero poseía una estrategia. No sólo de dolor, sino de cómo doblar y quebrar una mente que se niega a hablar

En fin. Al menos el tipo hablaba y entendía el inglés. Este último incluso provenía del germánico, así que era sencillo de aprender en comparación. Que ellos se encargaran, ella no había hecho nada parecido en su vida
-Me pongo a ello -respondió a Jason, y se puso a investigar el contenido de las mismas

—Oye, ¡Dejadle en paz! — exigió Arthur mirando a Luna y a Pancho, al tiempo que se acercaba al alemán.

Poli bueno, poli malo: hoy me toca el bueno.

—Perdona, pero... Ya sabes cómo son — le dijo con un deje de desprecio en su voz — Escucha, siento lo de tu compañero. No tenía que terminar así: vosotros obedeceis órdenes, igual que yo; no tengo nada contra vosotros. Sois soldados: eso merece un respeto.

​​​​​​Señaló a Janet con la cabeza, al tiempo que bajaba la voz con complicidad.

—Es mi jefa. Si le dices lo que quiere saber, te dejará que te vayas. Es una buena persona. Pero estos... A ver, están deseando tener una excusa para joder a un hombre blanco. Son unos salvajes, ya sabes. Sé listo, hombre: no les des la oportunidad. No estás obligado a dejar que te torturen: tus mandos te han contado lo mínimo justamente para eso, para que no pase nada si hablas cuando te capturen; sé listo, y habla con mi jefa, ¿vale?

Luna sonrió a Pancho y le apretó el brazo haciéndole ver que todo iba bien. Sabía que si no se hubiese librado, el mexicano hubiese hecho trizas al nazi, sin contemplaciones. Eran familia. Iba a responder cuando de pronto Arthur parecíhaberse dado un golpe en la cabeza. Uno que le hubiese dejado lelo.

—¿Qué coño dices?— la indignación genuina de Luna no tenía nada que ver con la actuación ni con la falta de inteligencia, sino con la falta de astucia social. Transparente y acostumbrada a ir de frente su primera idea no fue que su compañero fingiese. No podía creerselo. Arthur le empezaba a caer muy bien. Y ahora no solo creía que iba a ponerse a torturar al alemán sino que también era... Tardó unos segundos más en comprender que Arthur fingía, los suficientes para responder enfadada. Cuando por fin se dio cuenta, cerró la boca apretando los dientes.

Luna, idiota... no hables más o la cagas. 

- Sí... Sólo cumplo órrrdenes. No prrretenderrrán que les haga un inforrrme detallado, ¿verrrdad? - Parece que habla, pero le es incapaz abandonar la sorna. - Hay un tipo en el sótano. Supongo que es a quien buscáis. Quierrren que descifrrre unos manuscritos o algo así.

A unos metros, entre las pertenencias de los dos kartofen, encontráis una cajetilla de tabaco donde aún quedan algunos cigarrillos, una petaca de metal forrada en piel con algún tipo de licor con un fuerte aroma a hierbas, un par de largos machetes en sus fundas, cizallas, un mapa de la zona que incluye información de la altura de las formaciones rocosas y un trayecto marcado con rotulador rojo alrededor del castillo, walkies, raquetas de nieve, gafas de sol y munición para los rifles que ya habéis cogido previamente.

- Como con cante pronto, os devolverrrán un bonido cadáverrr. - Sigue, y acaba con otra despreciable sonrisa.

Al mexicano no le gustaba aquel hombre ni su actitud. Estaba de acuerdo con la maniobra de Arthur, aunque no creía del todo la información que había dado el hombre, había sido demasiado fácil que cantara. Se acercó donde estaban Jason y Janet con las mochilas y cogió la petaca, la abrió y tras oler y dar un pequeño trago escupió en el suelo. 

-No tienen gusto ni para beber. 

Se dirigió hacia el hombre y le vacío el contenido sobre la ropa por si sus compañeros decidían dejarlo libre, así al menos tardarían más en creerlo. Tras eso se acercó a él con un mechero en la mano sabedor que el hombre no se iba a convertir en una antorcha con ese licor como combustible. No era muy listo, pero sabia jugar al juego que había propuesto Arthur. 

-Puede que mi compañero te haya creído sin pestañear, pero yo no estoy tan seguro de que eso sea todo. Trató de prender la ropa del hombre, pero como bien sabía no hubo reacción  así que pasó a la segunda parte de su plan, así que miró a los ojos al hombre con una expresión sería, casi sin pestañear. 

-Si te importa algo tu vida más vale que nos digas todo lo que sabes. Tienes un par de minutos, lo que me va a costar sacar la gasolina de una de esas motos, y morir quemado vivo no es la mejor manera de hacerlo. 

Confiaba en que haber matado a sangre fría a su compañero, aunque fuera para ahorrarle minutos innecesarios de agonía, ayudara a que creyera el farol que se acababa de tirar para conseguir algo más. Así pues se dirigió hacia las motos de nieve esperando alguna reacción por parte del hombre. 

La silueta de Pancho Castillo cubre al alemán bajo su sombra y éste, que se ve mordiendo el polvo como su compañero, tartamudea presa del miedo mientras el licor recorre su cara.

- Ya lo... lo he dicho. Todo lo que sé... ¿Qué nesssesitan?

Aunque la joven tenía muchas ganas de preguntar a Janet que demonios habían dicho los alemanes cuando se presentaron como víctimas, Luna decidió esperar a que el interrogatorio hubiese terminado. Frustrada por toda aquella situación, había cogido uno de los machetes para examinarlo había examinarlo. Parecía de calidad; no había duda que aquellos tipos no escatimaban en gastos. Despacio, empacó las cizallas, dio los walkies a Jason y cogió el mapa.

—Quizás puedas conseguir algo con ellos

 Al oír lo de Butter sintió un escalofrío. Tenían que rescatarlo. La mirada se desvió al mapa, con aquella ruta marcada en rojo. La información en el mapa era de más utilidad que el alemán, pero no estaba segura de que fuese cierta o una trampa por si alguien los atrapaba.

—¿Qué es esta ruta?—preguntó enseñándole el mapa, poniéndoselo violentamente delante de las narices. 

- Sssólo... es la ruta en la que debemos hassserrr guarrrdia. Que nadie se assserrrque y esas cosas... - Contesta, mirando a los ojos a Luna. - Porrr favorrr, no me hagan nada...

Jason recibió los walkies y los inspecionó. Podía ser una herramienta útil, pero seguro que había más en el castillo que captaban la misma frecuencia. Buscó el selector de canal y comprobó cuántos canales había y en cuál estaban puestos actualmente.

- Preguntadle qué canales de radio usan - dijo distraido mientras quitaba la tapa de atrás de uno de ellos y guiñaba un ojo para mirar dentro.